Atraída por su hijo (II)

Lo digo con orgullo y sin el más mínimo arrepentimiento

desde que descubrí la pasión que nos envolvió desde el primer instante que

me hizo suya, pues ésta se ha manifestado en todos los momentos felices de mi

vida junto a él, que han sido muchos, y que culminaron en lo máximo, como

pasaré a describir.

Jamás olvidaré esa primera vez, que aunque infinitamente repetida no

borraron el supremo deleite de sentirme la hembra de mi propio hijo,

sabiendo el placer que le daba sentir su cuerpo dentro del mío en medio de

un éxtasis indescriptible.

Como esta historia es real omitiré nombres para conservar el anonimato, que

romperé solo cuando otras parejas con similares experiencias se contacten

conmigo y me demuestren seriamente deseos de compartir esta inefable

experiencia.

Esa tarde, solos los dos en mi cama matrimonial, saboreando aún con

escalofríos el deleite de mi primer orgasmo con mi hijo, pretendí con

caricias hacerle comprender que no había sido correcto obtener mi placer de

esa manera. Quería darle a entender que no debía gozar con mi propio hijo.

Interpretó distinto mis palabras y me dijo que él también quería gozar, y

que estaba harto de masturbarse mirando mi cuerpo desnudo o hundiendo su

rostro entre mis prendas íntimas impregnadas de mi olor de hembra en celo.

Sin decir más se colocó sobre mi y comenzó a acariciar y besar mis pechos,

hinchados ya de deseo. Entreabrí algo las piernas como un sutil

sometimiento, y levantando algo mi cola coloqué un almohadón debajo como

signo de entrega total. Mi hijo no necesitó más, sus manos en mis senos y su

boca ávida alternando mis pezones con mis labios, hundió su miembro durísimo

en mi nido palpitante ya empapado de mis jugos y me penetró, sin ayuda de

sus manos, tal era el grado de erección. La cópula fue suave y dulce,

interminable hasta que sus testículos llegaron a tocar su pelvis y entonces

sus gemidos se hicieron notorios. Comenzó un tenue movimiento que no

alcanzaba para retirar su pene, el que se encontraba en la gloria, dentro de

mi concha ya acomodada a su tamaño. Con el esfínter yo le daba pequeños

apretones que se sincronizaban con sus gritos de placer. Así estuvimos diez

minutos tras los cuales mi agitación y mi lengua ávida de la suya mostraron

cabalmente la inminencia de mi orgasmo, que se produjo de inmediato aún más

dulce que el primero. Tras las delicias incontenidas de mis numerosos

espasmos, aflojó mi cuerpo la tensión acumulada y me abandoné sumisa a sus

embates de macho, hasta que sus movimientos y gemidos me sacaron de mi

obnubilación. Alcancé a hacerlo retirar de adentro mío justo en el instante

que eyaculaba. Ay, jamás había visto tal cantidad de semen. El primer chorro

pasó por sobre mi cuerpo y mojó el respaldar del lecho, el segundo me empapó

la cara y el pelo y los que seguían emanando de su verga jugosa hicieron

como un laguito entre mis pechos que con mis manos había unido para no

desperdiciar una gota. No obstante bastante esperma mojó las sábanas y el

resto lo esparció mi hijo en mi cara y el resto de mi cuerpo, impregnándome

con el olor tan característico del semen recién eyaculado. Se desplomó

sobre mi y sus besos continuaron hasta que calmados nos acostamos uno junto

al otro, felices, calmados de este primer embate, como dos enamorados cien

por ciento satisfechos."Uy, mi amor, cuanto tenías", le dije riendo, "no me

imaginabas que tuvieras tanta lechita"."te gustó, mamita?, te gustó el

machito que tienes"?.

No le contesté pero mi mano se dirigió a su entrepierna donde aún el bulto

permanecía erecto. "mami, me regañó, no me dejaste

acabar adentro tuyo". Le

puse un dedo en sus labios," shhtt, no me embaraces todavía,"alcancé a

decirle, y súbitamente al escuchar estas palabras volvió a montarme.

"descansa, hijito, te va a hacer mal". Pero su verga decía lo contrario. Mi

mano la acariciaba y su tamaño volvió a ser el de antes. Diez minutos de

descanso habían alcanzado. Me sentía felicísima porque creí que una vez

satisfecho se olvidaría de mi, y no fue así. Ansiaba ser su mujer nuevamente

pero temía un embarazo pues estaba en los días más fértiles del mes, y no me

sentía segura de quitarlo de adentro mío en le momento culminante, y además

no quería. Entonces lamí su verga que al instante descubrió su glande rojo y

firme, y así de costado, mientras él jugaba con mi pelo, así con las manos

la carne palpitante y comencé a chuparla con fruición haciéndola entrar en

mi boca hasta la garganta. A mi hijo esto lo llevó al cielo y a mi me

producía un placer inenarrable, al pensar en el que yo le estaba procurando.

Sus gemidos iban in creciendo y los míos también, aunque no podía

expresarlos pues tenía la boca totalmente ocupada. Con su mano acarició mi

concha y no tardó en encontrar mi clítoris. En el momento en que sus caricias

hicieron explosión en otro orgasmo, sobrevino el suyo. Sentí el semen

escurrirse por el pene que tenía cogido con las manos y al punto mi boca se

llenó completamente, tras varios estertores, confundidos con los míos. No

dejé salir ni una gota. Me tragué todo su jugo, no de una vez, tal era la

cantidad. Era increíble, la segunda eyaculación había sido tan copiosa como

la primera. Volvimos a recostarnos, agotados, exhaustos, felices otra vez.

Eran casi las 11 y mi hija volvería en cualquier momento. Mi hijo quiso

nuevamente prodigarme su potencia pero lo disuadí con ese argumento. "Mami,

me dijo, quiero repetirlo". "Yo también, mi amor". "Cuando?", me preguntó.

Me reí. "Siempre", le dije…. "Y te vas a cuidar siempre así?". " ay, hijo,

quieres embarazarme?". "Si, mami, eso es lo que quiero". "Yo también, mi

amor", le dije besándolo con pasión en la boca, "pero debemos planearlo".

"Yo te aviso". Se retiró a su dormitorio y yo dormí plácidamente hasta la

mañana. Me despertó él y se acostó a mi lado, desnudo y en erección como si

no hubiera hecho nada durante el día anterior. Era demasiado para mi, me

quité el sostén y la tanga y me desnudé también. "Estás loco, mi amor, le

dije","Estamos locos, mami, pero que linda locura". "Si, hijo, soy tu mujer,

cogeme, date el gusto y dámelo a mi". "Si mami, y sin decir más me puso boca

abajo. Me tomó de los pechos y nuevamente su verga se introdujo fácilmente.

"AAAAAAAAAAAHHHHHHH, hijo, exclamé tras un minuto

ahí está, ACABOOOOOOOOOOO!. Y exploté en otro orgasmo espectacular. El

descanso nocturno nos había ayudado pues él al cabo de no más de cinco

minutos echó dentro mío otra buena cantidad de semen."Ay, que hemos hecho",

exclamé alarmada, y fui al baño para lavarme. De pié bajo la ducha notaba el

semen que salía de mi vagina y corría por mi pierna. Me higienicé a

conciencia, pero no quedé calmada. Esa tarde consulté con un ginecólogo que

me tranquilizó, puesto que tras tres eyaculaciones, el semen del macho

carece de espermatozoides maduros, por lo cual debía esperar 48 horas para

que ellos fueran fértiles. O sea, señora, me dijo, su marido deberá yacer

con usted luego de 48 horas de la última vez. El creía que yo deseaba el

embarazo, era evidente. Y yo ya sabía algo, que me ayudaría a planear lo que

luego sucedió.

Tras la primera vez mi hijo comenzó a ver en mi a la hembra de sus sueños, y

como era erótico al máximo, puesto que su potencia así lo indicaba,

lograba

con sus insinuaciones que yo me vistiera, cuando mi hija no estaba, de la

manera más excitante posible, como una de esas putas de la calle. Ello lo

ponía loco, sobre todo las falditas cortas, tacos altísimos y blusas

transparentes que más que insinuaban mostraban mis pechos enormes y los

pezones bien notorios. Yo estaba recontenta pues me sentía como una diosa

codiciada y al mismo tiempo llena de ternura hacia mi hijo al que quería

darle todo el placer que pudiera. A pesar de mis años, me decía, no me

cambiaba por ninguna, y así era porque lo notaba en su vehemencia cuando

copulábamos y con su dedicación, traducida en detalles algunos ínfimos, y

otros importantes. Obtuvo un empleo en un juzgado que le permitía contar con

dinero que usaba exclusivamente para llenarme de regalos, que yo,

disimuladamente ante mi hija, le decía que eran de un pretendiente mío, un

fantasma que había creado para justificar mi futuro e inevitable embarazo.

El mismo mes de mi primera experiencia sexual con mi hijo, acercándose mis

días infértiles, le di al fin el gusto que quería. Una noche que mi hija

había salido con sus amigas, me puse un conjunto íntimo transparente y

sugestivo al máximo, bajo una bata más discreta. El estaba con una remera

blanca y después de cenar sus manos ávidas pugnaron por desabrocharme una de

las ligas. Tomé su mano y la dirigí al lugar entre mis piernas donde

encontró unos botoncitos que abrían la puerta del nido. Presa de una locura

infantil me alzó en upa y me llevó al dormitorio. Con manos torpes quiso

desnudarme pero le pedí que me dejara a mi. Entonces voluptuosamente me fui

quitando la ropa muy despacio, mientras veía su verga de 24 cm. al tope.

Desnuda como estaba me dirigí a la ducha, sin quitarme los zapatos de taco,

los que me daban un porte escultural. Se vino tras de mi, y desnudos nos

duchamos. "Viste?, le dije, como el primer día". E hizo lo mismo. Me alzó en

upa y me puso sobre la cama. Abrí las piernas y nos tomamos de las manos.

Nos miramos y al punto me penetró sin ninguna dificultad. Mi sexo se había

ya amoldado al suyo como una llave a su cerradura. Aun estábamos mojados por

la ducha pero no nos importaba. Así estuvimos en plena cópula cada vez más

furiosa hasta que le dije: "yo estoy, y vos?".

"Si, mami, te espero". Cuando comencé a acabar el hizo lo propio y sentí por

primera vez su semen inundarme toda. A pesar de que mi vagina era

suficientemente grande, el esperma no tenía mucho lugar pues su verga la

ocupaba toda, y comenzó a salir mojando todas mis nalgas. "Te gustó, nene?,

te diste el gusto al fin?". "Si, mami, gracias, que hermoso polvo me hiciste

echar".Quedamos unidos, penetrada durante mucho tiempo hasta que noté la

flaccidez de su pene. Yo quedé toda la noche con el semen de mi hijo dentro

mío, y pensar en ello me produjo otro orgasmo involuntario.

Por suerte a los pocos días noté que no me había embarazado. Podía entonces

planearlo como queríamos.

El hipotético pretendiente mío llenaba las conversaciones en la mesa, y con

la complicidad de mi hijo, mi hija quedó convencida de que yo tenía un

amante.

Mi embarazo se produjo tal como lo había planeado. A mediados de mi ciclo,

le hice notar a mi hijo que estaba receptiva, con gestos, besos y ropa

elocuente. No quise que se hiciera en mi dormitorio. Nos fuimos a un hotel

donde todos me miraban y envidiaban a mi pareja. Con desesperación nos

despojamos de la ropa y penetrada de inmediato, veía y sentía sus

movimientos gracias a un espejo en el techo. Me sentía una puta deseada y en

dos minutos mi hijo me provocó el primer orgasmo, lo que le estimuló más

aún. Volvimos a hacer lo del primer día. Quedó quieto con su verga

totalmente dentro mío y con movimientos del esfínter lo fui llevando a donde

yo quería. En diez minutos estaba a punto de ebullición. Oí sus gemidos y su

temblor. "Ahora, mi amor, ahora quieres?", le pregunté en un susurro. "Si

mami, ahora te doy todo". "Si,

mi amor, lo quiero todo, juntos, mi amor,

juntos"… y Así fue, al notarlo apretarse fuertemente contra mi en la

primera parte de su orgasmo previa a la eyaculación, cuando el placer era

más intenso, tuve otro mío incontenible. Los jugos se mezclaron, esta vez su

esperma me fecundó. Me coloqué un apósito para no perder nada del jugo vital.

Salimos del hotel tomados de la mano como dos adolescentes. Al llegar a

nuestra casa le dije a mi hija que nos estaba esperando que me había

encontrado con mi "novio" y que mi hijo me había traído a casa casualmente.

Al día siguiente ni nos miramos.

Al segundo día, como quería asegurarme el embarazo, recibí a mi hijo, esta

vez en el dormitorio, a la madrugada, donde me encontró despierta y

esperándolo desnuda completamente. Mis senos hinchados y mis pezones

eran los de una hembra en celo. El vello de mi pubis era invitador; ya

estaba empapado de mis jugos. Quitarse el slip y arrojarse sobre mi fue todo

uno. "Ay, mami, hace dos días que no lo hacemos". "Así lo quiero, bebé, vas

a tener una sorpresa". Y nuevamente me aseguré estar fecundada. Esta vez

dejé que eyaculara con el pene en el borde de mi vagina y con movimientos de

mi pelvis hice que no quedara ni una gota fuera de ella.

Y así sucedió. Mi falta, como así la del mes siguiente constataron mi

embarazo. Cuando le dije a mi hijo que tenía un atraso de varios días, con

mis ojos radiantes y mi sonrisa, quedó más enamorado que nunca.

Ahora estoy embarazada de 6 meses. Mi hija sospecha de mi amante invisible.

Por ahora no pensamos decirle nada.

Cuando podemos mi hijo pasea conmigo orgulloso de tener a su lado a su

mamá-mujer embarazada.

Por supuesto nuestras relaciones son cada vez más frecuentes, hasta que mi

pancita lo permita. Por las mañanas, cuando mi hija va a cumplir sus tareas

escolares, mi hijo me visita, y antes de ir él también a su empleo me deja

su esperma, que conservo hasta el medio día, en que me ducho y hago las

labores de la casa, junto con mi ayudanta que llega a esa hora.

Es tal mi felicidad que desearía compartirla con aquellas que no se

atreven a cometer incesto aún deseándolo con toda el alma para aconsejarles

que dejen de lado esos tabúes tontos y se animen a la felicidad máxima.

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