Compañera de trabajo seria, aceptó coger_2

Mabel, casada con dos hijitas, severa consigo y con los demás, apegada a las normas morales y de conducta, se tomó su tiempo, pero se acostó conmigo, por única vez, fue la condición que impuso para hacerlo. Transcurridos meses y tuvo una “recaída”.
De eso trata el relato.
Para los nuevos lectores, ella es una hermosa mina de cabello largo castaño, rostro agradable con nariz respingona, ojos color miel, labios carnosos, tetas firmes tirando a grandes, cuerpo armonioso, culo pimpante y dos soberbias piernas.
A partir de nuestro breve pero delicioso “cuerpo a cuerpo” en el hotel Horizonte, con mucha frecuencia, pensaba de qué manera convencerla de que reviese su decisión de no tener nuevas transa conmigo.
No admitió nuevos besos ni caricias – que habían sido prólogo del polvo compartido-. Los “globos de ensayo” que le largaba, de vez en cuando, los “pinchaba” de inmediato, cortando de cuajo la conversación y/o alejándose del lugar del encuentro.
La oportunidad se me presentó en un evento corporativo, organizado por la Empresa, en San Pablo – Brasil. Un simposio de tecnología, a nivel latinoamericano. Entre los 8 invitados – con escaso o ningún margen para negarse- de la sucursal argentina, estábamos Mabel y yo. El viaje, breve, consistía en dos noches alojados y un día de trabajo, en el mismo hotel y el regreso en vuelo de la mañana del tercer día.
A la tarde de la salida, en Ezeiza, me crucé con Luis el marido. Había ido a llevarla al aeropuerto y se declaró encantado de conocerme, ya que Mabel le había hablado muy bien de mí.
Le dije que, era una colaboradora muy capaz y eficiente y que estaba muy contento de lo que habíamos “realizado” juntos.
Al despedirnos, me dio la mano y me agradeció todo lo que estaba haciendo por la esposa.
Me dio pesar. Si, el pobre, hubiese sabido que la había cogido y que ya estaba urdiendo un plan para cogerla de nuevo, seguro que “se muere” o me tumba de una trompada.
El segundo golpe de suerte (además del evento) fue que al hacer el check-ing, ella me precedió y yo aproveché para pedir el asiento a su lado – las otras dos mujeres del grupo ya habían elegido viajar juntas –
Durante las primeras horas de vuelo conversamos sobre generalidades, de temas laborales, personales y familiares. Faltando menos de una hora de las casi tres que dura el vuelo directo, la charla giró sobre las preferencias y los gustos de cada uno. Me sobrevino, impetuoso, el deseo por ella. El pasajero del tercer asiento (del grupo de tres) parecía profundamente dormido.
-¡Ni hablar que de mujeres, la que más me gusta sos vos!- le susurré al oído y le “estampé” un beso en la mejilla, que ella trató de rehuir pero su cabeza no pudo ir más allá del vidrio de la ventanilla.
-¡Juannn! …. ¿Otra vez con la misma música? … Cortala- susurró volviendo la cara hacia mí.
El segundo beso fue a parar, fugaz, en sus labios y mi mano izquierda en sus piernas.
-¡Paraaaa Juaaaan…. Nos pueden ver!- murmuró en voz baja.
Era atinada su reprimenda. Por el resto del viaje me contuve de intentar nuevos besos pero mi mano, en los repetidos “toco y me voy” alcanzó su entrepiernas, haciendo caso omiso a sus, apenas audibles “no, no, …., acabala”. Percibí que el “viento venía de cola”.
Ya en el hotel, cenamos en grupo con colegas conocidos y no, de varios países. Realmente fue una noche divertida y muy amena.
Terminada la cena, con reserva, prudencia y circunspección, la invite a tomar una “caipirinha” u otra copa en el bar. Me dijo que no, que quería acostarse temprano para estar espabilada en el evento del día siguiente. Le dije que la acompañaba hasta su cuarto que estaba en el mismo piso que el mío. No puso reparo.
Se entretuvo hablando unos minutos más con unas chilenas luego se levantó y se despidió. Tomamos juntos el ascensor al 5to. Piso. Cuando abrió la puerta de la habitación y amagó despedirse de mí, le tomé la cara entre mis manos y le di un beso en la boca.
Me mezquinó la cara:
- ¿No te dije que basta, que ya está? –
y dio un paso atrás pretendiendo cerrar la puerta. Con el pie, como traba, no dejé que lo hiciese.
Pareció estar realmente enojada pero yo, estaba jugado:
-Tranquila, quedate tranquila, déjame entrar, estamos haciendo papelones. Nos puede ver alguien de la empresa-
-¿Por qué no te vas? No quiero hacer nada contigo.-
Presioné un poco más la puerta, dejó que se abriera, entré y la cerré detrás de mí.
-Mabelita, no puedo con tu magnetismo. Es más fuerte que yo- y la abracé.
-No, no y noooo ….. esto es pésimo, tenemos que cortarla-
La sentí distendida entre mis brazos, retrasó la cabeza y me miró como entregada. La besé en la boca, con un beso largo e intenso mientras la apreté con más fuerza. Me devolvió el abrazo y participó del beso, abriendo los labios.
La llevé alzada hasta la cama, la acosté, me ubiqué al lado, a susurrarle halagos, besarle labios y cuello y acariciarle las tetas por encima de la blusa.
-¿Estás a gusto conmigo?-
-¡Claro que sí! … después me arrepiento…. es una canallada…… somos dos canallas. -
Comencé a desabotonar la blusa. La senté para sacársela junto al corpiño. Tras besos, manoseo y chupones en las tetas, la emprendí con las sandalias, el pantalón, las medias y el portaligas. Quedó en bombacha blanca en avanzado estado de humectación, al tacto.
De pronto se puso de pie, me invitó a imitarla, tirando de un brazo y metió manos en los botones de mi camisa. No tardé en quedar en slip. Ahí ella abrió la cama – cubrecama y sábana de arriba-
Volvimos a acostarnos, a besarnos y yo, a manosearle las tetas. Sus gemidos de placer la delataban. Bajé de los labios y cuello a sus pezones grandes y duros a besarlos, lamerlos y mordérselos suavemente:
-Despacitooo …. Me vas a dejar marcas. –
-¿Te gustan más los besos, las lambidas o los mordiscos?-
-¡Todooo … me vas a enloquecer –
Me dejó sobar, manosear, chupar y morder, lascivamente gimiendo y suspirando.
-Ahora me toca a mí – dijo en voz alta, mientras se erguía sentada, me bajó el slip, agarró la pija parada y se la metió en la boca. Parecía desaforada, tenía la pija agarrada muy fuerte, la chupaba con goce muy vivo, luego la besaba con ansiedad mientras me manoseaba los testículos.
En peligro inminente de acabar, la tomé del cabello, la acosté boca arriba y la besé bien fuerte:
-Pensé que eso no hacían las señoras. –
Le arranqué la bombacha, levantó y abrió las piernas, me aboqué a chuparle la concha, recontra mojada, le metía la punta de la lengua, la retiraba y le entraba con el dedo medio y repetía la secuencia con gran y sonoro alborozo de Mabel.
Me acomodé sobre su cuerpo con los ojos en sus ojos. Ella predispuso la pija a la entrada de la vagina y, con los ojos bien abiertos, me volvió a regalar la, impagable, carita de goce, mordiéndose el labio inferior, mientras la penetraba hasta el final. Tal como sucedió en la primera cogida meses antes.
Esta vez, el mete y saca, además de gemidos, suspiros y grititos, fue conversado:
-¿Qué tal la #cosita” que tiene adentro, señora?-
-Me alucina-
-¿Más que todas las otras que te metieron?-
-Siiii … más que la única otra-
-¿Te hago el amor mejor que tu marido?-
-Siiii … vos sos mejor que Luis …… y ¿yo, …….. hago el amor mejor que tu mujer …. Laura?-
-Siii … nada que ver ….. vos sos una venus divina.-
Ahí se agotaron las palabras, la cogida fue “in-crescendo” en intensidad y goce. Se volvió desorden, tumulto, suspiros, gemidos, vocerío, estrépito a dúo hasta gritarnos de placer los orgasmos. Había “juntado” tanta leche durante meses de calentura reprimida, que la eyaculación se me antojó desmedida.
Aquietadas y sosegadas las pasiones, saciados, momentáneamente, los apetitos, conversamos largos minutos, lado a lado.
Me pidió que me fuera a mi cuarto porque, de lo contrario, no íbamos a descansar convenientemente, para afrontar con dignidad la convención del día siguiente.
Convinimos tras, negativas, oposiciones, polémica y protestas sí, pasar la siguiente noche juntos.
Me duché, cuando volví, aun desnudo ella me dio un beso de despedida y quiso encaminarse a la toilette. La abracé y metí manos en sus nalgas desnudas:
-¿Alguna vez te hicieron la colita?-
-¡Noooo … nunca lo dejé a Luis-
-Mañana estamos de estreno, entonces –
-Ni lo sueñes, …. y ándate ya-
Me vestí y, con las precauciones del caso – oído pegado a la puerta – salí al pasillo.
Ya en mi habitación volví a llamar a mi esposa Laura – todo bajo control en casa – “Sin nada destacable en mi primer día en Brasil”.
Con “gusto amargo” por mi hipocresía, encendí la televisión para matar el tiempo antes de dormirme.
La noche siguiente, después de la cena grupal, no hubo “sainete” en la puerta del cuarto de Mabel.
Ya desvestidos y en pleno toqueteo mutuo y demás deleites carnales previos a la cogida propiamente dicha, sonó el teléfono:
-¡Hola Luiss! ¿Todo bien vos y las nenas?-
Dejé mi mano quieta apoyada en la concha para no interferir.
-……..-
-¿Yooo? Bien y aburrida esperando el vuelo de mañana-
-……..-
-Si, interesantes los temas tratados. …. Más trabajo en el día a día por allá-
-……..-
-Te veo mañana en casa. Besos a las nenas y otro para vos. –
Cortó y se quedó un poco mal pero, al rato, volvió meterse de lleno en el amasijo de carnes recalentadas. Previa chupadas de concha y pija, como la noche anterior, volvió a quedar “ensartada” y cogida “a toda orquesta”.
Después de una pausa restauradora de energías, salpicada de palabras dulces, alabanzas, suaves caricias y besos, comencé a manosearle la cola, a acariciarle el ano y, por fin le metí el primer dedo.
-Te veo venir Juan….voy a intentar darte el gusto pero …… si me duele …. Paramos…¿Siii?-
-¡Dale!-
Me puse una buena cantidad de saliva en la pija, la di vuelta boca abajo, le lubriqué el orificio con su flujo vaginal, me subí y se la fui metiendo y sacando despacito y con precaución:
-¡me duele un poquitooo!- se quejó
-¿Queres que paremos aquí?-
-¡Nooo seguí un poquito más!–
Conseguí metérsela toda casi sin quejas adicionales, pasé al entra y sale con mucha cautela, hasta que percibí que gemía y acompañaba levantando la cola cuando yo bajaba la pelvis y con ella, reintroducía el miembro. Dejé la precaución y reserva. La culeé fuerte y profunda hasta el orgasmo.
Acostados, lado a lado, abrazados, Mabel reconoció haber disfrutado del coito anal, que lo había evitado, durante años, por temor pero, de todos modos, prefería “de aquí a la China” el modo convencional.
También hablamos de nuestra relación. Concordamos que era “inmoral, perversa, inescrupulosa” y potencialmente dañina para nuestras familias – que amamos – pero que, si se presenta la ocasión no podemos evitar ceder a la atracción mutua.
¡Imaginen! Nos encontrábamos solos, a 2000 km de casa, desnudos, en una cama ¿Qué podía acontecer para concluir la noche? Cogimos, por tercera vez, en pose “cucharita” con el consabido repertorio de besos, caricias lascivas y manoseos en clítoris y tetas y orgasmos alborotados.

Lo dicho, somos dos impresentables, pero los contados encuentros íntimos que tuvimos fueron apogeos, momentos álgidos y culminantes del goce.

7 comentarios - Compañera de trabajo seria, aceptó coger_2

el_tony3045
exelente relato y muy bien redactado, el sabor del "pecado" es asi
veteranodel60
Me puse al palo es como si yo estuviera en tú lugar los polvos robados son y serán los mejores van puntos y la próxima pone fotos
qoqoliso
Fabuloso. Es una mujer divina ...
Declan1971
lo pasasteis bien, eso importa. Seguro que no fue la última.
ElChekoslovaco
Había leido el relato hace tieempo, y no lo encontraba!!, es genial. Tiene todo, y relata el sueño de cualquier hombre que desea lo prohibido.
kramalo
muy bueno..!! Algunas son geniales...! me encanta cuando se hacen las "fieles", pero cuando le calentás la concha se olvidan de todo.... y está bien. No se va a olvidar asi nomás de vos... y más si te la culeás mejor que el dorima... Saludos (hubo más..?)