16 días cambiaron mi vida II.

Martes, 9 de abril de 2013

Me despierto cerca de las ocho, en las pantallas veo a los niños correteando por el pasillo y el salón.

Con los uniformes del colegio salen con su madre hacia la puerta.

Ana debe haberse ido ya que no la veo. Pero oigo hablar a Lina desde el recibidor.

Lina.- Ana, si no quieres ir sola yo te acerco cuando vuelva de llevar a los niños.

Ana.-No, déjalo mama. Iré sola. Tengo que ir acostumbrándome.

Veo salir a Ana de su habitación restregándose los ojos medio dormida y haciendo un gesto de burla sacando la lengua a su madre, aunque no puede verla.

No utiliza el baño del pasillo y entra en el de nuestra habitación, se sienta en la taza del water para sus necesidades y se quita la blusa y el pantalón corto que se pone para dormir.
Desde que la bañaba con cuatro o cinco años no la había vuelto a ver desnuda.
Se acaricia los pechos, como dos medios limones. Las aureolas pequeñas y rosadas y unos pezones apenas visibles.

Al acercarse hacia el lavabo para cepillarse los dientes, la cámara la enfoca de frente y admiro su pubis cubierto por un suave vello, del mismo color del pelo pero algo más oscuro.
Físicamente se parece mucho a su madre. Ya aparecen las curvas que definen su femineidad, sus piernas largas y finas de muslos suaves coronados por un culo redondo, como tallado por un artista, respingón.

Es muy bella. Me avergüenza espiar a mi hija, pero no puedo evitarlo, quiero saber que hace, como es. Ha cogido un objeto de un cajon del mueble y entra con él en la ducha. Realiza extraños movimientos, al igual que su madre. Es raro.

Observó a través del cristal borroso por el vapor y el agua, que parece entretenerse en sus partes bajas, parece que se está masturbando.

Cuando terminó de asearse va a la habitación de la madre dónde saca, de un cajón de la cómoda, un tanga muy pequeño. No debe cubrir nada.

Unas medias de color arena, ligero y un pequeño sostén de media copa a juego. Se va a su habitación y sale vestida. Una blusa blanca, la falda muy corta, una sudadera y un chaquetón. No
desayuna. Coge su pequeño bolso de colgar y se dirige al recibidor. Se cierra la puerta.
Mi paranoia va en aumento, no conozco a mi familia.

Tengo que saber adónde va, qué hace, con quien se encuentra.
Salgo corriendo para verla salir, no llego a tiempo. Corro hacia la parada del autobús y menos mal, allí está. No me puede ver.
Paró un taxi que se acerca y me subo en el. Le indico que se espere a que llegue y siga al autobús.

Tras un corto recorrido baja y se espera en la parada. Estamos lejos del instituto donde debía ir. Llega otro autobús y lo coge. El tramo es más largo, en una de las paradas desciende, yo le indico al taxista que se detenga a una distancia prudencial, lo despido.

Sigo a mi hija a pie, por las calles de un barrio poco recomendable. Cerca de la Avenida de Moratalaz. A ella parece que eso no la asusta, llama a un piso en el portero, le abre y entra en el edificio. Me acerco y casualmente en ese momento un vecino sale del bloque.
Aprovecho que está la puerta abierta para entrar.

Desde el zaguán veo que llama a un timbre en la primera planta, le abren pero no puedo ver a la persona del interior. Realizó un cálculo para saber qué es la puerta 1º D, me dirijo a los buzones de correo situados en el zaguán, donde puedo ver el nombre asociado a la puerta, una tal María López, a quien no conozco.

Salgo del bloque y cruzó la calle situándose en un café cercano, desde donde pueda verla salir, me siento a desayunar y me entretengo leyendo el periódico del bar. Pasa más de una hora cuando veo a Ana salir del edificio con el pelo revuelto, parece acongojada.
¡Dios mío! ¿Qué puede haberle ocurrido? ¿Qué pasa con mi pequeña? ¿Qué ha venido a hacer
aquí?.

No quiero ni imaginarlo. Me atormentan las dudas. Esto es una pesadilla.
La niña va a la parada del autobús y se sienta en el banco, está sola, veo que se cubre la cara con ambas manos y parece que está llorando.

Saca un pañuelo de papel de un paquete del bolso que lleva colgado, se limpia las lágrimas, se suena y se queda mirando al vacío.

Al llegar el autobús sube y yo me lanzo a buscar un taxi que me lleve de vuelta.
En el camino detengo el taxi, le digo que me espere unos minutos y entró un supermercado de barrio para comprar algunas cosas que necesito para mantenerme los dos días que me quedan antes de volver.

Cuando llegó al apartamento de Eduardo enciendo las pantallas para ver el lupanar en que se ha convertido mi casa. Ana está tendida en el sofá del salón, llorando.
Al parecer está sola.

Poco después llega Lina, al verla así, se acerca a ella y la abraza. Hablan muy bajo, no consigo oir nada, Lina dice, levantando la voz..No vayas más si no quieres. La besa en la frente y se la lleva a la cocina a seguir hablando, donde no tengo cámara ni micrófono.
Si no fuera por lo acontecido ayer en ese mismo piso, la imagen de esa madre consolando a su
hija sería enternecedora, pero se me cruzaban en mi mente las imágenes de mi mujer desnuda penetrada por sus dos amigos y alcanzando orgasmo tras orgasmo hasta el desfallecimiento.
El resto del día transcurre con normalidad, el trasiego por las estancias, la merienda. Suena el teléfono, contesta Ana.

Ana.- Mamá es para ti.

Lina.- ¿Quién es?

Ana.-Es Marta, que te pongas.

Lina.- Al teléfono. Hola Marta, qué tal estás ¿Esta noche? ¿A qué hora? Vale allí estaré, o mejor, ven a recogerme De acuerdo chica, un beso.

Ana.-¿Que quería mamá? ¿Tienes cita para esta noche?

Lina.- No solo saldremos a tomar una copa con unos amigos.

Ana.-¿Y vas a ir?

Lina.- Pues claro, tú ya eres mayor y te puedes hacer cargo de los niños por un rato.

Ana.-Pero no vuelvas muy tarde, por favor.

Lina.- Vale, no te preocupes.

Lina se va al baño a ducharse y acicalarse. El conjunto de lencería que saca es para morir de infarto. Imagino que esta noche tendrá fiesta. Ana se queda leyendo en el salón, con la tele encendida en un programa de chismes.

A las diez llaman al portero, Lina contesta.

Lina.- Ya voy Marta.

Lina.- Ana acuéstate ya.

Ana.- Vale.

Oigo cerrarse la puerta.
Salgo corriendo a la calle, me acerco al bloque y llego a tiempo de ver a mi mujer salir. Marta, su amiga, la espera en el portal.
Se abrazan y se besan las dos.

Marta es una mujer bonita, con un cuerpo muy sexy, separada, al parecer por infidelidad. Me cae bien, es muy agradable y cariñosa conmigo y los niños.

¿Dónde irán las dos?. Tengo que seguirlas para saber qué traman.
Se acercan al coche de la amiga y veo a dos hombres en los asientos de atrás. Uno de ellos sale del vehículo besa a mi mujer y cede el asiento, da la vuelta y se sienta en el asiento del copiloto, junto a Marta que conduce.

Mi mujer, al entrar en el coche, se abraza al otro y lo besa en la boca. El coche arranca.
Busco un taxi para seguirlos, tengo suerte y lo consigo antes de perderles de vista.
El taxista me mira extrañado cuando le digo, “Siga ese coche, a una distancia prudente pero sin perderle”.

Recorremos las calles hasta llegar a lo que parece un club, en un polígono industrial.
Aparcan, se apean y se dirigen al local, abrazados, besándose, entran en el establecimiento.
Yo despido al taxista que al pagarle me guiña un ojo con complicidad.

Decido acercarme y preguntar al portero que clase de local era ese, le digo que estoy de paso por la ciudad y no conozco el lugar.

El hombre joven y amable, guardia de seguridad, sonriendo, me dice que aquel era un local de “parejas”, recalcando lo de “parejas”, vamos, de intercambio de parejas.
Pregunto si puedo entrar, aun a riesgo de que me puedan ver, y me dice que bueno, pero al ir solo
tengo que pagar cuarenta dólares.

Al entrar en el local con las luces muy tenues, solo se veían sombras. A mi izquierda, una barra de bar de unos tres metros, con una preciosa chica de unos veinte años, de facciones inequívocamente asiática. Ante la barra del local, hay una pareja follando, ella sentada en un taburete, con los codos apoyados en la barra, con las nalgas hacia fuera y un tipo de unos
cuarenta años follándola por detrás.

Ante la expresión de mi cara una mujer que acerca con una sonrisa en los labios.
Muy guapa, morena, casi de mi estatura, con un vestido de estilo oriental de una pieza, rojo,
abierto por un lado dejando ver el muslo hasta casi la cintura.

Hola soy Alma, ¿Tu quien eres?

Yo.- Me llamo Felipe –Miento-

Alma.- ¿Es la primera vez que visitas un local así?

Yo.- Si, no he conocido nunca algo parecido. Pero alguna vez tendría que ser la primera ¿No?

Alma.- ¿No estás acostumbrado a esto verdad?

Yo.-Pues no, ciertamente.

Alma.- Ven te voy a enseñar las instalaciones. Tenemos salas para BDSM, experiencias sadomasoquistas, un jacuzzi y también una sala oscura.

Yo.- ¿Qué es eso? He oído hablar de ello pero no lo imagino.

Alma.- Ya lo veras. ¿Eres Voyeur?

Yo.- No lo sé, quizás descubra una faceta desconocida en mí.
La muchacha se ríe.

Alma.- Aquí hay unas normas a seguir. No forzar a nadie a nada. Todo se hace voluntariamente. Y no formar escándalo. Ah, y siempre con forro. Ya sabes asamos por pasillos con habitaciones a los lados con gente practicando sexo. Dos parejas en el jacuzzi disfrutando de las burbujas. Todos desnudos. Algunas parejas sentadas tomando té y combinados.

En un pasillo oscuro y estrecho percibo unos gemidos que me resultan familiares, era Lina.

Yo.- ¿Puedo mirar sin ser visto?

Alma.- Por supuesto, hay muchas parejas a las que les excita saber que un desconocido las está mirando. Acércate, mira todo lo que quieras. Yo te dejo, tengo otras obligaciones. Si necesitas algo me buscas. Que te diviertas.

Había una pequeña ventanilla por la que me asomo. A pesar de la tenue luz pude ver a Lina a cuatro patas siendo penetrada por un hombre bajo y grueso, a mi me parece repugnante, la verga con que estaba follando a mi mujer era la mayor y más gorda que podía imaginar.
La penetraba analmente. Y al parecer ella disfrutaba.

Se la metía despacio, recreándose, con las manos tiraba de sus cabellos como si de una yegua se tratara.

Lina casi sin resuello y con la cara bañada en lágrimas gritaba.

Lina.- ¡Parteme en dos mierda, hijo de puta, cabrón, métemela hasta el fondo!
¡Mierda que gusto, me muerto! ¡Quiero otro pene mas, quiero otro pene!

El lugar tenía el suelo cubierto de colchonetas.
Marta bajo tendida boca arriba en perpendicular bajo Lina le mamaba las tetas y con una mano le acariciaba los huevos al tipo que se la metía por el culo a Lina.

Mientras, a ella, el otro tipo mal encarado y flaco, se la follaba por la vagina.

El gordo.- Pero que putas son. Les encanta que las follen ¿Verdad?
Putas, que les gusta que les metan la verga por todos los agujeros del cuerpo. Te voy a poner el culo que no te vas a poder sentar en una semana.

Le decía a Lina y seguía bombeando. Ahora con una fuerza bestial.
Saca su verga de un tirón, que hizo gritar a Lina de dolor.
Empuja al flaco y saca a Marta de debajo de Lina, le dice al otro tipo que se tienda boca arriba y coloca a Lina sobre él boca abajo, le agarra el miembro al flaco y se lo mete en la vagina a Lina, colocada encima. El gordo se colocó detrás y agarrando las caderas de mi esposa le incrusta, de golpe su badajo por el culo.

El gordo.- ¡Así me gusta follar un culo. Cuando otro pene por la vagina me lo deja más estrecho!
De pronto veo con horror que el bestia vuelve hacia la mirilla donde yo estoy gritando:

El gordo.- ¡Ven aquí mirón, maricón y metele el pene en la boca a esta puta que no tiene bastante con dos, Necesita más penes!

Lina mira en mi dirección, no puede verme por la oscuridad que me rodea y menos reconocerme y con los jadeos y gemidos Grita.

Lina.- Deja al mirón que le dé al ojo y se la menee en paz mamón, que a mí me pone caliente que vean como me follan.

Al oír eso salgo corriendo, espantado del local, mientras escuchaba las risas de mi mujer y sus amigos, burlándose, aun oí decir.

El gordo.- El mirón se ha llevado un susto de muerte. Jajajaja. No sabe lo que se pierde.
Al salir del antro respire profundamente el aire fresco y limpio de la noche.

Detuve un taxi y regresé al apartamento,me tumbe en la cama y al poco estaba dormido.

No sé cuánto tiempo pasó, me desperté por el murmullo del equipo de sonido, me acerque a las pantallas y vi cual era el origen.

Lina y Marta, con los dos energúmenos estaban en el salón. Desnudos, follando.
Lina tendida a lo largo en el sofá, con la cabeza sobresaliendo doblada hacia atrás, se dejaba penetrar la boca por el canijo, se la mete hasta fondo en la garganta sin producir arcadas.
Mientras Marta, de rodillas en el suelo, sobre el cuerpo de su amiga le comía la vagina.
A su vez el gordo, agarrado a las caderas de Marta le follaba el culo y ella se quejaba por el daño que le estaba haciendo. Se la veía a disgusto.

¿Nunca tenían bastante?. ¿No se cansaban? ¿Cómo Lina, tan delicada, era capaz de soportar tamañas humillaciones?

Había botellas y copas por el suelo. Estaban borrachos. Al parecer habían continuado la juerga en mi casa, llevaban un buen rato y yo no los había oído hasta despertarme.

Lina.- mierda no hagáis ruido que no se si Ana les ha dado el las gotas a los niños y se pueden despertar.

El gordo.- No te preocupes, si se despiertan nos los follamos también. Jajaja

Lina.- No digas barbaridades, son demasiado pequeños, y apretaba la cabeza de su amiga contra su vulva. Empujaba al que se la metía por la boca y se corría una y otra vez, estrujando con sus piernas a Marta, que levantaba la cara y con los ojos desencajados se relamía de gusto con los líquidos de Lina.

Por la cámara del pasillo vi como se entreabrió la puerta de Ana, se asomaba y se volvía a cerrar.
Mi niña estaba despierta y se estaba enterando de todo, había visto a su madre en una orgía desenfrenada con desconocidos.

¿Qué más sabía mi niña?. ¿Cuánto habría visto?

Se levantaron todos y se fueron al dormitorio.
Se revolcaron en la cama en un batiburrillo de cuerpos, manoseándose, dando palmadas y pellizcos en los cuerpos de las mujeres, les mordían los pezones hasta hacerlas gritar de dolor y ellas se agarraban a las penes de ellos y les chupaban. Ellos metían sus dedos en las vaginas y culos de ellas. Risas, jadeos.

Marta se levantó y entró en el baño a orinar, tras ella entró el gordo barrigón y peludo, el vello le cubría el pecho, los hombros y la espalda, parecía un oso.Al ver a Marta en el WC se agarró la verga, apuntó a Marta y la ducho en orina.

Marta.- ¡No seas cerdo!

Lina.- ¿Qué está haciendo?

Marta.- Se me ha meado encima.
Lina.- ¡Eso no! ¡Eh! ¡Esas marranadas aquí no!
El gordo, riéndose, se metió en la ducha.
¿Que podía haberla llevado a estos excesos, a esta inmoralidad? A la obscenidad más absoluta. Para mí era difícil comprender que hubiera personas a quienes estas atrocidades les produjeran satisfacción. Pero lo inaudito es que fuera mi mujer, precisamente, quien lo hiciera. Era totalmente incomprensible.
Se ducharon todos juntos entre risas y bromas pellizcos, mordiscos en los pechos de las dos, en las nalgas, que las hacían dar gritos de dolor-placer, y que dejaban marcas en sus cuerpos.
Las mujeres se tienden en la cama, besándose.
Los dos sujetos se visten, sacan unos billetes y se los tiran encima de Lina y Marta y se marchan.
Las dos amigas siguen juntas, desnudas, abrazadas y cansadas, sobre el dinero ganado vendiendo su cuerpo. Se duermen enseguida. Son casi las seis de la mañana.
Mi cabeza hervía de ideas extrañas, no comprendía nada de lo que sucedía, a Lina ¿no le importaba que los niños oyeran y vieran lo que ella hacía?
Y si lo sabían, ¿Cómo les afectaba? ¿Habrían abusado de ellos?
!Mierda, esto era una locura!
Era preciso que yo averiguara todo lo que ocurría, por qué y cómo se había llegado a esta situación.
Caí rendido en la cama derrotado, agotado.

Autor: Pablo Andrade

2 comentarios - 16 días cambiaron mi vida II.

pepeluchelopez +2
No tengo palabras para definir la intensidad de este relato y la espera de la continuación. Saludos
masitasexxx +1
Muy bueno.... cada vez mas ganas de saber como sigue...