Obra en construcción (1ra parte)

La historia que voy a contar también me tiene como protagonista junto con mi querida amiga (si no saben quién es ella lean mi primer relato).  Quiero aclarar que ésto surgió en un pueblo en el que ambos vivimos, un pueblo muy pequeño.


Ésta experiencia ocurrió el último finde de vacaciones de verano, si mal no recuerdo fue un día viernes. Yo había salido con mis amigos a un bar. Como tengo auto, pase a buscar a cada uno y fuimos a tomar algo. La noche empezaba algo distendida, sin mucha emoción. Mi amiga, por su parte, también decidió salir pero lo hizo con sus amigas. A diferencia de mis amigos y yo, ellas optaron por quedarse en una casa. Para ellas, la noche también se presentaba como algo normal, nada fuera de lo común. 

Siendo las 1.30 de la madrugada, yo sentado en una mesa con mis amigos en el bar, suena mi celular. Era un mensaje de mi amiga. Sinceramente, cuando vi que el mensaje era de ella, me sorprendí porque hacía varios días que no hablábamos. Me pregunté que necesitaría a esta hora. Miré el mensaje y me decía: Hola querido, ¿cómo estas?. Yo, sin perder tiempo le contesté: Hola linda, todo bien y ¿vos?. Luego de 10 minutos me vuelve a sonar el celular. Era nuevamente ella que me había respondido: Me alegro lindo, todo bien por suerte. ¿estás en el pueblo? Yo, al ver la pregunta, levanté mi mirada y miré hacia la ventana que tenía al lado mío pensando que quería ella. Sin mucha ida y vuelta, le respondí: Sisi, estoy acá. ¿Vos? ¿Necesitas algo? Pasado 5 minutos me vuelve a sonar el celular. Mis amigos, al escuchar como sonaba a cada rato, me dicen: como está el telefonito eh! ¿Tenes alguna mina dando vueltas? Yo, sonriendo, les dije: No, nada que ver. Es mi vieja que me rompe los huevos. Al mirar el mensaje, que obviamente era ella, leo que me pregunta si yo tenía el auto disponible; a lo que yo le respondo: Sisi, tengo el auto ¿Pasó algo? Ella, al toque me responde: estoy en la casa de Camila y Bárbara está en pedo y no la podemos llevar hasta la casa. ¿Vos no me harías el favor de venirla a buscar y llevarla? Sin pensarlo, le contesté que si, que en 10 minutos estoy por allá.  A mí, esto me vino como anillo al dedo, ya que cumpliendo con una favor que ella me estaba pidiendo, me anotaba un poroto para poder tener algo  con ella. 

Entonces, me levanté de mi silla (le dije a mis amigos que iba hasta mi casa porque mi vieja necesitaba algo, pero que en 20 minutos estaba de vuelta) y me dirigí hasta mi auto. No habrán pasado 10 minutos que yo ya estaba tocando la puerta de la casa de Camila. Me atiende la dueña de casa y me hace pasar al fondo, ya que estaban en el quincho. Al entrar a éste, veo que mi amiga está sentada al lado de Bárbara, la que estaba pasada de copas. Me acerqué y le dije a mi amiga: ¿Tomó mucho? y mi amiga me responde: y más o menos, pero a ella ya le alcanza para ponerse en pedo. Sin perder tiempo, la agarre con mis brazos y la subí a la parte de atrás de mi auto. Como es de costumbre, mi amiga y dos amigas de ella vinieron conmigo. Mi amiga se sentó conmigo adelante y las otras dos fueron atrás con Bárbara. Camila se quedó en su casa. Así que me tocó de remisero, ya que tuve que, primero, llevar a la que estaba "borracha" y luego a las otras dos amigas, dejando por último a mi querida amiga. Antes de ir a su casa, puse un poco de música y empecé a dar vueltas. Mientras recorríamos el pueblo, salió el tema de aquella vez en el colectivo. Aclaro que ella fue quien sacó el tema. Entre tantas cosas que mencionamos sobre dicha experiencia, ella me dijo: ¿te acordas que dijimos que volveríamos a tener algo así? Yo, con la mano derecha en el volante y la izquierda colgando por la puerta, la miré a los ojos y le dije: claro que me acuerdo, todos los días me imagino volver a vivir algo así. Y ella, también mirándome a los ojos, me dice: si, a mí me gustó mucho y quiero volver a repetirlo pero acá, en el pueblo. Yo, al no saber porque quería hacerlo en el pueblo, le pregunto: ¿y por qué acá?. Ella, mirándome, me dice: no sé, es como una fantasía que tengo. ¿Vos no queres? Yo, con tal de de asegurarme tener algo con ella, le dije: sisi, yo también quiero, donde tu quieras. Al terminar de decir ésto, yo estaba doblando por la esquina de su casa. Ella, bajando la vista, como algo decepcionada por no  poder cumplir su fantasía, me dice: que lástima que ya nos vamos de acá y anda a saber cuando volvemos (nosotros estábamos estudiando en otra parte, por lo que íbamos al pueblo en época de vacaciones). A todo ésto, yo estaciono el auto en frente de su casa y lo apago. Yo la miré y le dije: ¿muchas ganas tenes de tener algo así? Y ella me responde: si, muchas, pero no tenemos lugar. Yo, con voz de canchero, le dije: levanta la cabeza y mira a tu derecha. Ella hace lo que le dije y observa una obra en construcción (mas precisamente una casa), que tenía un portón largo y algo aboyado, pero estaba algo abierto. Ella se da vuelta para mirarme y me dijo: ¿te parece? Yo, con cara de serio, le digo: ¿no querías volver a repetirlo? Ella, que me seguía mirándome a los ojos, me dijo: si los vecinos se enteran te hecho la culpa a vos, y abrió la puerta del auto. Yo, saque la llave e hice lo mismo, muy despacio para no hacer ruido. Cerré el auto con llave y me dí la vuelta para pararme junto a mi amiga. Ella, que medía menos que yo, levantó la cabeza y me dijo: quiero que tenga la misma intensidad que la otra vez, o aún más. Yo, con pose de canchero, le respondí: ¿vas a aguantar? Ella me miró y sonrió. Yo también sonreí. Ambos caminamos, muy lentamente y mirando hacia los costados para ver que no haya nadie, hacia el portón. 

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