La fatasia de ordeñar a mi tía

Espero que sea de su agrado, es una fantasía que me paso por la mente con una tía y quería relatárselo como pudo haber sido.

Este relato esta dedicado a @tiborux10, que me gustaría que fuese mi tía.


Un día, cuando entré a la sala, me dijo mi tía

-Se ve que está muy rica mi lechita ¿verdad? mientras ella se limpiaba la blusa, del escurrimiento de la leche de sus pechos que la había manchado.

Ella lo dijo porque yo me quedé mirándolas, ya que al mojarse con el escurrimiento de sus tetas, se transparentaban sus pezones duritos y oscuros. Mi tía es de piel blanca y siempre ha sido una mujer tetona, y ahora que había terminado su embarazo, las tetas le habían crecido aún más y estaban que estallaban de tanta leche.

-Lo malo es que mi bebé no quiere tomársela y si no lo hace, me comenzarán a doler mucho los pechos.

Mirándola y escuchándola, mi verga se puso muy dura y ella lo notó y no dijo nada, sólo sonrió de una manera algo lujuriosa, al darse cuenta de que tenía totalmente duro bajo el pantalón.

-Ojalá se la tome –comenté y le dije que iba a mi cuarto.

Al día siguiente de que mi tía me dijera lo de su leche, regresé y ella estaba otra vez en la sala.

-Mira, otra vez estoy chorreando- me dijo, mientras con la palma de su mano derecha levantaba su pecho izquierdo desde abajo y me lo mostraba.

Esta vez llevaba una bata y me di cuenta que no traía sostén ni nada más. Yo ya no pude contenerme más y me acerqué a ella y le estruje el pecho que ella me ofrecía. Vi cómo se estremecía de placer, pues cerró los ojos y sus pezones se pusieron todavía más hinchados de lo que ya estaban.

-Anda mi amor, ordeña a tu tía. Chúpame toda la leche. La tengo toda para ti.

No tuvo que pedirlo dos veces, porque yo ya estaba frente a sus pechos y mi boca se prensó de uno de sus pezones y chupaba sediento, mientras mi lengua se llenaba con ese líquido caliente. Chupaba haciendo mucho ruido y esos sonidos se mezclaban con sus jadeos y sus palabras entrecortadas.

-¡Ay, qué rico! Ordéñame así. Tómate toda mi lechita. Huy me pones muy caliente. Mama, sigue mamando, Muérdelas, déjamelas moradas con tus chupetones. Soy una vaca lechera y quiero que hagas con mis tetas lo que tú quieras. Apriétamelas así rico. Huy, que rico me siento.

Después de mamarle ese primer pecho, ella me jaló y llevó mi cara hacia la suya. Nuestras lenguas se enredaron y yo compartí con ella el líquido que aún tenía en la boca. Los hilitos de su leche escurrían por nuestros mentones mientras nos besábamos con mucha lujuria, sin que yo dejara de apretarle las tetas. Yo sentía cómo chorritos de leche salían disparados desde sus pezones, por la presión que yo hacía sobre ellas, al estrujarlas. Chorritos que me tenían batidos los brazos y la playera de la escuela.

Otra vez bajé mi cara hacia sus tetas, pero esta vez ella me detuvo unos quince centímetros antes de comenzar a mamarlas y me dijo que se las apretara. Lo hice y la leche de las tetas gordas de mi tía me llenaba toda la cara. Apretaba y le clavaba las uñas en esos pechos jugosos y cada vez era mayor la cantidad que brotaba. Abría la boca para tragarme la mayor cantidad, pues no quería perder nada. Ella gritaba por el placer de sentir cómo yo le estrujaba muy violentamente sus tetas y le clavaba las uñas, ocupado como estaba, en sentir esa piel suave entre mis manos.

-¡Qué rico le sacas la leche a tu tía! Así mi vida, márcame las tetas, márcamelas mucho para que me excite cada vez que me mire al espejo y vea cómo me las dejas. Así; soy tu madre y te doy la teta. ¿Quieres teta con mucha leche mi niño? ¿quieres estas tetotas que siempre vas a mamar? Cuélgate de estos pezones. Dime que soy una vaca tetona. Dime qué soy.

-Eres una vaca tetona tía. Estas muy cargada de leche y me gusta ordeñarte así de fuerte.

-Dime más mi amor,- decía ella mientras estaba a punto de correrse.

-Me gusta que seas mi tía, mi mujer; me calienta mirarte las tetas y mamártelas y voy a sacarte toda la leche.

-Tú eres un niño muy goloso ¿Te gusta la lechita de tu tía?

-Sí tía, me encanta, es muy rica.

-Así apriétalas; lastímamelas, que ya después me las vas a curar con tus lamidas.

Mientras yo seguía apretándolas, ella se acomodó para sacar mi verga del pantalón y antes de llevar su mano, la puso delante de uno de sus pechos y uno de sus chorros se la llenó de leche y supe lo que iba hacer. Mojada como tenía la mano, la llevó hasta mi verga y yo ya no podía contenerme. Comenzó a pajearme con su mano mojada por su leche y tanto ella como yo, ya no pudimos más. Nos venimos y un tremendo estremecimiento recorrió nuestros cuerpos. Quedé recostado con la cara entre sus tetas y ella me acariciaba el cabello y me besaba. Retiré un poco mi cara para mirar sus tetas y noté que estaban amoratadas y hasta un poco sangraban.

-Niño malo. Ahora tienes que curarlas.

Me acerqué y con la lengua empecé a lamer esas globos y ella comenzó a gemir otra vez.

Y yo seguí lamiendo y ordeñando esos montes de leche.

1 comentario - La fatasia de ordeñar a mi tía

Simonmer74
Buen relato y ojala se te haga realidad esa fantasía con tu tía...