¿Un amor imposible?

¿Un amor imposible?


No interesa mi edad quizá puedo tener 16, 18 o 20 años. Tampoco importa si me creen o me consideran un troll buscando llamar la atención, de manera que me da lo mismo si le dan crédito o no a la historia que estoy a punto de narrar. Necesito contarlo porque de alguna manera hacerlo alivia la angustia y desazón que siento. Desde hace cuatro meses he venido teniendo una serie de emociones, sentimientos y pensamientos lujuriosos, pero también culpas y depresiones. No sé por qué sucedió y cuándo comencé a desearla ardientemente, cuándo comenzó esta sed ansiosa por ella. ¿Quién es ella?, pues, mi mamá.
Soy el menor de tres hermanos. El mayor tiene como 24 años y el de medio 21. Los dos son independientes. Soy el único que vive en casa de mamá. Luego de una relación conflictiva mis padres finalmente se divorciaron, de eso como 7 años. En principio llegué a culpar a mi papá por el fracaso de la relación, pero hoy me doy cuenta que mamá también tuvo algo de responsabilidad. Nuestro hogar es disfuncional, no lo niego, como la mayoría de familias en el mundo. Sin embargo, sería injusto si no reconociera que, todo lo bueno que hemos conseguido en la vida, mis hermanos y yo, se debe en gran medida al trabajo y sacrificio de mi mamá.
Desde el divorcio, nuestra relación madre hijo se volvió muy conflictiva, quizá porque entré a la edad adolescente, y empecé a cuestionar la autoridad de mamá, que en ocasiones llega al autoritarismo. Mamá siempre ha sido una mujer dominante y controladora; sin embargo, lo es particularmente conmigo, más que con mis otros hermanos; huelga decir que ellos, llevan sus vidas independientes. Sin embargo, dado el respeto y cariño que siento por ella, en ocasiones no entiendo por qué discutimos por cosas baladíes. Obviamente en las discusiones ella tiene la última palabra.
Pues bien, hace como cuatro meses, era el cumpleaños de mamá. Generalmente no festejamos ese tipo de fiestas en casa, pero, una hermana de mamá, es decir, mi tía, con quien mamá se lleva muy bien había venido a visitarnos a los tiempos, pues ella vive en el exterior; y a instancias de ella, hicimos una pequeña reunión familiar. Nada especial, algo para pasar el rato, de hecho salvo por el pastel, ni mis hermanos ni yo le compramos un regalo, pero, mi tía si lo había hecho; cuando mi mamá abrió la caja vio que se trataba de una sandalias con tacones. Le agradeció a mi tía, pero cuando, cuando ésta le pidió que se pusiese mi mamá se negó rotundamente, pero mi tía insistió tanto que al final accedió. Reconozco que la imagen de mi mamá subida en esas sandalias con tacos, marcó un antes y un después, respecto de la forma en que miraba a mamá. Hasta ese momento no me había fijado en lo hermosa que era y que es, sin duda. Sus pies, sus piernas, sus muslos, erguidos, y su trasero levantado, me excitaron enormemente. No estuvo mucho tiempo sobre ellos, nos dijo que era la primera vez que usaba tacones y que por lo mismo le resultaban muy incómodos, de manera que pronto se les sacó. Entonces, me sentí un tanto intrigado y avergonzado conmigo mismo pero bromeando y conversando con mis primos y hermanos, pronto terminé olvidando aquella sensación. Sin embargo, una semana después algo sucedió. En una tarde, durante una discusión por un asunto que no recuerdo, mientras ella me miraba enojada y me sermoneaba, empecé a concentrarme en sus labios y automáticamente tuve una erección de mi miembro viril. Sus labios, su boca, me resultaban extrañamente excitantes. Confundido y avergonzado, hice un ademán de fastidio y me retiré a mi cuarto donde me encerré, sin saber qué pensar por lo que había sentido. Ese día me quedé en la habitación y no salí, aunque mi mamá fue en la noche a decirme que la cena estaba servida. Le dije que no tenía hambre.
Esa noche, ya de madrugada, decidí que solo había sido una locura que no volvería a repetirse, y solo entonces, pude dormir. Al día siguiente, me levanté, bajé al primer piso, saludé parcamente con mamá, como lo hacía después de un pleito, desayuné y salí a continuar con mi rutina de lunes a viernes. Mamá me respondió el saludo fríamente, no le di importancia y di por terminado el extraño evento del día anterior.
A mediodía llegué a la casa. Saludé con mamá y fui a mi habitación. Media hora después me llamó a almorzar. Bajé, me coloqué frente a la mesa del comedor y esperé a que me sirva. Mientras esperaba, y dado que el recuerdo de la discusión aún estaba presente, ninguno de los dos inició una conversación de modo que el silencio se adueñó del salón. Aburrido, me quedé mirando a mamá mientras se movía entre ollas y platos. Una vez más volví a sentirme excitado mientras contemplaba su hermoso cuerpo. No voy a entrar en detalles respecto de la belleza de mi mamá, solo diré que a sus 46 años es como una deliciosa y tentadora manzana madura.
Mientras almorzábamos, crucé un par de palabras con ella, sobre todo alabé lo sabrosa que estaba la sopa, y cada vez que me respondía miraba con antojo sus labios. Acabé de almorzar y luego de agradecerle, me fui a mi cueva. Nuevamente me quedé el resto del día en el cuarto, y el rato de la cena, cuando me llamó le dije que iría después, que estaba ocupado.
Al día siguiente, salí muy temprano para no encontrarme con mamá. Ya a medio día, le conté a un amigo, pero, presentándolo como una historia que había visto en televisión. Mi amigo, me dijo que le parecía obsceno, y me habló de algo que ya había escuchado anteriormente, el complejo de Edipo.
Desde entonces, mi vida de por sí complicada por los malditos traumas de la infancia, ha dado un vuelco a un nivel superior de conflicto emocional. Me resulta imposible no ver a mi mamá como una mujer, más específicamente como una hembra. Otras mujeres me atraen, pero, siempre las comparo con ella, concluyendo que es con ella con quien quiero fornicar por siempre.
Mamá siempre ha sido una mujer conservadora en su vestir. No usa maquillaje, ni nada de esas cosas que les gustan a las mujeres mundanas, pues bien, cada vez que la veo sueño despierto imaginándola vestida como una prostituta, con ropa sensual, con labios y ojos maquillados como cualquier suripanta y subida en chanclas de tacos. Pero sobre todo: sumisa, rendida, sometida y obediente a mis deseos carnales y a mis mandatos. ¿Cómo he conseguido tolerar y controlar mis apetitos carnales, viviendo con esa diosa a la que amo insaciablemente? Pues recurriendo a la mano mágica. Esa técnica me ha permitido satisfacer el instinto sexual, pero no mi deseo por poseerla, culearla, amarla y dominarla.
Para algunos podrá parecer jocoso, pero no lo es. Solo imaginen encontrarse en un desierto, terriblemente sedientos, y tener frente a ustedes un exuberante oasis, pero no poder disfrutar de sus manjares por el prejuicio, la ignorancia y el repudio social. Irónicamente lo que me impide confesarle mi pasión, es precisamente el amor que siento por ella. Sé que, decirle que la deseo le traerá un conflicto emocional muy fuerte. Me importa un comino lo que diga la sociedad. Solo me importa su bienestar, y lo que menos quiero es enfrentarle a un dilema que la angustie.
No me importa si me dicen que esta potencial relación amorosa es anormal, una locura o una obscenidad. Me he dado cuenta que lo normal no necesariamente es bueno, de manera que no me importa lo que diga la sociedad estúpida y santurrona. Confundido como estoy, a veces me pregunto, si debería mandar al diablo todas mis reticencias y de una vez por todas lanzarme a enamorar y seducir a esa mujer. ¿Acaso no dicen que el amor no conoce de límites ni barreras? Sé que si lo hago no habrá vuelta atrás. También sé que nuestro amor solo podrá ser posible en la intimidad de nuestro hogar. Fuera de nuestra casa seguiría siendo mi mamá, pero dentro sería mi amante concubina. He ahí mi historia, juzguen como ustedes quieran, no me importa. No me arrepiento de tener esta obsesión carnal por esa hembra hermosa. Solo espero encontrar en estos días el impulso final que me motive a declararle mi amor y a consumar la pasión que siento por la mujer que adoro.





pdata.- la foto solo es una recreación.

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