La semilla inutil - Capitulo 13: La pintora

Aclaracion: Todos los personajes involucrados en actos sexuales son mayores de edad. Con respecto a los demas, se reserva la informacion.

Puede contener lenguaje ofensivo y situaciones maduras (ademas de las sexuales)

Capitulo anterior: http://www.poringa.net/posts/relatos/2803607/La-semilla-inutil---Capitulo-12-Perdido.html

Demás está decir que pasé un verano de perros a causa de Olinda, o mejor dicho a causa de su ausencia. Me sentía acabado, viejo, triste. Flaco(?), ojeroso, cansado y sin ilusiones. Y, a pesar de que hablaba casi a diario con Beatriz por whatsapp, sentía que ya no era lo mismo y me hundía en un abismo.
Contraviniendo todo lo que Olinda me contó de su barrio (“peligroso como balacera en ascensor, Juli”), hice una incursión en él y, preguntando, di con su casa. Yo sabía que ella ya no estaba allí, pero de alguna manera el hecho de ir hacia el lugar donde ella había vivido me hacía sentirla cerca. Creo que yo ya estaba loco.
Su madre me recibió. Para no hacerla larga, simplemente anoto que la señora me conocía, me contó de cómo Olinda había sufrido y de cómo había recuperado la sonrisa al conocerme, que se veía que se estaba enamorando y que volvía a maquillarse y a vestirse mejor.
- Todos los días rogaba para que mi Oli siente cabeza y se quedara contigo: eres un buen chico - me iba diciendo mientras me acompañaba a la parada del bus -. Pero nada, pues. Cuando me comunique con ella, le diré que viniste: éso le dará mucha alegría.
Saqué de mi bolsillo la cajita que contenía la sortija que no llegara a darle a Olinda.
— Podría dársela? Era para ella y me parece injusto que no llegue a sus manos.
— Lo haré, lo prometo.
— Dígale también que aprobé todos mis cursos.
Por aquel entonces decidí emplear mi tiempo en adelantar algunos cursos que debía. Lamentablemente la mayoría se cruzaba con los cursos propios del ciclo. Sólo tenía espacio para la pintura, y eso. Amén de que nunca pisé el jardín de infantes y que sólo sabía dibujar manga. Me inscribí y tarde fue cuando me percaté que se cruzaba con mi curso de práctica instrumental.
La única solución era buscar otro horario para la pintura, así que fui a hablar con la maestra, Patricia Guzmán.
Me imaginé a una vieja, no a una chiquilla: delgada, de caderas pronunciadas y un culo con forma de corazón. Sus pechos se insinuaban como dos frutas de estación. Su rostro era alargado, los ojos eran brillantes y los llevaba detrás de unas gafas que le daban un aire intelectual falso. En resumidas cuentas, se parece mucho a la chica que viste el fin de semana pasado en la discoteca y a la cual no te atreviste a sacar a bailar. Ah, y se había teñido las puntas de su cabello. Al ojo, no tenía más de 23 años (luego me enteré que tenía más de 40, pero vamos por partes).
- Hay un par de horas que tengo libres el día miércoles - me dijo con un tono oficinesco, aunque su voz estaba cargada de gallos -, puedes venir esos días después de clases? Eso sí, serias el único alumno.
Agradecí la oferta y le dije que estaría allí. Me pareció muy rica y pensé que podía usar mi clase particular para intentar algo. Total, la suerte hasta el momento me había acompañado.. o no?
Por aquel entonces la Universidad había adquirido el terreno colindante y había instalado allí unos cuantos salones. La mayoría no se usaban nunca. En el salón más apartado es donde me había citado la profesora Patricia. Toqué la puerta.
- Pasa - me dijo desde adentro.
No esperé encontrarla cubierta únicamente con una bata. Y, antes de que piensen que éste relato pasó a la categoría de cosas-que-nunca-me-pasarán-a-mí, me dio una aclaración.
- El último ciclo de especialidad está compuesto por puras chicas. Hoy trabajamos desnudo femenino. Quieres ver el avance de una de las mejores?
En el tono de su voz se transmitía una seriedad que resultaba a instantes hasta cortante. Asentí, aunque creo que no era necesario.
Me mostró las líneas en un pliego de cartulina (aclaro que el trabajo era impecable, más no habían plasmado en el a la maestra, sino más bien a otra alumna). Con su tono de voz habitual, me iba explicando.
«Esto no cuenta como exhibición de pornografía?» pensé.
- Éste está casi terminado - dijo, sujetando otro pliego -. Un excelente trabajo, la modelo fui yo.
Me pareció ver una media sonrisa aletear en su boca. El dibujo era casi una fotografía, realmente excelente. Tanto que hasta me provocó una armada de carpa antológica.
En ese preciso instante, al levantar la mirada de dicha obra de arte, vi que la maestra se estaba acomodando parte de la bata. Parte que hasta hace unos instantes se había deslizado dejando al descubierto un seno perfecto.
Ella notó que algo había logrado ver. Me sostuvo la mirada, mientras yo recordaba una de mis máximas en mi filosofía de vida: mientras no hayas muerto, sigue viviendo.
- Ven acá, Julián - me dijo. Su voz era neutra.
Me acerqué y, como siempre, mi verga traidora abultaba la entrepierna de mi pantalón.
Patricia me miró de pies a cabezas (no es error de tipeo). Luego centró su mirada en mis ojos.
- Viste mis pechos?
En ése momento tuve la certeza de que no oía bien, pero asentí como un autómata.
- Mentiroso, sólo pudiste ver uno.
Creí que me había salvado porque se rió. Pero, cuando yo había empezado a reirme se puso seria.
- Eres virgen?
Negué con la cabeza.
- Bien, además se nota y se rumorea. Chúpame los pezones y olvidaré que me viste - dijo, mientras se abría la bata.
A esas alturas del partido yo ya había perdido todo rastro de dilema moral. Me entretuve primero en el pezón izquierdo, recorriendo la aureola del firme globo.
- Mmmmm, mmmmm. Sí, bebé. Así...
Luego pasé al otro seno, cuyo pezón ya estaba erecto. Lamí, chupé, succioné con verdadero ahínco, mientras Patricia parecía llegar al orgasmo «sólo con eso?» pensé.
No me aguanté más. La subí al escritorio y la desvestí. No se depilaba, eso me pareció sucio y delicioso. Estaba a punto de zambullirme en ella, cuando me detuvo:
- Espera un poco. Acaso piensas que vamos a cachar así nomás? Quieres embarazarme o qué? Puedo tener más de cuarenta años, pero sigo siendo fértil. Debes tener un condón por ahí.
Por toda respuesta busqué en los bolsillos de mi caído pantalón mi «diploma de estéril». Se lo tendí, lo leyó inmediatamente.
- Interesante. Suena demasiado bueno. Entonces es hora de que explores mi chucha.
Me encantó como hablaba, como toda una perra. Le metí la verga de golpe, hasta las bolas.
- Ah, que bien. Tu si sabes como tratarme. Muévete rápido que estás con una mujer, no con tu novia chibola. Eso, dame duro papi.
Patricia tenía la costumbre de hablar demasiado durante el coito. Supe que tendría que acostumbrarme.
Mi pinga se hundía en su concha, entrando y saliendo rápidamente. No estaba muy lubricada, pero era suficiente. Vi que ella tenía estrías y un poco de celulitis en la cara posterior de sus muslos. Me dije a mí mismo que ella era una mujer hecha y derecha, y que las mocosas eran cosa del pasado.
Patricia posó sus pies en mi cintura, aferrándose a mí y evitando que nos separemos. Mejor cara de puta no he visto ni veré jamás.
Rápidamente cambié de posición, haciendo que ella me montara.
- Profesora, -le dije - para dominarme puede hacer otras cosas, más divertidas.
Ella sonrió mientras daba saltos sobre mi señor honguito.
- Ahhh, que bien me siento. Siento como tu pinga entra en mi intimidad. La tienes grande, gorda y cabezona.
«Dos a uno a mi favor, Merrian. Y eso que mi amazona decia que la tenia gruesa,además. El problema eras tú, que la tenías como bolsillo de payaso» pensé, mientras masajeaba sus tetas lascivamente.
- Que rico lo haces, mi niño. Me encanta tu pene, tan joven y lleno de vida.
« Y a mí me gusta tu vagina vieja, que parece tener una sabiduría milenaria», dije mentalmente, para no arruinar el momento.
- Dámelo, - gimió - derrama tu líquido tibio dentro de mí. Hace mucho que no siento algo así. Termina, es una orden. Termina que yo estoy a punto de terminaaaar...
No podía. Estaba muy excitado, con mucho deseo pero sentía que mi venida andaba demasiado lejos.
Tenía que concentrarme. «Por todos los dioses, pensé. Estoy tirandome a un mujerón, ella me desea, estamos en un salón, ella es mayor, tiene más experiencia... y no puedes chorrear unas gotas, maldito?»
No lograba concentrarme, faltaba algo pero qué?
«Olinda»
Ante el recuerdo de mi bella amazona logré venirme tal como me pidió mi profesora. Sentía mi miembro escupir su néctar blanquecino mientras la vagina de Patricia me apretaba deliciosamente.
La pintora me descabalgó suavemente. Entre los labios de su vulva se escurrió parte de mi semen, ensuciando mi pierna izquierda.
Nos reímos y nos vestimos. Ella me iba hablando.
- Siendo sincera, Julián, no creí que pasaría esto. Debes pensar que soy una enferma.
Le garanticé que no. Antes bien le dije que era la primera vez que me acostaba con una mujer tan exuberante y deliciosa.
- En lo personal, me has hecho sentir deseada. Mi marido es un idiota, ya no veo las horas de que me de el divorcio. Estoy segura que el próximo mes sale y por fin ya no tendré nada que ver con el impotente ése.
Limpiamos un poco y nos fuimos.
- Si sigues así, aprobarás sin duda alguna, mi niño.

Continuará...

Nueva co-protagonista. Para los que gustan de las MILFs
El proximo capitulo llevara por titulo: Habla, jugador. Nos vemos el proximo domingo

1 comentario - La semilla inutil - Capitulo 13: La pintora