Historia Real -III-

HISTORIAS REALES - CAPÍTULO III.
(Los nombres han sido cambiados)

Claudia era realmente maravillosa.
Apenas pude volver a recostarme sobre la cama, estiré el brazo alcanzando el tubo del teléfono para pedir un par de whiskies. Mientras esperábamos que llegaran, por un instante me hizo sentir como el hombre casado que fui escuchando los reproches de una esposa:
- ¿Otro más? ¿No te parece que ya tomamos demasiado?
- Si no lo querés, no lo tomes. Lo tomo yo. –le respondí recordando cuánto me hinchaba las pelotas mi ex con ese tipo de planteos-.
- Uy, te enojaste –disculpándose-.
- No… -me sonreí-.
Un cartel con luz azul nos indicaba que el pedido estaba preparado listo para retirar de una especie de cofre con una puerta giratoria. Estaba a punto servirlos cuando noto que se levanta de la cama para ir hacia el hidro a llenar la tina de agua.
- Esperá, no los sirvas todavía, démonos un baño, si? –me ofrece-.
- Dale.
El sonido del agua era relajante. Mientras esperábamos que se llenara, calculando que por el tamaño demoraría varios minutos, me tiré de espaldas en la cama con la cabeza sobre el respaldar abrazándola por sus hombros. Ella se retozó en mi pecho para jugar con mi miembro, acariciándolo, apretándolo…
- Me gusta mucho tu pija. Es “linda”.
- ¿Linda? –pregunté ingenuo; veces anteriores me habían dicho que era grande, chica, gorda, pero ‘linda’ nunca-.
- Si, me gusta. Me gusta cuando se te pone bien dura y así, no tan durita, también. -confirmaba mientras seguía su juego y de a poco se me iba erigiendo-.
Me la agarré como para ver si era verdaderamente linda y puedo asegurarles que desde mi mirada masculina no le encontré ningún atractivo. Sentía que venía una erección y me ayudé masturbándome suavemente. Me quitó la mano para tomarla ella y acomodándose de rodillas comenzó una mamada. Su posición con el culo apuntando al techo y las piernas entreabiertas sirvieron para que le acaricie la vulva dibujando al mismo tiempo con mis dedos un círculo alrededor de su ano, mientras ella masajeaba su clítoris.
Su cabeza subía y bajaba a ritmo constante y violento. Sus tetas golpeaban mis muslos. Sentía la cabeza de mi pene golpear el fondo de su garganta. Pequeñas arcadas le provocaban que profusas cantidades de saliva lubricaran la succión, así como los jugos vaginales que emergían de su concha me permitían penetrarla con hasta tres dedos.
- Cojeme el culo, rompémelo –me pidió-
Y sin más recostó sus hombros acomodándolos en un toallón en el suelo apoyando la parte baja de su espalda sobre un lado de la cama en posición de vela, volcando sus piernas hacia atrás de su cabeza. Con sus manos separaba sus glúteos relajando su ano. Me paré con mis piernas a los costados de su cuerpo con la parte trasera de los muslos reposados sobre la cama y con esfuerzo empujé mi pene hacia abajo para embocarlo en su culo. Yo aflojaba las rodillas para bajar un poco mi cuerpo y volvía a pararme, haciendo que la pija entrara y saliera de esa maravillosa caverna. Veía como latía su concha y más atrás cómo bailaban sus tetas y eso me calentaba aún más. Innecesariamente salivé su vagina muy mojada, se la saqué del culo y la introduje completa en la concha.
Sólo segundos bombeé porque me apartó cuando un nuevo orgasmo produjo un geiser de jugos saliendo de su concha. Dos o tres chorros caudalosos, con fuerza, de casi un metro de altura, empaparon mi pecho. Tras un par de intentos desafortunados debido a sus contracciones, volví a clavársela en el culo. Esta vez quería acabarle adentro. Sus ojos se dieron vuelta, se pusieron blancos y su grito mezcla de dolor y placer acompañó mi eyaculación dentro su cueva mojada.
- No te vayas –me pidió-, cógeme la concha…
Rápidamente la puse sobre la cama boca arriba con las piernas muy separadas y yo parado frente a ella la penetré nuevamente, sosteniendo la base de mi pene fuertemente evitando que se baje. Mi miembro aún erecto rozaba frenéticamente su punto G y mi mano amasaba su dilatado clítoris. Temía que sus gritos y gemidos alertaran al resto de los huéspedes pero esto no sucedió porque un nuevo orgasmo la silenció dejándola en posición fetal hecha un ovillo sobre la cama, sosteniendo con sus brazos las piernas plegadas sobre el pecho. Sólo una respiración agitada y frases incomprensibles se le escuchaban, justo cuando estaba a punto de desbordarse el jacuzzi…

CONTINÚA…

2 comentarios - Historia Real -III-

kramalo
muy bueno..!! que calentura...