La piscina del club

empre había pensado que aquel tipo de encuentros sólo tenía lugar en las películas porno, donde rubias tetonas vestidas con uniformes imposibles sólo deben parpadear para tener a un maromo escultural desnudo y empalmado junto a ellas. Nadie jamás se ha cruzado conmigo en la sección de las verduras del Eroski y de pronto ha comenzado a frotar una zanahoria con cara de lujuria. Ni me he tropezado nunca con un gasolinero cachas medio desnudo que me ofreciera hacerlo en el lavado automático en posturas que sólo he visto en libros del kamasutra. Insisto, esas cosas están bien para las pelis porno, pero no pasan en la vida real… o al menos eso pensaba yo hasta aquella tarde del verano de 2014

La verdad es que aquel mes de agosto resultó ser uno de los más calurosos de los últimos 15 años, o eso había dicho Mario Picazo… y si lo dice Mario Picazo habrá que creerle ¿no?. El caso es que donde mejor se estaba era metida en la piscina del club deportivo donde solía ir al gimnasio, pero con aquel calor pensar en levantar pesas resultaba sofocante y sólo me apetecía estar a remojo cual garbanzo. Ni siquiera tomar el sol como un lagarto resultaba placentero, por eso procuraba ir a última hora de la tarde cuando ya la gente se marchaba y el sol empezaba caer. Así aprovechaba para hacer unos largos sin niños estorbando y cuando terminaba no me encontraba con un montón de cuarentonas fondonas en las duchas hablando de lo mucho que les había cogido el sol y lo crecidito que estaba ya su Jhonatan o la Jessi. Después de las 8 la gente se esfumaba y la piscina se quedaba sólo para mi, bueno, para mi y 3 frikis más a los que nos gustaba nadar a la puesta de sol.

Aquella tarde cuando estaba preparando la mochila me dio calor sólo de ver el bañador que usaba habitualmente para nadar, así que me puse el bikini deportivo que aunque menos cómodo, si resultaban más fresco y porqué no reconocerlo, me hacía un cuerpo estupendo. No es que yo sea lo que se dice un pibón, pero a fuerza de nadar e ir al gym sí que está todo durito y en su sitio. Mido 1,70 con un escote de la 95 y morenita…bueno, se puede decir que a mis recién cumplidos 29 daba el pego.

Cuando llegué al parking de motos, vi al socorrista hurgando en el topcase de su Honda Deuville. Era un chico nuevo muy majo que siempre tenía una palabra amable y una sonrisa con las que saludar. Aparqué mi Drag Star a su lado y cruzamos 4 palabras:

.- Buenas noches Álvaro!

.- Hola Nurial!!.. ¿qué, a hacer unos larguitos?

.- Sí a ver si de paso me refresco un poco que con este calor…

.- Yo también voy a nadar un rato, te veo ahora en el agua.

.- Ok, hasta ahora.

Me dirigí a los vestuarios donde las últimas madres terminaban de secar y vestir a sus niños. El ambiente estaba espeso y olía a una mezcla extraña entre aftersun, humedad y salitre muy poco agradable, así que me apresuré a cambiarme, guardé mis cosas en la taquilla, me calé el gorro y las gafas y me encaminé hacia la piscina de agua de mar toalla en mano. Me di la ducha de rigor antes de entrar en el agua y me zambullí sin pensármelo dos veces. Fue en mi tercer largo cuando al sacar la cabeza para respirar vi una silueta a contraluz saliendo del vestuario de los chicos, recortada sobre la nube de vapor que provenía del interior. Cuando dio dos pasos y se colocó bajo la farola caí en la cuenta de que era Álvaro quien aparecía como Terminador entre aquella bruma. Normalmente lo veía con el polo del uniforme, que a pesar de sentarle bien y dejar intuir un buen físico, escondía aquel cuerpazo definido y bronceado que se revelaba ante mis ojos por primera vez. Recuerdo que fingí colocar bien la cincha de las gafas para poder mirar con calma y asegurarme de que era él. De pronto sin saber de donde venía, un escalofrío me recorrió todo el cuerpo y me di cuenta de que me invadía una humedad que no tenía nada que ver con el agua.

Nunca he sido de arrebatos pasionales, pero no sé si fue el calor de aquellos días, la escasa luz de la puesta de sol o los 3 meses que habían pasado desde que rompí con mi último novio, pero mientras nadaba no dejaba de pensar en lo bueno que estaba Álvaro y en la de cosas que le podía hacer en el agua, en la piscina de talasoterapia, en los vestuarios… Así no había forma de coger el ritmo y mi estilo, mi respiración y mis movimientos iban totalmente desacompasados, así que opté por parar un minuto para volver a concentrarme y dejar de pesar en aquello. Recuerdo que pegué mi espalda al azulejo azul, respiré hondo y me hundí hasta quedar sentada en el fondo con los ojos cerrados. Conté hasta 10 antes de impulsarme hacia arriba, en ese preciso instante abrí los ojos y vi a Álvaro viniendo bajo el agua como un misil por la calle 2. Me miraba directamente a los ojos de la impresión tragué agua y casi no llego a la superficie, dios que ridículo!!!. Ante tal patosada sólo quería que se me tragase la tierra pero estaba demasiado ocupada en toser escondiéndome contra la pared como para darme cuenta de que Álvaro estaba justo detrás de mi. Sólo cuando note su mano en mi espalda y oí un “estas bien?” me percaté de su presencia y fue ahí donde se desató la locura.

De pronto pasó una de esas cosas de peli porno en las que los protas se miran y ya saben como lo van a hacer, y se entienden perfectamente sin necesidad de decirse cosas como “pasa la pierna por aquí” o “ponte así”. Clavó de nuevo sus ojos marrones en los míos y en ese preciso instante los astros se alinearon, yo me abandoné al instinto y él hizo lo propio. Ya no tosía y antes de darme cuenta tenía su lengua hurgando en mi boca, mis piernas rodeaban sus caderas y notaba como su polla se endurecía bajo el bañador. Nos separamos sólo un instante para coger aire, pero fue como si nuestros cuerpos fueran imanes, volvimos a acercarnos y esta vez nos dejamos arrastrar hasta el fondo de la piscina. La sensación de ingravidez y excitación, unido a la falta de aire es algo que no se puede explicar con palabras. Cuando ya no fuimos capaces de aguantar más subimos a la superficie y tras recuperar el aliento me sujetó por la cintura y me susurró al oído:

.- te espero en 2 minutos en la talaso.

Asentí y mientras él salía de la piscina yo me hice un largo de espaldas para disimular un poco y recuperarme del inesperado calentón. Flotando boca arriba me di cuenta de que ya se había hecho de noche y de que el cielo estaba totalmente estrellado. El aire nocturno era cálido y había una luna llena espectacular. ¿Sería esa la causa de tan febril arrebato?… Cuando llegué de nuevo a la escalerilla me encaminé a la piscina de los chorros mientras hacía un barrido por las instalaciones para ver si quedaba alguien más. Al llegar al borde de la piscina allí estaba Álvaro, recostado sobre el bordillo y envuelto en un mar de burbujas saladas. Dejé caer la toalla y me descalcé para bajar los 3 escalones con mi paso más sexy mientras le sostenía la mirada sin pestañear. Era como si alguien hubiera soltado a la fiera que llevaba 3 meses enjaulada. Me quedé de pie frente a él con su cara a la altura de mi pecho y le pregunté si estaba seguro de lo que estábamos a punto de hacer, al fin y al cabo podía costarle el trabajo.

.- Tranquila, estamos solos y tenemos todo el club para nosotros

.- Y el guarda de noche?

.- Me llamó esta tarde para pedirme que le hiciera el turno. Nunca se lo agradeceré lo bastante.

Se incorporó para sujetarme por la cintura pero di un paso atrás y lo empujé sentándolo de nuevo sobre las burbujas. Me quité las braguitas del mi bikini y se las tiré a la cara. Él las olió y se le escapó un gemido que hizo que mis pezones se pusieran aún más duros, si eso era posible. Me acerqué de nuevo hasta que su cara rozó mi ombligo y dejé caer el sujetador mientras el me rodeaba con aquellos brazos musculados y bronceados y su lengua se paseaba por la piel de mi vientre. Noté como sus manos me sujetaban con fuerza por la cintura y mientas tiraba de mi hacia abajo para alcanzar mis pezones, mis rodillas se doblaron y me quedé sentada sobre él, notando como su polla crecía y se endurecía buscando mi sexo cada vez más húmedo. La destreza con la que jugaba con mis los pezones y notarle entre mis piernas elevó aún más mi excitación, así que puse mis rodillas sobre le banco de azulejo que se formaba en la pared de la piscina y coloqué su erección en la entrada depilada de mi cuerpo. Al notarlo dejó de mordisquearme las tetas y se quedó quieto, con los ojos cerrados y sin atreverse a mover ni un solo músculo, esperando el momento en que yo me dejara caer sobre él. Los dos lo estábamos deseando pero sabíamos que retardarlo lo haría aún más intenso y así fue, cuando me dejé caer sobre él y noté como me llenaba, un gemido salió de mi garganta para perderse en la brisa cálida de la noche. Me quedé allí clavada sin moverme, quería seguir notándola dentro de mi y entonces noté una embestida que me levantó de golpe. Se levantó colocándose detrás de mi para cogerme en brazos y llevarme hasta una de las tumbonas de piedra que están medio sumergida entre las burbujas de la piscina de agua salada. Me tumbó boca arriba sobre ella y me sujetó el culo con aquellas manos fuertes hasta dejar mi sexo fuera del agua, entonces dejó el aliento salir de su boca a un centímetro de mi y noté como la piel se me ponía de gallina y mi cuerpo se estremecía. Sin tiempo de recuperarme atacó con su lengua paseándola por entre mis piernas, jugando con mi clítoris y metiéndola dentro de mi entre todo aquel flujo que me provocaba la excitación. Se aplicó con tal esmero que no tardé en notar que estaba a punto de tener un orgasmo, pero no quería correrme aún, así que le pedí que esperase sujetándole del pelo y tirando hacia atrás, no necesité explicarle nada, obedeció y trepó por la tumbona hasta colocarse encima de mi, goteando agua salada y besándome lenta y profundamente. Quise devolverle todo el esmero que había puesto así que le cedí la tumbona y me coloqué sobre él, dejando mi sexo ante sus ojos mientras me llevaba a la boca todo aquel trozo de carne. Tenía el tamaño perfecto para metérmela en la boca completamente y jugar con mi lengua lamiéndola de arriba abajo, acariciándola, apretando su glande cada vez más rojo con mis labios. De pronto noté sus manos subiendo por mis muslos y acariciando mis nalgas y supe que iba a hacer a continuación. Sin ningún tipo de contemplación metió sus dedos en toda aquella humedad y la repartió entre mis nalgas para introducir sin ningún miramiento sus dedos dentro de mi culo. El placer fue tan grande que casi me atraganto al intentar gemir con su erección dentro de mi boca. Notaba como sus dedos entraban y salía cada vez con mayor rapidez al tiempo que yo también se la chupaba más y más rápido. Estaba a punto de correrme cuando noté una sacudida de sus caderas y todo aquel calor derramándose por mi garganta. No dejé escapar ni una sola gota mientras con una última embestida de sus dedos en mi culo consiguió que me corriera como nunca lo había hecho antes, justo cuando mi sexo convulsionaba introdujo en él los dedos de su otra mano, con lo que me sentí totalmente llena mientras me corría y gemía como una posesa.

Al incorporarme le vi tumbado entre las burbujas totalmente relajado. Levantó la vista y extendió sus brazos para recibirme y acurrucarme, me tumbé sobre el y la brisa de la noche me provocó un escalofrío, entonces le miré y le propuse una ducha calentita.

.- Me has leído el pensamiento

Nos dirigimos hacia el vestuario de las chicas, desnudos, cansados y cogidos de la cintura. Mientras él iba a al baño, aproveché para sacar de la taquilla mi neceser y me fui a una de las cabinas de ducha con hidromasaje. Allí le esperé envuelta en una nube de vapor con olor a limones del caribe mientras repasaba mentalmente la sesión de sexo que acabábamos de vivir. Estaba totalmente absorta cuando la puerta de la cabina se abrió:

.- ummm que bien huele!

.- mejor sabrá

Me quitó de las manos el gel y comenzó a enjabonarme. Primero el cuello y la espalda con un leve masaje, luego sin moverse de donde estaba y mientras notaba su aliento en mi cuello empezó a acariciarme el pecho recreándose en los pezones. Sus manos eran grandes y fuertes pero suaves como el terciopelo y a cada caricia, en cada centímetro de mi cuerpo que recorría yo me estremecía y me entregaba sin ofrecer la más mínima resistencia. Cuando sus manos llegaron a mi vientre, empujó de mi hacia atrás y noté su cuerpo pegarse a mi espalda. El agua seguía salpicándonos y el vapor lo envolvía todo. Casi no podíamos vernos pero no hacía falta, nos bastaba con sentirnos. La cabina tenía un pequeño banco sobre el que Álvaro se dejó caer cuando me di la vuelta y le empujé. Me arrodillé y mientras el agua rebotaba contra mi espalda le hice la mamada más lenta, larga profunda y húmeda de la historia. Sólo paré cuando me sujetó por la cara y me dijo con un gemido contenido

.- quiero follarte

sumisa y obediente me levanté, puse mis piernas a ambos lados de las suyas y me senté lentamente sobre aquella tremenda erección La noté entrar suave y dura hasta el fondo, no quería dejar de sentir aquello pero mi cuerpo iba por libre y cuando me di cuenta estaba cabalgándolo arriba y abajo con un ritmo frenético mientras sus manos me sujetaban por las caderas. Yo gemía mientras él gritaba entrecortadamente “sigue nena no pares”. No hubiera parado por nada del mundo, seguí hasta que de pronto me embistió, me sujetó contra su cuerpo sin dejar que me volviera a levantar, taladrándome con sus convulsiones mientras se derramaba dentro de mi todo aquel calor, al notarlo sólo necesité acariciarme el clítoris un momento para correrme casi al mismo tiempo… ummm!! sólo recordándolo me vuelvo a excitar…

Aquellos fueron los dos mejores polvos que tuve en mucho tiempo. De esos que no te esperas y en los que todo sale perfecto y que siempre recuerdas con un cariño especial.

Poco tiempo después Álvaro dejó el Club. Se fue a hacer un curso de buzo profesional a Santander y ahora se dedica a viajar por el mundo dando cursos de buceo deportivo y haciendo obras subacuáticas. De vez en cuando recibo una postal de algún sitio exótico (Maldivas, Indonesia, Roatán…) donde me cuenta como le va. Cuando eso ocurre suelo cerrar los ojos y recordar aquella tarde, y como entonces la humedad me invade y vuelvo a correrme con él.

7 comentarios - La piscina del club

juanjuan89
Divino. Me gustaría conocerte
kramalo
muy bueno Maipi.... te pregunto con onda..el relato es tuyo.? porque si sos argenta, no podés poner "quiero follarte"... pero te lo repito, va con onda.
Te mando un beso, anotame en tu lista de "encontrados con buena picha"...jeje..
exiliado39
buen relato te enciantrare en esa pileta ja