Una diosa. Capitulo 1

Una diosa. Capitulo 1

Esta es la historia de Gabriela, una diosa de 25 años que tiene muchas ganas de contarnos su vida repleta de hombres, amigos, engaños y muchas anécdotas sexuales. Esta historia es ficción, eso no quiere decir que algunos hechos no sean reales…


Capítulo 1: Empezamos
¡¿Ay por donde arrancar a contar mi historia?! Sí, sí ya se, por el principio, pero no es tan fácil, hay personas que forman parte de mi vida desde hace años pero toman protagonismo mucho tiempo después, no es tan fácil. Bueno, empiezo contándoles quien soy. Mi nombre es Gabriela Faríaz, tengo 25 años y soy una diosa. Tengo un cuerpo hermoso, que lo mantengo desde los 16 años y cada día estoy más fuerte. ¿Me van a decir agrandada? Soy alta, de 1,80 aproximadamente, bien flaca, con una cola increíble, bien parada, trabajada y un buen par de tetas que para colmo vivo mostrando con remeras apretadas y escotadas. ¿Me van a acusar por eso? Todas lo hacemos. Tengo el pelo rubio largo, ojos celestes, nariz chiquita, labios divinos y una sonrisa perfecta. Y sí, soy una fanática del sexo, ¿quién no lo es? Una vez que lo probás y le agarrás el gusto no podés parar. Viví tantas cosas que me es difícil acordarme de algunas. Noches románticas, tardes salvajes, mañanas agitadas, días completos de sexo, algún que otro rapidito, con un hombre, con dos, con tres, mujeres, hermanos, amigos. Creo que lo mejor va a ser entrar en detalles en las anécdotas más fascinantes ¿no? Bueno como era de esperar, empecemos por el principio, por la primera vez.
Yo era una nena bastante zarpada ya desde chiquita, me gustaba provocar a los chicos con mi cuerpo, vistiéndome bien trola y calentándolos para dejarlos al palo. Pero nunca me había animado a ir más allá. Esto pude ser que se deba a que fui a un colegio exclusivo de mujeres y la falta de hombres en el curso se notaba, en especial sobre las chicas de mi grupo. Éramos 7 en el grupo, las otras 6 eran: Andrea la más grande que ya había cumplido 18 en ese momento, Daiana y Florencia mis dos mejores amigas y con las que iba a vivir muchas cosas, Paola la más santita del grupo que con el tiempo se iba a convertir en una trola más y Flavia y Ailín ambas de novia esta última no tan unida al grupo pero con el tiempo se iba a ir acercando más.

En las vacaciones de Julio del 2008 comenzó la locura pre Bariloche. Estábamos todas muy emocionadas. Daiana, Florencia, Paola y yo (el grupo más unido) nos veíamos todos los días y planeábamos cosas que hacer, ropa que llevar y no podíamos esperar. Una tarde que nos habíamos juntado en la casa de Flor, nuestro lugar de reuniones frecuentes, empezamos a hablar de miles de cosas y el tema sexo no tardó en salir. Flavia, la experta en el asunto, nos contó que ella y Fermín, su novio, lo hacían todo el tiempo y que a ella le fascinaba. Daiana había estado con un amigo de ella, pero solo unas veces y la cosa había quedado en nada porque él no quería ponerse en algo serio. Florencia hacia poco había tenido su primera vez con un amigo de inglés y estaba re enamorada del chico, pero aparentemente él no le daba ni bola.
Cuando me preguntaron a mí en que andaba, les dije que no tenía nadie con quien probar. Obviamente a mi me gustaba Hernán, el hermano de Daiana desde hacia años y de hecho habíamos transado en el cumpleaños de 16 de ella y en más de una ocasión estuvimos por irnos a la cama, pero no podía hablar de él en frente de ella así que no dije nada. Mi sueño hubiese sido que mi primera vez sea con él. Es tan hermoso, divino, precioso, todavía me vuelve loca como si fuese una nena de 15 años. A pesar de eso había otros chicos en mi vida y la presión y las ganas de probar me estaban volviendo loca. Tenía que hacerlo. Mucho más cuando Fla (Flavia) me dijo que lo hiciera porque me iba a terminar encantando.
Así que al día siguiente empecé a hablar con Hernan para ver de encontrarnos, mensaje de texto va, mensaje de texto viene le dije que me gustaría que nos viésemos los dos un día solos. Él me dijo que el viernes a la noche tenía la casa para el solo y acepté en ir. Sin embargo las cosas no salieron tan bien. Yo era chica y cuando mi mamá se enteró que no me iba a juntar con las de la secundaria enseguida se dio cuenta que me iba a ver con un chico y me prohibió salir. Así que me quedé con las ganas de verlo ese día y él se terminó enojando y después de tildarme de calientapijas me dejó de hablar por un tiempo. Obviamente eso me puso muy mal y estuve unos días medio tirada, enojada con mi vieja y que casi ni quería salir de casa. Pero cuando lo hice, fue lo mejor que pude hacer.

El sábado 2 de agosto salimos a una fiesta que organizaban los de la escuela de Fermín y ahí me encontré con una persona que iba a cambiar las cosas. Lo había conocido hacia unos meses gracias a mi hermano mayor (sí, sí tengo un hermano más grande, se llama Julián y en ese entonces tenía 19 años), ya que era compañero suyo de la escuela, pero no se llevaban muy bien. Sin embargo a mi me había encantado. Era lindo, alto, musculoso, cuerpo bien bronceado, simpático y era hermoso. Este chico se llamaba Javier.
Bailando de manera provocadora, como siempre lo hacíamos con las chicas, provocamos que un grupo de unos 6 chicos se acercara para hablarnos. El que me tomó por la cintura a mi era él. Enseguida se dio cuenta quien era yo y nos pusimos a hablar lo más bien. Era tan simpático y tan chamuyero que la conversación la iba llevando para los lados que él quería y después de un rato, mientras Daina se comía a otro de los chicos y Andrea rechazaba a otro, nosotros nos fuimos contra una esquina del lugar y empezamos a apretar.
Me comió la boca como loco y apretó su cuerpo contra el mío que estaba contra la pared. Apoyó sus manos sobre mi cintura y las fue moviendo de a poquito hacia mi cola y cuando me di cuenta uno de sus dedos se había paso entre mis nalgas. Yo empezaba a calentarme y no se me ocurrió algo mejor que provocarlo, refregando mis tetas sobre su pecho y metiéndole la rodilla entre las piernas. La cosa, si la veías desde afuera, debía ser algo muy porno.
Javier no se quedó atrás y me propuso que nos vayamos a su casa, cosa que yo me negué de entrada, diciéndole que no podía dejar solas a las chicas. Sin embargo vimos como Florencia y uno de sus amigos estaban tranzando al lado nuestro y Javier resolvió la situación diciéndole a ellos dos de irnos los 4 hasta su casa. Mi amiga me miró como diciendo, dale vamos y terminamos los 4 en la casa de Javier, ellos en el livin, nosotros en la pieza de él.
A pesar de que yo estaba caliente, estaba muy nerviosa y él estaba muy lanzado, así que le terminé confesando que yo era virgen y a él pareció encantarle esa confesión. A partir de eso cambió bastante su postura, y nos acostamos más tranquilos en la cama y a medida que me besaba por todos lados me iba hablando y preguntando distintas cosas de mi vida. Cuando me di cuenta, estábamos los dos casi desnudos y él con la cabeza entre mis piernas.
Me bajó la ropa interior y me la sacó de manera bien suave. Yo estaba muy nerviosa, pero él supo hacer todo de manera excelente. Comenzó por darme unos besos bien suaves y bien tranquilos sobre los muslos y cuando ya no quedaba lugar por besar, empezó a chuparme la concha de una manera excelente. Obviamente yo no era ninguna puritana, me había tocado en miles de ocasiones, sabía cómo darme placer, pero esa noche sentí algo excelente por primera vez, que un hombre con experiencia te la chupe de esa manera. Movía su lengua de lado a lado sobre mi cuerpo y mi clítoris que me calentaba como loca.
Estuvo un buen rato ahí y logró volverme loca. Después se levantó y volví a acomodarse a mi altura y tras ponerse un forro empezó a metérmela. No lo voy a negar, al principio me dolió, pero una vez que la tuve toda adentro y después de un rato de hacerlo bien suave, quería más. Javier levantó su cuerpo apoyando sus manos a cada lado del mío y fue cogiéndome cada vez más rápido, con más ganas. Sentía una calentura que me invadía por dentro y solo podía ser saciada por él y por su hermosa verga de casi 20 centímetros (nada mal para empezar ¿eh?).
Cuando ya llevaba un buen ritmo lo único que yo sentía era placer. Era una sensación hermosa que nunca antes había sentido y me volvía loca. El emitía fuertes suspiros y de vez en cuando algunas exclamaciones como “sí” o “uh que lindo”. Yo estaba callada, de mi boca solo salían besos que le daba cuando él se acercaba y el resto del tiempo me dedicaba a disfrutar.
Después de eso Javier me hizo acomodarme contra el borde de la cama y él se paró en frente mío, me levantó las piernas y volvió a metérmela, siempre suave, despacio, tratándome con mucha delicadeza. Ahí me siguió cogiendo, esta vez un poco más fuerte, de manera más violenta, pero dándome muchísimo placer. Me dolía un poco, era una sensación rara pero me gustaba. Sentir otro cuerpo penetrándome así me daba mucho morbo y me volvía loca.
Me siguió cogiendo así, bien suave, con las piernas en alto mientras sentía su enorme pija entrar y salir de mi cuerpo. Veía su cara que denotaba un placer enorme y él me miraba con ganas. Cuando me empezó a dar un poco más fuerte mi cuerpo llegó a un momento de placer enorme y minutos más tarde sentí como él acababa, llenando el forro de semen.
Después me dejó acostarme en la cama y él se acostó al lado mío y me abrazó y me besó. Nos quedamos un rato ahí, él me preguntó si me había gustado y yo le contesté un simple “Sí”. Era verdad, me había gustado, lo había disfrutado, esa noche me iba a casa satisfecha. Pero con el correr de los días me iban a agarrar ganas de más. Meses más tarde me iba a volver una adicta al sexo.

SIGUIENTE

3 comentarios - Una diosa. Capitulo 1

kramalo +1
esta bueno..!! si empezastes asi...ja!! no quiero ni pensar lo que debés ser...jeje!!
HistoriasDe
Gracias! Tenés 49 capítulos más para entretenerte con la historia de Gabi.
Gracias por pasar!
Crazypussyman
ummmmmmm muy bueno, imposible contener la ereccion al leerlo, gracias por compartir!!!!