La lección de Marga

Era una mujer madura, pero aún estaba fuerte. De cara seca y agria en sus funciones tenía unas maneras suaves y un rostro sensitivo a la hora de charlar de la vida. En esta etapa de mi madurez conocí a Marga. Yo tampoco era un tierno, calzaba mis buenos años y parecía un buen encuentro.
Ella vivía en Montevideo y nos frecuentábamos casualmente, no éramos de vernos mucho. Un evento allá por 1999 hizo que me avisara por teléfono que se alojaría en un hotel del Centro de Buenos Aires, cerca de la Recoleta.
A la salida de mi trabajo quedamos en que pasaría por el mismo a buscarla e iríamos a la Biela tomar un café.
Así fue, como a las seis de la tarde pase por la puerta de su hospedaje y ahí estaba en la puerta y la vi cuando llegaba con el auto.
Debo decir que estaba fuerte pero al verla con una pollera corta me produjo algo de comicidad pues no esperaba verla así. Se ve que estaba vestida “para matar”. Cuando subió al auto note su pelo lacio suelto y un profundo olor a perfume importado donde el café de La Biela fue a la mierda.
Yo sabía que era casada aunque su matrimonio era de régimen abierto. Así que en ese contexto apenas recorrí unas cuadras y vi un recoveco me puse a transar y me respondió muy acaloradamente.
Sin decir palabra seguí por la Autopista a La Plata a un hotel Alojamiento de esa zona que regenteaba un amigo y sabia de sus comodidades y privacidad.
En este punto debo confesar la verdad en realidad era una marca más en la cacha de mi revolver sexual, más que una calentura del momento y realmente no estaba en vena como para echarme un polvo. Por lo que cumplir era más un fastidio para mi propia vanidad que ganas ciertas ya que era un invento de la circunstancia y no algo muy deseado.
Nos desvestimos en la habitación del hotel y realmente su cuerpo no era una obra estética, pero valoraba su actitud sensual que era muy provocativa, activa y motivadora.
Más allá de ello, repito yo no me hallaba en vena, una buena chupada de pija, mi chupada de concha, un poco de una franela turca en sus hermosas tetas. Una penetración y no hallaba ningún clima como para engancharme con esta mina.
Sinceramente estaba resultado todo un fiasco. Cuando para clavar la situación me puse a masturbarme sobre sus tetas y le pedí si me dejaba acabar en su cara.
Claro está que no era una satisfacción personal, más bien era sacarme el peso de encima de llegar de alguna manera a acabarle a ella. Era apenas un ansia guiada por la necesidad y urgencia.
Me dijo:
-solo eso quieres?
-si, respondí, me encantaría.
-pero aclaro que yo perderé toda mi parte.
-disculpa, me permites?
-no hay problemas…….
Seguí masturbándome hasta que un chorro de mi semen voló hasta su cara sin ninguna gestualidad.
-te diste el gusto? Bueno, vamos……
Fue lapidario, había sido un fiasco………..
De regreso paramos en una YPF cerca del peaje de Avellaneda y me dio unas lecciones sobre la vida sexual y estas ansiedades masculinas, mientras yo con cara de nabo la escuchaba mientras pensaba para mis adentros: “ya fue………………….” Pero debía admitir que no creo que ella la hubiera pasado bien, solo que no me importaba nada.
La deje en la puerta del hotel y los caminos se bifurcaron como en un cuento de Borges y nunca más hablamos de aquellos intereses (no el sexual) que nos había reunido.
Ella hizo una buena carrera en la política de su país. Yo seguí mi derrotero en argentina sin el éxito de ella. Pero da igual, las vidas personales no son una mera competencia.

2 comentarios - La lección de Marga

profezonasur
Muy buen relato 👏 👏 👏
perchacubo
Gracias por leerme