Las Dos Caras de la Misma Moneda

Un día, como tantos otros, navegaba por P!, y me encontré chateando con alguien interesante, con la esperanza de chocarme con una historia que me haga sentir vivo, que me saque de la rutina de todos los días.
Pasé mi foto -la mejor que tengo en mi computadora- sin demasiadas expectativas.
Me llamó la atención por la forma que tenía de escribir acerca de ella misma, no sé cómo explicarlo, pero era espontánea y jovial. Sin embargo, decía tener veinte años más que yo. 
Me pregunté si sería un error, y me puse a charlar exclusivamente con ella. 
Lucrecia seguía charlando, y seguía levantando todas las barreras. Frente a la duda, la pregunta mágica "y por qué no?", hay alguna razón para no encontrarnos? Todo fue rapidísimo. Nos intercambiamos teléfonos, y seguimos por el watsap.
La charla allí era más fluida. Siempre me gustó hablar con mujeres grandes: no tienen demasiadas historias ni histerias (ojo, tener tienen porque son mujeres), ya saben lo que quieren, pero por sobre todas las cosas, tienen muy claro lo que no quieren. En esa primera charla, era tarde, y le dije “venite” y respondió con evasivas, que sin ser un “no, estás loco”, me dejó muy claro que aún no era el momento.
Sin embargo, al otro día volvimos a coincidir en el mensajero, y noté en su forma de escribir cierto rodeo como quien quiere decir algo, pero quiere ser suave, llevándome sobre el tema... así que acorté el camino y pregunté “querés que vaya?”, dale, me dijo... Allí comenzó a funcionar mi cerebro a mil... ella se encontraba a sesenta kilómetros de mi ciudad, era media tarde, debía resolver tres o cuatro “problemas” para tener hasta la noche libre, pero nada fue obstáculo... 
El viaje fue largo, larguísimo... las preguntas más repetidas eran... y si no viene?, y si la foto tiene treinta años? Y si me roban?, pero ya era tarde para esas cuestiones... lo más probable es que nos encontremos, nos gustemos, y nos mimemos un poco, me tranquilizaba.
Llamé por teléfono –tenía su celular- y estaba ocupado. Me metí en un café, y tampoco estaba allí. Volví a llamar, y ahora sí me contestó una voz amigable que me decía... “vos estás en la galería?, por qué no levantás la mirada hacia la calle?”. Allí la pude ver: una hermosa mujer saludándome, con una amplia sonrisa, y acusándome de ansioso, me estaba esperando y nos habíamos desencontrado unos minutos.
Hacía calor e ingresamos a un bar... me pedí una gaseosa con limón, y comenzamos a charlar, a mostrarnos los gustos, a simpatizarnos... me gustaba mucho, no sólo físicamente (es bajita, delgada, bien proporcionada, lleva muy bien sus años, con hidalguía), sino que además, me gustaba la “onda” que se daba entre los dos, así que después de unos minutos de charla, la tomé de la mano y le dije muy claramente “mirá, si seguimos charlando, nos vamos a hacer amigos, y yo no quiero eso, vine a buscar otra cosa”. Se rió, y me reí, pero ambos sabíamos que estaba hablando en serio. Así que pagamos la cuenta, y se subió a mi automóvil. 
Ella intentó explicarme que tenía un compromiso en un par de horas, y yo le dije que no había ningún problema, que en alguna otra oportunidad podríamos encontrarnos... pero sin embargo mis manos no estaban muy de acuerdo con mis dichos, y le tomé la cara y le besé los labios, en un beso que fue muy bien correspondido. 
Me dijo que no buscaba sexo... que estaba buscando un compañero, y estacioné mi auto al borde de la ruta... y la besé con pasión, y me besó con pasión....
Su mente, intuyo, era un infierno, entre entregarse y mantenerse en su negativa... pero cuando mi mano rozó su pecho, un gemido salió de sus labios. 
Estúpido de mí, recién allí comprendí que  Lucrecia deseaba ser acariciada, tanto como yo lo deseaba, y sus negativas lógicas, eran porque no me conocía, porque hacía quince minutos que me había visto por primera vez, pero su cuerpo vibraba, y su piel ardía... hasta que me dijo que siguiera el camino, y me llevó a un bosque, y entre dos árboles enormes, estacionamos el auto.
Nos reímos mucho de la situación, porque parecíamos dos adolescentes, en salida con auto robado a los padres, y en “villa cariño”, pero nos deseábamos, y comencé a acariciarla y a besarla, y comenzó a corresponderme... mis dedos frotaban su clítoris, y su cuerpo se retorcía de placer... las ropas desordenadas, mi mano acariciándola por completo, y mis dedos recibiendo la humedad de sus  jugos, de sus mieles... mi boca recorría su boca, y mis dedos –primero uno, después dos- penetrándola dulcemente, sin prisas. 
Sus gemidos iban en aumento, y mis caricias no dejaban de ser lentas, acompasadas, cuando su cuerpo se tensó todo, y su cara se transfiguró, en un gesto que no dejaba dudas: un suave orgasmo –acompañado con un largo y dulce gemido- estaba recorriendo su cuerpo.
Recién en ese momento, comenzó a acariciarme, y fue recién allí cuando comencé a quitarle sus ropas... el sol caía, y la oscuridad estaba de nuestro lado, cómplice, cuando nos pasamos al asiento de atrás del automóvil.
Lucrecia se sentó arriba mío... tomó mi miembro con su mano –estaba durísimo y deseoso- y se lo apoyó en su abertura... dejándose caer dulcemente... apoyó sus manos en mis hombros, y comenzó a moverse rítmicamente, empezando otra vez a gemir, disfrutándome cada palmo de mi piel...
Saboreaba sus pechos en mi boca... mientras mis manos tomaban sus nalgas y las atraía hasta mí... cuando me dijo algo al oído, al sentir que mis dedos se acercaban a su culito: “haceme lo que quieras”... 
Hasta ese momento, estaba gozando de su cuerpo... sintiendo sensaciones ricas y sabrosas, pero sobre todo, gozando del placer que estaba dándole... estalló en sensaciones dos o tres veces más... cada vez con más gemidos, cada vez con más gritos... cada vez, con sus dedos recorriendo mi espalda...
La tomé de la cintura... apoyé su espalda en el asiento... y comencé a moverme con furia.
Entraba y salía, sin detenerme... y cada movimiento mío era acompañado por gemidos y movimientos suyos... cada golpe de mi pelvis sobre su cuerpo, era acompañado por una sonrisa joven, una llamarada de mujer, que cuando hace el amor rejuvenece treinta años.... y un nuevo orgasmo, con mis movimientos, cada vez más violentos, cada vez con más furia... hasta que apoyó sus manos en mis nalgas...
Sentí un fuego que me recorría la espalda... una sensación agradable, como de morir un poquito.... el mundo se detuvo en un segundo infinito... me retiré de su interior, y tomé mi miembro con la mano... mi esperma cayó sobre su piel... y rió con ganas, con muchas ganas, de que vuelva a ocurrir, de volver a encontrarnos...














La otra mirada que completa la historia (la mirada de ella)
Estrenando meses atrás los 50, me encontraba en etapa de balance, no consciente quizás, pero dándome “permisos” que durante años había tapado con “deberes ser”.
Un amigo me introduce en P!
Lo que al principio fue un acercamiento incrédulo y tomado como juego, se fue convirtiendo en otra forma de conocer gente, que siempre ha sido un aspecto de la vida que me interesa. A través de este medio he logrado amigos que perduran mas allá de las motivaciones iniciales de cada uno.
Atardecer de un día agitado,  da caluroso, ya vestida de fin de semana, recibo un mensaje. Me sorprende su edad 29, y me intriga: que quiere un joven con una madura? Contesto. Responde y mantenemos un “dialogo virtual” cómodo, coincidente en muchos temas. Sorpresa¡¡¡ La barrera cronológica no se nota.
Nos “citamos” en el messenger para el otro día, pero cotidianeidades domésticas  me hacen perder la hora. Sin embargo, como el que “busca encuentra”, al otro día volviendo a casa, me conecto desde el celular al foro y ahí estaba.
Sin quererlo ( o traicionada por la incógnita) le sugiero pasarnos el watsapp. Y en seguida, lo invito a vernos. Acepta y acordamos lugar.
Suena el celular, no lo encuentro..., cuando al fin me hago con él, leo su mensaje que dice: “Estoy en el lugar acordado y vos no. Espero unos minutos y me voy”. Pienso: joven ansioso e impaciente, se cree que soy de las que juegan?...
Salgo rápido, estoy a cinco minutos de lugar, por el apuro al estacionar no veo un hermoso pozo y en él caigo...Analizo la situación y veo que deberé llamar ayuda. Será después, el caballero espera...Llego y no está, pido un café y mientras mascullo bronca...Bueno suficiente . Me voy a solucionar lo del auto...Cuñado de por medio lo logramos. Volviendo a casa paso con el auto por delante del café, y me llama la atención un hombre en actitud de espera, diferente a la foto pero algo me dice que puede ser. Bajo del auto y no lo pierdo de vista. Levanta su celular, miro desde la vereda de enfrente, suena el mío, contesto y divertida por la situación le digo: “Estás sentado frente a la ventana? Si mirás para enfrente te saludo”. 
Mientras nos refrescamos con gaseosas, observo y escucho.
Cara y actitud franca, ojos chispeantes, pícaros. Las coincidencias y miradas semejantes frente a la vida hacen la charla cómoda...En mi cabeza su vez la pregunta...que hago aquí???? Disfruto del momento hasta que dice: “Vamos a otro lugar porque si seguimos hablando nos hacemos amigos y yo no quiero eso” Me divierte y admiro la franqueza. Nos vamos riéndonos...Me lanzo a lo desconocido, intuyendo lo que viene .En mi interior discuto conmigo sobre el rumbo a seguir: tengo poco tiempo, no me gusta la pasión instantánea, pero me dejo llevar. Estamos en su auto, para y nos besamos...Empezamos a cruzar el puente, me gusta su beso...Aun dudo, es un torbellino...Me río de su planteo: es ahora porque después quien sabe...( y dicen que las mujeres somos histéricas¡¡¡) Mientras le indico caminos inciertos sigo debatiéndome: y no es si debo o no...no quiero sentirme mal después. Al costado del camino nos besamos cada vez mas excitados, una caricia suave en mis pechos define el rumbo.
Vamos al parque, nos perdemos en los árboles, como adolescentes corremos los asientos, me estiro en el asiento y  recibo caricias en mis pechos , que se endurecen ,una ola de placer me inunda...intento acariciarlo pero no quiere, lo dejo hacer y ya sus manos acarician mi sexo, lo miro y entiendo que disfruta conmigo y eso me excita mas quiero que sus dedos me penetren mientras frota mi clítoris... lo hace y acabo...
Quiero besarlo, acariciar su sexo, chuparlo...
Vamos al asiento de atrás y ahí soy yo la que se pone encima de él y con urgencia pero lentamente acerco mi sexo caliente al suyo ...vamos acoplándonos , su pene duro grande va entrando, oleadas de placer me llevan de nuevo al orgasmo
Su cara es otra ...sus rasgos se suavizan, los músculos relajados, entramos en otro tiempo y ahí le digo hace lo que quieras ...quiero que sepa que todo es posible que no hay limites para la entrega. Lo quiero adentro mío por todos lados. Me muevo mas fuerte deseo todo su sexo dentro , profundo y acabo de nuevo...me acuesto en el asiento y ya no se donde están los cuerpos solo siento y gozo, cuando de repente su semen incontrolable me baña...Lentamente vuelvo al tiempo real y me rio de placer , por el momento de adolescencia trasnochada, pero sobre todo de vida.
Afuera es casi de noche y él debe desandar los 60 kms...las piernas le tiemblan...quisiera decirle que su entrega conmueve pero quedara para otro día ( lo habrá?).

11 comentarios - Las Dos Caras de la Misma Moneda

Lomorocha +2
Genial! Hay que disfrutar sin tiempos, sin almanaques, sólo piel a piel
VoyeaurXVII +1
así lo pensaba entonces, así lo pienso ahora...
ldrja
Perfecto!!! Muy bueno tener los 2 relatos. La dama es de las mejores que hay, 50 años para disfrutar, los felicito!!!! Ojala todas las damas se dejen llevar así.
horrotika
Muy buen relato!! siempre es interesante los relatos que dan las distintas visiones que lo forman. Felicitaciones y ojala se siga, saludos!!
mdqpablo +1
Muy buen relato exelente pluma.van pts
VoyeaurXVII +1
muchas gracias!!!
Sergiodaniek +1
Uuuf senti como si leyera una novela xxx .me exito mucho
BirreinadelSur
La concha de la Lora soy una Lucrecia cualquiera!
VoyeaurXVII
en que sentido lo dice? a usted le falta mucho para los 50...
o lo dicen porque tambien anda amasijando gente en los automóviles?