Primeras experiencias

Mi primera experiencia como cornudo sucedió hace tiempo, yo, por aquel entonces tenía 26 años y Judith 19, llevábamos 3 años juntos y supongo que por nuestra juventud, disfrutábamos del sexo diariamente. Judith, escondía detrás de aquella cara dulce y casi angelical, una auténtica zorrita que hacía que el mejor de mis placeres fuera el tiempo que pasábamos juntos en la cama.

Todo comenzó cuando un día por casualidad cayó en mis manos una revista porno, después de ojearla y ponerme caliente (todo sea dicho) me fijé en la sección de contactos, después de leer algunos anuncios en los cuales parejas buscaban otras parejas para intercambio o parejas buscando chicos o chicas para trío, se abrió ante mí un mundo que hasta entonces me era desconocido.

Había oído hablar en alguna ocasión acerca del mundo "swinger" pero siempre creí que aquello eran simplemente fantasías.

A partir de aquel día mi mente estaba ocupada, la mayor parte del día con aquel descubrimiento y no me podía creer la excitación que me producía el imaginar a mi novia follada por otro.

Tenía que descubrir si era un posible cornudo en potencia o simplemente era una fantasía. Aunque para eso necesitaba la complicidad de Judith, y eso era otro tema, sabía que si se lo soltaba así sin más, ella no accedería, pero por suerte la conocía muy bien y sabía que podía contar con el factor "curiosidad", ya que ella era irremediablemente curiosa, sólo tenía que tener paciencia y esperar a que llegase el momento oportuno. Y llegó.

Una noche, Judith me pidió que le buscara en Internet un artículo de un periódico que necesitaba para el día siguiente, yo se lo busqué y la llamé para decirle que ya lo tenía. Le dije que se sentara a mi lado, que íbamos a "curiosear" por la red. Así que aproveché el momento y me metí en un chat de parejas, mientras le iba explicando de que iba ese mundillo y poco a poco ella se fue interesando. Le parecía increíble que la gente hiciera esas cosas, pero si había tanta gente dentro de ese chat, sería por algo ¿no?...

Entramos con el nick de "parejanovata" y rápidamente se nos abrieron un montón de privados, tanto de parejas, como de chicos, pero uno nos llamó la atención especialmente, "chico educado y morboso estaría encantado de iniciaros...", respondía al nick de Mássimo y con él entablamos una conversación que terminó con Judith encima de mi y cabalgando sobre mi polla.

Los días siguientes fueron los días más calientes que he vivido a lo largo de mi vida, nos pasábamos el día hablando de lo sucedido y acabábamos follando en cualquier rincón de casa, deseábamos que llegara la noche para hablar con Mássimo, ponernos calientes los tres y terminar con una follada mientras fantaseábamos con lo que nos proponía hacer.

Así que nos decidimos a dar el paso, convertir nuestras fantasías en realidad.

Aprovechamos un puente y nos fuimos a pasarlo a la costa, muy cerca de la ciudad donde vive Mássimo. Nos hizo una reserva en un hotelito de esos "con encanto", pequeño, acogedor, situado en un lugar privilegiado frente al mar. La habitación era muy amplia, con una cama grandiosa, una terraza que daba a un acantilado y todo tipo de detalles. Judith se mostraba encantada. Nos acomodamos y nos dispusimos a arreglarnos. Habíamos quedado con Mássimo para ir a cenar.

Judith se metió en la ducha y al momento me llamó:

- Álvaro, ¿puedes ayudarme?, quiero que me prepares para el que va a ser tu primer corneador.

Estaba bajo el agua, con sus pezones erectos, la piel tostada por el sol y su melena cayendo a lo largo de su espalda, el verla así me puso la polla dura como una piedra.

Se abrió de piernas y me pidió que le rasurara el coño como a ella le gustaba, quería tenerlo muy suave para que Mássimo pudiera disfrutar de él. La enjaboné y empecé mi trabajo, lentamente y con cuidado, disfrutando, pasando mis dedos por sus labios y por su clítoris que poco a poco empezó a hincharse, el imaginarnos que ese coñito sería follado por otro en pocas horas nos excitaba tremendamente. Cuando terminé estaba a punto de reventar y le pedí a Judith que me la chupara.

- No cariño, quiero que vayas muy caliente a nuestra cita, y que el ver como simplemente nos acariciamos haga que te corras. Así que tuve que aguantarme. Me metí en la ducha y a pesar de que tenía unas ganas locas de correrme no me toqué.

Al salir del baño Judith ya estaba vestida, un minúsculo tanguita negro y un simple vestido del mismo color muy cortito y de tirantes era todo lo que llevaba encima. Se puso unos zapatos de tacón interminable que resaltaban aun más sus preciosas piernas. Realmente estaba sexy y seductora.

A la hora convenida bajamos a la recepción del hotel, Mássimo ya estaba allí esperándonos, alto, moreno, con unos ojos verdes impresionantes no nos defraudó, no hizo falta que Judith dijera nada, sus ojos y la expresión de su cara hablaban por ella.

Nos saludamos cordialmente, intentando disimular nuestros nervios y nos dirigimos hacia un restaurante que estaba muy cerca del hotel. Al entrar Mássimo se acercó a mi oído y me susurró: "- me has traído a la zorrita perfecta".

La cena fue transcurriendo con tranquilidad pero el vino hacía que poco a poco nuestra conversación fuera subiendo de tono y fuéramos desinhibiéndonos. En un momento dado Mássimo dirigió su mirada hacía mí:

- ¿Sabes que ahora mismo estoy tocando el coño de tu mujer y que lo tiene realmente apetecible?.

Yo solamente podía ver el brazo de él por debajo de la mesa y el imaginar donde estaba su mano realmente me excitaba y lo mismo le debía pasar a Judith ya que me miraba con una espléndida sonrisa.

- Ahora princesita, le susurró a mi novia, vas a quitarte el tanga y se lo vas a dar al cornudo de tu novio para que vea lo mojada que te pones cuando otro mete su mano en tu coñito.

Judith tardó un segundo en deshacerse de él, me lo pasó por debajo del mantel y al notar el tanga lleno de su flujo, mi polla empezó a ponerse realmente dura.

La cena llegó a su fin entre risas, caricias y miradas, creo que los tres deseábamos salir del restaurante y poder seguir en la habitación. De camino al hotel Mássimo y Judith iban cogidos de la mano como una auténtica pareja, yo les seguía y podía ver como él paseaba su mano por el culo de mi novia mientras le comía la boca.

Una vez en el hotel, Mássimo me insinuó que yo subiera por las escaleras, ellos lo hacían por el ascensor, ya que quería estar a solas con Judith, y me pidió la tarjeta de la habitación por si llegaban antes. Mientras subía lentamente por las escaleras me iba imaginando un sinfín de situaciones que podían estar sucediendo en el ascensor: Judith arrodillada haciéndole una espléndida mamada, él chupando sus hermosas tetas y a la vez acariciando su coñito mojado...

Cuando llegué a la habitación la puerta estaba entreabierta, terminé de abrirla lentamente, entré en la habitación sintiendo una mezcla de excitación, nerviosismo y morbo que me recorría por todo el cuerpo.

En la habitación sólo había una luz tenue que daba uno de los apliques colocados encima de las mesitas, la puerta que daba a la terraza estaba abierta, me acerqué y allí estaban, Judith estaba pegada a él dándole la espalda, tenía el vestido por la cintura y Mássimo acariciaba sus tetas con ambas manos mientras le pasaba la lengua por el cuello con voluptuosidad. Los pezones de Judith apuntaban al cielo.

Entonces Judith se giró y le plantó un morreo con lengua muy adentro, empezó a desabrochar su camisa mientras acariciaba y lamía cada centímetro de su piel, le desabrochó los pantalones y se arrodilló ante él liberando el miembro de Mássimo. Tenía una polla hermosa no excesivamente larga, pero gruesa y dura, Judith pasó su lengua por sus ingles, siguiendo por sus testículos y le mamó la polla como mejor sabía hacerlo. Gozaba chupándole el falo, lo lamía y saboreaba como si fuera un delicioso manjar, con veneración. Volvió a lamer y mordisquear sus huevos con deleitación siguiendo por el perineo hasta llegar a su ano, empezó a lamerle con arte y destreza mientras, con una mano recorría su pene apretándolo cada vez más.

Entraron en la habitación y Judith me dirigió una mirada con lascivia, yo tenía la polla a reventar. Mássimo se tumbó boca arriba y Judith se sentó a horcajadas encima de su polla tiesa metiéndosela hasta el fondo y dándome el placer de poder contemplar en primer plano como su polla entraba y salía de su coñito que estaba húmedo, hinchado y caliente como nunca lo había visto. Entonces Judith me pidió que le lamiera el clítoris, se lo chupaba como si fuera a tragarlo, moviendo mi lengua rápidamente que entre embestidas se encontraba con la polla de Mássimo.

En éstas, Judith empezó a gemir: "Ahora, ahora, ohhhh, siiii..." gozando de un orgasmo estrepitoso lleno de gritos de placer. Mássimo la tumbó en la cama boca abajo y para que se recuperara se dispuso a darle un masaje. Me pidió aceite corporal y se sentó encima de su culo, empezó a masajear toda su espalda hasta llegar a su culo, donde se deleitaba, empezó a morderlo y a mordisquearlo pasando su lengua por todo y prestando más atención en su ano que poco a poco se iba abriendo como una flor. Ella se incorporó y se puso a cuatro patas mientras Mássimo empezó a penetrarla poco a poco, primero metió el glande y luego terminó metiéndosela entera hasta llegar a los huevos. La sacaba y la metía una y otra vez embistiendo cada vez con más fuerza. Los gemidos de Judith no dejaban lugar a dudas de que estaba disfrutando de lo lindo. Entonces me acerqué a ella y le metí mi polla en la boca, empezó a chupar mi glande con gran soltura, lo succionaba con gran avidez hasta que no pude más y me corrí en su boca llenándola de mi espesa leche que le caia por la comisura de sus labios. En ese mismo instante Mássimo empezó a gemir y gritar inundando el culo de mi novia de su espeso y caliente semen.

Caímos los tres en la cama quedándonos desnudos...

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