Decisiones: Descubriendo secretos.

Nota: Este post pertenece a una historia interactiva, sugiero que para entenderla leas el primer post en el siguiente link:
http://www.poringa.net/posts/relatos/2568665/Decisiones-Inicia-la-aventura.html

Se levantó de su asiento, retiró las cortinas, abrió la ventana y sacó la cabeza estirándola lo más que podía. No entendía nada de lo que Lorena decía. La música no era tan alta, pero ella tampoco hablaba fuerte.
Cerró la ventana y las cortinas. Se le ocurrió intentar algo diferente. Regresó de nuevo a la silla frente a su computador y comenzó a teclear como loco.
Rodrigo no era un experto en computadoras ni nada parecido, pero en la preparatoria era un poco ocioso y aprendió muchas cosas en la internet. Abrió algunos cuantos programas y buscó en la lista de redes la más cercana. Logró descifrar la clave para usar la red y se conectó
Se suponía que debía de poder ver a través de la webcam de Lorena con ayuda de otro programa, pero no lo consiguió. Lorena tenía una wbcam, pues eso indicaba el programa, pero por alguna razón no podía sintonizarla. Abrumado, abandonó la esperanza de poder ver algo. Sin embargo aún no terminaba con su pequeña infiltración. Ya que estaba conectado a la misma red, comenzó a usar un programa que rastreaba las direcciones que se utilizaban y logró sacar una pequeña lista de páginas.
Revisó la lista y le llamó la atención una página en especifico.
“myfreecams.com/#DianaRox”
Era muy obvio que se trataba de una página muy didáctica para caballeros, pero para Rodrigo se le hizo extraño. Nunca había notado que alguien más viviera en la casa de alado, además de Lorena y su madre. ¿Se habría equivocado de señal de internet?
Salió de la red y entró en la suya. Había copiado el enlace y lo puso en su explorador. Se cargó la página. Era de sexcams, con todo y su chat. Había una gran cantidad de usuarios conectados. Miró hacia el recuadro en donde se cargaba la web cam.
Cuando por fin se cargó, lo primero que vio fueron unas enormes tetas en una blusa rosa de tirantes. Rodrigo quedó estupefacto. Podía escuchar la música en el video, podía escuchar la voz de la chica contestando las preguntas que los usuarios hacían en el chat.
Silenció el video y nuevamente se dirigió a la ventana para escuchar la música de Lorena. Era la misma tonada, la misma canción. Cerró la ventana y aún algo sorprendido vio la pantalla de su computadora.
–Increíble…– susurró.
La chica en la pantalla acomodó la cámara para que pudieran ver su rostro. No quedaba ninguna duda, era Lorena.
Rodrigo se sentó y se registró en la pagina, pasó parte de la noche viendo y escuchando lo que Lorena hacía y decía. Hubo un momento en el que la chica comenzó a bailar de forma exótica, pasándose las manos por todo el cuerpo. La gente en el chat la elogiaba. Algunos se atrevían a decirle guarradas. Rodrigo estaba fascinado con el descubrimiento, y sobra decir que estaba con la verga a mil, viendo la escultural figura de la rubia.
La transmisión terminó casi a la media noche. Rodrigo no había tenido oportunidad de masturbarse a causa de su asombro. Pero no le importaba, ahora tenía el enlace por el que Lorena transmitía, podría verla en cualquier otro momento. Guardó en sus favoritos la página.
––

Al día siguiente, se fue solo a clases. Se había puesto la playera con la estampa diseñada por Sofía. Se sintió un poco avergonzado, pues se suponía que planeaba invitarla a salir la noche anterior en forma de agradecimiento, pero con ese asunto de Lorena se la había olvidado por completo.
Sofía se vio sorprendida y elogiada por ver a Rodrigo usando la prenda. Rodrigo no dejó de agradecerle en todo el transcurso del día. Se le ocurrió invitarla a tomar un helado después de clases, a lo cual Sofía accedió.
Por azares del destino, Alfonzo terminó acompañándolos. Terminaron almorzando en un restaurante del centro, riendo con anécdotas de sus infancias y hablando de algunos recuerdos personales de cada uno. Fue una tarde amena.
Cuando regresó a casa se dio una ducha y se puso a hacer sus deberes escolares. Por ratos miraba a ver por la ventana y se topaba con la ventana de Lorena, siempre con las cortinas cerradas.
<<¿Hoy se conectará?>> se preguntaba en sus adentros.
Para su desgracia, no. Lorena al parecer no tenía planificado hacer nada aquella noche, pues no hubo música y en la pequeña pantallita, donde se suponía debía de aparecer ella, se leía “Offline”
––

El día siguiente no fue muy diferente, era principio de semana, siempre eran los días más tranquilos. Rodrigo se sintió abrumado por lo aburrido de la cotidianidad. Realmente esperaba que hoy pasara algo interesante, en especial en la noche. Si daba la casualidad de que Lorena, o mejor dicho, DianaRox se pusiera online, se haría unas buenas pajas viéndola.
Regresó a casa y trató de distraerse para que pasara el tiempo. No tardó mucho en llegar el anochecer. Rebeca llegó de trabajar y le tocó la puerta a Rodrigo. El chico se encontraba viendo un video con los auriculares a alto volumen, así que no había escuchado la llamada de la puerta.
Rebeca, por su parte, se llenó de una caliente sensación y abrió lentamente la puerta esperando toparse con el deseado espectáculo. Sin embargo, su desilusión fue grande al ver que su hermano no se estaba masturbando.
Rodrigo volteó a verla retirándose los auriculares.
–¿Dijiste algo?– preguntó Rodrigo. Rebeca negó con la cabeza y cerró la puerta.
Rodrigo recordó que hoy era día de gimnasio para su hermana y la ultima vez se había preguntado cómo se vería con ropa deportiva. Era cierto que en aquel entonces se había recriminado por cuestionarse algo así, pero ahora estaba muy ansioso como para recriminarse de nuevo. El morbo y la curiosidad le ganaron.
Para no parecer muy sospechoso bajó a la sala y encendió el televisor. Esperó un rato y se fue a la cocina para hacerse unos bocadillos. Mientras estaba ahí, su hermana bajó. Usaba un conjunto de licra deportiva de color gris.
Rebeca también entró en la cocina, tenía que tomar una botella de agua del refrigerador. Rodrigo sólo la miró por el rabillo del ojo. Aquel top se ajustaba a esas tetas redonditas y paraditas que tenía. También podía verle un poco del abdomen, el cual era bastante plano, no musculoso, pero plano.
Enseguida la chica abrió el refrigerador dándole la espalda a Rodrigo. No perdió lujo de detalle del culo de su hermana. La verdad era que incluso con las faldas que usaba, no se podía ocultar la calidad de nalgas que tenía Rebeca y ni hablemos de sus piernas. Se veía que era el lugar donde más énfasis le ponía al ejercicio.
Enseguida y como si fuera un regalo del cielo, Rebeca se inclinó ya que el agua estaba en la parte de abajo del refrigerador. La pija de Rodrigo estaba parada desde que había visto a su hermana entrar a la cocina, con esta nueva imagen del culo de Rebeca dispuesto a recibirle con la embestida más fuerte que pudiera dar, ya estaba para estallarle.
Rebeca se irguió, ignorante de que su hermano la estaba morboseando en su mente. Ella no se había inclinado a propósito, tenía la cabeza en otras cosas y no estaba acostumbrada a “cuidarse” de miradas indiscretas en su casa, ya que vivía sola desde hace mucho.
–Más tarde regreso– dijo ella saliendo de la cocina. Rodrigo no le perdió de vista el culo, contoneándose a cada paso. Estaba calientísimo, quería sacarse la verga y pajearse ahí mismo, mientras aún tenía la imagen fresca de su hermana inclinada frente a él. Pero se contuvo… no quería gastar sus cartuchos por si Lorena desidia hacer su jugada más tarde.
Terminó de hacerse sus bocadillos y se fue a la sala a comerlos. Se quedó poco menos de una hora viendo una serie. Justo cuando Rebeca regresó del gimnasio, Rodrigo estaba por irse a su cuarto. Esperó a que ella entrara para recibirla.
Rebeca venía completamente transpirada, con una toalla sobre los hombros. Pasó de largo hacia las escaleras para darse una ducha. Rodrigo por su parte simplemente la miraba con algo de discreción, pero en su mente la imaginaba morbosamente sobre las maquinas del gimnasio. Montando una bicicleta estacionaria levantando el culo. Haciendo flexiones sobre el suelo mientras sus tetas se balanceaban. La pija se le puso durísima, pero igualmente olvidó todo aquello en un instante. Aún se sentía un poco incomodo cuando imaginaba a su hermana de manera libidinosa.
Se fue a su cuarto para perder el tiempo en la web. Cada cierto tiempo, se paraba frente a su ventana y retiraba un poco la cortina para ver hacia la ventana de Lorena. Trataba de escuchar algo, pero no había rastro de música o su voz.
Pasaron varias horas y estaba a punto de irse a dormir resignado, pero entonces la música se escuchó. Rodrigo no pudo dejar de sonreír mientras buscaba la página de “DianaRox”.
Entró al chat y cargó el recuadro con la webcam. Apareció la imagen y se podía ver una silla y gran parte del cuarto de Lorena. Ya había personas haciendo algunas conversaciones en el chat, algunos entre ellos, otros tratando de que Lorena les respondiera.
Rodrigo no era muy fanático de esa clase de sitios, pero sabía cómo funcionaban y tenía curiosidad de ver cómo se comportaría Lorena.
Enseguida, en la pantalla, apareció Lorena vistiendo una camisa negra con los botones superiores desabrochados, de manera que se creara un escote provocador. Tenía un pequeño micrófono en la mano y les dio la bienvenida a todos. Particularmente comenzó a responder alguna preguntas que le habían hecho mientras no estaba frente a la cámara. Eran preguntas comunes:
“¿Cómo estas preciosa?” “¿Cómo te fue hoy amor?”
Y también los típicos comentarios aduladores. Lorena sonreía coqueta y les daba las gracias. A algunos otros les contestaba sus preguntas de forma más elaborada, pero parecía como si los conociera de mucho antes, tal vez eran sus fans más leales.
Hubo un momento en el que Lorena comenzó a tipear algo con el teclado y entonces en el chat apareció la siguiente leyenda:
“1000 tokens: show público/ 200 tk: show VIP/ 111 tk: 3 videos”
Los tokens, eran la moneda virtual de la página. Rodrigo obviamente no tenía ni uno, pues para ello debías pagar y él no tenía tarjetas para pagar. Se le cruzó por la cabeza pedirle una a su hermana, pero en los recibos mensuales aparecería el pago a la pagina… eso sería incomodo de explicar. Supuso que tendría que esperar como la mayoría. Habían 345 personas en el chat, pero solo unas seis o siete hablaban de forma natural con Lorena. Los demás no decían nada o se limitaban a hacer uno que otro comentario sin gracia.
De pronto comenzaron a aparecer unos letreros amarillos en el chat. Un usuario había dado los 200 tk. Lorena se lo agradeció. Por ratos Lorena se paraba de su asiento y comenzaba a bailar con la música que tenía de fondo. A veces lo hacía de forma provocativa deslizando sus manos por todo su cuerpo, era muy excitante “espiarla” de esa forma.
Cada vez que alguien donaba, sin importar que si era para él VIP o por los videos, la cuenta del show público se iba disminuyendo. Llegó un momento en donde solo faltaban 30 tk. Muchos en el chat comenzaban a rogarles a otros que donaran para que Lorena hiciera un show público.
Incluso Lorena, para motivarlos, sacó un dildo de color piel claro.
–Venga chicos. ¿No quieren ver como juego con este amiguito?– decía con una voz seductora mientras masajeaba la base del pene de plástico.
Y enseguida, alguien donó los treinta faltantes. Todos en la sala de chat lo ovacionaron y le agradecieron. Algunos comentarios incluso le habían hecho soltar algunas carcajadas a Rodrigo. Él, por su parte, no participaba en las conversaciones, no estaba interesado y le parecía riesgoso.
Lorena rió también por el carnaval desatado en los comentarios.Comenzó a masajear el dildo. Tomó la cámara y la posicionó de manera que la vieran desde arriba, casi como si ella estuviera arrodillada frente a ellos. Se podía ver la raja entre sus tetas gracias al escote que formaba la camisa. Se veían parte de sus piernas y el short pequeñito que traía puesto.
Rodrigo sabía lo que se venía y era precisamente lo que había estado esperando durante todo el día. Se sacó la pija de a una. La erección no se le había bajado para nada en toda la noche desde que había visto a Lorena.
Comenzó a pajearse mientras veía como la chica pajeaba al juguete. Lorena comenzó a lamer lentamente la cabeza del pene de plástico. Le daba vueltas completas con la lengua y luego lamia el tronco haciendo ruidos excitantes. Se podía ver como ella también se excitaba, pues con la otra mano se apretaba las tetas y luego la bajaba hasta acariciarse la entrepierna por encima de la ropa.
Se llevó el dildo a la boca y comenzó a chuparlo por completo, moviendo la cabeza de adelante hacia tras, primero lento y luego acelerando. Rodrigo se pajeaba gustoso de poder ver todo eso. Por momentos su atención se fijaba en la tetas que se balanceaba y se movían de una forma hipnótica. Recordó la sensación en su mano, de aquella vez en el bus cuando se la había agarrado por accidente. Se calentó aún más.
En el chat se habían puesto como locos, tirando comentarios a diestra y siniestra.
“Te quiero coger toda mamita”
“Chupala, toda perra”
“Verga, esta hdp me va a sacar toda la leche”
“Quiero que seas mi puta para que me la mames todas las noches”
Entre los mensajes había quienes le daban algunas donaciones.
Lorena por su parte gemía mientras chupaba la polla de plástico, se podía notar lo excitada que se ponía con todo aquello. De pronto, dejó de chupar y se abrió algunos botones de la camisa, pero dejó abrochado uno, justo el que estaba en medio de sus tetas. Tomó el dildo ensalivado y lo puso debajo de sus enormes tetas. Miró a la cámara coqueta.
–¿Quieren cogerme las tetas?– preguntó ella.
La lluvia de comentarios afirmativos no se hizo esperar y ella sonriendo se metió el dildo entre las tetas. Rodrigo comenzó a pajearse con más fuerza. Lorena lo excitaba como nunca y ni hablar de sus tetas, le parecían lo más hermoso del mundo en esos momentos. Lorena bajó un poco la cabeza para lamer la cabeza del dildo y ahí fue cuando Rodrigo no pudo contenerse más.
Chorro tras chorro, salía la leche de Rodrigo, se había venido a montones. Y tanto era así que sentía un cosquilleo en las piernas y el abdomen. Tuvo un orgasmo de lo más placentero.
Lorena siguió pajeando el juguete entre sus tetas y seguía gimiendo, para ella esto apenas comenzaba. Pasó un rato y anunció que comenzarían con el show privado. Varios usuarios comenzaron a donar sus 200 tk y otro gran numero salía de la sala de chat, pues ya no podrían ver nada más aunque quisieran.
Rodrigo sintió envidia de los que habían pagado su “entrada”, pero al mismo tiempo se sintió satisfecho… ya vería que hacer, para algún día llegar a ver un show privado.
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Como era costumbre, se levantó temprano gracias al despertador. Unos minutos después su celular sonó. Era el mensaje de Lorena para despertarlo. Esta vez lo contestó de forma breve. Por algún motivo no pudo pensar en nada mejor. El hecho de pensar en verla de nuevo, pero esta vez en carne y hueso lo distrajo. Todo el tiempo mientras se alistaba y desayunaba tenía la pija parada recordando la noche anterior.
Salió a paso apresurado para llegar a la parada. Al llegar se percató de la presencia de Lorena. Llevaba su rubio cabello en una cola de caballo, pero su ropa era tan común, un par de jeans y una blusa holgada de colores azul y blanco. No era la chica despampanante de la noche anterior. Sin duda alguna DianaRox y Lorena tenían gustos distintos.
Ya en el viaje hacia la universidad, charlaron de forma común. Rodrigo trataba de disimular sus erecciones espontaneas, pero no podía dejar de recordar la boca de la chica chupando el dildo o su tetas pajeandolo.
Una vez se despidieron en la facultad, su verga pudo descansar. Pasaría el día de manera rutinaria hasta regresar a casa.
Pasó gran parte de la tarde en su habitación, haciendo tareas escolares. Sabía que ese día no habría show, sin embargo estaba muy ansioso y tenía unas ganas inmensas de pajearse. Se hizo tarde, casi anochecía para cuando había terminado sus deberes. Tomó su computadora y comenzó a buscar porno para poder sacarse la calentura de encima.
Como era su costumbre, se ponía algo exigente con el material que usaría para darse placer. El tiempo pasó y para cuando comenzó a pajearse Rebeca llegó. La joven subió las escaleras y tocó la puerta de Rodrigo, esperando a que este le respondiera. Nuevamente se le presentó ese momento de excitación, podría encontrar a su hermano masturbándose y podría ella masturbarse mientras lo veía.
Abrió la puerta lentamente. Dicho y hecho, ahí estaba Rodrigo masajeando su verga lentamente con los audífonos puestos mientras veía la pantalla de la computadora. Rebeca sintió como su temperatura corporal subía de manera alarmante, pero al mismo tiempo de forma placentera. Sus manos recorrieron su figura por encima de la ropa. Apretujaba sus tetas, se acariciaba las piernas. Sus ojos no dejaban de enfocarse en el falo de Rodrigo. Ese glande rojizo, el tronco grueso, venoso y palpitante. Por más que se contuviera, su lengua jugueteaba en el interior de su boca y de vez en cuando relamía sus labios, se moría por probar la pija y juguetearla con la lengua.
Sus manos llegaron al interior de su pantis. Buscó su clítoris mientras dibujaba círculos sobre sus labios vaginales. Incluso un par de dedos se deslizaron al interior de la concha. Gimió.
De un momento a otro la excitación hizo que se terminara arrodillando. Siguió masajeándose por un rato, mirando a su hermano masturbarse y cada vez que él aceleraba su paja, ella lo hacía también, quería sentir como si estuvieran sincronizados. Sus flujos bañaban su ropa interior, caían por sus piernas y terminaban en el suelo.
Por un momento, Rebeca cerró los ojos embriagada de placer y gimió con un poco mas de fuerza. Rodrigo lo escuchó y por acto reflejo volteó a ver hacia la puerta. Recorrió con la mirada lo que estaba sucediendo fuera de su cuarto, pero apenas y podía ver algo ya que la puerta no estaba completamente abierta. Aún así, logró ver a su hermana arrodillada.
Al pobre chico se le aceleró el corazón, su hermana lo había visto masturbarse ¿Cuánto tiempo había estado ella ahí? ¿Por qué estaba arrodillada? ¿Qué había sido ese ruido? Sea como sea, solo regresó la mirada a la pantalla y esperó…
Rebeca por su parte se percató que había gemido muy fuerte, así que salió del trance en el que estaba y abrió los ojos. No se dio cuenta de que Rodrigo la había visto. Se puso de pie, cerró la puerta y se fue a su cuarto.
Rodrigo escuchó la puerta de Rebeca cerrándose. Estaba sudando frío, pero suspiró aliviado. El susto le quitó por completo la erección. Le dio algo de curiosidad, así que se subió los pantalones y salió del cuarto. Pudo notar unas pequeñas gotas en el suelo, donde Rebeca había estado arrodillada. Se agachó y tocó el liquido con los dedos. Tenía una consistencia viscosa y enseguida Rodrigo lo entendió todo.
<<No jodas… no puede ser verdad>>
De puntillas se acercó a la puerta de rebeca. Apoyó la cabeza contra la madera tratando de no hacer ruido. Podía escuchar un ruido extraño y después un ligero gemido. Miles de imágenes se le pasaron por la cabeza, todas y cada una de su hermana desnuda, tocándose. Entonces, escuchó su voz.
–Cógeme Rodrigo… cógeme
Los gemidos se intensificaron y Rodrigo simplemente la escuchaba anonadado. Su hermana se masturbaba pensando en él y lo peor es que a él no le parecía una mala idea. Se le pasó por la mente abrir la puerta y tentar su suerte, pero la conciencia lo detuvo ¿Qué tal si en realidad solo era una fantasía de su hermana? ¿Realmente lo dejaría hacer algo con ella? Probablemente no.
Regresó a su habitación más que excitado. No podría cogerse a su hermana, pero podía masturbarse pensando en ella. Nuevamente se sacó la verga y comenzó a pajearse recostado en su cama. Se imaginaba a su hermana encima de él, montándolo arrodillada, justamente como la había visto en su puerta, aún con la ropa que usaba para la oficina. Imaginaba como su verga se deslizaba debajo de esa falda entubada, haciendo a un lado la ropa interior y penetrando esa concha húmeda con el liquido viscoso que había tocado fuera de su cuarto. Escuchaba en su cabeza los gemidos de su hermana. Recordó como lo llamaba para que la cogiera. Se vino.
––

El día siguiente Rodrigo se la pasó distraído. Su cabeza estaba llena de pensamientos morbosos, libidinosos y prohibidos. Pero al mismo tiempo trataba de pensar en ¿Cómo era posible que su hermana se fijara en él y más de una forma sexual? Sospechaba que era por haber estado sola durante tanto tiempo. Por ratos dejaba de un lado los pensamientos con Rebeca y se colaba en la mente los recuerdos con Lorena. No podía sacarse de la cabeza lo excitante que era verla por la pantalla de su computadora. El saber que podía verla haciendo guarradas y comportándose como una puta en celo, mientras que en la realidad era una simple compañera lo ponían a mil. Él podía verla como nadie más la había visto, a excepción de los otros usuarios, pero Rodrigo sabía que él era el único usuario que la conocía en la realidad.
Pasó todo el día perdido en sus pensamientos, incluso en la tarde ya en casa. Para cuando se dio cuenta ya era de noche. Recordó que Rebeca tenía gimnasio. Bajó a la cocina esperando ver a Rebeca, pero esta ya se estaba yendo.
<<¡Maldición!>> Pensó mientras golpeaba la pared con la palma. Sin embargo se le ocurrió algo. Perdería el tiempo hasta que estuviera cerca la hora de que Rebeca regresara. Dejaría la puerta ligeramente abierta y se comenzaría a masturbar, de esa manera se aseguraría de que Rebeca lo viera.
Hizo lo planeado, pero lo mejor de todo era que unos minutos antes de que Rebeca llegara a la casa, se escuchó la música de Lorena y Rodrigo entró a la página para poder verla.
<<Perfecto, esto no puedo ponerse mejor>>
Lorena ya había comenzado con su rutina. Traía una camisa blanca a cuadros azules. Comenzó a bailar ligeramente pasándose las manos, apretando la camisa contra su cuerpo para que este mostrara sus atributos.
–¿Quieren ver algo genial?– preguntó ella.
Enseguida apretó la camisa lo más que pudo contra su cuerpo y entonces comenzó a levantar el pecho. La camisa se tensaba en la zona de los botones y uno a uno salieron disparados dejando libres las tetas de Lorena. Había abierto la camisa completamente con ese movimiento, pero su enorme busto estaba cubierto por un sostén rosado. Rodrigo sonrió y se carcajeó un poco con los comentarios de los demás usuarios, quienes elogiaban la hazaña de la rubia.
Enseguida Lorena acomodó la cámara para que se enfocara únicamente en sus tetas. Se veían enormes. Tomó un bote de plástico del cual salía un líquido transparente, algo más denso que el agua, parecía alguna clase de aceite o lubricante. Se lo untó en manos y comenzó a embarrárselo por todo el escote y el interior de la raja que formaban sus senos. Le quedaron brillantes, las hizo rebotar un poco y se veía el reflejo de las luces moviéndose. Rodrigo se puso a tope y no dudó en sacarse la verga para empezar a masturbarse. Tan solo esperaba no correrse antes de que Rebeca llegara.
Lorena tomó su preciado dildo y comenzó a golpearlo ligeramente contra sus tetas. Por ratos lo levantaba y le daba una pequeña mamada. Después lo colocó sobre la mesa delante de la cámara, erguido completamente. Aquel juguete tenía una especie de chupón en la parte de abajo, así que se quedaría pegado a la mesa. Lorena se levantó y entonces colocó el didlo entre sus tetas, prácticamente sin tocarlo. Tampoco necesitaba agarrarse las tetas para apretar el juguete, su sostén hacia ese trabajo. Comenzó a hacer ligeros movimientos de arriba abajo, pajeando el dildo. Rodrigo tiró un bufido viendo la imagen, se imaginaba acostado con su pija siendo atrapada entre las descomunales tetas.
Rebeca llegó. Traía un conjunto deportivo de color blanco, un poco transpirada por el ejercicio. Como era costumbre subió para avisarle a Rodrigo, pero para su sorpresa el chico se estaba masturbando y no solo eso, sino que lo hacía a puerta abierta. Esto la asustó un poco, pues Rodrigo casi nunca tenía su puerta abierta y menos cuando se masturbaba. Rebeca se calmó y miró a su hermano, le miró la pija y comenzó a sentir la excitación. Sin embargo el temor de ser descubierta regresó. “¿Me habrá visto antes? ¿Por eso dejó la puerta abierta? ¿Sabe lo que hago? ¿Le gusta que lo vea?” Eran algunas de las preguntas que se le formaban en la cabeza a Rebeca.
Por un instante esto le dio pavor, era algo tan inmoral. Estuvo a punto de irse, pero no pudo. Se sentía invitada a masturbarse, pues creía que Rodrigo le había dejado la puerta abierta precisamente para que lo hiciera y de alguna forma retorcida, eso la excitó un poco más.
–Él sabe– susurró para sí misma.
Se tocó la concha sobre la ropa y terminó arrodillada. La otra mano la metió por debajo de la blusa de tirantes hasta llegar a su pezón. Gimió.
Rodrigo tenía el sonido bajo, así podría escuchar a su hermana cuando llegara y ese gemido le indicó que ya estaba ahí, viéndolo. Movió un poco sus auriculares para poder escucharla mejor, pero no dejó de ver las tetas de Lorena pajeando el pene de plástico. Siguió pajeandose y Rebeca también. De un momento a otro, ambas manos estaban ya dentro de sus ropas tocando la concha directamente. Gemía y jadeaba tratando de ser lo más silenciosa posible, sería incomodo encontrarse con la mirada de Rodrigo.
El chico, por su parte, se limitaba a escucharla, la imaginaba tocándose y luego se imaginaba a él tocándola. Se imaginaba a Lorena pajeandole la verga con las tetas mientras él tocaba a su hermana. Era una fantasía excitante, imposible, pero completamente fantástica.
No tardó en comenzar a derramar leche a diestra y siniestra. El orgasmo fue tan fuerte que tuvo que cerrar los ojos y encorvarse un poco. Recuperó el aliento y entonces se puso de pie para limpiar el desastre. De paso miró hacia la puerta, ya no estaba Rebeca, pero se podía ver algunas gotas de sus fluidos. Rodrigo sonrió.
––

Esta actividad se hizo recurrente entre ambos, pero ninguno mencionaba absolutamente nada. Cuando se veían en las mañanas, en las noches o los fines de semana se trataban como siempre, hermanos comunes y corrientes. Era como si todo eso fuera un secreto, incluso para ellos mismos, pero era más que obvio que eran cómplices indirectos. Sin embargo esto cambiaría muy pronto.
Un jueves por la tarde, tocaron el timbre de la casa. Rodrigo, como siempre, estaba pegado a su computadora. Bajó y abrió. Era Lorena, había venido a buscar unos productos que le iba a prestar Rebeca. Rodrigo la hizo pasar.
–hummm, no recuerdo donde me dijo Rebeca que los había puesto– dijo mientras cerraba la puerta.
–Deben estar en su baño ¿no?–
–No, me dijo que ya los había puesto en una caja para ti y me dijo donde, pero no la escuché– sonrió algo avergonzado –ayúdame a buscarlos.
Subieron a la planta alta. Rodrigo fue al cuarto de Rebeca para buscar en su armario, pero Lorena se desvió y entró al cuarto de Rodrigo. El chico buscó durante un buen rato hasta que se le ocurrió buscarlo en la sala.
Bajó y lo encontró cerca del mueble del televisor. Subió de nueva cuenta para avisarle a Lorena. Entró a su cuarto y el corazón se le puso de piedra. Lorena estaba sentada frente a su computadora y en la pantalla estaba abierta la página del perfil de DianaRox . Obviamente Rodrigo no la había dejado abierta, pero estaba en su historial y en sus favoritos, así que Lorena la encontró.
La chica giró en la silla y lo miró. Rodrigo comenzó a sudar frío, no pudo decir nada, ni siquiera se le pasaba algo por la cabeza.
–¿Desde cuándo sabes?– preguntó Lorena de forma seria.
Rodrigo trató de contestar, pero no le salían las palabras, hasta que por fin su mente se dignó a resignarse, lo habían atrapado y tenía que ser honesto.
–Desde hace unas semanas… lo siento… yo…
Lorena se puso pensativa, se dio vuelta de nuevo y cerró la ventana del navegador.
–¿Cómo supiste de la página?– seguía sonando seria.
Rodrigo seguía algo tieso, no quería hacer movimientos en falso, pues no sabía cómo iba a reaccionar Lorena.
–Me logré conectar a tu red– dijo nervioso –Y con un programa saqué parte de las páginas que se estaban usando en ese momento.
Lorena se quedó callada por unos instantes, mirando el monitor. La chica sonrió, pero esto no pudo verlo Rodrigo.
Lorena lo miró con una cara más tranquila. Aun así Rodrigo seguía tenso.
–¿Encontraste los productos?– preguntó ella. Rodrigo se sintió incomodo, pensó que la chica seguiría interrogándolo. Movió la cabeza de forma afirmativa, aún con algo de miedo.
Bajaron sin decir más nada. Rodrigo le entregó la bolsa con los productos y Lorena se lo agradeció.
–No te preocupes, no estoy molesta– agregó ella antes de irse.
Rodrigo regresó a su cuarto y enterró la cara en la almohada, se sentía avergonzado. Tenía esa típica sensación de cuando nos sentimos infinitamente incómodos con nuestra existencia <<Trágame tierra.>>
––

A la mañana siguiente fue despertado por el sonido de su celular. Tenía un mensaje nuevo. Agradeció aquello, pues había olvidado poner el despertador. Al revisar su celular se vio sorprendido. El mensaje era de Lorena. Rodrigo no esperaba que ella siguiera mandándole mensajes después de lo que pasó ayer.
“Despierta” Era el mensaje que mostraba la pantalla.
Rodrigo la sintió fría y distante. Suspiró. Mientras se vestía y desayunaba, pensaba en que pasaría cuando se vieran en el paradero del bus. También pensó en cómo sería el viaje hasta la facultad. Sabía que sería incómodo. Estaba tan abstraído en sus pensamientos incómodos que no había notado a su hermana.
Salió y caminó lentamente. Realmente quería evitar toparse con Lorena, quería perder el bus. Pero al mismo tiempo quería verla, quería saber que iba a pasar ahora.
Llegó a la parada y ahí estaba ella. Sus rubios cabellos sueltos, su blusa azul marino que fallaba al tratar de ocultar sus tremendas tetas. Unos jeans grises que se apretaban a sus caderas y nalgas. Respiró profundo y se acercó a ella.
Un tímido –buenos días– rompió el silencio.
–buenos días– contestó ella.
Llegó el bus. Lleno, como era la costumbre de los viernes. Subieron y su silencio fue consumido por los susurros, risas y pláticas de los demás pasajeros. Se quedaron parados casi al frente, no había forma de ir más atrás. Inexplicablemente había más gente que de costumbre, incluso para los viernes.
El viaje fue bastante silencioso entre ambos. Rodrigo extrañó las conversaciones banales que tenía con Lorena y que amenizaban el viaje. De pronto, más gente subió. Demasiada gente para el poco espacio que quedaba. Se empezaron a empujar un poco para poder caber todos. Lorena se vio obligada a moverse, pues ya no aguantaba más. Se colocó frente a Rodrigo, dándole la espalda y apretándose contra el asiento que tenía enfrente, donde iba sentada una señora.
Rodrigo pudo sentir el trasero de Lorena apretando su entrepierna. Se le puso la verga como piedra casi enseguida. Trató de hacerse hacia atrás para alejarse de ella y que no lo sintiera. Pero había un sujeto detrás que no le dejaba alejarse. Trató de empujarlo un poco para alejarse. Se sentía lo suficientemente avergonzado con Lorena como para darle un motivo más para que le odiase. El sujeto sintió el empujón y se lo regresó, pero con más fuerza. Rodrigo terminó dándole una pequeña embestida a Lorena. Pudo sentir su verga frotándose contra las nalgas de la joven.
–Lo… lo siento– tartamudeó nervioso. Lorena no contestó. Rodrigo trataba de no moverse, pero el tambaleo del bus, la gente tratando de moverse, hacían que se apoyara contra ella y que acariciara el culo de Lorena con el bulto de su entrepierna.
Admitía que se sentía delicioso, pero era inadecuado. Entonces, Lorena comenzó a moverse y Rodrigo sintió como el enrome culo comenzaba a apretarse y a frotarse contra él. Por un momento pensó que lo hacía a propósito, pero en realidad estaba tratando de acomodarse para salir, pues estaban cerca de la parada. Cuando lograron bajar, se despidieron con un “hasta luego”.
Rodrigo se sintió aliviado. Aún sentía que Lorena se había hecho la desentendida ante todo aquello, pero tampoco quería que creyera que era un aprovechado. Recordó que Lorena le había dicho que no se preocupara, así que comenzó a relajarse a lo largo del día.
Ya entrada la noche, permanecía en su cuarto haciendo algunas tareas escolares. De pronto, la música del cuarto de Lorena se escuchó. Por acto reflejo Rodrigo volteó sabiendo lo que eso significa.
Por un momento dudó en si entrar a la página para verla. <<Ella dijo que no me preocupara, debe de estar bien que la vea ¿No?>>
Abrió la página. Pero extrañamente decía “Off line”. Rodrigo se levantó y se dirigió a la ventana para tratar de escuchar a Lorena. Hablaba, así que sin duda estaba dando alguno de sus shows. Rodrigo temió por lo peor.
Nuevamente comenzó a abrir sus programas para intentar entrar a la red de Lorena, pero sorpresivamente esta vez no lo logró. La red estaba bloqueada para otras máquinas que no estuvieran registradas en el router. No es algo muy complicado de hacer, pero le sorprendía que Lorena lo hiciera. Luego recordó aquella vez que le había dicho “No soy solo una cara bonita” y era cierto, Lorena era muy lista.
Lorena estaba usando otra web, así que sin rendirse comenzó su búsqueda por la internet para encontrar un perfil similar a DianaRox. Pero no encontró nada, Lorena era muy buena en lo que hacía y había usado distintos nombres. Nunca la encontraría de nuevo.
Rodrigo se resignó, pero estaba muy excitado como para dejar las cosas así. Se lamentó no haberlo hecho más temprano, pues ahora ni siquiera podría tener a Rebeca masturbándose en su puerta observándolo. Fue una noche solitaria, como en los viejos tiempos. Él, su mano y su pija.
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Para la mañana siguiente, se vio sumergido en los deberes de limpieza. Aprovechó también para lavar su ropa. Andaba en bóxer por la casa, pues no tenía nada que ponerse.
Mientras esperaba a que terminara un ciclo de lavado, subió a su cuarto para pasar el rato en la pc. Al entrar a su cuarto vio la ventana de Lorena completamente abierta y sin las cortinas que usualmente ocultaban el interior de aquella habitación.
Entonces apareció Lorena, parecía estar desnuda pues solo traía una toalla que cubría su torso y traía el cabello húmedo. Rodrigo se quedó paralizado admirando la figura que se formaba en la toalla. Pero de pronto la chica volteó a ver y Rodrigo solo pudo tirarse al suelo. Esperaba que no lo hubiera visto, pues con solo el bóxer se le notaba tremenda erección.
Levantó un poco la cabeza solo para asomarse, tratando de que no lo viera. Lorena ahora estaba de espaldas. Tomó una panti de la cama y se la puso sin sacarse la toalla. Después simplemente dejó caer esta última. Rodrigo ahora podía ver esa panti blanca cubriendo la mitad de sus enormes nalgas, le veía las caderas, la cintura y la espalda completamente desnuda.
Lorena se inclinó levemente y tomó un sostén. Su teta cayó un poco por el movimiento al recoger la prenda, pero no logró verle el pezón. Se colocó el corpiño y luego la chica se volteó quedando de perfil. Ella sonreía y después desapareció de la ventana.
Rodrigo sentía las fervientes ganas de tocarse, pero algo lo distraía. <<Sonreía… ¿Por qué sonreía? ¿Me está provocando? Nunca había hecho esto.>>
La lavadora lanzó pitidos, su ciclo de lavado había terminado y Rodrigo se apuró a bajar para sacar la ropa.
Cada vez que podía regresaba a su cuarto para ver por la ventana. Esta seguía abierta, pero no volvió a aparecer Lorena por ahí.
Todo el día le estuvo dando vueltas por la cabeza, la idea de que tal vez Lorena solamente lo estaba provocando. Sentía como si ella lo estuviera invitando a hacer cosas inadecuadas o por lo menos a pensarlas.
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El domingo era un día completamente de descanso. No había tareas, ni deberes. Rebeca se la pasaba durmiendo hasta tarde y normalmente nadie hacía llamadas. Esa mañana el celular de Rodrigo sonó avisando un nuevo mensaje. Era de Lorena, Rodrigo se puso nervioso y al mismo tiempo emocionado. Nunca antes le había enviado un mensaje, a excepción de los que le enviaba para levantarlo cuando les tocaba viaje juntos. Lo abrió con algo de temor.
“Estas disponible? Quiero que vengas a mi casa, necesito ayuda con algo”

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