Mi primer noche (parte 2)

Algunos recuerdos se viven innumerables veces en nuestras mentes. Y ninguno se repite más que aquellas primeras veces de juegos de placer. Esos descubrimientos de nuestros cuerpos y las fantasías que íbamos cumpliendo. En aquellas épocas más inocentes, las fantasías a veces solo llegaban a un beso o tomar la mano de un chico. Con las tantas otras que nos hacíamos cuando veíamos a un hombre, fuerte y grande que nos ponía las rodillas débiles y traía a nosotros nuestros instintos más fuertes. La verdad, es que yo solía tener una imaginación hiper activa en este sentido, pero no tenia mucha suerte, y con mi vergüenza y timidez, nunca lograba llegar a nada. Pero Facundo, fue un regalo del universo. Tenía tan solo dos años más que yo, pero parecía un hombre. Como esos de mis fantasías, alto, con brazos fuertes, capaz de levantarme y hacerme suya. Lo lindo de alguien así, no es cuando te agarra a la fuerza para dominarte, sino, cuando lo tenés rendido a tus pies y sabes que él es todo tuyo también.

Ahí estaba, sentado en el sillón, con sus ojos tiernos clavados en mi mirada pícara. Un magnetismo inseparable nos mantenía pegados y alejados de todo lo que sucedía a nuestro al rededor. Acomodé mi cuerpito entre sus piernas que me abrazaban, mientras bajaba el cierre de su pantalón tan despacio como podía. El bóxer gris lo deslicé hacia abajo con mis manos temblorosas, tanto por los nervios como por la ansiedad. Fueron segundos, pero se sintió como una eternidad. Mis ojos dejaron de interesarse en los de Facu. Tenían ante ellos un pene más grande y grueso que lo que me imaginaba. Más aún que los de sus amigos con los que jugaba Eli en el sillón de al lado. Supongo que estarían mirándonos a ver que hacíamos. No podía prestarles atención, no tenía ninguna intención de prestarles un segundo de interés, lo único que me importaba era no equivocarme con Facu.

Si estaban prestando atención, dije que le había mentido a Facu cuando le conté que no había tenido relaciones. Una mentira "a medias" quizá. También le dije que no quería tener sexo, y ahí estaba, de rodillas junto a su pene hermoso. Pero, yo no era virgen. Para nada. Tampoco era mi primer pene, pero creo que sin duda uno de los más lindos, y el primero que me llevaría a la boca.

Dos o tres años antes, había decidido que quería perder mi virginidad. Y eso es algo que puede resultar de inmensa importancia para nosotras. El poder decidir cuando queremos hacer algo y lograrlo, te da un sentimiento de poder que no lo iguala nada. Yo no iba a entrar en razón, y tenía que perder mi virginidad a como fuera. Me pasaba noches enteras en mi habitación, a oscuras, pensando como podría lograrlo. Quizá un chico de clase me ayudaría si le pedía. Por supuesto, si ellos eran todos unos pajerillos. Y feos para peor. No, mi primera vez tenía que ser importante. Imaginaba encontrarme con un príncipe italiano en librerías, que me sonreían detrás de un períodico en un café, o que yo les aparecería en sueños y vendrían en una peregrinación en busca de la chica que se les aparecía en sueños con la idea fija de hacerme suya, protegerme, hacerme su reina. Supongo que estaba delirando de lujuria en el momento que pensé que un príncipe italiano tendría visiones de mí y viajaría hasta maldonado con la única finalidad de cojer con una chica bajita de pelo marrón sin mucho más que un par de vestidos que podían pasar por "atractivos".

Así que hice lo que cualquiera habría hecho. Mi príncipe tenía que darse cuenta enseguida de mí, así que fui de compras. Gaste tanto en ropa que luego no use, que hasta el día de hoy me siento mal. Nadie me quita lo comprado, ¿no? Llevé a mi mejor amiga en aquel momento, Andrea. Andy tenía el mejor ojo para la moda. Explica un poco que ahora esté estudiando diseño de moda, supongo. Me llevó a todas las tiendas que le gustaban. Incluso me regaló una cartera azul que hacía juego con unas botas del mismo color, de plataforma, con tacos de 10 cm, me llegaban casi hasta la rodilla, y me hacían sentir la mujer más interesante del mundo. Podría aparecer en una película de espías. James Bond mataría por mí en esas botas y yo podría ignorarlo, pues tendría a mi príncipe báltico esperándome en un descapotable esperando para partir a Mónaco.

Andrea era mi mejor amiga. Sabía todo de mí, y entendía lo importante que era para mí eso de perder mi virginidad. Pero tampoco sabía como podíamos hacer. Decidimos ese fin de semana hacer un pijama party, especialmente para discutir posibles planes, pero también porque íbamos a estar solas en su casa y podríamos hacer lo que quisiéramos. Hicimos una lista de lugares, bailes, cafeterías, incluso librerías. Porque yo insistí. A pesar de que ella creía que eso era solo algo de películas. Ninguno de esos lugares era algo seguro. Nos hacía sentir miedo y nos frustraba. No podríamos estar con un desconocido así como si nada. Fue entonces cuando se le ocurrió de ir con su primo. El primo de Andrea era una mezcla de Johnny Depp con George Clooney, metidos en este empaque más joven y guapo. Tenía 23 en ese momento, un auténtico hombre para nosotras. Ella se babeaba por él tanto o más que yo. Y su idea, no me disgustaba para nada. Pero era una locura. Su primo nunca iba a estar conmigo. Tenía una novia divina. Alta, rubia, y con un mal carácter que alejaba a todo el mundo a su alrededor salvo a él. Nadie se podía acercar a él. Andrea no quería dejar esa idea desvanecerse tan rápido. Por lo que simplemente hizo algo que incluso hoy digo que fue una locura.

Marcó el número de su primo. Eran casi las dos de la madrugada. La atendió enseguida, estaba en una fiesta con sus amigos, posiblemente con su novia no muy lejos de él, pero lo suficiente para que no le cortara el teléfono enseguida. Era esa clase de zorra, que se mete en todo para cuidar a su hombre. No me acuerdo que excusa le metió, pero no más de media hora después el primo estaba tocando timbre. Andrea no me dejó cambiar de ropa. Estaba con un camisón demasiado revelador para estar con un chico.

-Esto es lo que querías, estar con un chico, para eso no tenés que usar ropa- tenía razón en lo que decía, pero aun así tenía algo de pudor-. Tenés suerte que te deje usar ese camisón. Ahora, ¡vení!

Nos sentamos junto a él en el living, con la tele de fondo, mientras hablábamos de bobadas. No paraba de decirnos que podíamos irnos con él y dormir en lo de los tíos de Andy. Pero ella siempre metía excusas. Yo estaba callada, mirando todo con miedo, intentando ocultar mis manos temblorosas bajo mis piernas. Andy dijo que iba a hacer chocolate caliente, y le pidió ayuda a su primo, pidiéndome con un guiño que me quede ahí. No puedo explicarlo, pero sabía lo que iba a hacer, lo que no me imaginaba fue lo demás que vi. Estaba demasiado nerviosa para quedarme quieta. Apenas se fueron a hacer el chocolate caliente, fui detrás, despacito y silenciosa. Andy besó al primo como si fuera su novia. Él la abrazaba, no la intentaba soltar o quitársela de encima. Los dos sabían bien lo que estaban haciendo y era completamente natural para ellos. Una historia que repetían. En ese momento supe que él debía ser el chico con el que ella a veces se veía a escondidas. El chico que supuestamente era de la capital con un trabajo que no le dejaba venir a Maldonado. Me senté en el sillón nuevamente, un poco excitada pero más tranquila, relajada. Andy quizá lo había llamado para que me sintiera cómoda pasando tiempo con un chico, y quizá después él me presentaría a un amigo.

No fue así. Pasó un tiempo. Quizá veinte minutos. Se sintieron como horas para mi, pero con la tele, uno se puede alejar y dejar la realidad atrás. Casi comenzaba a dormirme cuando Andy llegó, sola y me dijo que me fuera a su cuarto. Apagó la tele y no me dejó reprochar. Simplemente me fui hacia su dormitorio. Supuse que quería el resto de la casa para ella. En ese momento no estaba pensando con mucha claridad, y lo que encontré luego fue como caer por la madriguera del conejo.

Matías, el primo de Andy, esperaba en bóxer, prendiendo velas por toda la habitación. Me miró con una sonrisa desde el otro lado de la cama mientras apagaba de un soplo la cerilla luego de encender la última vela. Andy cerró la puerta detrás mío. No me había fijado, ella llevaba un conjunto de encaje azul oscuro que había comprado conmigo. No hablamos. Hablamos con nuestras miradas. Ella me besó y acomodó mi pelo detrás de mis orejas. En ese momento fue como una conexión inquebrantable. No había nada más que decir, estábamos en un sueño, en una fantasía, en éxtasis total. Besé los labios aterciopelados de Andy como nunca había imaginado besarla antes. Sentí las manos de Matías que me acariciaron el cabello y los hombros, tirando delicadamente de los breteles del camisón, deslizándolos hasta que cayeron al suelo. Estaba desnuda entre ellos, y lo que siguiera, sería un regalo de los dioses.

El recuerdo de esa noche tan delicada y romántica vive en mí y se despierta cada vez que estoy a punto de besar a alguien, de tocar, apretar, cojer... Ver el pene erecto de Facu entre mis dedos temblorosos me trajo ese recuerdo. No sería lo mismo. Esa primera vez, ese secreto, era pura magia. Facundo era carne, lujuria y placer rápido. Quizá lo volvería a ver más adelante. No fue así. Luego de esa noche nunca más estuvimos juntos. Aunque tengo la certeza de que algún día volveremos a vernos. A encontrarnos en alguna librería y correr a un hotel para cojer y darle un fin más esplendoroso a nuestra historia.

Aún así, el sentimiento de su pene entre mis labios. Dulce y picante. Endureciéndose de a poco junto a mi lengua. Mientras mis manos buscaban sus abdominales rígidos. Cerré los ojos y disfruté cada centímetro de su carne en mi boca. Mi respiración agitada lo volvía loco, podía darme cuenta. Comencé a gemir para jugar con él. Gemí más de lo que me daba placer, pero esa exageración me hacía sentir una estrella. Tenía a este hombre fuerte a mi disposición. Suspiró una vez antes de echar todo el semen directo en mi boca. Ni siquiera me dio la opción de terminar afuera. Pero yo estaba completamente ida. No pensaba nada. Acepte la leche y la trague sin pensarlo. Continué un largo rato, hasta que se le ablandó un poco y me empujó un poco para que saliera.

Lo miré con otros ojos. Él estaba destruido. Yo había crecido. Me había llenado de poder. Ya no era un gran hombre, fuerte y poderoso. Me levanté como la mujer más fuerte del mundo. Eli estaba cubierta en el semen de los chicos que seguían abusando ligeramente de ella. Todo el maquillaje corrido. Un estropicio de mujer. No quería ser como ella, sentía algo de pena, pero al menos ella estaba contenta siendo la puta de esos dos. Facundo me tomó la mano, y con ojos libidinosos me pidió más. Quería cojer, seguro hacer algo parecido a lo que sus amigos habían hecho con Eli. No accedí. Me fui al baño, donde estuve un rato largo arreglándome. Al salir, Eli estaba esperando en la puerta, sujetando su ropa y con vergüenza en los ojos. La entendí. Eso le daba placer, y sabía que no era lo más normal. Pero estaba bien, mientras no la lastimaran.

La esperé en la puerta, no tenía ganas ni necesidad de volver con los chicos. Cuando salió me pidió para irnos rápido. Nico y Juan no estaban en la sala, solo estaba Facundo ordenando todo. Eli le dijo que nos íbamos y nos abrió la puerta sin pedir explicaciones, sin pedir que nos quedáramos otro rato, apenas saludándonos. Espero que le diera un beso, pero bese mis dedos y los llevé a su mejilla. Con un guiño, acabó mi saludo, y me alejé. Eli ya estaba caminando por la calle en dirección a su casa. Esa noche nos quedaríamos en lo de ella. Supuse que me querría contar algunas cosas. Pero no fue así. Intentó ignorar el tema hasta que despuntó el alba.

Poco antes de dormirse, con los primeros rayos del sol peleando por entrar en la habitación, me confesó sus gustos particulares. Me pidió que no le contara a nadie. Que eso solo era placer, pero que no quería se supiera. No tenía por qué preocuparse. Placer era algo que yo entendía bien. Y para todos es diferente.


Espero que el final de esta historia les haya gustado. Como bien saben, valoro mucho mi privacidad, y los nombres que muestro aquí no son los reales. Pero los acontecimientos, son cien por cien reales. Hay historias que quizá aún no me anime a contar. Hay cosas que no se cuanto quiero que el mundo las sepa. Pero pídanme, y quizá me seducen sus palabras y deseos. 😉

Hasta la próxima historia amores.

6 comentarios - Mi primer noche (parte 2)

ZolowH +1
Segui escribiendo
sobralargo +1
Quiero amigas como.vos y Andy!!! Hermoso relato bien contado!!
YanferR
Exelente relato hermosa, sigue subiendo mas, sube fotos de ti tambien preciosa