La semilla inutil - Capitulo 9: Oh, linda!

Aclaracion: Todos los personajes involucrados en actos sexuales son mayores de edad. Con respecto a los demas, se reserva la informacion.

* A partir del presente capitulo, estos pueden contener lenguaje ofensivo y situaciones maduras (ademas de las sexuales)

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Todos tenemos una persona que representan el hito entre un antes y un después, por lo general se trata de alguien que parece sacado de nuestros sueños. Alguien, en fin, a quien amar sinceramente, a pesar de todo.
Pero no nos adelantamos. Luego de terminar con la chica fresa, demoré un tiempo en decidir conquistar a Beatriz. Aún no me decidía cuando me sorprendió con una noticia:
- Dejaré de estudiar un tiempo, burrito. Volveré el próximo año, ja!
Eso envió al tacho mis planes porque, después de todo, de qué me servía una flaca a la que no iba a ver hasta dentro de un año? Y eso que tal vez no nos volvíamos a ver. Ese mismo día la vi y me di cuenta de que la ojos de gatito tenía buenas tetas.
Por aquel entonces mi profesor de guitarra me había estado preparando para tocar, como solista, un festejo (ritmo costeño de raíces africanas, tan complejo que hasta los músicos más curtidos no se ponían de acuerdo sobre si estaba en 6/8, 3/4, 2/2, 4/4 o 12/8).
Luego de presentar el tema frente al mencionado maestro y al profesor de percusión, el primero me dijo:
- Julián, está impecable. Tienes el ritmo, la intensidad, el color. Pero no suena «negro». Falta sabor...
- Eso se puede corregir, papá - me dijo el profesor de percusión-, tienes que vivir en Chincha.
- No hay tiempo- respondí. No podía ausentarme de Lima.
- El tema está bien, pero no transmites el ritmo negro.
- Creo que tengo una solución...
Mi profesor y yo miramos a nuestro acompañante. Sonrió y dijo la palabra que, hasta hoy, se mantiene en mi mente:
- Olinda.
Olinda. Percusionista. Ganadora de concursos nacionales de cajón y bongó, participante de congresos internacionales (como ponente), alumna en la Universidad de Bellas Artes y maestra en la Municipalidad del distrito donde vivía: La Victoria..., una chica prodigio, en fin. La idea era que ella me acompañara para tocar en el recital en el cual mi profesor me había inscrito.
Me la presentó ese mismo día. Alta, un poco más que yo, extremadamente delgada pero con curvas y dueña de un trasero redondito bien levantado. Su rostro era triangular, sus ojos eran grandes y de forma de almendra. Su nariz era respingada y un tanto pequeña, y tenía pecas en las mejillas. Tenía una suave melena castaña que normalmente debía llegar hasta su cintura pero que ella sujetaba en mil y un formas. Su voz era un tanto infantil y ronca a la vez, e irradiaba tanta personalidad que era imposible no sentirse un tanto apabullado. Ese día se había vestido con unos jeans y una casaca celeste de cuello alto.
Me miró de pies a cabeza y, mientras mascaba chicle, me dijo:
- Hola.
No miento, desde el primer momento que la vi me di cuenta que la había soñado hace muchos años.
Escogió un salón para nuestros ensayos, Ohhhh casualidad, el mismo donde tiré con El Cuerpo. Me sentí raro allí y Olinda se dio cuenta.
- Oe, que te pasa?
Le dije que no me pasaba nada, pero no me creyó y me dijo, por toda respuesta:
- Aquí fue donde te tiraste a Merrian?
Enmudecí. Como lo sabía?
- Todo el mundo lo comenta, es rato que alguien no lo sepa. Eres una leyenda viviente.
Me contó que conocía a Merrian, alguna vez hasta coincidieron en reuniones pero no eran amigas.
- Donde botabas los condones? En el tacho es peligroso.
Saqué mi diploma de estéril. Olinda lo leyó y luego me miró. - Es en serio?
Asentí. Le conté la historia y le causó gracia.
Le pregunté por casualidad si conocía a Lakshmi.
- No. Quién chucha será? Bien, será mejor iniciar.
Al principio nos cruzabamos, pero luego empezó a fluir. A pesar de eso, Olinda no estaba convencida.
Ella retomó la cuestión de mi esterilidad y a causa de ello empezamos a hablar de sexo (en realidad acerca de Merrian y yo). Ella se vacilaba, tenía una sonrisa maléfica. En algún momento creí que se mordía el labio inferior.
- Bueno, basta. A tocar.
Le dinos un par de pasadas, pero seguía sin convencerla. Me miró muy seria y me dijo:
- Hazlo bien una vez y te la chupo.
Me reí y ella sonrió. Respiré y arranqué el tema, tratando de que saliera impecable. Al terminar me puse de pie, abrí los brazos en la típica pose de triunfo, pero Olinda, sin moverse de su cajón, me dijo:
- Deja tu guitarra a un lado.
Obedecí. Pero, cuando vi que se arrodillaba frente a mí, me sobresalté. Como si fuera un idiota, le pregunté qué estaba haciendo.
- Lo que te dije, te la voy a chupar. Pero ay de ti si cuentas algo.
Empezó a desabrochar mi pantalón y trató de sacar mi verga afuera, pero estaba tan dura que no podía hacerlo con facilidad.
- Vaya que tienes potencia, huevón. Esto va a estar bueno.
Bajó un poco más mi pantalón y mi pinga saltó, ansiosa.
Le comenté al vuelo que no tenía mucha preferencia por las mamadas para disimular mi tensión.
- Eso era hasta antes de conocerme. Y cállate ahora o no hago ni mierda.
Lamió mi verga desde el tronco hasta casi llegar al glande. Repitió la operación nuevamente por todos los lados (?) de mí miembro. Me miró y, sin quitarme los ojos de encima, introdujo la punta de mi pincho en su boca.
La sensación fue extraordinaria. Nunca había tenido una real mamada, una Mamada ( con mayúscula).
Y Olinda succionaba mi sexo como si su vida dependiera de ello. A instantes entrecerraba los ojos con lo cual podía apreciar sus largas pestañas y otras clavaba su mirada color caramelo en la mía.
Hizo un alto para protestar:
- Se puede saber por qué mierda no te vienes?
La verdad, y se lo hice saber, yo mismo lo ignoraba. Olinda dejó de mamar y se quitó la parte superior de la ropa, quedando en un delicioso topless.
- A ver si te excito y la haces corta -dijo, mientras sonreía.
Veía sus pechos pequeños con los pezones oscuros, tan cerca y tan lejos de mí. Verla en esa situación me hizo hervir la sangre y sentí el cosquilleo tantas veces señalado.
Traté de alertarla, pero me ignoró. Traté de separarme, pero ella me sujetó de las caderas. Mi semen brotó, incontrolable, indómito.
Olinda acusó el primer chorro en su garganta, tragando con si se tratara de un dulce. Mi segunda emisión fue directo a su paladar. Mi tercera emisión fue más suave y allí ella inició una succión controlada, como si quisiera sacar hasta la última gota.
Finalizó con unas lamidas espectaculares a la cabeza de mi miembro, limpiando cualquier rezago de mí material genético.
- Que tal?
- Delicioso. No sabía que me gustaban las mamadas.
- Estuviste con chicas que no sabían hacerlas -observó Olinda. Luego dijo-, tu pene estaba rico. Es grueso, eso me gusta.
Salimos a la calle y, en ése preciso momento, mi celular empezó a sonar.
Olinda me lo quitó y contestó en mi lugar:
- Aló, sí? Quien habla?... La qué? ... Lo siento, se está bañando. Jódete. Bye.
Al principio me quedé inmóvil. Luego ella se echó a reír, divertida.
Y yo también me rei.

Continúara...

Bien, comenzamos con nueva co-protagonista y cumpliendo con un capitulo nuevo cada domingo..., un excelente recomienzo...

Si te gusto el capitulo de hoy comenta, y si deseas tambien puedes recomendar..., a fin de que estos relatos puedan llegar y divertir a mas gente.

El proximo capitulo lleva por titulo: "Choclop!" Nos leemos el proximo domingo

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