Cuentos para un albañil (primera parte)

Esta historia se basa en tres mujeres, Sonia mi esposa y sus dos hermanas, Marcela dos años mayor y Patricia tres años menor, yo soy Mario, 34 años, ingeniero civil, un albañil diplomado, casado al momento de escribir ésta historia, con cinco años de matrimonio encima, tengo una pequeña empresa de construcciones; Con Sonia habíamos tenido lindos tres años de noviazgo y ya mi edad daba como para armar un proyecto de familia; por ese entonces mi relación con mis cuñadas era nula, de soltero ya vivía en mi propia casa, así que los momentos con mi novia, la pasábamos allí.
Marcela, la mayor, es divorciada, tres meses después de nacer su hijo se separo, nadie supo a ciencia cierta que fue, pero esa era la realidad, tiene muy buen físico, caderona, buenas patas, culo redondito no muy parado, pero muy… muy cogible, tetas normales, estiraditas de la maternidad y de cara normal a menos, muy ciclotímica, una día súper amable, simpática, abierta y otro día cara de no coger nunca, chupa sirio, con el Jesús y el señor en la boca para todos lados, empleada del estado.
Patricia, soltera, vive con mi suegra, típica mina que se cree la mejor, superior, defensora de los perritos de la calle, el medio ambiente, vegetariana, de las tres las más linda, armoniosa desde el cuerpo hasta la cara, con un carácter más estable que Marcela, pero se piensa y se cree superior, como sopa de panza intomable, odontóloga.
Yo me case convencido del paso que daba, dos años después vinieron mis dos hijos y paso a paso con las dificultades de la vida, intentaba consolidar mi familia, en eso en mi país una medida bancaria que retuvo todos los ahorros, obligo a un acuerdo entre las hermanas, para que mediante la compra de una casa de campo, sacar esa plata atrapada en el banco y ponerla en un condominio a nombre de las tres, esto motivo que todos los fines de semana, casi como un ritual, por mantenimiento de la casa, arreglos, reformas, nos juntáramos, tres niños, cuatro mujeres y yo; La pasaba bien, siempre había algo que hacer y me entretenía, también trajo aparejado que el trato con mis cuñadas creciera, primero con Marcela que era mi ayudante prácticamente con las herramientas, mientras mi mujer atendía a los bebes y cuando tenes contacto fluido casi como una más (femenino uso), las mujeres en sus charlas y demás, comienzan a no tener filtro, criticas, chistes verdes, malas palabras, depilarse delante mío, cosas por el estilo.
En esa confianza que les cuento, Patricia, andaba mas sola que un fantasma, medio en broma y medio en serio, me dice que le presente un amigo, soltero me quedaba uno solo, Guillermo, me pregunta como es, que hace y toda esa rutina y cuando desarrollaba la descripción de mi amigo, pasa algo que me apuñala el ego, mi mujer empieza a meter en el medio, descripciones, como si la charla fuera con sus amigas, es rubio, alto, ojos celestes, buen trabajo, él énfasis, la forma, no sé cómo describirlo, como lo decía era tan especial… , trate de disimular pero me había caído la ficha de la calentura de mi mujer con Guillermo, arengue un poco más la conversación, como para obtener más convencimiento y con cada palabra de ella, mas me apuñalaba solo, como masoquista.
No sé en qué momento cambio el eje de la charla y me fui a picar la tierra, cosa de gastar mi rabia en algo, el regreso a casa fue un absoluto silencio y en la noche que me tocaba el polvo reglamentario sabatino, viendo ella, que yo no encaraba
- no va a pasar nada, estas cansado ¿no?,
- sí, me duele la espalda de tanto piquear
Me dio un beso de buenas noches como al pasar, al amigo, se dio la vuelta y se durmió como si nada, nada de buscar encender, de calentarme, creo que casi me agradecía… esa actitud de ella, me termino de subir a la moto ¡mal!.
Dormí poco, obvio, el domingo diciendo que tenía trabajo, no fui con ellas y solo en mi casa, trataba de ordenar mis ideas; El resto de la semana anduve igual, callado, el miércoles creo pregunto
- ¿te pasa algo?
- no, cosas de la empresa y agrego ¿hablaste con Guillermo por lo que te pidió Patricia?
-no, pero no voy andar haciendo de Celestina, invítalo si queres un fin de semana y que se traten ellos… de sus descripciones con la concha mojada a ésta indiferencia… menos me cerraba.
A todo esto a Guillermo, es raro explicarlo, cuando hablábamos y en mi mirada, le decía mi mujer anda caliente con vos, me hacía solo la cabeza mal, la cuestión que un fin de semana cae con un postre a almorzar y se conoce con mi cuñada Patricia, pegaron onda enseguida, charlaban y cosas así y mi mujer se mostraba, de normal a indiferente y eso que yo la estaba observando como con lupa, lejos de sus conversaciones pero observando el idioma gestual. Mi cuñada Marcela, quedo por decirlo de alguna forma, como trece en la docena, Patricia y Guille por un lado, Sonia con los bebes, el hijo de Marcela y mi suegra y Yo que andaba con el auto creo…
Como bola sin manija, Marcela se acerco a donde yo estaba lavando el auto, bastante lejos de la galería donde estaba el resto
- ¿Necesitas ayuda con algo? Me pregunto
- No, gracias.
- Estoy aburrida, decime algo que pueda hacer, ya que parece que vos también estas solo y encima de poco humor.
- ¿De dónde sacas que tengo poco humor?
- Nada, déjalo.
Se quedo cerca, acostada en una reposera, se saco las sandalias, se levanto el vestido dejando la piernas al sol, lentes oscuros y vaya a saber que miraba, fue la primera vez que mire a mi cuñada mostrándole ganas de culiarmela, estaba para partirla pero más me impulso la moto que tenia con mi mujer, ella se había levantado el vestido hasta un cm antes de su bombacha, con la piernas un tanto abiertas, se dio cuenta que yo la miraba, nos cruzamos miradas y la seguí mirando sin importarme nada, ella hizo como de acomodarse un poco y se lo bajo al vestido, creo que tuvo como un acto de recato y cuando me canse mirarla alevosamente, seguí con la limpieza del auto… tiempo después en confesión de partes, ella asumiría que esa mirada la estremeció.
- ¿Ya terminaste con el auto? medio de lejos y a los gritos Sonia, anda a comprar unos bollos que no tenemos nada para tomar el te
Che voy yo dijo Guille y de paso vamos a ver el dique (uno cerca que hay), me voy con ellos agrego Sonia, el bebe recién se durmió y yo me llevo el mas grande, se sumo mi suegra y cuando pensé que se sumaba Marcela, decidió quedarse, parece que habían hablado más temprano que estaba con dolor de cabeza
- Seguro que tardamos un poco me dice mi mujer...
- aja…
- che si queres no voy, decímelo.
- no creo que me tengas que pedir permiso ¿no?, anda tranquila, yo me encargo del bebe, en serio, en tono conciliador.
Bueno prepararon y se fueron, Marcela seguía en la reposera, lentes oscuros, un sombrero y el vestido subido en las piernas, termine con el auto, recogí todo y me fui a poner la pava y de paso mirar al bebe.
En eso que puse la pava para los mates y ver el bebe, aparece Marcela.
-¿Qué haces Mario?
- Preparando mates…
-Te puedo preguntar algo… agrega
- dale che, que ceremonia que haces… (Odioso)
-¿Andas mal con mi hermana?, porque a ella la veo media fastidiada y vos no andas muy religioso que digamos.
-No estamos pasando un buen momento y creo que lo de ella, es una reacción a como me comporto, yo soy el que anda menstruando…
-¿Pero qué te pasa?
-Marcela, nunca fuimos muy afines, como para charlar algo así, perdóname… te la hago corta viste…sino es muy larga la explicación, de algo que no quiero hablar y menos con vos.
-Bueno si lo ves de esa forma… ahora entiendo más, a mi hermana.
Le pegue una mirada como diciéndole ándate a la recalcada… agarre el termo con el mate y me fui a donde estaba el bebe en el dormitorio, lo vi dormir como un angelito y me fui para la galería a sentarme y tomar unos mates.
De donde me senté, se observaba la cocina y mí cuñada algo hacía en la pileta, paso el tiempo de como cuatro mates, apareció con una galleta, esas de las dietas, dame un mate y te doy una… perdes con el cambio y con esa sonrisa, esa de ya está, olvídate. Le di el mate y dije algo sincero que me salió
-Discúlpame cuñada, no quise contestarme mal… no me des bola por favor.
-Me lo merezco por metida… sabes me agrada Guillermo y parece no llevarme mal con la rayada de Patricia y a Sonia, parece caerle bien…además
-a vos como te cae (la interrumpí)
-Si te cuento, ¿vos también haces lo mismo?
-No lo sé, depende
Me miro fijamente, un suspiro buscando palabras adecuadas
- a ver, tiene una pinta bárbara, educado, buen trabajo, buen partido, creo que a Patricia le agrada, a tu mujer, mi hermana, Sonia, parece que también, es como que no sé cómo decirte
-pensé que él único enfermo era yo jajajaja (interrumpiéndola para su sorpresa y casi gritando en mi risa)
-¿qué decís?
-que tu hermana, mi mujer, Sonia, esta como caliente con Guillermo (con mucho énfasis y sorna, burlándome de mi)
-no digas así
-vamos Marcela, tenes que observarlos cuando están juntos o habla de él, se moja entera la muy…
-No seas grosero Mario
-Así que ahora a los cornudos, no llamamos groseros…
-no pensaras que entre Guille y…
-no creo, sino ya la hubiera echado a la mierda, pero me molesta que no disimula siquiera y me revienta Guillermo, mi amigo, no parece tener códigos, juega en el límite… en fin me revienta estar pensando que algo así pasa, me ofende como hombre ¿entendes?, pero no por mi mujer, sino por mí, me molesta mi falta de seguridad y…
-supiste alguna vez porque me separe (no solo me corto en seco, sino que me salió con cualquiera mi cuñada…)
-no, (sorprendido)
-mi ex, tuvo una hija extra matrimonial, que la engendro cuando yo estaba aproximadamente de 4 meses de embarazo y hasta que lo confirme, estaba así como vos, con esa duda, que te mata por dentro (se hizo un silencio…) pero si hablas con tu mujer y le decís lo que te parece, se ofende seguro o se hace la ofendida o sea… que se yo, pero no creas que no te entiendo y ésta conversación, te lo juro por mi hijo, que queda entre vos y yo… ah y la próxima vez que me mires como hace rato, te juro que te rompo la cara a trompadas, ¡tarado!
-porque te molesta que te mire, si vos te pones para que te mire
-me pone incomoda y no puedo levantarme el vestido ¿acaso?, es para no tener la piernas tan blancas, porque sino vos… (La interrumpí)
-sabes que debería incomodarte, que no te mire, no sé que puede ser más feo para una mujer, que no ser mirada
Lo pensó un segundo, al bolazo disfrazado de piropo, una pequeña sonrisa dibujada en su rostro agrego
-puede ser…
Y nos reímos juntos, a la par, esa risa que marca instantes, que abre puertas, que desinhibe, esa risa especial compartida, que a los que leen éste relato, sabrán bien cuál es.

continuará...

1 comentario - Cuentos para un albañil (primera parte)