Con Tamara en la oficina

Luego de un excelente fin de semana, volvía al trabajo ansioso por saber cómo sería la reacción de Tamara luego de nuestro primer encuentro. Al llegar, primero como de costumbre, encendí los equipos y esperé.

Por la mañana habitualmente había poca gente en la oficina, en total cuatro personas, y justo este lunes sabía que mi jefe estaba de viaje y que otra compañera debía salir a hacer trámites, por lo tanto habría un momento para estar a solas con Tammy.

Escuché una llave en la cerradura, era ella, quien pasó directamente a mi box a desearme un buen día con un tímido beso en los labios. No hacía falta mucho más, con los recuerdos del sábado pasado y la imaginación de las cosas que me gustaría hacerle, me empalmé en el acto. Pero no había tiempo para continuar, ya entraba a lo oficina nuestra colega faltante.

Durante unos minutos mantuvimos una charla bastante caliente por WhatsApp hasta que por fin quedamos solos.

Cuando me dirigía a su box, ella iba saliendo camino a la cocina a preparar un café.

- ¿Querés un café?
- Bueno. Gracias. Justo iba a hacerme uno -mentí-.

Entró a la cocina y la seguí apreciándola desde atrás. Traía una calza de infarto que apenas traslucía una pequeña colaless a la cual imaginé en mi poder, como un trofeo que al final de la jornada debía estar en mi bolsillo. Arriba no era menos llamativa, tenía una camisa negra semitransparente con sus deliciosos pechos cubiertos por un corpiño del mismo color, que en ocasiones daban la falsa sensación de mostrar sus pezones.

No pude esperar más. Me acerqué suavemente y puse mis manos en su cintura, ella quedó congelada al sentir mi primer beso en su nuca. Los siguientes besos fueron aumentando en intensidad, así como la respiración de Tamara y la dureza de mi pija ya apoyada sobre su culito respingado.

Unos momentos después estábamos besándonos con desenfrenada pasión. No podíamos parar aunque nuestros cuerpos clamaban por otro tipo de contacto. Sin embargo ella reaccionó.

- Esperá. Esto es peligroso. Nos pueden ver -me dijo separándome un poco-.
- Por eso debe ser tan excitante.
- Si, pero está doblemente mal.
- Mmmm, bueno, paremos, pero con una condición.
- ¡Qué miedo! ¿Cuál?
- Quiero un recuerdo tuyo.
- ¿Que recuerdo -preguntó entre avergonzada y seductora-?
- Quiero... una foto de ese culo, así como se ve con esa calza -cambié la idea de pedirle la bombacha temiendo ser rechazado-.
- Nooooo. ¿Para qué querés eso?
- Para admirarlo cuando no te tenga cerca.

Se sonrojó y fingió ignorarme mientras terminaba de batir el café. Me entregó uno y recogió el suyo llevándolo a su box. Segundos después entré con la taza en una mano y mi celular en la otra. Tamara entendió mi indirecta, se inclinó apoyando sus antebrazos en su escritorio mostrándome su majestuoso orto. Mi verga estuvo lista antes que mi cámara; aun así actué profesionalmente y busque el mejor ángulo para tomar un par de fotos.

El paisaje era espectacular, su calza se había estirado haciendo totalmente nítida una bombachita clara perfectamente encajada entre sus glúteos. Su cintura era una tentación, el lugar de agarre para violentas embestidas con las que fantaseaba mientras hacía unas capturas más.

Era en vano seguir conteniéndome. Guardé el celular y de un tirón dejé al descubierto su culito tan deseado. Tamara hizo un ademán de resistencia que quedó totalmente anulado cuando mi lengua hizo contacto con su ano.

- ¡Ahhhhh! ¡La puta que lo parió -gimió-!
- ¿Te gusta?
- ¡Ay, sí, no parés! ¡Ahhhh!

Continué jugando con mi lengua en su culo que empezaba a dilatarse. Luego recorrí toda su concha y me detuve a chuparle los jugos que emanaba deliciosamente.

Con cada uno de sus intensos gemidos sentía mi verga más hinchada, la sentía explotar. La liberé bajando el cierre de mi pantalón y moviendo a un costado el bóxer y la camisa. Era el momento de meterla, y lo hice suavemente, sintiendo cómo las paredes de su vagina le daban una cálida y húmeda bienvenida.

Ahora la tenía sujetada de la cintura y bombeaba de forma pausada disfrutando al máximo de la vista de su cuerpo. Deslicé mi mano izquierda por debajo de su camisa y encontré sus pechos corriendo hacia arriba su corpiño. Al sentir mis dedos pellizcando y estirando con fuerza uno de sus pezones estalló en nuevas exclamaciones de placer y groserías.

El ritmo de las penetraciones aumentaba y nuestros jadeos crecían en concordancia. Seguramente no dispondríamos de mucho tiempo más, por lo cual colé mi mano derecha en su entrepierna y la masturbé con vehemencia. Su orgasmo fue una explosión de lujuria.

Ya bajando el ritmo, tomé nuevamente el celular y disparé a la escena de mi verga parcialmente enterrada en su brillante conchita.

Inmediatamente saqué mi pija, Tamara se volteó subiéndose la ropa, se sentó y la tomó para metérsela en la boca y darme una de las mejores felaciones que haya recibido en mi vida. La chupaba con tanto deseo que no pude contenerme mucho tiempo y eyaculé con fuerza dentro de su boca. Se tragó todo y la lamió un rato más para asegurarse de no dejar ni una gota de semen.

En el preciso momento que nos terminábamos de arreglar alguien llamaba a la puerta.

3 comentarios - Con Tamara en la oficina

Chiquidelsur
Buenaso loco...quiero ver ya las fotos que sacaste...que lindo tener una compañerita asi..