Mi cita al psicólogo

Hace dos semanas tuve mi primera cita con el psicólogo. En este corto tiempo he simpatizado bastante con él, la verdad, no había conocido una persona tan honesta y justa como lo es él. Yo le digo doc, él insiste en que le diga Carlos, prefiere su nombre de pila a su título. Nos llevamos muy bien, quizá por la diferencia de edad sabemos compaginar, Carlos tiene 45 años, casi 20 de experiencia en la psicología, yo tengo 20 años. Al principio las citas duraban los 45 minutos exactos; con forme a ido pasando el tiempo son cada vez más extensas, a veces una hora, o dos. La última, por la cual estoy escribiendo, duró casi dos horas. Al llegar a la cita de las 3 de la tarde, lo saludé como de costumbre, un apretón de manos, y nos sentamos a hablar. El doc tiene un gusto por la psicología de películas; su diván, el mueble amplio y de cuero para recostarse, la biblioteca de miles de libros detrás de él, en fin. Me encanta ese sillón, paso la mayor parte del tiempo acostado en la cita, a veces, sólo cuando el tema es en verdad interesante, me acomodo y me siento frente al doc para estar atento a lo que dice. Ayer (dios, no sé cómo todo terminó así) después de saludarlo y sentarme frente a él, empezamos a hablar más de él que de mi, algo extraño, siempre los temas son de mi persona o de sucesos políticos. Me contó sobre la ruptura con su esposa hace más de un año, y que ahora le afectaba no tener una pareja. Me dijo que tenía más problemas ahora que estaba solo, no sabía qué hacer, aunque tiene una buena situación económica, sus sentimientos le están llevando a una crisis depresiva. después de estar hablando durante casi cuarenta minutos su mano se acercó a mi cara y me rosó la piel, me dijo discretamente mirándome a los ojos: "llevo casi un año sin follar, tengo los huevos hinchados, cuanto daría por poder romper tu joven y virgen culo" Sentí que la temperatura se me subió, las manos me sudaban, el corazón latía a mil por hora, fueron los 10 segundos de silencia que nunca habíamos tenido antes. Me recosté en el sillón por un rato, él me dijo: "creo que no puedes librarte de esto, va a pasar, lo juro que sí, tengo ganas de follarte desde la primera vez que entraste a la habitación". Con el pulso normal y la temperatura corporal subiendo, le di un aprentón en los huevos y le dije: "es tu día de suerte, quiero que me violes" Vi como su verga creció después de escucharme decir eso. no sabía que tan grande era su verga hasta que me jaló del cabello y me puso a mamarselo. Se me hace la boca agua y el culo se dilata con sólo recordar aquella monstruosa verga, 20 centimetros de puro placer. la mitad entro en mi boca, pero toda ella me rasgó el culo. Forzandome a mamarsela sin descansar, sentí la sangre llenar su verga cada vez más, sentía cada latido, cada vena entraba en mi boca y la saboreaba mi lengua, mientras chorreaba la baba por mi cuello. Después de verme todo lleno de baba, me desnudó, y me dijo que me pusiera en cuatro en ese milagroso sillón de cuero. Su verga parecía un martillo, goteaba baba y mi boca saboreaba ese delicioso nectar. lo primero que hizo cuando me tuvo en cuatro fue escupirme el ano, esparcir la baba y la saliva con la cabeza de la verga en mi ano, y darme golpesitos suaves. Sabía que me dolería, sabía que mi culo quedaría floreado, pero deseaba esa verga dentro, deseaba esa leche dentro de mi. Un gemido involuntario, casi un grito, salió de mi, su cabeza había pasado el bloqueo principal, mi culo estaba abriendose a semejante animal. cuando sus bolas tocaron con las mías, y su verga estaba toda dentro, un dolor inmenso se apoderó de mi, quería sacarla, pero algo más fuerte me hacía moverme y disfrutar cada gemido y cada penetrada, cada pose que hicimos en ese sillón nos proporcionaba más minutos de placer, su verga seguía dura, no paraba de darme y darme y darme y yo no dejaba de gemir y gemir como una perra. después de una penetración completa, sacó su enorme animal, lo metió en mi boca, y me llenó de semen toda la boca, sentía que salía y salía semen sin parar, al abrir la boca me escurría por el cuello y caía en mi verga. El doc agitado y con la verga más dura que antes, me besó en la boca y se mezclaron todos los fluidos, sentía venirme en ese momento, no pasaron ni cinco minutos cuando su verga volvió a estar dentro de mi. El sudor caía y encharcaba el sillón de cuero, el semen y la baba eran ahora parte de toda la habitación. mientras me penetraba logré venirme dos veces, cada vez era más placentero, él duró casi media hora abriendome el culo y besandome. Al final, su verga creció dos centrimetros más y estalló dentro de mi culo, el semen de ese cuarenton hace parte de mí ahora. Me quedé acostado, desnudo, con el semen escurriendo de mi culo y con la mano del doc en mi pecho, él me miraba y me agradecía, me amaba, me idolatraba, yo estaba feliz de que me abriera indiscriminadamente el culo. Nos quedamos desnudos por el resto del tiempo, hablamos, ninguno de los dos quería limpiarse, había sido el mejor sexo que había tenido él, y mi primera vez. Nos besamos de nuevo, cada uno cogió su propia ropa y nos vestimos. Aún tenía semen chorreando de mi culo, pero no me importaba, me gustaba. Nos despedimos como de costumbre, hoy tengo cita a las 3 de nuevo, espero su verga esté igual de dura que ayer, no me imagino qué juegos nos esperan de ahora en adelante.

2 comentarios - Mi cita al psicólogo

KaluraCD +1

Genial historia, a mi me pasó, es inevitable que ese a quien le cuentas todos tus mambos no termine calentándose contigo.


Yo comenté y puntué tu post, la mejor manera de agradecer es corresponder en alguno de los míos.