El Detective Cornudo (Parte 1)

En aquellos días, cada vez que tenía delante al esmirriado de don Alfonso, no podía evitar que aquella frase se repitiera en mi cabeza de manera obsesiva: “Este cabrón le ha visto el coño a mi mujer, este cabrón le ha visto el coño a mi mujer”



*************************************************************************


En aquellos días, cada vez que tenía delante al esmirriado de don Alfonso, no podía evitar que aquella frase se repitiera en mi cabeza de manera obsesiva: “Este cabrón le ha visto el coño a mi mujer, este cabrón le ha visto el coño a mi mujer” y tenía que aguantarme porque necesitaba el trabajo, en aquella puta agencia de detectives privados, como el comer, pero un sentimiento de rabia y de impotencia se apoderaba profundamente de mí, porque yo “era” un hombre celoso por naturaleza y ni siquiera soportaba que la mirasen los tíos cuando íbamos por la calle.

Y esto es así porque mi Begoña es de ese tipo de mujer que, aunque se ponga unos pantalones anchos y desangelados, se le marca un culo que corta la respiración, con esas piernas largas y bien formadas que tiene y esas tetas que hacen que los hombres se vuelvan a mirarla cuando pasa, así que no os digo nada cuando se pone unos leggins o una faldita corta.

Luego, ese sentimiento fue cambiando poco a poco y la rabia se mezclaba con un sentimiento extraño y vergonzante, porque al pensar que aquel viejo baboso, que se peinaba tapándose la calva y siempre iba enchaquetado como un petimetre, había penetrado en la intimidad más secreta de mi mujercita, me causaba algo bastante parecido a la excitación sexual, como si yo mismo fuese también un voyeur que estuviese contemplando a mi esposa a través de los ojos de mi jefe.

Todo esto sucedió a raíz de mi imprudente afición por grabar a Begoña con el móvil y es que mi mujercita está tan buena que tengo fijación por verla desnuda a todas horas, en el PC de casa, en el de la oficina, en el mismo móvil cuando tomo el metro para ir a trabajar…..por eso no pierdo ocasión de retratarla ligerita de ropa o en pelota picada, sobre todo los viernes por la noche cuando salimos a cenar y ella se arregla y se pinta, que está superseductora y al volver a casa me suele hacer un numerito de striptease.

En una de esas ocasiones, estaba tan enfrascado en la contemplación de mi costilla en el ordenador de la oficina, que no me di cuenta de que el director de la agencia, ese esmirriado baboso, estaba detrás de mí, hasta que me atacó por la retaguardia pillándome in fraganti

- ¡¡¡Hombre, Ramiro, me parece muy bonito, en vez de trabajar para ganarte el sueldo que te pagamos, te dedicas a holgazanear viendo porno en internet!!!

- No, no, don Alfonso, verá usted, no es lo que parece

- ¡¡¡Sí, sí, claro, hombre y ahora me dirás que estabas trabajando en el balance de cuentas o en ese informe que te pedí para mis socios hace tres días y que no hay manera de que termines de una vez!!!

El cabrón estaba enfadado de verdad y yo temí que me echase a la puta calle, porque ya me había amenazado dos veces con el despido y la cosa no iba muy bien en la empresa, yo creo que si no me había largado ya era porque mi padre y él son amigos de la infancia, así que intenté zafarme con un argumento a la desesperada

- No he entrado en internet don Alfonso, es que son unos videos privados de Begoña, mi mujer, y me ha pillado usted cuando los iba a pasar del móvil a un pendrive, porque he pensado que si me roban o pierdo el teléfono, no vea la que me puede liar

- Ahhh..….¿Son unos videos de tu señora?…..¿De Begoñita?, ¡Qué rica! Hace tiempo que no la veo, bueno, siendo así pase por esta vez pero no quiero que se vuelva a repetir ¿eh?, las cosas personales se hacen en casita ¿entendido?….aquí se viene a trabajar

- Gracias don Alfonso, enseguida termino con esto, voy a…..

- No, no, no, muchacho, deja eso ahora, me urge mucho más que me vayas a…….esto……..mira, llégate…….llégate al archivo y búscame todos los expedientes de abril de…….de abril del ochenta y dos, eso es…..del ochenta y dos, vamos, aligera que es muy urgente

¡Grandísimo hijo de puta! Me tenía pillado por los huevos, así que le eché una mirada asesina para ver si cedía, pero a un ex policía, fullero y cabrón, no es nada fácil acojonarlo y me tuve que largar con viento fresco del despacho, dejándole el campo libre y el ordenador abierto a su completa disposición.

De camino al archivo iba recapitulando en mi cabeza los videos que contenía aquella carpeta y se me ponían los pelos de punta, enrojecido de ira, nada más que de pensar en las imágenes de las que podría a disfrutar el muy mamón si se ponía a curiosear.

Para abrir boca, estaba el video de Begoñita durmiendo a pierna suelta en la cama después de la fiestecita del viernes noche, bocabajo, con un camisoncito corto de raso negro, remangado hasta casi la cintura y unas braguitas blancas de lycra, que se le metían por el surco del culo y dejaban aquel par de nalgas gloriosas casi completamente al aire, con aquella marca blanca del bikini resaltando en sus cachas morenas ¡Casi nada!

Después venía un striptease integral que mi amante esposa se había trabajado a conciencia, pues primero se quitaba, muy lentamente, un trajecito corto de encaje negro que le queda supersexy, luego se quitaba el sujetador transparente, y seguía luego quitándose más y más cosas…. un liguero francés, sus medias de seda negra a juego, que se ceñían como un guante a sus hermosos muslos, sus pendientes y su collar de perlas falsas. Por quitarse, se quitaba hasta el pasador del pelo, dejando su melena morena y rizada caer en cascada pos su espalda

Aquello lo terminaba bajándose las bragas hasta los tobillos mientras se contoneaba bamboleando suavemente las caderas y quedándose completamente desnuda con sólo los zapatos altos de tacón de aguja, poniéndo a continuación las posturas más guarras y provocativas que conoce. ¡Joder! A mí, que estoy harto de verla en pelotas se me empina la polla nada más que de recordarlo, así que imaginad como estaría el baboso de don Alfonso, viéndolo todo a lo vivo, en la pantalla.

Y como colofón del espectáculo, un video grabado después de volver de la piscina municipal, en el cual se veía a Begoña en el cuarto de baño con un bikini azul y unas cuñas altas de esparto, preparándolo todo para ducharse. Yo, como buen mirón que soy, me recreo en sus movimientos gráciles, ataviada sólo con aquel escueto bañador y la pillo en las posturas más sugerentes.

Plasmo con la cámara del móvil el momento en que se desata la parte de arriba y deja libre ese hermoso par de tetas, altivas y arrogantes, con sus rosetones marrón oscuro y sus pezones tiesos y erectos, porque nota que la estoy mirando y sé cuanto la excita exhibirse ante mí.

Luego, me englorio espiando el momento en que se desanuda los dos lacitos de las bragas del bikini, primero en una cadera y luego en la otra, y se quita la parte de abajo con un ademán desenvuelto, dejando al aire su felpudo de vello púbico, rabiosamente negro en la marca blanca del bañador.

A estas alturas del relato, os confieso que estoy empalmado como un burro al recordar aquella escena, así que me imagino que mi jefe se correría en los calzoncillos cuando la pudo contemplar directamente en la pantalla del PC, tan hermosa y lozana, bajo la ducha. Con la piel morena y brillante por el agua y las marcas blancas del bikini simulando un bañador inexistente, etéreo y transparente, o sobre todo cuando haciendo un mohín gracioso a la cámara empieza a tocarse el clítoris, porque sabe que me vuelve loco grabarla cuando lo hace.

Aun hoy me parece estar oyendo sus gemidos apagados mientras se masturba con su mano enjabonada y resbalosa, cuando se sienta en la placa de ducha y con las piernas completamente abiertas me enseña el interior rosado de su vagina, cuando con los dedos separa aún más los labios del coño para que yo introduzca mi mirada en él, con el zoom del móvil y luego me pueda pajear sin que ella me vea.

¡Madre mía! Cuando volví del archivo, don Alfonso todavía estaba sentado en mi sillón, con la cara congestionada y un hilillo de baba en la boca. El muy cerdo no tuvo ni siquiera la decencia de disimular, sino que me espetó en mi misma cara

- Vaya, Ramiro, te felicito, tienes una mujercita muy guapa, y además es muy……fotogénica, sí, esa es la palabra……fotogénica

- Pero, hombre, don Alfonso ¿cómo ha podido hacerme eso? es un delito espiar los videos íntimos de otras personas, no está nada bien que….

- Mira, Ramiro, no me digas a mí lo que es delito y lo que no lo es, en el ordenador de mi agencia puedo mirar lo que quiera y no te pongas farruco que todavía vamos a tener un disgusto

Yo estaba furioso y con ganas de estrangular aquel cuello de pollo pelón, y durante un par de meses aquella frase de “Este cabrón le ha visto el coño a mi mujer” me estuvo machacando en la cabeza, pero comprendí que poniéndome agresivo llevaba las de perder, además, como ya os he dicho, pensar en mi mujer desnuda a merced de las miradas de aquel sátiro canijo, me empezaba a producir un placer extraño y morboso que nunca antes había sentido, que me encogía el estómago por la emoción de la misma vergüenza y me hacía cosquillitas en los testículos.

La táctica de mostrarme humillado y vejado por aquella tropelía de mi jefe, pareció dar mejores resultados que la violencia con aquel cabronazo, porque después de tantos días con la cara seria y triste, haciendo ver que estaba muy ofendido por ver a mi mujer expuesta a sus apetencias de voyeur, conseguí que me llamara a su despacho y que me hablara con algo parecido a la afabilidad.

- ¿Me ha llamado usted, don Alfonso?

- Si, Ramiro, pasa y siéntate, que quiero hablar contigo (su tono tenía un tono lastimero, por lo que al principio me temí lo peor)

- Comprendo que te sientas mal por lo que pasó con los videos de tu mujer, muchacho, pero creo que no es para tanto. Al fin y al cabo yo ya soy viejo y casi como un padre para ti y para Begoñita, os conozco desde que sois unos críos y vuestros padres son mis amigos (yo ni decía nada, ni movía un músculo de la cara, sino que me mantuve con la cara de funeral hasta ver por donde salía el hijoputa)

- Y para demostrarte que en el fondo te aprecio te voy a proponer para un ascenso a los socios de la agencia

- ¡¡¡Hombre don Alfonso, eso sería estupendo, muchas gracias!!! (aquello ya tenía otro color)

- Empezarías como encargado del archivo, con un aumento, claro, y te quedarías fijo en plantilla y para el puesto en la secretaría contrataríamos a alguna chica competente

Todo aquello sonaba muy, pero que muy bien, sobre todo lo del aumento de sueldo y lo de hacerme fijo, pero ¿a que no sabéis en quien estaba pensando el cabronazo para el puesto de secretaria? ¡Bingo! Habéis acertado. Begoña estaba citada aquella misma tarde a las seis para una entrevista personal. Seguro que el viejo verde se había encaprichado de ella después de ver aquellos tórridos videos de mi mujercita en pelotas.

Cuando se lo dije, la pobre, hasta lloró de la emoción. Llevaba dos años largos, prácticamente desde que nos casamos, echando currículums por todos sitios sin que la llamaran nunca y ahora esto suponía el final de nuestras penurias. Yo fijo en plantilla y con un aumento y ella con trabajo decente ¡Pagaríamos la hipoteca sin problemas! Y llegaríamos bien a fin de mes sin ayuda de nuestros padres, así que diez minutos antes de las seis, se presentó toda arregladita y maquillada en las oficinas de la empresa para que yo la llevara directamente ante el hijoputa, como si llevara un corderito al matadero.

- Don Alfonso, ya ha llegado Begoña, ¿podemos pasar?

- Si, si claro, Ramiro……pero pasa mujer, que alegría, cuanto tiempo sin verte, ¿tus padres están bien? Dale recuerdos de mi parte cuando los veas

Se levantó como un rayo del sillón de cuero negro y rodeó la mesa para darle dos besos y un abrazo a mi mujer. Nunca lo había visto tan amable con nadie, la verdad, y aquel recibimiento tan efusivo pareció alagar bastante a Begoña

- Ven, vamos a sentarnos aquí, muchacha, estaremos más cómodos…..y tú, Ramiro, vete al archivo y déjanos solos, que en las entrevistas de trabajo, los maridos sólo sirven para poner nerviosas a mujeres tan guapas como la tuya

Yo, que estaba con la mosca tras la oreja, hice lo que me decía, pero como buen detective al salir no cerré la puerta del todo para poder espiar desde el pasillo toda la entrevista, sin perderme ni un detalle.

Begoña estaba preciosa y radiante, con un trajecito azul marino muy corto y ceñido (exageradamente corto y ceñido, diría yo), con unos tirantes muy finitos y un gran escote de pico que dejaba claro que no llevaba sujetador y su melena recogida en un moño que dejaba al aire su bonito cuello, dándole un aire muy elegante y profesional.

Mi jefe estaba sentado en una butaca, de espaldas a la puerta y la invitó a ella a sentarse en la otra butaca, frente a él, muy cerca, como si fuera a confesarla un cura. Los dos teníamos el mismo ángulo de visión así que yo estaba viendo exactamente lo mismo que veía el cabronazo del director y nada más empezar la entrevista, ya comprendí que Begoña estaba dispuesta a todo con tal de conseguir el trabajo.

Se sentó muy púdicamente, sin cruzar las piernas ni separarlas ni una pulgada, pero precisamente aquella forma tan irreprochable de hacerlo creaba un efecto devastador, porque siendo el vestido tan corto y ajustado se le subía inevitablemente, dejando al aire las tres cuartas partes de sus muslazos, gordos y morenos, y en medio de ellos, destacando como un semáforo en la oscuridad de la noche, se vislumbraba el triangulito blanco de sus bragas.

Don Alfonso se removió inquieto en su asiento y carraspeó mientras miraba descaradamente hacia la entrepierna de mi mujer y ponía su manaza en uno de los muslos de Begoña

- Bueno, Begoñita, dime ¿tienes alguna experiencia en puestos similares?

- Claro don Alfonso, bastante experiencia, trabajé de secretaria en varias empresas hasta que me casé

Mentía descaradamente, pero yo estaba seguro que el mamonazo lo sabía perfectamente y no le importaba lo más mínimo, porque además, en ese momento, Begoña hizo el intento de buscar unos papeles en el bolso que tenía a los pies y, al inclinarse, el escote se le abrió de par en par, enseñándo las tetas a placer durante unos segundos eternos. Si yo se las vi perfectamente desde unos cinco metros, imaginaos como se las vería él, sentado justo enfrente.

- Aquí tengo un currículum por si usted quiere estudiarlo

- Es igual, es igual, muchacha, déjalo ahí, después se lo das a Ramiro, pero…..ahora que lo pienso, creo que es mejor hablar contigo de algo que nos interesa bastante más que ese currículum

Ella se inclinó para dejar el bolso de nuevo a sus pies, volviendo a proporcionarle al jefe una privilegiada visión de sus tetas, pero esta vez con un añadido más, pues al hacerlo separó, como por descuido, sus muslos rellenos y bronceados, y sus braguitas quedaron completamente expuestas ante los ojos de don Alfonso, que se levantó sin dejar de mirárselas y se dirigió hacia su mesa.

- Ven querida, quiero que veas algo, acércate…….esto ha llegado hasta mis manos, como podía haber llegado a manos de algún sinvergüenza, pero afortunadamente yo soy un hombre discreto y he conseguido que la cosa no salga de aquí

Tomó posesión de su sillón de cuero y empezó a clickear con el ratón del PC con mi mujer situada de pie, a su lado. A Begoña se le cambió la expresión sonriente cuando miró la pantalla y ahora parecía perdida y sonrojada. Seguro que aquel hijoputa había pirateado mis videos y ahora se inventaba una milonga acerca del porqué estaba en posesión de aquel tesoro

- ¡¿Pero esto que es?! ¿De dónde lo ha sacado? ¿Quién se lo ha dado?

- Tranquila, tranquila, mujer, no tienes de que avergonzarte, en mis manos estos videos están seguros, no va a haber ningún problema

- ¿Qué no va a haber problemas? ¿Le ha enseñado esto a alguien más? Ahora mismo se lo voy a decir a mi marido y ya veremos lo que dice él

- Muy bien, adelante, si no te interesa trabajar para mi agencia lo entenderé, yo sólo quería ayudarte, pero si tu marido se pone farruco cuando le digas lo de los videos, tú serás la responsable…..aunque sigo pensando que no tienes que avergonzarte por una tontería como esta, eres una mujer muy deseable y a mí me ha costado un buen dinero que el sinvergüenza que los tenía no los difunda entre tus amistades y familiares para chantajearte o colgarlo en internet

Aquello lo cambió todo, porque mi mujer dejó el tono beligerante de una manera inmediata y adoptó una actitud resignada y humillada

- Si, tiene usted razón, don Alfonso, videos como esos los hacen todas las parejas y no tiene importancia. Que alguien como usted, caballeroso y sensato, los vea por accidente tampoco es una deshonra, digo yo, sobre todo si no se aprovecha de ellos

- Eres muy razonable, Begoñita, pero comprende que me han costado un buen dinero y alguna compensación debo tener………pero bueno, yo creo que vamos a entendernos muy bien y que vas a ser una excelente secretaria…….y tu marido un excelente jefe del archivo ¿comprendes lo que te quiero decir, preciosa?

Había girado el sillón y tenía a mi mujer delante, situada entre sus piernas

- Ahora, después de lo que has visto ¿Te importaría si te hago un…….examen personal, a fondo, para ver si cumples los requisitos del puesto? ¿Te parece bien? ¿Estarías de acuerdo? Si no estás de acuerdo, no pasa nada, claro, pero eso ayudaría a convencer a mis socios de que eres la chica idónea para el puesto

- Pues…...si, si, claro, estoy dispuesta, don Alfonso, adelante con…….el examen…….a fondo, estoy a su disposición

Ella parecía muy nerviosa y tartamudeó al dar su consentimiento a lo que se le venía encima, pero cuando el director colocó sus manos en los muslos de mi mujer, Begoña no pudo evitar dar un respingo. Luego empezó a subir las manos llevándose con ellas el vestido hacia la cintura, dejándolo arremangado sobre las caderas

- ¡Don Alfonso ¿Pero qué me está haciendo? Por favor, conténgase, que mi marido puede entrar y tiene un pronto muy malo

- ¿Contenerme? Venga, déjate ya de tonterías y bájate las bragas de una vez, preciosa, tu marido no vendrá hasta que yo lo llame

Obediente y en silencio, ella se llevó las manos hacia la prenda y empezó a bajárselas lentamente, como hacía conmigo cuando me provocaba con sus stripteases, parando al llegar a las ingles y enseñándole al hijoputa el felpudo enterito, pero sin dejar que se le vieran los labios del coño

- ¿Tengo que bajármelas del todo, don Alfonso?

- Sí, muchacha, del todo. Es más…..cómodo

Ahora sí que se las bajó hasta los tobillos y se las sacó por los pies, quedándose con el potorro al aire, delante de los ojos del baboso y abriendo las piernas todo lo que pudo para facilitarle las cosas al muy satirón. El jefe, tranquilamente, alargó una mano y se la puso en el culo atrayéndola hacia él, mientras con la otra se dedicaba a meterle un dedo por la vagina y se la penetraba con avidez.

- Vaya, que suave y calentito tienes esto, niña, y además estas……. ¡Toda mojada! ¡Qué sorpresa!

Yo me quedé de piedra al oír aquello ¿de verdad podía Begoña estar excitada en aquella situación tan humillante y embarazosa? No me lo podía creer, pero viendo que ella ponía sus manos sobre los hombros del jefe y echaba la cabeza un poco hacia atrás, toda ruborizada, empecé a dudarlo. Además, ¿cómo reprocharle nada? si yo mismo tenía la polla en la mano y me la estaba sacudiendo con el espectáculo, a la vez que temía que entrara alguien en la oficina y me fastidiara el momento.

- ¡Ay, don Alfonso, no siga usted tocándome ahí que no se si podré aguantarme mucho tiempo, por favor…..que soy una mujer casada y mi marido está muy cerca!

La muy hipócrita decía esto mientras apoyaba el culo en la mesa del despacho y levantaba un poco el pubis para que al hijoputa le resultara más fácil meterle mano, sorprendiéndome y dejándome estupefacto cuando vi cómo tomaba la iniciativa sin que nadie se lo pidiese, llevándose las manos a la cintura y agarrando el vestido para sacárselo por la cabeza, quedándose completamente desnuda delante del jefe, que sentado en el sillón seguía follándole el coño con un dedo.

- Mejor, Begoñita, las casaditas jóvenes tenéis experiencia y no hay que enseñaros nada, anda, date la vuelta, criatura

Obediente y sumisa, mi querida esposa, se volvió y se dobló sobre la mesa dejando expuesto el trasero a los ojos y las manos de don Alfonso, que no perdió el tiempo en tonterías y fue directamente al grano. El tío estaba en la gloria, sentado en su sillón de cuero y con mi mujer entre sus piernas, dándole la espalda, poniéndole la retaguardia en bandeja.

- ¡Pero que maravilla de culito tienes, niña! Tu marido tiene mucha suerte contigo, eres una verdadera prenda

Sus manos exploraron cuanto quisieron aquel territorio prohibido que sólo yo debería disfrutar y con descaro palmeó sonoramente los cachetes del culo de Begoña varias veces, haciéndolos enrojecer casi tanto como sus mejillas ruborizadas y provocando que se le escaparan unas lágrimas

- Ay, ay, ay, más suave, por favor, don Alfonso, que me duele

- Está bien, perdona mujer, pero es que no me he podido aguantar la tentación ¡Tienes un culito tan apetecible! además así sabes el castigo que te espera si no eres obediente con el jefe jajajaja unos azotitos en el culo por ser una niña mala….. a ver si esto te gusta más

El esmirriado del jefe, separando con sus manos aquellas nalgas poderosas y prietas, dejó expuestos el ojete del culo y el jugoso higo mojado que tenía delante de sus narices y hundió su cara allí como si de un pastel de cumpleaños se tratara, lamiendo los dos agujeros con un afán y una avaricia inenarrable, provocando unos temblores inusitados en su víctima y haciendo que yo mismo estuviese a punto de correrme.

- Ahhhh, por favor don Alfonso, no me puedo aguantar más, estoy a punto de……ahhhhhh

- No, no, espera, preciosa, espera, que ahora llega lo mejor

El muy cabrón, sin dudarlo un momento, ni pedir siquiera permiso, se levantó del sillón como una centella y se sacó de los pantalones un nabo enorme y enrojecido, con las venas resaltando en su tiesura, agarrando a mi mujer por las caderas y dirigiendo una cabeza gorda y húmeda hacia la misma entrada del coño de Begoña, penetrándola sin contemplaciones de un sonoro empujón ¡¡¡¡¡Splashhhh!!!!!

- ¡Ayyyyyy, bruto, me ha hecho daño! ¡Bestia!

Aquel abuso se convertía ya en palabras mayores. Una cosa era que el hijoputa del jefe le viera el coño a mi mujer, vale, que la manoseara desnuda e incluso que le toqueteara y le chupara sus partes íntimas, bien, pero que se la follara en mis propias narices, como aquel que dice, haciéndole daño, no entraba en mis planes, así que empecé a abrir la puerta dispuesto a intervenir, mientras me guardaba mi propia polla, tiesa y mojada también, dentro de los pantalones, para no dar el cante.

El, con los ojos cerrados y la boca semi abierta, ajeno por completo a mi presencia, presentaba una expresión beatífica de felicidad total, mientras se regodeaba con la almeja de mi Begoñita, y se movía adelante y atrás penetrándola a su gusto y voluntad, agarrándola por las caderas y dándole unos empujones que daban miedo y que hacían que se moviera hasta la pesada mesa del despacho.

Ella, que si tenía los ojos abiertos de par en par, me vio abrir la puerta y, sorprendida y aterrorizada, me hablaba gesticulando con la boca, para que yo leyera en sus labios, sin emitir sonido alguno “NOOOOO, POOOR FAAA – VOOOR, VEEE – TEEE, VEEE – TEEE”, mientras sus tetas saltaban a cada acometida feroz de don Alfonso, incrustando su polla hasta los huevos en el perineo de mi mujer

Me quedé petrificado y sin saber que hacer, porque la razón me decía que tenía que darle un puñetazo a aquel aprovechado mamón y partirle la cara, pero el cuerpo me pedía otra cosa, porque estaba sintiendo placer, verdadero y auténtico placer, viendo a mi mujer follando con otro delante de mí. Un gustazo que me dejaba paralizado y que me recorría todo la espina dorsal como un rayo de energía, con la respiración suspendida en el pecho, el corazón latiendo a mil por hora y la polla palpitando en mi bragueta.

“VEEEE – TEEEE “ La boca gesticulante de mi mujer, articulando exageradamente y en silencio aquellas silabas, me hicieron reaccionar y salir de nuevo el pasillo entrecerrando la puerta tras de mí, para volver a mi oculto observatorio y seguir disfrutando del espectáculo.

Lo cierto es que en verdad era algo digno de verse, porque contemplar a mi mujer desnuda y en acción, con ese cuerpazo que tiene, siendo zarandeada por los pollazos de mi jefe era mejor que la mejor película porno que hubiese visto nunca. Sus piernas largas y poderosas, con aquellos zapatos de tacón alto, intentando afianzarse en el suelo ante los empujones salvajes de don Alfonso, su culo recibiendo los golpetazos de sus huevos peludos, sus tetas gordas y empitonadas rebotando a cada asalto del rijoso director….

- Ay……ay……..ay……..muchacha, que buena estás, que gusto me da follarte el coñito, tu marido a partir de hoy va a tener más cuernos que un miura, te lo juro…aaaaaaaaaggggggggggggggg

- Ahhhhh, no pare don Alfonso, no pare, que me corroooooo

En ese momento pensé que le daba un infarto, porque todo su cuerpo canijo se tensó como un arco y le metió un pollazo a mi mujer hasta las bolas. Su cara enrojeció y sus manos huesudas se clavaron en las enrojecidas nalgas de Begoña y sus cojones exhaustos descargaron una tremenda corrida dentro de ella, rebosando de leche hasta chorrear su amarillento semen por los muslos de mi esposa.

Ella se llevó las manos a la boca para sofocar sus gemidos de placer, mientras el orgasmo le hacía doblar las piernas, con las rodillas temblorosas y su culo se apretaba contra la verga de su ya nuevo jefe, buscando sus últimos espasmos pélvicos para sentir un poco más adentro aquel nabo vigoroso y gordo

¡Menuda puta estaba hecha mi casta esposa! Con que ímpetu había follado la muy guarra con aquel viejo verde y tramposo, que podía ser su padre, sabiendo que yo la estaba viendo y menudo cornudo estaba hecho yo, que me había corrido como un cadete, disfrutando al ver como se la metían a mi mujer y fornicaba con ella un hijoputa cabronazo.

Tardé un rato en asearme en el lavabo y volví lentamente por el pasillo para darles tiempo de recomponerse, pero, no obstante, llamé con los nudillos en la puerta, por si acaso.

- Con permiso don Alfonso ¿Cómo ha ido la entrevista? Espero que mi mujer le haya causado una buena impresión

- Pasa, pasa, Ramiro, ya hemos terminado y puedo decirte que tienes una mujercita que vale su peso en oro, el puesto es suyo

Begoña, con la cara roja, la melena revuelta y la mirada baja, tenía una sonrisita bobalicona y placentera, pero cuando el hijoputa, con la corbata torcida y la chaqueta con un botón mal abrochado, siguió hablando, su expresión cambió totalmente, adoptando un rictus extraño. No sé si de terror, no se si de sorpresa o tal vez de satisfacción, porque lo que dijo el muy mamón fue:

- Aunque, bueno….cuando les cuente a los socios capitalistas de la empresa lo satisfecho que he quedado con ella, tal vez quieran evaluarla personalmente



(Continuará)

2 comentarios - El Detective Cornudo (Parte 1)

sebirra
Gracias x Compartir. Me gusto tu relato
kramalo
jjajaaaaa...!! muy bueno...ahora se van a hacer una fiesta...