Un año de viajes_II

En la segunda partusa, unos 15 días después de la primera, Flavia no llevó al hotel dudas, inquietantes de conciencia, aprensiones, ni asco por lo que iba a admitir dentro de sí y gozar.
Había rechazado o postergado la cita, hasta que un día, mi insistencia tuvo éxito:
-¿Juan, mañana te podés tomar la tarde libre?-
No me lo hice repetir
-¡Dalo por hecho!-
-Pasame a buscar en Perú esquina Belgrano. A las dos. Tengo un bache en los compromisos -
La levanté, en un taxi.
De común acuerdo, no hubo almuerzo ni refrescos. Nos hicimos llevar a un hotel cercano a Puerto Madero. Ya dentro de la habitación, la abracé, besándola en la boca, y mis manos bajaron buscando ávidamente su culo bajo el vestido, mientras que seguía besándola apasionadamente y le restregaba el bulto de la verga sobre el pubis, lo que calentó mucho a Flavia.
-Soltame un toque- murmuró y se deshizo del vestido, dejándome con la boca abierta, por el atrevimiento inesperado y debido a que, debajo del vestido, traía una tanga roja y negra con encajes, visión que me provocó una erección extrema, indisimulable dentro del pantalón.
Mi reacción a su provocación fue quedarme, nada más que, en calzoncillos y con la pija tiesa.
Seguimos cachondeándonos, besándonos y acariciándonos ardientemente. Ella me agarraba la verga, slip de por medio:
-¡Uhmmm, voy a soltar tu tremenda vergota!!- seguía sorprendiéndome, gratamente.
Más aún cuando me bajó el calzoncillo haciendo que, la aludida, saltara tensa, rígida.
Mi réplica a su “propuesta de guerra” no se hizo esperar. La emprendí con el corpiño y la tanga, roja y negra, dejándola totalmente desnuda.
Ella tomo entre sus manos la pija, se arrodilló y empezó a chuparla, con un movimiento de la lengua alrededor del glande, luego metiéndosela en la boca. Yo gemía a cada chupada y temía explotar y lanzar leche al por mayor, en su boca.
Aproveché una pausa: ella sacó la boca de mi verga, aparentemente para tomar aliento. La empujé sobre la cama, salté a su lado y mientras le chupaba los enormes pezones rosados, le manoseaba la concha
A Flavia la vuelve loca si le chupan las tetas, gemía y pedía que no parara, que siguiera chupando. No le aflojé y, al unísono, seguía acariciándole la concha, ya más que húmeda por la excitación y por las ganas.
De súbito, ella se montó a caballo sobre mí, con las piernas entreabiertas y se acomodó, en la entrada de la vagina, mi miembro que amenazaba eyacular violentamente.
Con un movimiento, ascendente, de caderas se lo metí todo, haciéndola gemir en tono alto. Ahí empezó a cabalgar, gimiendo y gritando de placer.
-¡Ahyyyy noooooo!- se lamentó al sentir los chorros consecutivos de mi orgasmo en su parte más íntima.
No fue eyaculación precoz, sino calentura descontrolada que, por suerte, no se fue, en su totalidad, con el desparramo de leche.
El atrevimiento y osadías puestos en juego por Flavia, totalmente imprevisibles para mí, a la luz de su comportamiento en nuestro primer encuentro sexual, me había excitado en su grado más intenso.
No necesité mucho tiempo para rehacerme. Cambiamos de posición y ella se puso abajo, abrió las piernas y yo me situé entre ellas, con el falo apuntando hacia ella completamente duro y chorreando, aún, jugos vaginales de Flavia, me incliné y de un golpe se lo clavé todo, haciéndola gritar de placer. La embestía con fuerza fuera de lo común, metiendo y sacando el garrote en su concha chorreante. Pedía más, elevaba y sacudía el pubis, lo movía violentamente a una y otra parte, abría y cerraba las piernas.
-¡Cogés como una diosa ….. Flavia …. Sos toda una mujer!- le soplé al oído.
Entre la conmoción de un orgasmo (no era el primero de la tarde) balbuceó algo así como:
-¡Coges muyyy rico….metémela, dámela toda mi amor!-
Estuvimos así, disfrutando varios minutos, hasta que yo con un grito de placer descargué otra vez toda mi leche, mientras seguí, con unos pocos adentro/afuera, rápidos y bruscos, suficientes para que se apoderara de ella la convulsión del enésimo orgasmo.
Nos quedamos sin aliento, cabeza a cabeza, abrazados disfrutando del momento y comentando cuan bueno había sido el sexo. Le pregunté por el marido y si la cogía bien cogida. Respondió que la cogía seguido, rico pero que conmigo era toda otra cosa, mientras me acariciaba la verga flácida, que demoró pero, poco a poco empezó a volver a flote.
El renovado vigor, desembocó, en la última vuelta de sexo.
Más “loco” que su atrevimiento y osadía fue el comentario final de esa tarde rara, extraordinaria:
-Juan ¿Sabes lo que se me ocurrió? Yo quiero mucho a mi marido, lo mismo vos a tu esposa. No queremos vivir sin ellos. Pero, si cuando seamos grandes de edad, quedamos los dos solos, vos y yo, vamos a unir nuestras vidas. ……-
No me pareció del todo descabellada la idea. ¡Y había sido, nada más, que nuestro segundo adulterio, compartido!!

Luego de una ducha, nos vestimos y fuimos a buscar un taxi que nos llevó a la parada de la combi. Antes que ella subiese, por supuesto, quedamos en tomarnos otra tarde libre, más adelante.
Yo, por precaución, para preservar su matrimonio y el mío, esperé la combi siguiente.

1 comentario - Un año de viajes_II

kramalo
muy bueno...!! la vida es un tren (o una combi), que pasa una sola vez.. aprovecha y dale......