Parte 4 de "El Camino a la melancolía"

ELANGULO DEL DURAZNO
Ya me comenzaba a hacer a la idea deque tal vez Diana y yo no podríamos hacer nada desnudos. Pasamos ese periodo depausa que me pidió y volvimos a salir. Ya no insistíamos con esto del sexo,pensamos que tal vez había alguna clase de fuerza omnipotente que por algo nonos dejaba hacerlo.
Había algo que paso y que nunca ledije a Diana, y es que entre nuestra separación “temporal”, pasaron algo así decuatro meses. Fue un periodo de aprendizaje, y es que ese tiempo lo pase conMariana aprendiendo algunas cosas que los videos porno no presentaban.
Mariana y yo nos hacíamos cada vez máscercanos. Ella salía una hora antes del trabajo y nos veíamos a las 7 en sudepartamento, y antes de las ocho yo ya estaba escapando de la vista de sumamá. Una hora diaria era el repaso de la lección del sábado. Un ejemplo deesto fue “el ángulo del durazno”. Esta lección me la dio el sábado en lamañana, poco después que su mamá salió al trabajo. Estaba en pijama cuandollegue. Era el pijama de una niña, era un pantalón color morado muy holgado,que si se extendiese, sería poco más de dos veces el ancho de Mariana. Encimatraía una vieja camiseta de los steelers que había sido de su papá. Yo solo lasaboreaba, al punto que entre el “hola” y el “pasa”, ya me había imaginado quejugábamos en un campo, y por cada touchdown anotado, el contrario perdía laropa, y yo la dejaba completamente desnuda. Ya adentro, apenas pasamos a lasala a oscuras, ella ya se abalanzaba en mí. En ese momento no quería parecerdócil, entonces aprovechando su peso, la tome por la espalda y la cadera y lapase debajo de mí, quedando acostado sobre ella. Ambos reíamos.
-Jaja, ¿ahora tú te pondrás rudo, mijoven pupilo?-
-Por supuesto- conteste mientrasacariciaba su muslo hasta su ingle.
Seguimos con lo nuestro. Ella mebesaba de varias maneras. Al principio, solo tocaba mis labios con los suyos.Después de a poco me abría la boca y me mordía los labios (varias veces me habíadejado moretones solo en los labios porque me mordía), luego, ya adentro, movíasolo la lengua sobre la mía, y para las siguientes ocasiones, me pedía quehiciera lo mismo. Después de un rato de besos, pasaba a quitarle el uniforme,empezando por pasar las manos por los muslos, recorriendo hasta llegar a susbrazos y luego solo quitándosela. Era un movimiento tan simple y cotidiano, queen cuanto ponía mis manos en sus muslos, ella se enderezaba y levantaba losbrazos para que saliera rápido la camiseta. Continuábamos así, hasta quedarcompletamente desnudos.
Antes de hacer algo, ella me decíacomo era acomodarse en diferentes posiciones y lo que deberíamos sentir cadauno. Al final, ella me decía lo que había sentido y que había hecho para que losintiera. Ese día tocaba pasar a ver “el durazno”.
Primero me puso boca arriba en lacama, luego se fue moviendo hacia abajo, hasta quedar de cara a mi miembro. Ahíella empezó la famosa felación. Me gustaba sentir su boca, sentía como se humedecíalos labios y empezaba, como sus labios suaves subían y bajaban una y otra vez,sentía como con dos dedos me sujetaba y me masturbaba. Después de bajar sucabeza al fondo, casi hasta atragantarse, se quitaba y empezaba a lamer eltronco hasta llegar a los testículos y luego al punto que hay ente estos y elesfínter. Cuando empezó a lamer ahí las primeras veces que me lo hacía, no lopodía evitar y salía todo a presión, ya después ella se midió y la duración desus lamidas y pasaba a montarse en mi cadera y hacer lo que me fuese a enseñar.Cuando termino, se pasó a gata a la orilla de la cama y me pidió que melevantara y me pasa detrás de ella. Ahí la vi, respiraba profundo. Cuandollegue a ver lo que tenia ahí, ella empezaba a pegar el pecho a la cama, casiqueriendo que su estomago también lo estuviera tocando. Sus muslos estaban firmesy rectos verticalmente. Separo las piernas y podía ver su pubis en su máximo esplendor.Tenía expuestos todos los puntos que me enseño a tocar. Yo solo queríamanosearla toda y ya.
Perdí toda noción del tiempo almomento que me pare detrás de ella. Pase mi dedo un par de veces y le jugué entrelos labios, me divertía ver como con cada rose, ella brincaba. Ahora podía vercon más detenimiento como se abrían y cerraban, casi respirando. Pase los dedosnuevamente y en un momento comencé a introducirlo, y cuando ella comenzaba a gemir,fui introduciendo 2 y finalmente 3 dedos. Ella brincaba una y otra vez. Desliceun poco los dedos dejando mi medio y anular dentro, el meñique cosquilleaba suano y el índice le daba pequeños golpecillos al clítoris que estaba areventar.  Yo me había contenido pordemasiados minutos, así que en cuanto la tenía más que sumisa, deje ir de llenoel pene contra la vagina. Ella dio un fuerte grito que suavizo poniéndose contrael colchón de lleno. Cuando se calmo me dio un manotazo que se escucho en todala habitación. Se calmo y empezó a mover el trasero pegándose a mí. De ahí yafue lo normal, yo dándole por detrás mientras ella en diferentes momentos se levantabapara gemir fuertemente al aire, luego me dejaba caer en la cama cargándola conmigopara ponerla encima, entonces ella, recostada en mi pecho, se abalanzaba yhacia círculos en mi pelvis, mientras yo desde abajo le apretaba los pechoshasta dejarle un poco rojos los pezones. Después de eso hacíamos cuchara,pasamos a intentar el famoso sesenta y nueve mientras nos recostábamos de ladoen los muslos del otro, luego ella me monto y se dio placer de frente yespaldas a mí. Ya para finalizar, ella me decía que le diera unas palmadascerca del coxis cuando comenzara a sentir que me venía. Lo hacía y ella se zafabarápidamente para lamerme nuevamente, en ocasiones me pedía que terminara en suboca y en otras que se los dejara caer en la cara solamente. Esta vez fuediferente, porque ahora, después de casi haberlos succionado de mí, se lospaso, se paso a gatas sobre mí y me enseño la boca. Se lo paso. Con esoterminamos los del día. Ese día me dejo un poco adolorido, por lo que mientrasjugaba futbol en el parque, fingí tener diarrea para que no sospecharan de cadavez que flexionaba las rodillas y me quedaba estático a mitad del juego.
Un día, de buenas a primeras, Dianamarca a mi casa preguntando por mí. Como había dicho antes, yo perdíagradualmente el interés en hacer algo con temática sexual con ella, por lo queno me esperaba esa oportunidad única en meses para nosotros.
La mamá de Diana era una señoraamable, nos conocimos el día que fui a comer con ella, Diana y su hermana. Ese fueel primer día que intentaríamos algo y solo no se daría. Como no teníamos algo “intimo”que esconder, su mamá supuso que yo era buena persona y que no pasaría nada sime encargaba de su hija por casi 5 días. Al parecer la señora tenía que salir aotro estado, pero por la cuestión de la urgencia y a la negativa a salir (a vera no sé quién) de Diana, su mamá me pidió quedarme con ella en su casa los díasque estaría fuera, y yo acepte como todo buen caballero haría.
Su mamá salió un jueves en la noche. Cuandolas luces del auto dejaron de notarse en las ventanas que daban a la calle,comenzamos con nuestro idilio. Comenzamos con besos y destapes como la primeravez. Ya la tenía frente a mí caliente. Ya casi tenia cartografiado su pecho ylas pecas que tenia. Ella a su vez me tocaba por encima de la ropa y buscabapor donde entrar y comenzar a desvestirme. Note como se ruborizaba conforme seacercaba a mi entrepierna. Se recostó sin dejar de ver lo que hacía, mientrasyo me enderezaba frente a ella. Me dejo al descubierto. Yo estaba emocionado depor fin aprovechar esta ocasión. Ella veía detenidamente mi sexo mientras se leabrían los ojos y una sonrisa se dibujaba en su rostro. Le dio un beso en lapunta y se termino de desvestir sin mi ayuda. Era increíble la figura quetenia. Mariana se veía trabajada físicamente, pero Dianita se veía delgadanatural, no se veían músculos, pero estaba firme por naturaleza. Sus pechosbailaban de manera natural y fuerte conforme caminaba para acercarse a mí, elcontoneo de sus caderas me hipnotizaba mientras me llevaba de la mano a larecamara de su hermana, con una cama bastante más amplia que la suya a mitaddel cuarto. Me termino de desvestir y comenzamos a besarnos despacio. Le pasela lengua por toda la boca como me había practicado con Mariana, hasta que mesepare de ella. Quedaba un hilillo de saliva entre su lengua y la mía, manteníalos ojos cerrados, cuando sintió que mis dedos le jugaban en su vagina, su expresióncambio y comenzó a sonreír mientras gemía lentamente. Conforme le temblaban laspiernas se apoyaba en mí. Entonces la comenzó a empujar hacia la cama, peroantes de llegar, se detuvo frente a la mesa de noche y saco un par de lentes depasta negra. Me los puso, me miro nuevamente y me beso apasionadamente ahora asu manera. Yo estaba extasiado, de a poco la guiaba a la cama empujando con lapelvis. Ella lo sentía y se hacia atrás con pequeños pasos. Llegando a laorilla de la cama, la arrodille y la acomode a como había visto acomodarse aMariana. Diana respiraba rápidamente. Jalo un trozo de la colcha de la cama yla jugaba con sus dedos, mientras me miraba desde abajo y se mordía un labio. Laadmire un rato mientras ella se relajaba. Pase mis dedos por varias partes,muslos, glúteos, ingle, etc., y cuando llegue al espacio entre sus labios y enano, gimió y brinco por lo que le había encantado. Su vagina no respiraba comola de Mariana, pero comenzaba a soltar fluido. Comencé a introducirle un dedo yle masajee por donde sentía que ella reaccionaba más fácilmente.
-Rápido Papi, rápido, ¡me sientomareada!- dijo. Yo obedecí. Le pase el pene entre sus labios que ya estabanbastante abiertos y mojados para lubricarme. Ella lo sintió y daba pequeñasrisitas de gusto. Le di un dedazo en el culo y brinco, y cuando bajaba lentamente,yo lentamente aproveche para introducirme. Ella gimió mientras entraba en ella.Estuvimos unos segundos inmóviles, y entonces ella se empezó a complacer. Se empujabaasí misma de atrás hacia adelante, lo hacía rápido, en momentos me volteaba aver, como asegurándose que seguía ahí, y continuaba. Yo solo puse mis manos ensu cadera y hacia como que yo la cogía a ella, y no ella a mí. Nos revolcamospor casi media hora. Ella me brincaba encima, me besaba y gritaba como loca. Yodisfrutaba el show. Sus pechos subían y bajaban al parejo, estaban tan erectos,que el rosa que había ganado por la estimulación se veía casi rojo e hinchado. Acerquemis manos para masajearlos y ella se apretó, soltando un gemido einmediatamente, con sus manos, acomodo las mías para que mis dedos lepellizcaran y movieran los pezones en todas direcciones. Ella sabía lo que quería.Me di cuenta que ella ya no daría más cuando aparecieron sus lindas arruguitasen la frente y se corrió por 3 vez sobre mí. La recosté boca abajo y le terminede coger por atrás.
-Gracias papi, espero eso por muchotiempo.- me decía mientras se volteaba y me daba un peso en la comisura de loslabios.
Así estuvimos por dos días. Después deese periodo de tiempo supe que ella no cocinaba, por lo que la comida estaba ami cargo. Después del mañanero, que seguía al madrugador de las 4 de la mañana,yo tenía hambre, pero no podía poner mis esperanzas en un pan integral conmermelada para todo el día, así que me levante y fui a la cocina. Prepare unoshuevos revueltos y metí al micro ondas unas piezas de pan de caja. Buscando unplato, vi crema batida y se me ocurrió algo. Regrese a su recamara y la puseboca arriba. Le unte crema en los pezones y vagina. Comencé a lamer hasta quese despertó excitada.
-Wow, ¡espera!,- me dio varios besosde pico en la punta de la nariz y la boca, -dame un descanso, también quierocomer.-
Fuimos juntos al comedor, y de camino,pasando junto al cuarto de su mamá, note una foto de alguien, pero lo que llamomi atención de la foto es que el de la foto se veía como yo pero de adulto, yme impacto aun más que los lentes del sujeto de la foto eran los mismos queDiana me había puesto antes de empezar con nuestros encuentros eróticos. Me diode que pensar.


-------------------


Pasara algo que cambia la mentalidad del personaje en la siguiente parte.
Saludos

0 comentarios - Parte 4 de "El Camino a la melancolía"