Decisiones: Placeres que matan.

Nota: Este post pertenece a una historia interactiva, sugiero que para entenderla leas el primer post en el siguiente link:
http://www.poringa.net/posts/relatos/2568665/Decisiones-Inicia-la-aventura.html

Le veía esa concha hinchada y completamente lubricada por fluidos. Le veía las nalgas y las piernas que eran dibujadas por los ligueros y las medias negras. Realmente tenía ganas de meterle la verga hasta el fondo y desvirgarse, pero el remordimiento de lo que podría pasar después lo detuvo. Rodrigo la tomó de un hombro.
–Déjame pajearme con tus tetas.
La chica no se opuso a la idea, así que se recostó sobre la cama boca arriba y se acomodó entre las piernas de Rodrigo, el cual se acercó un poco mas hasta que su miembro quedara a la altura del pecho de Alejandra.
Entonces arrodillado, separó un poco las piernas para que su verga bajara un poco y pudiera enterrarla entre las tetas. Alejandra apretó sus pechos por los costados con las manos, atrapando así la verga de Rodrigo.
Las tetas de Alejandra no eran exageradamente grandes como para hacer desaparecer el pene del chico, pero sin duda era una sensación placentera. Rodrigo movía la cadera hacia adelante y hacia atrás fallándole las tetas lentamente. Alejandra había pegado el mentón a su pecho para verle la verga y cada vez que esta se acercaba a su boca, sacaba la lengua y le daba una lamida al glande.
Cada vez que la lengua tocaba la verga, Rodrigo cerraba los ojos con gusto y hacía un pequeño ruido con la boca. Por ratos le dejaba la verga cerca y Ale comenzaba a chuparle la cabeza con los labios. En una de esas, cuando el joven sentía que se acercaba su orgasmo, le pellizcó los pezones y se los jalaba hacia arriba. La chica no se quejó, si no todo lo contrario, parecía que le gustaba, pues le sonreía con picardía.
Rodrigo entonces y sin soltarle los pezones, comenzó a embestir con más fuerza. Alejandra sacó la lengua y la verga de Rodrigo chocaba contra esta y se deslizaba dentro de la boca. Le excitó muchísimo eso, así que en breve comenzó a llenarle la boca de leche caliente y espesa.
Alejandra se pasó la lengua por los labios relamiéndose cualquier gota de semen que se le haya escapado y sin más, se la tragó.
–Me gusta, tu leche tiene calidad– dijo Alejandra para después darle un dulce beso a la cabeza del pene de Rodrigo, este solo sonrió con nerviosismo. Se quitó de encima de ella y se comenzó a cambiar.
–Bueno, supongo que estás listo. Solo recuerda controlarte, no debes quemar los cartuchos antes que ella o podría arruinar el momento. Rodrigo asintió. Se despidieron sin más preámbulo y Rodrigo regresó a casa.
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El sábado, como era costumbre, se dedicó a limpiar la casa y a lavar su ropa. Mientras desayunaba le llegó un mensaje de Sofía.
“No hagas planes para mañana, quiero que vengas a mi casa.”
Mientras comía, se seguía mandando mensajes con ella. Al parecer, el padre de Sofía, tendría un desayuno importante con ejecutivos de la empresa para la que trabajaba y se llevaría a su madre como invitada. Sofía sabía que esos eventos de su padre tardaban muchas horas, así que tendrían la casa para ellos dos durante toda la mañana.
Ambos sabían lo que eso significaba, habían estado esperando una oportunidad como esa durante mucho tiempo y por fin se les presentaba. Quedaron de acuerdo en la hora que tendría que llegar Rodrigo, pero no le dio más detalles de lo que harían.
Regresó a sus deberes como siempre, no podía esperar hasta el día de mañana, estaba emocionado, excitado. Todo el día estuvo fantaseando con lo que pasaría.
––

Despertó temprano, por desgracia, demasiado temprano. Se pasó un rato en la computadora, tratando de perder la mayor cantidad de tiempo posible. Cuando ya se acercaba la hora de irse, se dio un duchazo. Se puso camisa, jeans y zapatos. Salió corriendo de la casa emocionado. No le había contado nada a su hermana, pero de todas formas era probable que ni se diera cuenta. Para cuando él regresara, Rebeca aún seguiría durmiendo.
En el bus, ya con rumbo a casa de Sofía, le mandó un mensaje, sólo para checar si todo iba según lo acordado.
“Si… ya se fueron, estoy ansiosa” fue la respuesta de la chica.
Llegó a la casa, respiró profundo y exhaló. Tocó el timbre y la espera se hizo eterna, aunque realmente no había pasado ni un minuto. Se abrió la puerta y lo primero que vio, lo dejó impactado.
Sofía vestía un traje de sirvienta de estilo francés. Vestido negro de una sola pieza que le llegaba apenas por encima de los muslos. Unas mangas cortas blancas, que de hecho dejaban ver ligeramente sus hombros. El delantal blanco, amarrado a su cintura, unas medias blancas que cubrían completamente su piernas, unos zapatos negros y ese típico lazo en la cabeza de color negro, y adornos blancos que sostenían su ondulado cabello.
La chica se acomodó sus anteojos. Se inclinó levemente, haciéndole una educada reverencia mientras se extendía un poco la falda con cortesía.
–Bienvenido a casa, señor– la chica se irguió de nuevo y le señaló el interior de la casa mientras se hacía a un lado para darle paso –. Por favor, pase, lo estaba esperando.
Rodrigo la miró y le sonrió con algo de nerviosismo, no se esperaba verla vestida así; y no solo eso, sino que también su manera de hablar y de actuar, realmente estaba metida en el papel.
Trató de calmarse a sí mismo y comenzó a ver las cosas de forma más interesante. Esto parecía una fantasía… que va, una película porno, eso es lo que era o por lo menos en lo que debería de convertirse.
–Acompáñeme al comedor por favor.
Rodrigo se dejó guiar. Parecía que la chica tenía planeadas las cosas o por lo menos el principio de la fantasía. Le seguiría el juego por ahora. Llegaron al comedor, donde había una taza de café y un panque sobre un plato.
–Por favor, tome asiento y disfrute de esta merienda… tal… tal vez mas tarde pueda comer algo más…– esta última línea la dijo con timidez y algo de dificultad. Rodrigo lo notó y sonrió. Se sentó y tomó el panque para quitarle la envoltura.
–Señor ¿Le gustaría que le diera un pequeño masaje mientras come?
Rodrigo arqueó una ceja con extrañeza ¿un masaje? No le vio lo excitante a la propuesta, pero bueno, era parte del juego, así que no se negó.
–Me encantaría.
El chico cerró los ojos y le dio la primera mordida al bocadillo mientras esperaba sentir las delicadas manos de la chica sobre sus hombros. Sin embargo la sensación nunca llegó. De pronto sintió la presión de la mano de la chica sobre su entrepierna. Lentamente le comenzaba a acariciar la verga por encima de la ropa.
Trató de aguantar la risa –¡oh! Te referías a esa clase de masaje…
Sofía también soltó algunas risillas. Estaba debajo de la mesa, Rodrigo no podía verla por el mantel que cubría al mueble, pero si veía la mano de la joven acariciándole.
–Por favor, no se preocupe por nada y siga disfrutando de su bocadillo.
Rodrigo obedeció. No tardó mucho para que su pija quedara a punto, ya hasta le comenzaba a doler de lo apretado que le quedaba el pantalón. La chica enseguida le abrió los pantalones, pero sin bajárselos. Retiró el bóxer haciendo que el pene rebotara y diera algunos saltitos por la excitación.
Enseguida lo tomó y comenzó a masajearlo lentamente, estirándole la piel que cubría el glande hasta descubrirlo por completo. Entonces con dos dedos comenzó a masajear aquella cabeza rojiza e inflamada. El chico sentía un cosquilleo placentero, la sonrisa de su cara no se borraba.
Sofía entonces le tomó la pija con ambas manos y comenzó a masajearle lentamente.
–¿Le gusta, señor?
Rodrigo tomó la taza de café –Me encanta.
Sofía había comenzado a excitarse también, así que de pronto una de sus manos soltó la verga y se dirigió a su concha. Traía una panti blanca que hacía juego con el traje. Comenzó a masajearse lentamente por toda la concha, podía sentir como la prenda comenzaba a humedecerse.
Rodrigo también notó que solo le masturbaba con una mano y podía escuchar la respiración agitada de Sofía, además del ruido del roce de la tela y la mano de la chica, así que le fue fácil imaginar lo que hacía debajo de la mesa.
Terminó el café y también había terminado el panqué. La chica escuchó cuando colocaba la tasa sobre la mesa y se detuvo por completo, tanto de masturbarse ella, como de masturbarlo a él. Salió de debajo por un lado y recogió los platos.
–Espero que haya disfrutado de sus alimentos, señor, en un momento regreso.
Y sin más se fue. Rodrigo se miró a ver la verga, la cual seguía afuera y saltando. Había un poco de fluido pre seminal sobre la punta, así que se imagino que tal vez ella también estaba húmeda debajo de sus prendas.
Se paró y fue hasta la cocina, donde Sofía se encontraba. Ahí la chica estaba por lavar los platos. Se sorprendió un poco al ver a Rodrigo ahí con la polla sin guardar, danzando libremente mientras este caminaba.
–Señor, por favor, le dije que me esperara.
Entonces Rodrigo se le acercó sin dejar de sonreírle y mirandole a los ojos. Tenía una cara de perverso, que hasta cierto punto puso nerviosa a la chica. La tomó de los hombros y se le apoyó a la espalda. El chico tuvo que doblar un poco las rodillas para colocar su boca a la altura del oído de Sofía. Su verga entonces se deslizó ente las piernas de la chica, esto por pura casualidad.
–No puedo esperarte tanto tiempo… además, ¿no se supone que estas aquí para servirme?– le susurró al oído.
Sofía sostenía los platos con fuerza. Podía sentir la verga de Rodrigo rozando contra su concha y sus piernas.
–S… si, es…estoy a… a su servicio– dijo entre susurros.
–Entonces se una buena chica y lava esos platos mientras pruebo esa concha tuya.
Rodigo se arrodilló. Levantó un poco aquella faldita negra y pudo apreciar la panti blanca. Le pasó los dedos por encima de la tela y comprobó que la chica ya estaba algo húmeda por lo hecho en la mesa.
–Sirvienta, es usted una pequeña pervertida.
Sofía se quedaba quieta, “lavando” los trastes, solo podía hacer ruiditos con la boca. Rodrigo le hizo a un lado la panti para descubrirle un poco la concha. Pudo verle los labios con algunos pelillos negros. Acercó su rostro y como un acto reflejo, la chica levantó un poco la cola para que Rodrigo pudiera meterse más y le fuera más cómodo. Comenzó a lamerle ligeramente los labios vaginales, el olor a concha lo estaba calentando tanto. Enseguida introdujo la lengua lo más profundo que pudo y la chica comenzó a jadear y a gemir ligeramente. Con las manos comenzó a acariciarle las piernas y seguía jugando con su lengua de lado a lado sobre la concha. Pero Rodrigo se detuvo. Se puso de pie y vio que no estaba lavando los platos.
–Veo que no le gusta hacer su trabajo… tendré que castigarla.
Y antes de que pudiera reprochar nada, tomó a la chica entre brazos, la cual dio un grito de sorpresa y luego simplemente comenzó a reírse con vergüenza. La llevó a su habitación y ahí la recostó sobre la cama. Lentamente tomó los lados de sus bragas y le fue quitando, despacio, la prenda. La chica levantó las piernas facilitando la salida de la panti. Luego, Rodrigo se recostó a su lado.
–Venga, ponte encima de mí, no eh terminado de probarte.
Sofía obedeció, se sentó sobre el rostro del chico y luego se inclinó hacia adelante. Rodrigo comenzó a chuparle la concha y Sofía la polla. Se quedaron un buen rato en ese 69, la chica se tragaba la verga de Rodrigo prácticamente completa, mientras le acariciaba los testículos con las manos. El joven disfrutaba de la mamada, mientras metía su lengua en concha de la chica, tenía toda la boca embadurnada por los fluidos de esta.
Enseguida Sofía se irguió y se puso de pie sobre la cama. Volteó a ver a Rodrigo, sonriéndole con algo de vergüenza, pero su excitación sobrepasaba la pena. Así pues, se puso frente a él mientras se ponía de cuclillas, a la altura de la pelvis de Rodrigo. La pija del chico rebotaba y la cabeza rozaba la concha de la chica.
Sofía tomó la verga de Rodrigo y lentamente la apuntó hacia su entrada. Ligeramente fue bajando sintiendo como el glande se le enterraba entre los labios vaginales. Bajaba un poco más sintiendo como la cabeza rojiza se introducía aún más. Su vagina se resistió un poco. Para Rodrigo se sentía como una caricia. Era tan excitante que tiró un bufido.
La chica siguió bajando y mientras más se introducía el miembro en su cavidad, mas quejidos hacía. Rodrigo acarició las piernas de la chica, para consentirla un poco. Sofía logró sentarse sobre las piernas del chico, tenía la verga completamente adentro. Lentamente comenzó a subir y a bajar, mientras Rodrigo le tomaba de las caderas. La chica puso sus manos sobre el pecho del joven y luego apoyó sus rodillas sobre la cama. Lentamente comenzó a rebotar de arriba abajo, sus quejidos ahora eran gemidos. Al parecer el dolor había desaparecido después de un rato.
Rodrigo comenzó a acariciarle la espalda y lentamente fue hacia su pequeñas nalgas. Las tomó y se las apretujó, enseguida comenzó a guiarla para que acelerara, también trataba de mover sus propias caderas para acelerar la penetración.
Sofía gritaba de placer. Rodrigo la movía de arriba a abajo con fuerza. De pronto rodaron en la cama quedando ella abajo. Rodrigo la colocó en pose de misionero y la siguió envistiendo con fuerza, ahora él tenía más control.
–¡Me voy a venir!– gritó la chica justo antes de que su concha comenzara a expulsar un chorro con fuerza. Rodrigo sacó la verga mientras miraba como Sofía tenía unos ligeros espasmos.
Luego la volvió a penetrar y siguió bombeando con menos fuerza mientras la besaba. No faltaba mucho para que él también terminara.
–Voy a correrme.
–Por favor, déjame toda tu leche en la boca.
Rodrigo se sorprendió un poco por lo que la chica le pedía, nunca se la imaginó diciendo algo así, pero la verdad es que lo excitó tanto que casi se le corría adentro. Rápidamente sacó la pija y se la acercó a la cara, la chica le devoró la verga de repente y comenzó a disparar chorros de leche dentro de la boca de Sofía. Esta se tragó el semen y luego le dio una lamida al glande para saborear los restos y las últimas gotas. Rodrigo tiraba bufidos al aire.
Se reincorporaron y se quedaron recostados sobre la cama un rato, solo acariciándose y besándose de vez en vez. Después de un rato se despidieron, pues los padres de Sofía no tardarían mucho en regresar y la chica tenía que limpiar un poco el desastre que hizo en su cuarto, además de quitarse el disfraz de sirvienta.
––

El día siguiente fue algo abrumador. Prácticamente toda la mañana Sofía se había quedado pegada a él. Le tomaba de la mano en clase, lo observaba fijamente sin razón alguna y con una sonrisa. Lo más incomodo eran los abrazos espontáneos. Pero no malinterpreten las cosas, Rodrigo se sentía agradecido por las acciones de afecto, pero por alguna extraña razón, se sentía muy incomodo y culpable. No quiso romperle la burbuja a la chica, así que se dejaba mimar y acariciar, mientras fingía una falsa sonrisa a cada momento.
Se sintió aliviado una vez que la jornada en la universidad terminó. Sofía tenía deberes en casa, así que no lo acompañaría hasta Friks, podría relajarse todo el camino.
Al llegar a la tienda saludó a Alejandra, la cual se encontraba apoyada en uno de los mostradores leyendo un libro. Rodrigo por su parte se fue al vestidor para ponerse el uniforme.
Apenas llegó al vestidor, abrió su casillero y comenzó a sacarse la playera. Escuchó como la puerta de la habitación se cerraba. Miró en dirección a la puerta y para su sorpresa, encontró a Alejandra.
La chica se le acercó con esa mirada picara y esa sonrisa seductora que la caracterizaban.
–¿Cómo te fue con tu primera vez?– preguntó ella, mientras le quitaba la playera de las manos.
Rodrigo sonrió algo nervioso –Bien… supongo.
Ale tiró una carcajada al aire. Le abrazó por la espalda y luego comenzó a desabrocharle el pantalón. Rodrigo no se movía, sabía lo que estaba pasando y lo más curioso es que quería que pasara, así que no trataría de detenerla.
La manos de la chica se deslizaron hacia su verga; la cual a pesar de no estar completamente erecta, ya comenzaba a alzarse eh hincharse. Ale simplemente acariciaba la pija con ligeros masajes.
–Entonces te mereces un premio.
Le bajó los pantalones junto con el bóxer. Hizo que se volteara y comenzó a mamársela, pero no tardaría mucho, sólo se la dejaría tan lubricada como fuera posible. Rodrigo era siempre el último de los trabajadores del turno vespertino en llegar y además todos los del turno anterior ya se habían ido, así que no había riesgo de que alguien los encontrara en el vestidor. Pero obviamente Rodrigo tenía que reportarse en su puesto y si tardaba mucho era posible que alguno de sus compañeros lo fueran a buscar al vestidor. Alejandra sabía esto así que debía darse prisa.
Se puso de pié y tomó a Rodrigo de los hombros obligándolo a recostarse en el suelo. Entonces Ale comenzó a bajarse su pantalón hasta quitárselo por completo. Su ropa interior era una tanga de color purpura. La hizo a un lado descubriendo su concha. Se llevó una mano a la boca y la ensalivó con la lengua. Embadurno la concha con la mano, mientras se la acariciaba con pequeños círculos. Le sonreía a Rodrigo, el cual no despegaba la mirada de esa concha suculenta. El chico recordó aquella vez en el departamento de Alejandra, aquél momento en el que tenía esa misma concha frente a él completamente dispuesta para ser penetrada. Esta vez podría sentirla.
Alejandra se hincó sobre él, le tomó la verga y comenzó a apuntarla hacia su vagina. Bajó un poco mas hasta que el glande del chico sintiera sus labios. Rodrigo comenzó a jadear, pero Alejandra le sonreía mientras le jugueteaba la pija, haciendo rozar el glande con la entrada. Rodrigo trataba de metérsela moviendo la cadera hacia arriba, pero cada vez que estaba por enterrarla, Ale le movía la pija de lugar.
Por fin la chica la dejó quieta, pero ella misma fue la que se metió la pija, sentándose por completo y hasta el fondo de un solo movimiento. Rodrigo lanzó un bufido de lo bien que se sentía. La chica se recostó sobre el pecho de Rodrigo y lentamente comenzó a mover su cadera en círculos lentos. Comenzó a jugarle los pezones, lamiéndolos hasta ver que quedaran duros.
Se irguió un poco para verle el rostro y para comenzar a bajar y subir sobre la verga de Rodrigo, el cual solamente jadeaba disfrutando de todo aquello. Rodrigo metió la mano por debajo de la camisa del uniforme de Alejandra. Sus dedos toparon con un corpiño, pero enseguida los dirigió debajo de estos, tomándole la teta y buscando su pezón, el cual apretaría con regocijo. Ale dio un gemido que ahogó de inmediato; sería un problema si alguien los escuchaba.
Rodrigo le tomó de la cadera, siguiendo sus movimientos de arriba abajo, pero enseguida deslizó la mano hacia la nalga de la chica. Le dio una repentina nalgada. Alejandra respondió con una sonrisa juguetona. Aceleraron el movimiento. La concha de Alejandra se tragaba toda la pija al bajar y luego subía hasta que se podía ver el principio del glande.
Rodrigo no pudo más, sentía que quería partirla. La abrazó con ambos brazos y la acercó a su cuerpo y comenzó a mover sus caderas con más fuerza. Sus piernas chochaban contra las nalgas de la chica, sonando como palmadas a cada embestida. Ale solo podía gemir entre suspiros tratando de no hacer ruido.
–Mas… dame más, rápido, más rápido– decía al oído del chico.
Rodrigo le tomó de las nalgas y la hacía subir y bajar mientras la embestía frenéticamente. Apretaba los ojos y los dientes, pues podía sentir como se desgastaban sus músculos por el esfuerzo que hacía; pero que bien se sentía su pija entrando y saliendo de esa dulce concha. Su glande se sentía tan caliente y húmedo que apenas y sentía la ficción del interior de la vagina, pero más lo excitaba el sonido de las nalgas chocando contra sus muslos y la jadeante respiración de la chica en su oído.
Mientras le tomaba de las nalgas y la obligaba a subir y a bajar con fuerza, una de sus manos se deslizó quedando en el medio, justo en la raja donde se asomaba la entrada del culo. Rodrigo se dejó llevar y le acarició el ano con el dedo. La chica no dijo nada, parecía como poseída por el morbo del momento. Así pues, el chico se aventuro y comenzó a hacer presión sobre la entrada del culo con el dedo, pero el movimiento violento de ambos le impedía ubicarlo. Enseguida introdujo la punta del dedo, pero con el movimiento violento, terminó por metérselo casi entero. Ale gimió con mayor fuerza, se mordió el labio para callarse a sí misma. Rodrigo sonrió con dificultad y comenzó a penetrarle el culo con el dedo.
–¡Si… ah!… no pares– las suplicas de Alejandra lo excitaron muchísimo. Sentía como estaba cerca de correrse, pero trató de aguantar, parecía que Ale también estaba cerca a tener un orgasmo y no quería arruinárselo. Por desgracia no lo consiguió, podía sentir como el semen ya estaba a punto de salir.
–¡Me voy a venir… me estoy viniendo!
Alejandra enseguida dio un salto para sacarse la verga y retrocedió hasta que su boca se tragó la mitad de la pija. Le pajeó el tronco con una mano y con la otra parecía estarse masturbando. La leche no se hizo esperar y estalló en la boca de Ale, la cual parecía estarla disfrutando. Incluso se notaba como parecía tener unos ligeros espasmos.
Se irguió sobre sus rodillas y se tragó el semen mientras respiraba profundamente. Se podía ver su cara de satisfacción. Rodrigo no había podido terminar de darle un orgasmo, pero ella se hizo cargo de dárselo a si misma al fin de cuentas. El chico por su parte también trataba de recuperar el aliento. Quedó agotado.
Ale le dio una palmada en una pierna –Date prisa o alguien vendrá a buscarte.
Rodrigo se puso de pie, levantándose los pantalones y el bóxer. Ale fue mucho más rápida, pues para cuando él se dio cuenta, la chica ya estaba saliendo de la habitación.
Se terminó de poner el uniforme y se dirigió a su respectivo mostrador. La jornada laboral pasaría sin ninguna clase de percance, de hecho sería una tarde muy tranquila en la tienda.
––

Los días siguientes fueron pasando de forma lenta y se convirtieron en un martirio para el joven. Por un lado Sofía le mensajeaba de vez en cuando, pero estaba muy ocupada con tareas y trabajos, así que no podía ir a verla más que en clases.
En el trabajo, toda la semana habían estado ocupados atendiendo clientes, haciendo cuentas y actualizando inventarios. Además, Alejandra se hacía la difícil para calentarlo, poniendo como excusa lo atareada que estaba.
Así que Rodrigo simplemente pasó casi toda la semana en celibato. Masturbarse ya no era lo mismo, así que pasaba de esa idea.
––

Llegó el viernes. Era el día que Sofía tiene clases hasta tarde y justamente el día que menos gente visita la tienda. Como es de imaginar Rodrigo se aburría detrás de su mostrador, pensando en banalidades.
De pronto, notó una sombra por el rabillo del ojo que le obligó a girar la cabeza. Era Ale, acercándose.
–¿Aburrido?
–Se…– dijo con fastidio regresando la mirada al frente. No se le pasó por la cabeza proponerle nada sexual a la chica, toda la semana se había hecho del rogar y seguramente este día sería igual, o eso era lo que él pensaba.
–Entonces… ¿quieres divertirte?– la voz seductora de la chica hizo que se dibujara una sonrisa en el rostro de Rodrigo. No la miró a ver, no quería notarse tan desesperado, pues tal vez solo estaba provocándolo.
–¿Qué propones para que me divierta?
–Hoy podemos probar algo diferente.
Rodrigo la miró y entrecerró los ojos con algo de escepticismo. Comenzaba a hacerse la idea, pero no quería emocionarse por nada.
–Hagámoslo entonces– fue su respuesta. Ale río, podía notar su desconfianza y de hecho eso era lo que la divertía. Pero hablaba en serio, así que le tomó del brazo y lo guió hasta el vestidor de hombres, aquella habitación donde habían tenido relaciones por primera vez.
Se acariciaron juguetones mientras cerraban la puerta del vestidor. Ale se separó y se abrió el pantalón, bajándolo hasta sus muslos. Se arrodilló y colocó la cabeza y los hombros sobre el suelo, con la cola levantada, mostrando esa tanga de color negro.
La escena era justamente como aquella primera vez que le vio la concha, en su departamento. Ale se hizo a un lado la tanga mientras se acariciaba la concha. Rodrigo sentía como la pija se le paraba de golpe. Se abrió los pantalones y se bajó un poco el bóxer dejando libre su pija.
Se arrodilló detrás de Alejandra y enseguida esta se cubrió la concha, viendo que el chico iba dispuesto a metérsela de una.
–Te dije que hoy probarías algo diferente.
Entonces la chica estiró la tanga un poco más para que descubriera la raja entre las nalgas.
–Se que el otro día querías probar esto.
Rodrigo no tenía palabras. Le separó las nalgas con las manos y se inclinó metiendo la lengua en aquel asterisco rosadito y apretadito. Ale hizo un ruido de excitación por el repentino movimiento del chico.
Sacaba y metía la lengua del culo de Ale, mientras le amasaba las nalgas con las manos. Se irguió de nueva cuenta para acercar su verga a la entrada de su culo. Se ensalivó la mano y lubricó la cabeza del pene. Acercó el glande hacia la raja, en medio de la nalgas. Apoyó la puntita en el ano y dio unos ligeros empujones. Podía sentir como el orificio se resistía a ceder. Se separó y volvió a empujar, cada vez se metía un poquito más.
Terminó empujando con más fuerza tomándose la pija con la mano, la cabeza entró entera. La sacó ligeramente y la volvió a meter de a una. Ahora era mucho más fácil y en sus ligeros empujones la verga se metía más y más. Ale jadeaba a cada entrada de la pija y Rodrigo se regocijaba mordiéndose el labio y mirando ese hermoso y redondo culo que estaba penetrando.
Logró enterrarlo por completo y fue entonces cuando se puso de pie, pero con las rodillas ligeramente flexionadas. Entonces comenzó a mover las caderas en un vaivén acompasado, mientras la tomaba de la cintura.
–¡oh, qué bien se siente!– susurraba el chico mientras Ale solo dejaba escapar unas risillas entre jadeo y jadeo. Y es que el goce era excepcional, el culo de Alejandra le apretaba la verga y se resistía a cada embestida. De pronto comenzó a darle con más fuerza, Ale se acariciaba la concha con sus manos excitada por la culeada que le daban.
Rodrigo se lamentó al comenzar a sentir como la excitación le ganaba y en breve estaría sintiendo la venida de su vida, pero pues había pasado toda la semana sin desahogarse y ahora este culo lo satisfacía enormemente, no podía aguantárselo.
Estaba a punto de correrse, quería venirse dentro, para llenarle el culo de leche. Pero entonces algo pasó.
–Rodrigo.
Alguien lo llamaba y la puerta del vestidor se abrió de repente. A Rodrigo se le heló la sangre, un escalofrío le recorrió el cuerpo y todo pasó en cámara lenta ante sus ojos. Dirigió la mirada hacia la puerta y se topó con el rostro sonriente de Sofía, quien apenas veía el interior de la habitación. De pronto, su rostro cambió de felicidad a confusión y después a dolor.
Rodrigo se había alejado ligeramente de Alejandra sacando la pija del culo de Alejandra, pero los chorros de semen comenzaron a caer sobre las nalgas de la chica. Era lo peor que podría haber pasado.
Sofía y Alejandra se miraron y entonces, la puerta se cerró de un portazo. Sofía salió corriendo de la tienda.
Ale había quedado petrificada, Rodrigo derramando las últimas gotas de semen indetenible. Hizo lo que pudo para meterse el miembro en el bóxer y cerrarse los pantalones. Salió corriendo de la habitación para hablar con Sofía. Llegó a la puerta de la tienda y miró por los alrededores, pero no había rastro de su “novia”.
Uno de sus compañeros de la tienda se le acercó de repente.
–Hey, Rodrigo ¿qué pasó? Escuché un portazo y de pronto vi a alguien correr.
Rodrigo tartamudeó un poco buscando como explicar lo sucedido sin levantar sospechas.
–Nada… nada. Era Sofía… tenía algo de prisa.
Se apresuró a regresar al interior de la tienda. Buscó su celular en las bolsas de su pantalón, trataría de llamarla. Notó que tenía un mensaje y precisamente era de Sofía; se lo había mandado hace quince minutos.
<<¿Por qué no sonó?>> se preguntó.
Pero entonces, se dio cuenta que había olvidado cambiar el modo silencio al salir de clases.
El mensaje explicaba que Sofía había salido temprano y que podría visitarlo.
Rodrigo trató de llamarla mientras regresaba detrás de su mostrador. Entonces apareció Alejandra.
–¿Qué pasó?– preguntó la joven a susurros, pero con un claro tono de preocupación.
–No me contesta… la cagamos… la cagamos en grande.
Alejandra suspiró.
–Yo hablaré con ella.
La tarde fue pesada y densa. Rodrigo pasó toda lo noche tratando de hablar con Sofía, pero sus llamadas no pasaban del buzón de voz. No dejaba mensajes, no tenía mucho que decir, ni siquiera sabía cómo excusarse.
––
El fin de semana se la pasó mortificado y deprimido. Se mensajeo un par de veces con Alejandra, no había podido contactarla y al parecer tampoco era bienvenida en la casa de Sofía.
Trató de seguir mensajeandose con Alejandra, pero extrañamente ya no le contestaba. No le dio importancia y dejó a un lado su celular. Rodrigo se sintió mal consigo mismo e incluso le daba miedo que llegara el lunes, donde inevitablemente la vería en clases.
––

El lunes llegó, pero extrañamente Sofía no asistió a clases. Pero el día se puso mucho más extraño cuando llegó a la tienda y no encontró a Alejandra por ningún lado. Le pregunto a sus compañeros por ella y todos le dijeron que no se había aparecido en el día y no había avisado de su ausencia.
Pasó la tarde tratando de comunicarse con Ale, pero no importaba cuanto lo intentara, el resultado siempre era el mismo. “El numero que usted marcó no existe o se encuentra fuera del área de servicio”.
Salió de trabajar. Caminaba por las calles del centro en dirección a la parada de buses para regresar a casa, pero estaba tan concentrado en sus pensamientos que no notó que alguien lo seguía.
Cruzó frente a un callejón, en una calle poco transitada y entonces aquella figura misteriosa que lo seguía, lo empujó al interior del solitario callejón.
–¡¿Así que te gusta follarte a mi vieja?!
Era la voz de un hombre. Era una voz que había escuchado muy pocas veces, pero era más que obvio de quien era.
Rodrigo no pudo ni responder, una navaja se le clavó repetidas veces en el abdomen. Su respiración agitada y su intento por gritar para pedir ayuda se reducía a jadeos agonizantes. Cayó al suelo por el dolor mientras trataba de tomarse con las manos la sangre que se le derramaba.
–¡Vete a la mierda, niño!– gritó aquel agresor y entonces le asestó una patada a la cabeza.
Rodrigo quedó inconsciente. Aquel hombre tomó el cuerpo y lo tiró en un contenedor de basura, nadie lo encontraría hasta pasados un par de días. Rodrigo moriría desangrado en aquel basurero.
––

Días antes del fatídico momento, una Sofía llena de rabia y sed de venganza, tomó su celular y escribió un mensaje.
“Tu novia es una puta zorra, la vi cogiendo con otro.”
Este mensaje lo empezó todo. El novio de Alejandra llegaría al departamento de esta. Armaría toda una escena violenta pidiendo explicaciones. Le quitaría el celular a Alejandra y encontría los últimos mensajes que Rodrigo le había mandado. No decían mucho, pero hablaban de Sofía y de que los había visto.
Pero aún así el novio de Alejandra encontraría la ropa interior de aquel día y estaba manchada de semen… semen que le pertenecía a otro.
El celular de Alejandra quedaría destruido a causa del arrebatamiento de ira de su novio. Además le metería una golpiza a ella. Era una lástima que no estuviera su compañera para ayudarle.
A base de fuerza le sacaría información a Ale y así supo quien había sido. Así fue como dio con él.

[Dead end]

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