Fanfiction de Pókemon: Una entrenadora llamada Mercy

Aclaro que esta historia es experimental, un proyecto personal bastante distinto a lo que vengo escribiendo, y que por razones obvias NO tiene:

- Personajes del anime/manga
- Pokefília/Zoofília etc.
- Cronología adecuada con el anime/manga

Si no están familiarizados con esta clase de fantasía les recomendaría no avanzar.
Espero que les guste, si veo que tiene aceptación veré si hago una historia de este estilo.


Una entrenadora llamada Mercy



Una lluvia torrencial acaecía en el bosque Encinar en Jotho. Mercy MacDowell caminaba apresurada sin nada que pudiera guarecerla de las pesadas gotas nocturnas, sin embargo, le preocupaba más su pókemon favorito, el que siempre estaba fuera de su pokebola: Rocky el graveler.

- ¿De verdad no te daña esta lluvia? Puedo meterte en una pokebola.

Su pókemon respondió con su nombre, como era habitual, en un tono calmado. Estaba bien. Una lluvia no dañaría a un ganador de docenas de batallas por más que sea del tipo suelo roca, 109 victorias para ser exactos, es que a pesar de ser una entrenadora joven (18) ese graveler fue uno de sus primeros pókemon.

El camino al pueblo Azalea nunca le pareció tan largo, debía ser la pesada lluvia, el short de calza empapado pegado al cuerpo, la remera delgada, el fango que le embarraba las zapatillas de lona, el frio… cuando de refilón, notó una luz adentro del bosque, una que jamás había visto.

- Aquí no hay nada, solo árboles zubat y pókemons bicho y algún que otro hoothoot…
Iba al pueblo Azalea a comprar pokebolas y ver a Antón para una nueva batalla, había recorrido ese camino como cinco veces y nunca vio tal luz en la oscuridad. Se quedaron bajo un árbol tupido tratando de dilucidar si ir o no hacia la luz.

- Tendría que haber capturado algún noctowl para que me lleve ¿Recuerdas cuando usaste golpe de cabeza en un árbol y salió ese enjambre de beedrill?

Ese día conoció a Antón, él la salvó a ella y su graveler de los beedirls que eran demasiados para sus pókemon. Desde ese día se convirtió en su mejor amigo, tan amigo que hasta tenía “derechos” Mercy, en un acto de decencia dudosa, decidió recompensarlo como nadie ante tal acto heroico. Desde ese día nunca fue la misma.

Era un entrenador al que venció en su tercer intento. Sus pókemon bicho eran experimentados.
- Aún recuerdo como si fuera ayer a su equipo, un scyther, pinsir, un yanmega, ese molesto shuckle, y ¿Cuáles eran?… cierto, un heracross y un joltik.

- Graaaaavy…- Asintió, a su manera.

- Ese joltik fue una sorpresa, lo capturó en uno de sus viajes. Su tipo eléctrico casi se carga a mi blastoise.

La copa del árbol que los guarecía empezó a agitarse… algo reposaba en él y notó la presencia de la chica y su pokemón. Cualquier amenaza era grave, su graveler no podía luchar en la lluvia y su equipo estaba agotado.

- Que diablos, vayamos a esa luz. Esta lluvia me va decolorar el pelo. – Mercy tenía las puntas del cabello rubio teñidas de verde, al estilo meloetta. De cejas oscuras y ojos marrones, su rostro era toda una paleta artística- Quizás sea una casa, si es una trampa, espero que mi bisharp se encuentre bien de la ultima lucha.

Para su suerte, no era algún pókemon luminoso como un volbeat o una illumise, sino una enorme fonda, de dos pisos que seguro tenía una posada.

- ¡Nuestro día de suerte Rocky!

- ¡Graaaaavy!

Estaba ampliamente techado con tejas rojas, su fachada cuadrada era de color verde, se camuflaba con el fondo boscoso muy bien, algunas bombillas titilando por la tormenta estaba mansamente iluminado un letrero que anunciaba “Gardebar”.

Adentro era muy acogedor, cálido y con luz tenue. Una barra larga y angosta enfrente de la puerta, banquillos con otra barra a la izquierda y mesas tipo comedor familiar a la derecha. No estaba muy ocupado, tres mujeres debatían entre tragos en las banquetas, y en las mesas, algunos entrenadores comían con relajo.

El dueño del bar le preguntó que bebería y le dijo que un refresco de limón y comería un sándwich.

- ¿No sabe cuánto durará esta lluvia torrencial?

- Últimamente llueve así por un día entero, quizás mañana por la mañana. Si le interesa tenemos habitaciones libres.

- ¿A cuánto?- dormir en un techo era una de sus prioridades, no le agradaba la idea de quedarse hasta que cerraran el lugar y tener que partir sola por el bosque con ese aguacero.

- 35 pokécuartos.- Aunque no era lo más barato, aceptó. Y graveler podía quedarse, tenían pisos resistentes.

- Si pesara más de 150 kilogramos ahí sí le pediría que lo guardara en una pokebola, pero pueden quedarse los dos.

En ese momento, cuando el dueño se retiraba para buscarle su refresco noto la presencia de un hombre peculiar sentado en la sección de mesas. No le llamó la atención el hecho de que sea fornido, musculoso, cuarentón, de cabellos negros y barba, una remera oscura y una campera de cuero negro que parecía de motoquero en su respaldo, tampoco que este acompañado de un gardevoir que bebía un helado en un enorme vaso mientras jugaba a un portátil, tampoco el hecho de que la miraba de arriba abajo, le llamó la atención, que tuviera una liana de bulbasaur enroscada en la muñeca.

Era una banda muy especial que ella también la tenía y sabía lo que significaba. Oculta bajo una muñequera rosa, su liana verde (que en realidad era de plástico con un alambre en su interior, para acomodarla a su gusto) fue liberada para que él notara la coincidencia. El hombre asintió. Aquel accesorio tan controversial, era el símbolo de los que practicaba la pokefília y estaban a favor de ella, como de su legalidad.

Era un tema fresco a pesar de que las relaciones interespecies con pókemon existieron desde siempre. Era común que pókemon más fuertes doblegaran a otros y los violaran tras una batalla en sus hábitats naturales, y muchos entrenadores y entrenadoras no tardaron en relacionarse así con sus únicas compañías: los pókemon. Leyes para prohibir tal práctica estaban avanzando con palos en la rueda que activistas y defensores de esa costumbre le ponían. Ambos bandos tenían buenos motivos, por un lado legalizar tal práctica desencadenaría un sinfín de perversiones, abusos, negligencias, pero por otro lado, si ella quería demostrarle afecto a su pókemon de toda la vida, sin abusar de él, con su consentimiento ¿Entonces por qué debía ir presa?

Un hombre como él podía llevar la banda y a su gardevoir con libertad, medía como un metro noventa, pero una chica como ella, menuda y delgada, prefería ocultara. No convenía tentar a los cerrados de mente que abundaban en el mundo, que estaban a favor de trozar un magikarp o asar un caterpie para su cena pero no que alguien haga el amor con su pókemon, que para muchos es más que una mascota, más que una amigo, más que un humano.

- ¿Notaste eso Rocky? No estoy sola en el mundo.

Su graveler profirió un bostezo. El agua lo había debilitado. Mercy pidió una toalla y el mozo le trajo una pensando que era para ella, pero era para su amigo rocoso, que tenía la piel como embarrada.

- Con esto te sentirás mejor, esa lluvia de mierda te dejo la piel arcillosa…

- Niña, dejaste la toalla echa un esperpento, tendrás que pagarla.- Le reprochó el mozo enojado mientras dejaba su refresco y sándwich.

- Lo lamento, no traigo muchas monedas, pero le aseguro que esta suciedad se quita muy fácil.

- Bueno, me pagas la bebida, la comida, luego la toalla, y si te queda dinero, puedes quedarte una noche, de lo contrario, no.- Mercy ya estaba contando sus monedas, estaba segura de que si esa prenda costaba más de cinco pokécuartos , (cosa segura como que la lluvia empapaba) no podría dormir allí.

Preocupada y enojada por la pésima actitud del dueño, y además porqué las mujeres que charlaban observaron toda la escena y se rieron despectivamente, bebió amilanada mientras acariciaba a Rocky, que recuperaba su dureza. El mozo fue llamado por el extravagante individuo con la pulsera de liana, y al rato, regresó.

- Bueno si viene a cobrarme esta estúpida toalla no piense que se la voy a devolver.

- Olvida lo de la toalla, dámela. No tienes que pagar ni la comida, tampoco la estadía. Este es tu cuarto.- Entregándole una llave con un número ocho.- No la pierdas o tendrás que pagarla pequeña, con su permiso.

Más tranquila empezó a beber, sin quitar la mirada del hombre que de seguro, había solucionado todo. Precisamente, le hizo señas con su mano para que se acercara a su mesa.

- ¿Qué crees Rocky? ¿Te parece si hacemos sociales?

- Graaaaveler.- Asintió con énfasis. Así que cargo su vaso y se movilizó a la mesa del extraño junto a la ventana, castigada por el azote de la lluvia y el viento.

- Rooney es amigo mío, tuvo un día difícil, hace unas horas esto era un caos, el suelo estaba más embarrado que el bosque mismo por culpa de dos montañeses y un par de novatos, terminó de trapear ni bien llegaste.

-Dile que lo lamento, no quise estropear su toalla.- Sin dejar de verle el rostro, como si quisiera dilucidar sus intenciones desde un principio. – Me llamo Mercy.- Dándole una mano.

- Ian, encantado.- Como un caballero medieval, tomó su mano y la besó. Estaba perfumado y a primera vista, parecía muy decoroso a pesar de su aspecto de motoquero.

- Ella es Naya, es mi amiga.

- Encantada…- Dándole una mano al gardevoir, que casi olvida que estaba allí. El pókemon psíquico le guiñó un ojo, muy pocos eran capaces de usar ese gesto social correctamente.

- ¿No me presentarás a tu amigo? Se reconocer a un pókemon bien entrenado cuando lo veo, y este lo es.

- Se llama Rocky, no soy tan original con los nombres.

- Mucho gusto amigo, si quieres un aperitivo puedo costearlo, házmelo saber.- Y se dieron un saludo de puño.- Tiene algunos pasteles para pókemon de roca. Rocky asintió de inmediato.

- Rooney, acérquate…

- ¿Están cómodos? Lamento lo de la toalla, no era necesario tanto alboroto, de todas formas no te iba a dejar en la calle.

- Descuide, no importa, no me di cuenta de lo limpio que estaba todo cuando llegue goteando y embarrada, lo lamento yo.

- Algo especial para nuestro amigo rocoso, pastel de cemento o grava espesa algo así…

- No es necesario mucho, no quiero que gastes.- Pero Rooney se marchó por la orden.

- Es amigo, te lo dije, y no te preocupes por el dinero.

- ¿Por qué eres tan gentil?- Soltó de sopetón, extrañada. Sabía que era joven y atractiva, pero no como para atraer a alguien más grande y de ese condición.- No quiero ocasionarte problemas.
Ian le dedicó una mirada sugestiva a su pulsera.

- Entre nosotros debemos ayudarnos. Además un caballero que se precie de serlo no lo es si no saca a una dama de sus apuros.

- Quedan pocos así…- Acercándose a él, le susurró.- ¿Y Naya es tu gentil mozuela?

- No necesitas inclinarte tanto, podemos hablar con naturalidad…- Y tomó la mano de su acompañante- Ella es mi amiga, la rescate de un entrenador abusivo hace seis años, y siempre le dije, caíste en peores manos.

Gardevoir rió con una extraña risa tímida.

- Fue heredada por un padre a un completo imbécil que la hacía batallar hasta el cansancio.
Semejante pókemon en manos de un novato era un desperdicio y una tragedia. Se llamaba Lauren, un chico acomodado. Yo por ese entonces solo tenía dos medallas, pero le hice una propuesta que no podría rechazar.

- Te escucho, prosigue.

- Le dije que si mi raticate le ganaba me la llevaría conmigo, y si no, le daría mi equipo completo. Un charmeleon, un butterfree, un muk, nidorino y por último, mi joya, mi primer pókemon capturado… ¿Adivinas cual es?

- Hay tantos de Kanto a los que llamaría joya ¿Un raichu? ¿Un arcanine? ¿Un legendario?

- Un zubat evolucionado en golbat. ¿Sorprendida? Lo tenía a tope de su potencial, me hubiera devastado perderlo con ese pelele, pero le guiñé un ojo a gardevoir como hizo recién, y le gané con un raticate. Juraría que ella se dejó ganar.

Naya negó con la cabeza y dijo algo que solo su entrenador entendería.

- Dice que estaba muy cansada, pero que gané legalmente. Ese estúpido la hizo pelear cinco veces seguidas en un día.

- ¿Qué pasó con Lauren?

- Que bueno que lo preguntas, se largó a llorar y le regalé mi pókemon menos experimentado para que se marchara, mi butterfree. Era un pendejo.

- ¡Increíble! Que bella historia de vida.

- ¿Qué hay de ti? Parece que este graveler no conoce una pokebola por dentro.

- Tengo una buena historia con él.- No supo cómo seguir su anécdota, su pókemon estaba distraído degustando la comida especial para él que el dueño le trajo en una mesa de rueditas. Al final decidió confiar.

- Rocky es más que mi amigo, él me salvó la vida. Le tengo mucho cariño desde un incidente con unos zubat, a mi esa especie no me dio una buena primera impresión, pero empezare por el principio.

- Buena idea, pero vas bien, me tienes atrapado.

- Digamos que me metí en el mundo pókemon a la fuerza, no podía estar en casa y me dieron dinero para que me volviera una entrenadora.

- Eso suena a muchos problemas, lamento oír eso, no muchos entrenadores empiezan a la fuerza.

- Crecí en ciudad Azulona, en Kanto, y estar en la intemperie, con pókemon mal entrenados y solo un squirtle de inicial me pasó factura. Pensé que podría capturar pókemon de roca o suelo en el monte Luna, pero ocurrió el desastre.

- ¿Cómo en esos programas de accidentes?

- Peor, caí por un barranco con mi pókemon cansado tras combatir a dos geodude. El suelo había quedado destruido tras la batalla y no me di cuenta, se vino abajo y caí por más de treinta metros.

- Eso debió doler, pudiste haber muerto niña.

- Sí, Arceus decidió dejarme vivir, pero con mucho dolor. Me rompí una pierna y dos costillas, te juro que vomitaba sangre, los depredadores no tardaron en aparecer… y fue ahí cuando Rocky llegó. Me defendió hasta el cansancio de montones de zubat y paras que querían devorar mi cuerpo, estaba ensangrentada y él espantó a roscas a cada cosa que se me acercó por horas. No sabía que los paras comían gente, escuché que el hongo que llevan los convierte en carroñeros sin cerebro de a poco, en fin.

- Admirable ¿Cómo no amarlos después de tales gestos?

- No lo podía creer, a pesar de dolor lloraba de la emoción cada vez que me defendió hasta que me encontró un montañero. Yo solo pedí que se ocupara del graveler, que estaba extenuado y me desmayé.

- Aguantaste demasiado, eres muy fuerte para soportar esa caída. Algo debió ver en ti que despertaste su ternura, por los general con los tipo roca debes ganarte su lealtad, no son muy amistosos.

- No sabía nada de los tipo roca, yo solo quería aprovechar mi ventaja con mi squirtle. Al despertar estaba en ciudad Azulona con mi familia en una sala de cuidados intensivos, me retiré el respirador y pregunté por el graveler.

- ¿Estaba bien?

- Aguardaba por mí en el centro pókemon de Azulona, ni bien puede caminar fui por él y lo abrace como a un amigo de toda la vida. Mi madre quiso que vuelva a casa, perdonándome lo que había hecho, pero me reusé, con Rocky a mi lado sentí que podía ser una gran entrenadora.

Dialogaron por horas, acompañados del repiqueteo de la lluvia. Ian era un entrenador experimentado y viajero, había recorrido el mundo en busca de un buen equipo y ganado tres ligas, la Liga Naranja, la de Teselia y la de Kalos. Le encantaban los pókemon veneno, eran mayoría en su equipo.

- Pensé que serías de los que usan tipo acero o lucha, por tu físico.

- Bueno, gracias por el cumplido, créeme que la rudeza no tiene nada que ver con el equipo, más bien con la actitud. Conocí hombres más rudos y fuertes con pókemon hada.

- ¡Qué gracioso! Los estereotipos son malos, muchos se sorprenden de mi graveler, se creen que como soy mujer debo ir con un pókemon pequeño y tierno.

- Hablando de tu amigo, que clase de amistad tienes con él ¿Si sabes a lo que me refiero?

- Parecida a la tuya con Naya. Aunque cada tanto tenemos derechos. Una vez me vio al bañarme…

- Hermoso espectáculo, sin dudas.

- Gracias.- Sorprendida por el halago- Él pensó lo mismo, ya que descubrí desde ese día que podía tener una tamaña erección. No te das una idea, debe de ser el miembro más grande de un primer estado. – De repente se perturbó.- No debería contarte como siguió eso.

- Creo que nos contamos mucho Mercy, estoy encantado de conocerte- Acariciándole la mano, a pesar de las apariencias parecía muy tierno. – Me encantan las personas de mente abierta, que se dejan llevar por las aventuras.

- Bueno, soy entrenadora, vago por el mundo desde los doce, eso te hace confiada y valiente.
Devolviéndole el gesto de la mano, ella se mordió el labio levemente mientras le dedicaba una mirada penetrante.

- Ya hablamos suficiente- Con una decisión tomada muy clara, en un susurró le dijo- Quizás puedas mostrarme donde queda mi habitación, para que pueda… agradecerte.
Se miraron a los ojos y el hombre asintió.

- No tienes que hacerlo, quise ayudarte porque me enterneciste al llegar y…

- Quiero hacerlo- Lo interrumpió, no se iría de allí sin darle una merecida prueba de afecto a ese hombre tan cautivador.- Si solo lo haces con pókemon traigo un disfraz…

- No sería necesario, eres lo más atrapante que vi en años, sígueme. Rooney, cuídame la campera, buenas noches.

- Buenas noches, espero con ansias tu próximo show, dulces sueños.- Y el dueño rió al ver que subía con la chica, sin dudas envidiando su captura.

Sorprendida de subir a una habitación con un hombre al que le llegaba al pectoral y casi le triplicaba en edad. Tales diferencias la hicieron excitar, era la primera vez que estaba con alguien tan grande, incluso después de recuperarse de sus heridas, fue a “agradecerle” al montañés que la salvó y se sorprendió al saber que tenía solo treinta.

Graveler y gardevoir subieron a la par de ellos.

- ¿No se pondrá celosa? Rocky no se preocupa, no me cela.

- No te preocupes, no lo hago con ella, a Naya le encanta mirar, es voyeurista, y tengo algo que mantendrá ocupado a tu amigo.- Ian sacó una pokebola.- La habitación ocho es para nosotros, pero él puede ir a la habitación contigua con ella…

Del objeto cilíndrico brotó uno de los pókemon femeninos más deseados por los pokefílicos, un lopunny. Ian se le acercó y le murmuró su accionar, su pókemon rió y asintió al instante.

- ¿Qué dices Rocky? ¿Te interesa conocer a mi amiguita?

Rocky miró a su entrenadora, y al ver que ella lo dejaba, aceptó. Ambos pókemon entraron en la habitación y cerraron la puerta.

- Descuida, está muy acostumbrada a estas cosas, no solo es una combatiente excepcional, también…- El hombre no pudo seguir, la chica se le colgó para dedicarle un beso muy húmedo y sonoro.

Se besaron frente a la puerta con énfasis. A ella le encantaba sorprenderlos, dar el primer paso, el segundo, el tercero si era necesario, quizás eso la volvía una puta, pero no le importaba, le encantaba relacionarse con el sexo opuesto de esa manera.

- ¡Hey se escucha desde abajo! ¡Entren de una vez!

- A la orden… a veces es un aguafiestas, entra primero preciosa.

- Gracias gentil caballero- Aunque sabía que era para verle el voluminoso trasero, cuya calza dejaba apreciar una prenda íntima minúscula.

Una vez adentro siguieron besándose. Curiosamente Ian era un poco lento, la besó como por quince minutos, acariciando su cabello, espalda y posando sus manos en su cintura. En ese tiempo, otros hombres ya le estarían sobando las tetas. Le gustaba que se tomara el tiempo en cada paso, sin embargo, ella tenía prisa por mostrar su total entrega.

De refilón vio unos ojos brillando en un rincón y un sonido de succión húmedo. Era el pókemon voyeurista gardevoir en la oscuridad de un rincón, sentada, admirando la escena. Ella no comentó nada y se dedicó entera al hombre.

- Besas muy rico Ian…- Llevando su mano a su miembro. Por suerte lo sintió muy sólido- Para que no replicara nada continuó con el beso, que iba por un estado muy avanzado, en el que se encontraban con las lenguas fuera de la boca.

Sin previo aviso se arrodillo y tras sentir la dureza del pene por fuera, lo liberó. Era mejor de lo que esperaba, a diferencia de la mayoría de los entrenadores, que tenían sus zonas íntimas descuidadas, sucias y apestosas, él era pulcro y se notaba aseado, Tenía los bellos cortos y solo sobre el trono, todo lo demás, era suave como si fuera un jovencito.

- Vaya ¿Cómo llegue aquí abajo?- Y cuando estaba por llevársela a la boca, Ian la detuvo.

- Es malo para tus rodillas, siéntate en la cama, estarás más cómoda.

- Mmmm que caballeroso, como os digáis gentil mozuelo.

Una vez sentada no tardo en llevarse ese pene a la boca y lamerlo con devoción. Le mostró toda su experiencia al hacerlo sin manos, con las manos, masturbándolo mientras le succionaba el escroto. No daba más de la excitación, su vulva estaba empapada y la humedad se veía en su calza. Para solidificarlo más aún, se sacó la remera y el brasier para mostrar sus tetas. El hombre empezó a manosearlas con ahínco sin preguntar.

Sus senos eran portentosos, a pesar de su juventud había heredado los mismos genes que su madre y sus pechos se bamboleaban libres, el hombre los tomaba de los pezones con delicadeza, pellizcándolos, endureciéndolos hasta hacerle doler levemente. Los apretaba con una mano en cada teta y masajeaba como si estuviera untando algo.

Mercy sintió el efecto deseado en el pene, era un miembro importante al cien por ciento, calculó que debía andar en los 22 centímetros, de solo imaginar que ese tronco venoso y oscuro estaría dentro de ella la volvía loquita.

Le indicó al hombre que se quitara la remera negra, y le rebeló un físico portentoso, muy viril con tatuajes bastante desprolijos y algunos obscenos.

- Acábate en mi boquita, una acabadita rápida para que entre en calor, quiero tu leche…

- Como digas…- Mientras ella apresó su glande con su boca, le manoseaba las bolas con una mano y las nalgas con la otra, el hombre se masturbó con esa deliciosa sensación en varios punto de su cuerpo mientras sentía el aluvión de feda salir dentro de los labios de la jovencita.

Tras la acabada Mercy no dejó caer ni una gota, ya que el glande nunca salió de su boca, y lo dejo salir succionándolo bien para sacarle todo de adentro. Luego le enseñó la lengua blanca y aceitada de semen y tras cerrarla y tragarse todo, la tenía limpia.

- Muy rica. Gracias.

- Podría acabar en segundos nuevamente, no puedo creer tus tetas, quiero chuparlas.

- Como gustes. Soy toda tuya.

Mercy fue acostada y el hombre sobre ella, de costado, empezó a besar sus pechos turgentes sin llegar aún a sus mastoides. Su enorme mano se metió bajo su apretadísima calza y tomó su bombacha para estirarla, y la estiró para remarcar su vulva al máximo contra la calza. Quedó con la parte que cubre la vagina afuera y el hilo de la cola en su sexo, así pudo frotarla desde afuera, con esa visión tan hermosa que eran sus labios remarcados y empapando la prenda cada vez más.

Mercy se preocupó, el olor de su sexo era demasiado fuerte. Recordó que debía pegarse un baño en lo de Antón, no se bañaba con agua dulce y jabón desde hace una semana en un hotel. Ian estaba engolosinado con sus pezones copito de color rosado, los chupaba como si estuviera bebiendo leche de ellos. Sus dedos gruesos y fuertes la frotaba desde el ano hasta el clítoris de manera rítmica, su boca chupaba más ruidosamente…

En la habitación de al lado el sonido de las relaciones se incrementaba, graveler era un experto, no solía tener relaciones con otro pókemon, pero Mercy sabía que podía complacer a cualquier cosa con vagina.

- Es hora de que te devuelva el favor…

La acomodó con facilidad con las piernas frente a él, su calza era un charco y se la sacó toda pegoteada. Sus dedos habían quedado todos aceitosos. Ya sin la calza, con la vagina apenas cubierta por el hilo de su prenda, Mercy le expresó su inconveniente a la vez que cerró las piernas.

- Perdóname Ian, olvidé algo… no estoy limpia, no quiero hacerte mal.- Se levantó para darle un beso reconfortante.- ¿Te la puedo chupar de nuevo? Te la mamaré hasta dejarte satisfecho.
Ian sin embargo se liberó de su abrazo, la acostó de nuevo, y abrió sus piernas.

- Si estas sucia entonces el perfume de tu vagina es auténtico, original, te voy a comer la conchita en toda su gloria.- Y pasó sus dedos húmedos por su nariz.- Mmmm que olor fuerte, es el éxtasis.

- No tienes que hacerlo… no es… ooooh

Ian hundió su nariz en su vagina y respiro tan fuerte que sitió un poco de flujo ser aspirado. Se quedó sintiendo su fragancia a entrenadora traspirada por un minuto, sin que el dejara de dedicarle una mirada de esclavo. Luego le retiró la bombacha por completo. Admiró la vulva desnuda y brillante como si mirara un cuadro de arte. Paso su mano para sentir el vello púbico corto, de dos semanas y separó los labios mayores para destapar la cavidad rosada.

- Te preocupas por nada Mercy, quita esa carita de preocupación. Si supieras el estado de las entrenadoras que me he tirado… es normal que estas cosas pasen...- Y se comió el interior de la vulva con desesperación. Su boca grande y fuerte la comía entera, como si estuviera hecha a medida, succionaba sus jugos olorosos y labios menores como si quisiera arrancarlos de su vagina.

Su lengua oprimió el orificio orinal y luego pasó a su clítoris, masajeándolo con fervorosa habilidad.

- Oooh ooohh oohooh Mmmm Sí, Ian, cómela toditaaaa…- Y arqueó la cadera para apretar el platillo contra el comensal.

Extasiada, justo cuando los dedos del hombre golpeteaba su clítoris, llevó su boca a la abertura vaginal para empaparse de una andanada de chorros de flujo.

Ian emergió con el mentón baboso y su lengua limpiándose con la misma.

- No podrías estar más lubricada, es hora del la verdad. ¿Quieres hacerlo?

- Ya te lo dije, soy toda tuya.- Abriéndose de piernas por completo…- Si te gusta probar platos picantes, es tu día.

- Me encantan, pero a mi manera, me gusta comerlos de pie.- Haciendo uso de su fuerza, la levanto como quien levanta una mochila y la acomodó de parado. Las manos del hombre, firmes como si fueran de hierro dejaban marca en sus grandes nalgas mientras el pene se abría paso por el hueco lubricado.

El sexo se volvió duro como a ella le encantaba, contra una pared sintió el pene golpetear contra su cérvix y luego otra vez, de pie en el medio de la sala, luego la castigo contra la puerta, muy cerca de donde gardevoir se masturbaba en silencio.

El pókemon, en su curiosidad se acercó gateando como un gato a observar el pene mojado entrando y saliendo a velocidades vertiginosas, los testículos del hombre golpeteaban fuerte contra los cantos de la entrenadora ante la mirada atenta de la fémina pókemon.

- Mmmm oooh ooooh Naya nos mira, ve como me reventas la concha… mmmm.

- Le gusta ver la acción de cerca, veo que no te incomoda, parece que me ahorcas el pene con tu vagina.

- Es algo que aprendí, y lo hago cuando mmmmm.- Justo cuando hablaba le apuñaló el fondo de la vulva poniéndole los ojos en blanco del goce- cuando alguien me encanta.
Siguieron por varios minutos, Ian se tiró en la cama para tenerla sobre él pero ni desde abajo dejó su postura de dominante, ya que la bombeó con su cadera haciendo un escándalo.

- Quiero… que… te vengas en mi… vamos.- Le dijo mientras le besaba los pectorales. Era un hombre enorme para ella, nunca había estado con alguien tan grande. Notó un tatuaje perturbador del cráneo de un espeon bastante diabólico.

- Donde tú quieras…-Y tras una embestida dantesca a velocidades vertiginosas, le descargó montones de disparos de distinta intensidad bien en el fondo de su sexo, dejándola boba del placer.

Gimió como una loca en celo, dejándole las uñas clavadas al hombre, sin dudas a pesar de su aspecto angelical, Mercy era toda puta cuando estaba con alguien indicado. Al ser acostada el semen se escurría por entre sus labios, y ella lo hundió bien adentro con sus dedos, sintiéndose llena. Luego llevó ese dedo blanco a su boca, dedicándole una mirada de éxtasis.

- No entiendo donde estuviste todo este tiempo Mercy. – Admirando su cuerpo desnudo, sus proporciones perfectas, su juventud- Se necesitan más mujeres como vos en este mundo…- Y el hombre la tomó del rostro para besarla con pasión. Su boca era un rejunte de sabores y ella le devolvió la intensidad.

- Pienso igual Ian, necesitaba tanto esto, gracias por darle una oportunidad a una pendeja como yo…- y vio que gardevoir se acercaba para abrazar a su entrenador, o amigo, seguramente celosa.- Dime Ian, ¿Lo has hecho alguna vez con ella?

- No tenemos esa clase de relación, es cariñosa y le gusta verme, pero luego le agarran los celos… le prometí no ser esa clase de entrenador, cuidarla, respetarla… en todo el mundo es el pókemon juguete sexual, y eso me repugna un poco.

- Entonces, eres de los que están a favor de la pokefilia, sin practicarla.

- Para nada, la practico, pero ella es mi amiga, es especial de otra manera… La practico con Loo, y otros, pero con ella es diferente.

Sentándose al lado del hombre, sintiéndose enana.

- ¿Qué es diferente Ian? Tienes una gardevoir hermosa, el pókemon más parecido a una persona, quizás deberías preguntarle.

Ian se incorporó y comenzó a vestirse.

- Lo siento, la cagué, no quise tocar ese tema, perdóname.

- Esta bien, solo vayamos a buscar a los pókemon de al lado. ¿Vienes?- Sin embargo, Naya se ofreció a ir, quizás quería ver ese espectáculo también, la cuestión es que quedaron solos y el hombre notó que había algo que no había disfrutado aún.

- Tienes un culo precioso Mercy, esas calzas son afortunadas de contener tal cosa.- El hombre se lo masajeaba, le apretaba las nalgas y las separaba, como era obvio que haría, las separó para ver el ojo negro que ocultaban.

- ¿Te gusta mi culo?

- Disculpa, no puedo resistirme.- Y lo que Ian hizo la hizo saltar. Hundió su nariz en su ano y respiró aún más hondo que cuando lo hizo con su vagina. Eso provocó que detuviera el sexo oral.

- Ian, para… recuerda que estoy sucia, no lo hagas ahí.

- Me encanta el olor de tu culo- Y lo vio llevar su boca hacia allí…

- … no, no metas tu lengua…- Decididamente estaba fuera de control, el hombre estiro su anillo astringente con los dedos y metió su lengua en su centro, haciendo círculos para probarlo en su totalidad. Luego lo taladro como si quisiera llegar a su centro, con una devoción admirable ¿Por qué todos los hombres le hacían eso a su trasero? Hombres y pókemon, Rocky también metía su lengua en su ano sin avisar, y prácticamente, la culeaba con su lengua.

Con los extremos de su sistema digestivo ocupados ya que se chupaba los dedos mugrientos de semen invadida de una ninfolepsia incontenible.

- Ian, termine… - Mencionó al tragar el último grumo de sus dedos- te vas a enfermar si sigues chupándome ahí.

Pero el hombre se tomó su tiempo, de seguro no creería que un culito así se presentaría seguido en su vida, por lo que se quedo hundido entre sus carnes tiernas dejándole Ian el ano como un anillo por el que pasaría un caramelo raro. No contento con violentarla con la lengua, le metió dos dedos hasta el fondo para sentir su resistencia haciendo gancho.

- Por favor… hoy el culo no.

- Si te la metiera aquí hoy quemaría todas las naves en una sola batalla. – Acostándose contra ella- Me encantaría dejar lago para una próxima vez Mercy.

Y estando acostados la abrazó cubriéndola desnuda por completo.

Mercy casi no pudo dormir. Estaba sobre excitada, con la cabeza a mil revoluciones, quería saberlo todo sobre el hombre que la abrazaba, sus seños, objetivos, metas, todo, y tan solo sabía que era perfecto en la cama. Ian hacía cucharita con ella, envuelta en esos brazos musculosos y tatuados, con Rocky contra el pie de la cama, roncando como de costumbre, supo que era el inicio de una aventura especial. Después de conocerlo no quería conocer más nada, quería seguirlo a donde sea que vaya.

A la mañana, Ian no estaba, y notar eso como primera cosa de día, la devastó.

- ¿Lo viste irse Rocky?- Su pókemon negó con la cabeza. Él tenía una extraña sonrisa el rostro- ¿La pasaste bien, no hijo de puta?

La chica iba a vestirse, pero si antes estaba sucia, con semejante acción sexual, definitivamente apestaba a inodoro de recital. Sus calzas tras llevarlas una semana, mojarlas con la lluvia y luego el fruto de su excitación, estaban casi como un trapeador. No sabía qué hacer, quería decirle adiós a Ian, se negó a creer que la había dejado como si fuera una vulgar ramera. La había hecho sentir especial.

En eso, pasado varios minutos mientras observaba el bosque desde la ventana, la puerta se abrió.

El hombre traía ropa para ella. Mercy no pudo evitar emocionarse ante su llegada.

- Quiero aclarar algo preciosa, te tengo mucha estima, quiero verte una y mil veces más, pero no te hagas ilusiones de noviazgo corazón… soy antes que todo, un hombre libre.

-Lo sé, solo quería decirte adiós, no es que este ilusionada o algo así… yo también quiero volver a verte.- Observando la ropa que le trajo- Es hermoso ¿Dónde lo compraste?

- En un viaje relámpago, tengo motocicleta. Puedo acercarte al pueblo Azalea si lo deseas.

- Me encantaría, aunque no quiero abusarme.- Ya le había dado demasiado, le había pagado la estadía, le dio una noche para el recuerdo, y ropa nueva, que se trataba de una calza larga, dos panties, medias secas y una remera.- Ya me diste demasiado.

- No es problema el dinero, ahora bajemos a comer algo. Estoy hambriento como entrenador novato. ¿Y tu Rocky? ¿Quieres repetir el pastel de grava?

- ¡Graaaaveler! – Asintió con énfasis.

- No abuses de su hospitalidad Rocky, comerás rocas del camino, no más.

- Mira, no te lo comenté, Mercy, soy miembro de una banda de éxito, llevo un buen pasar, deja de preocuparte por los pokecréditos, por favor.

- Esta bien, gracias.- Y le besó la mejilla con cariño. Hacía tiempo que deseaba ser cariñosa con una persona.

Tras una noche fantástica, siguió un desayuno memorable en el que conoció mejor a ese hombre que la capturó por completo. Tras ganar las ligas y considerarse un buen entrenador, comenzó a participar en una banda musical. Volviéndose así baterista de un grupo llamado Diminox, de un género que desconocía, muy extrema, de buen pasar. La calavera de espeon que llevaba tatuada era el isotipo de ella.

- Hablamos básicamente de dioses, míos, leyendas, abordadas desde lo épico y sinfónico que nos puede dar el sonido. Tenemos temas muy pesados y otros más sinfónicos, relajadas. Somos variados.

Graveler y gardevoir dialogaban en su lenguaje en un rincón de la posada recién comidos entre el murmullo de pocos entrenadores que merendaban cerca de ellos, quién sabe que se decían.

- Toma estas entradas, no tienen vencimiento, puedes venir con Antón o cualquier amigo, sé que no es tu estilo de música, pero si me avisas, puedo dedicarte un tema…

- Soy abierta de mente, voy a ir… es en ciudad Porta Vista, hermosa ciudad. Estaré ahí ¿Debo ir de negro, no?

- Nos veremos antes y te regalaré una remera de la banda. Vamos, te acerco de un viaje.- Se despidieron de Rooney, mientras ella aprovechó para disculparse una vez más, y tras meter a sus pókemon en sus pokebolas, iniciaron el viaje.

El hombre la dejó en la puerta del gimnasio con forma de domo, con un beso estampado en su frente, como si fuera un padre, liberó a gardevoir de su encierro y ella suplantó su lugar. Ella liberó a su amigo también.

- Hasta que nos veamos en Porta Vista. Adiós.

Y la dejó allí, con unas ganas locas de correr tras él. Quería seguirlo, acompañarlo a donde fuera, conocer su hogar, su mundo, sin embargo se perdía en el camino de tierra a altas velocidades.
Observó las entradas en su bolsillo, al menos una nueva cita estaba pactada, y hasta ese día, Mercy Macdowell contaría las horas hasta volver a ver a su nueva obsesión, aquél hombre que podría ser su padre, Ian.



Gracias! espero que les haya gustado! 😉 No se que tan quisquilloso es Taringa con los fanfic pero si les gusto por las dudas copienlo a su ordenador (capaz tiene algo "fuera de la raya";))
Si hay algo que debería cambiar avísenme, estoy abierto a sugerencias. Y no me pidan secuelas, porque tiene una, pero definitivamente, no puedo subirla. Gracias por su atención!

3 comentarios - Fanfiction de Pókemon: Una entrenadora llamada Mercy

LuckosnA +1
+10 totalmente excelente, deberias continuar