La ley del Talión.

Esto que relato sucedió, realmente, muchos tiempo atrás, cuando yo era un ingeniero veinteañero.
- Julio, muy bueno su proyecto para Dalmine.-
- Gracias, Alicia. ¿Pero cómo usted llegó a esa conclusión? Yo no tenía idea que usted tenga conocimientos de electrónica y metalurgia -
- No, no los tengo, Fue el señor director que lo dijo, a la tarde, cuando usted salió para ir al INTI. Abrió el sobre que usted le había dejado en la bandeja de correo interno y quedó muy interesado. Lo oí hablar del proyecto con otro señor, que no conozco, que estaba con él. –
- Ahora entiendo -
- ¡Ah! Le dejó un mensaje en su escritorio -
- ¡A ver!....¡Epa! Quiere un informe ampliado y una programación de ejecución con fechas, para mañana a primera hora. Son casi las cinco…¡Puta Madre! Voy a tener que quedarme después de hora para terminarlo. Por suerte mi esposa y los chicos están en casa de mis suegros en Entre Ríos. -
- ¡Pobre!. .....Sabe que,....Me quedo con usted para ayudarlo. ¿Sí? –
- Olvídelo Alicia. Esto va para largo y usted tiene su marido que va a esperarla para cenar. -
- No va a haber problemas, Miguel también está viajando esta semana, despreocupe-se........estamos los dos solos.......Usted me da el detalle de los nombres de las tareas y las fechas y le armo el diagrama “Pert” del proyecto y la carpeta para presentar al jefe -
Ese "...estamos lós dos solos...” en medio de dos pausas estudiadas, me pareció sutil, insinuante.
La mujer sabe que lo sutil sugiere. Que, al sugerir, seduce. Que, al seducir, juega con los sentidos por medio de la imaginación. Que nos deja librados a nuestra libertad. Que, en fin, nosotros los hombres, desde nuestro deseo, deberemos completar la imagen.
Y yo completé la imagen:
- ¡Hummm! Tal vez sea una buena idea, yo hago el informe, usted el “Pert” y después cenamos juntos, si le parece? Quién sabe si pedimos un buen vino y, saboreándolo y charlando…
- Adoro los sorbitos de buen vino y…conversar. -
- ¿Sólo beber y conversar?
- Bueno, yo voy a hablar, beber y…comer….Usted también puede beber, hacer preguntas, oír respuestas y, además de eso….comer….si quiere. –
Una vez más las pausas estudiadas para resaltar la palabra sugestiva. Desde mi aspiración de animal macho, la lectura fue: comer = poseer sexualmente.-

Alicia trabajaba como asistente en el sector de ingeniería de la empresa y era una chica con inteligencia superior a la media, un modo de conversar que cautivaba a cualquiera y formación en ciencias exactas. Tenía 24 años y era una hembra harto saludable –escultural - que hacía sensación con su cuerpazo bien dotado aquí y allí. Con cada una de sus piernas podía hacerse uno de esos banquetes de la Roma Imperial.
Pero no daba bola a nadie en la oficina:
-.........¿y piensa que tiene alguna chance?....Pues no la tiene! -
- ........de ningún modo.... -
- .......no llega ni cerca. Vuelva a su escritorio. –
eran algunas de sus respuestas a quienes se tiraban algún lance.
¿E iba a darme bola a mí?
Daba para dudar, pero ella no traía inocencia ni candidez, con esas pausas, palabras y frases sugestivas.
¿Su objetivo era el mismo que crecía en mi imaginación?
Valía la pena averiguarlo y lo antes posible.
Con esa urgencia la tarea del reporte para el director sólo demoró poco más de dos horas.
Ya en el restaurante, pasaron unos minutos durante los cuales tomamos pequeños sorbos de vino con una conversación simple. Fingíamos estar interesados en el movimiento de la gente en la vereda y en la calle. Pero cuando nuestros ojos se encontraban no cabía duda que estábamos dejando correr el tiempo, como en esas conversaciones, sin fin ni principio, que anteceden a un vuelo.
El verdadero juego que nos convocó a la cena, comenzó poco antes de finalizar el segundo plato. Alicia enderezó su espina dorsal, impostado los senos que debajo de la camisa se insinuaban erectos forzando los botones y me miraba profundamente.
No fue necesario mucho tiempo más para que la pasión latente emergiera y se convirtiese en exaltación: Nuestras mandíbulas se movían al unísono, lentamente, ensimismados ojos fijos en los ojos, presas de voluptuoso deseo de devorarse mutuamente.

- Sabe una cosa, Alicia? La realidad y la fantasía, todo está mezclado. Tanto es verdad que está aconteciendo en este instante-
- ¿En este instante?-
Le dije que era, para mí, un sueño estar allí con ella.
- Me siento a gusto con usted........que postre elige? – preguntó sin apartar los ojos.
- A usted,.....si puedo – murmuré
- Usted cree que soy...-
- ...¿dulce? Tengo la certeza -
Ella apretó mí mano con la suya.
Yo llevé esa mano a mis labios:
- Confirmado:...dulce y algo más -
Las hormonas nos exigieron ganar la vereda, casi con precipitación. En la playa de estacionamiento, en el auto, nos dimos el primer beso, el segundo y, al cabo del enésimo:
- Alicia ¿en tu casa o en la mía? –
- Mejor en un hotel, Julio. Corremos menos riesgos de que alguien nos vea ¿No te parece? – Ahí ya no cabía otra cosa que tutearnos.
Nos sumergimos en el tránsito enloquecido de la ciudad, en procura de un albergue, próximo, para no demorar la “ingesta” anhelada por ambos.

En la habitación reanudamos el boca-boca y mis manos recorrieron, con el beneplácito de Alicia, su cuerpo con especial dedicación a las tetas, culo y, al cabo, levantada la pollera, piernas y entrepiernas.
No puedo precisar qué número de caricia en su conchita, aun con la bombacha interpuesta, fue la señal para que comenzásemos a desnudarnos, mutuamente, urgidos por las pulsaciones a mil.
Con la última prenda en caer al piso, mi calzoncillo quitado por ella, caímos abrazados en el colchón.
Sin más dilaciones, me zambullí entre sus piernas para besarle, lamerle y morderle los labios vaginales y el clítoris. No pude deleitarme mucho tiempo: con desparpajo de gemidos y fluidos Alicia alcanzó su primer orgasmo de la noche.
Se recompuso y quiso devolver mi gentileza y llevó mi bate en su boca, mechando con algunas visitas a los gemelos. No resistí mucho tiempo, la acosté y, sin siquiera consultar si podía sin preservativo, me introduje dentro de su cueva ardiente. Con la calentura y la mamada previa, el entra y sale fue, glorioso pero breve. Así y todo ella tuvo un segundo orgasmo, mientras recibía la descarga, descontrolada, de mi semen.
Así se fue el primer polvo del encuentro.
Hubo un segundo, más que correcto esta vez: cogimos largos minutos con variaciones de poses: misionero inicial, cucharita, cabalgata de Alicia, Dog-style y otra vez misionero con culminación a toda orquesta, gimiendo y verbalizando nuestro placer.
Pasadas las dos de la madrugada, la dejé, de mala ganas en su casa.

Lo que aconteció esa tarde-noche con a Alicia no ocurrió por azar.
No fue fortuito.
Ella había decidido que hacer. El informe para el director definió que la elección para eso fuese yo.
- ¡Hola Alicia!!! Ayer fue....-
- Ayer fue un día divertido, intenso pero también loco,.......Julio!...Un error.....un resbalón o caída....no volveremos a hablar de eso...le pido disculpas, yo estaba resentida...y me dejé llevar …. -
¿Con el marido? ¿Que, real o presumidamente, la había ofendido? ¡No cabe otra!
Yo fui, el partícipe necesario para la aplicación de la ley o pena del talión, de la venganza hecha con sutileza, con arte, contra el causante de ese daño.
No supe si ella, de alguna manera, le hizo saber al conyugue de su réplica y quien fue que usó para devolver daño igual o mayor al sufrido.
Eso sí, tengo certeza que Alicia disfrutó a la par mía, la represalia.

10 comentarios - La ley del Talión.

Karanchh
Que buen vocabulario para un relato bien caliente. Felicitaciones + puntos!
kramalo
Muy bueno...!! Ésta mujer, en la adolescencia, debe haber sido una calientapijas..... Lo debe seguir siendo para el resto de los compañeros...
chikabisex
Muy buen relato!!! Contundente y muy bien escrrito
Van 10 puntines
Lady_GodivaII
La mujer sabe que lo sutil sugiere. Que, al sugerir, seduce. Que, al seducir, juega con los sentidos por medio de la imaginación. Que nos deja librados a nuestra libertad. Que, en fin, nosotros los hombres, desde nuestro deseo, deberemos completar la imagen, muy bueno
frutus
Muy buen gracias por compartir !!!