Una historia aparentemente simple de amor, que cambió.

Mi nombre es Amanda, 29 años, casada hacia cinco años con Ernesto, que era en la actualidad trabajaba en una empresa.
Soy delgada con un cola muy linda y apretadita que más de uno me lo piropea culo en la calle, soy de facciones finas con labios delgados y tez clara, tetas medianas pero con unos pezones grandes que cuando me caliento se ponen como una piedra y renegridos, que se paran a la menor provocación, cosa que por cierto me ha delatado más de una vez, cuando llevaba una camisa muy ajustada y sin corpiño en la calle, en fin no seguiré con descripciones que lo importante es contarles como empecé a sentir un enorme deseo por el amigo, de mi esposo.
Su nombre era Gustavo, era el mejor amigo de mi esposo y también casado, que venía seguido a casa a visitar a mi marido y conversar de detalles comunes a ambos. Gustavo era bastante humano, alto, con unos brazos grandes y fuertes mas unas manos que solo con verlas hacía que mi sexo se me mojara cada vez que venía y me saludaba tomándome la mano y besándome en mis cachetes de mi cara que enseguida se enrojecían, y aunque siempre era bastante respetuoso se me quedaba, cuando ni mi marido lo notaba y yo me hacia la boluda viendo las piernas y el culo cada vez que tenía oportunidad.
Yo creo que por respeto a mi marido nunca me hizo ninguna propuesta, pero como amigo de mi marido y yo sabía contado por mi marido que era un “putañero” y que le encantaba cogerse a cuanta se le cruzara en el camino, en fin como le cuento yo en mis adentros, sentía hervir mi sangre cada que él venía y aunque le di, algunas señales muy leves, creo que al fin se hacía el boludo dejando la pelota picar sin impulsarla adentro de mi concha , esas señales y eso modos de ser propio de personas decididas, con el tiempo me hicieron calentar más con él…

Nunca le había sido infiel a mi esposo pero Gustavo, desde el último año hacía que lo deseara como nunca lo pensé, todo comenzó en una ocasión que vino a la casa y mi esposo había tenido que salir por causas del trabajo, cuando llegó tocó por el portero eléctrico y lo hice pasar como de costumbre, yo llevaba puesto un vestido gris ceñido a mi cintura que me resaltaba el culo y las tetas, al enterarse que no estaba mi esposo, ya que había ido a Córdoba en la mañana y regresaría en dos días, pensó en irse pero en ese momento se soltó una tormenta (en verdad desde la mañana estaba por llover), así que le propuse que esperara a que parase, la verdad es que yo estaba súper caliente, sentía como mi tanga estaba totalmente mojada esto sin que nada hubiera ocurrido todavía, y él lo notó: (mis pezones me delataron)
Preguntándome si le incomodaba, que estuviera ahí, a lo que le respondí que no, que por mí estaba bien, que no había problema
Empezamos a charlar, de la mujer de los suegros, por momentos notaba como se me quedaba viendo a los ojos de forma seductora y por más que intentaba no podía resistirme a desviar su mirada, me puso muy nerviosa, así estábamos hablando de cosas sin importancia cuando de la nada se acercó a mi rostro y me plantó un beso en la boca, que me tomó por sorpresa y en un principio puse cierta resistencia…
Pero con una de sus manos me tomó del brazo y con la otra mi cintura y ya no pude más, me fundí con él en un beso largo y apasionado, empezó a besarme el cuello, a tocarme y manosearme con desesperación,
Yo sentía que me venía, me estaba dando un aprete de locura, no pensaba más que en que me arrancara el vestido y ahí mismo me cogiera pero para mi mala suerte
En ese momento escuché a mi hermana menor que mi vieja le había dicho, que pasara la noche, en casa para “cuidarme”.
Y si solo cinco minutos hubiese llegado tarde me hubiera encontrado ensartada en la verga de Gustavo, en fin eso nos dio tiempo, a mí para acomodarme el cabello.
Y a él sentarse en la sala, cuando mi hermanita entró no sospechó lo más mínimo, le dije que por la lluvia había invitado a Gustavo a tomar un cafecito en realidad, después pensándolo le dije a mi hermana una boludez inmensa pero ella jamás sospecho nada
Esa noche ya no ocurrió nada, aunque yo me quedé empapada y con la calentura hasta la luna, dormí toda la noche junto a mi hermana que roncaba cómo una loca y yo aproveché para masturbarme dos veces.
Los días siguientes esperaba como de costumbre las visitas de Gustavo en casa, me ponía más coqueta y con ropa más atrevida, a mi esposo le gustaba, pensaba que era para él, y aunque no tengo nada que reprocharle en la cama a mi marido, mi deseo por Gustavo era muy intenso y hacía que me olvidara de todo lo demás, en fin
Gustavo no se apareció por la casa en toda la semana y yo me estaba poniendo loca, yo ya solo me conformaba con solo poder verle, y rozarlo, pero el muy ingrato no hizo acto de presencia,
Una noche por una llamada al celular de mi marido me enteré que lo habían mandado a la provincia por asuntos de su trabajo y lo llamada por dos temas que le llevaron más de media horas de detalles entre ambos
Mi marido a mi pregunta de quién lo llamaba haciéndome, la boluda, me dijo que Gustavo tardaría algunos días en regresar, al oír esto sentí vergüenza de mi, por entristecerme porque Gustavo no me llamaba, aunque cada noche que trascurría soñaba de nuevo con él y estar entre esos brazos y en su pecho fuerte y provocativo, me masturbaba con él, esa noche y muchas veces usaba mis manos y algún consolador que había comprado por internet, en un local en una galería del centro, que atendía una mujer
Pasaron casi diez días que no cogía con mi marido que prácticamente con alguna escusa alejaba del sexo.
Trascurrieron exactamente 12 días, los tengo presentes porque los conté, eran como las 10 de la mañana, sabía que mi marido estaba en el trabajo, porque anteriormente había hablado con él, cuando recibí un mensaje en mi celular
“Era él, decía que acababa de llegar, que si podía verme al siguiente día a solas, coincidiendo en suerte para mí que mi esposo a un tema de trabajo, ese día había salido Córdoba y llegaría hacia el viernes, era martes y yo estaba ahora muy contenta”
Justo pensé, justo, justo, justo, decía enloquecida de deseo.
Le respondí que sí, muy calma e indiferente (un tanto, no mucho) y le dije que mi marido no estaba en buenos aires diciéndome que por eso me llamaba a lo que le conteste que se ser un encuentro, sería lejos de casa más cerca de donde él trabaja; entonces sería en Flores, me dijo y en un bar conocidos: por los dos.
Esa noche no pude dormir solo imaginando lo que podía ocurrir, y en como iría vestida, temprano me duché y me depilé toda, me puse campera negra muy provocativo, una falda roja ajustada, no era mini pero si corta, una blusa negra semitransparente, zapatos altos, en fin supe que no me había equivocado de elección, cuando todos los hombres no podían disimular y me decían cosas descaradamente, así dieron las 16 y yo estaba como quinceañera esperando su mensaje que no llegaba, me tenía desesperada en un bar cercano a dos cuadras del otro bar que él tendría que estar

Lo peor que no podía hacer nada, al principio no quise marcarle porque no quería provocarle algún problema y arruinarlo todo, pero a eso de las 16.15 no pude más y tomé mi celular y marqué su número, y maldita sea estaba apagado, con cierta desilusión pasé un rato más pensando que no ocurriría nada y que era una estúpida por estar así por un hombre, en esos pensamiento estaba cuando escucho el vibrar de mi celular, era él
Me temblaron las piernas y atiné a solo decir:
Hola- con voz temblorosa, me dijo que estaba en el bar que viniese, hice un sobre esfuerzo para no correr a verlo, le dije que me esperara unos minutos que llegaría, cosa que no era cierto pero esos minutos me servirían para quitarme la agitación de mi voz, y el rápido latir de mi corazón,
Me levanté del bar fui al sanitario a revisar que todo estuviera perfecto y noté que mi entrepierna estaba mojada a más no poder, me fui a un lavatorio, y con un pedazo de papel higiénico, me sequé lo mojado de mi bombacha poniéndome otro apósitos de los diarios, tirando al inodoro el que estaba antes
Cuando llegué me saludó de beso en la mejilla, me invitó un café: pero en seguido y hábilmente me dijo:
• tomarlo aquí en ese bar algo frecuentado
• oh, ir otro lugar y tomarlo allí
• acepté, lo segundo
Entonces él pagando su consumición me llevó a un estacionamiento a media cuadra donde estaba su coche y sin más arrancó.
Hablamos de su viaje, me contó cada detalle y aunque en un principio me importaba un carajo me doy cuenta estamos caminamos hacia la autopista a Ezeiza entonces le pregunté a donde nos dirigíamos:
Respondiéndome que no me asustara que pensando que no estaba Ernesto le pidió a un amigo suyo una casa que tenía cerca, así de esa manera nadie nos molestaría.
Cuando llegamos el lugar era muy agradable, un chalet con un amplio parque al fondo y varias piezas, se ve que estaba poco usado, mas algo desdibujado en su pintura y si bien estaba frío esos ambientes (mas se notaba a la llegada del invierno), él enseguida encendió unas estufas adosadas a las paredes y una leñera a gas a todo su caudal, al tiempo ya no hacia frio.
Me miró fijamente a los ojos, con sus manos empezó a acariciar mi rostro, y se las empecé a besar, me metía sus dedos, en mi boca como si fuera si fuese su miembro, en mi concha, y después los lamía cada uno de ésos dedos, yo en sus pausas le empecé a quitar su camisa, (botón por botón) mientras le besaba el pecho y su olor a macho, me mataba, quería comérmelo, morderlo, y más comérmelo despacio…
A un tiempo me tomó de la cintura y me cargó llevándome lejos de una ventana que estaba sin la cortina y descuidadamente, visible desde afuera así si alguien nos mirase, no vería más que el vacio de un comedor amplio, a un tiempo yo ya hervía y me dejé tocar y desnudar parcialmente
A un período (segundos) me empezó a manosear, me acariciaba el culo deliciosamente, yo estaba perdida, no podía contener este deseo, le empecé a tocar el paquete que se le formó entre las piernas, - tanto tiempo soñando este momento- y ahí estaba, le desabroché su cinturón bajando solo su pantalón y del bóxer le asomaba, entre telas, ese hermoso capullo brillante amenazando salir, en ese momento mis piernas flaquearon y me rendí e sus pies…
Hincada sobre mis rodillas, en ese suelo frio le saqué con delicadeza su hermosa verga, por fin la tenía frente a mi boca, era bastante grande, mucho más gruesa que la de mi marido, mas me dije, parecía que le iban a reventar, en mi mano ese miembro parecía pedirme que se la comiera con toda mi boca notaba el palpitar de esa venas rojas y duras
Primero se la besé, palmo a palmo para después intentar metérmela en la boca, era deliciosa, apenas y me cabía la mitad por su largo en toda la boca sin que me produjese arcadas, pero quería chuparla toda, toda hasta lo que más aguantara.
Jadeaba de gusto y me tiraba él, mi cabello, le di una mamada de campeonato, empecé a sentir que su verga se hinchaba estaba a punto de correrse, y soy sincera, a mi no me gusta el sabor del semen pero estaba tan alborotadamente caliente que eso no me importó, me llenó la boca de su leche, nunca la había tenido tan llena de semen.
No derramé ni una sola gota, tragándome ese líquido por primera vez, a mi marido se lo lanzaba en las bolas o lo escupía en la toalla que previamente llevaba.
Al santiamén Gustavo me llevó a la primera pieza donde había una cama de plaza y media.
Despacio me hizo acostar y, empezó a besarme los muslos, hizo a un lado mi tanga y empezó a comerme toda mi concha con sus labios carnosos, me lo hacía riquísimo, yo no podía contener mis gritos, una y otra vez le repetía-
¡Papi, chúpame así no pares, por favor no pares!
Él no dejaba de hacerlo, y en un momento introdujo uno de sus dedos en mi concha
En ese momento lancé gritos de placer, él empezó a meterme otro dedo más, que parecía que me follaba con los dos dedos y su lengua, era delicioso, cuando notó que me venía por segunda vez me quitó la falda y la blusa, me desnudó completamente, y ahí por primera vez sentí su verga, y me senté sobre ella empezando una penetración en forma de incorpórame y metérmela mientras lo miraba a su cara y lentamente, sentía como manejaba esa pija para que me abría mi concha, como esa enorme y gorda pija me partía, y gritaba y gritaba que me follara —más papi.
¡Más Gustavo que me matas!, dámela, tienes una verga deliciosa, ¡me llena!, siento como me entra hasta al fondo,
Lo cabalgué un buen rato en esa posición pero él tenía mucho aguante, me volteó, empezó a introducírmela como una perrita, me la clavaba toda de un solo golpe para después sacarla y de nuevo clavármela entera, sentía que era enorme y me casi corrí de nuevo, entre jadeos y gritos, pero no sé cómo él, se dio cuenta y cambiando el impulso empezó a pellizcarme las tetas, me soltaba de nalgadas en el culo y me sentía más golfa y puta como nunca en mi vida.
Acabamos a los segundos de este juego
Acabó una porción tal de leche que si hubiere tenido un diafragma hubiese quedado embarazada, y yo en mi segundo polvo largo profundo sentía que mi propio fluido salía de mi concha junto con su leche.
Nos quedamos en silencio cansados los dos y apenas tapadas, con una manta simple, de poco grosor la pieza al no tener calefacción estaba tibia pero eso no me molestaba, solo atinaba a ver un techo de lustrosas maderas y vigas gruesas de un chalet.

Nos quedamos quietos abrazados los dos más de media hora
Tienes un culo hermoso y delicioso,- me dijo despertándome de un pequeño adormilamiento.
Es tuyo mi rey solo atiné decirle, solo para vos.
Fue ahora al tiempo comprendo una respuesta de mi propia calentura y era cierto, a mi esposo no me gustaba, dárselo.
Pero para él estaba dispuesta a ser su esclava, había descubierto él en mí como someterme a todo sin que yo atinase a decir un: NO
Cuando ya anochecía, eso lo vi en la ventana en ese invierno del 2002, y delicadamente cuando él se recupero por completo empezó a meterme primero un dedo en el culo, mientras me metía su pija erecta en mi concha, me metía un dedo, y era maravillosamente rico, cuando entró fácilmente un dedo siguió con dos y me decía – que rico culo tienes nena- siempre quise rompértelo y hoy lo voy a conseguir,
Si mi rey pártemelo, es tuyo papi, pero no dejes de cogerme así por favor, cuando sus dos dedos entraban con mayor facilidad me la sacó del coño,
Empezó a introducir la cabeza de su pija en mi culo y era muy grande que pensé que no iba poder, cuando por fin me metió solo la cabeza grité de dolor…
Sentí que me rompía toda y le pedí que me la sacara pero no hizo caso solo se quedó quieto y lentamente empezó a empujar, era raro porque me dolía muchísimo pero no quería ahora que no me la sacara, y a un tiempo me dijo una pelotudez como:
“que era una niña buena, que me estaba portando muy bien, que iba a doler pero lo iba a disfrutar”, despacito…
Me la fue metiendo y sentí sus huevos rebotar en mi culo, por fin me la había metido toda.
unas lágrimas me salieron de los ojos, un tanto de dolor y otro de gusto y orgullo, tenía esa rica verga en mi culo completamente, empezó a empujármela despacio, en cada embestida el dolor era menos intenso, era dolor mezclado con placer, así cada vez más rápido me la empezó a meter, me cogía ya con ritmo semi/rápido, empecé a subir al cielo, cerraba los ojos y sentía derrumbarme de placer, era sumamente delicioso, tenía todo el culo lleno de verga, de su verga.
Párteme Gustavo, Gustavito, mi amor.
Me matas mi vida, que rico, que rico me coges, párteme así el culo rey,
Papito eres delicioso,
Coger el hatillo en mí el culo Gustavito: soy tu puta Gustavo, cógeme duro papi, más duro.
Y me empezó a dar más rápido, sus huevos rebotaban en mi concha y sentía que me venía, perdí la cuenta, creo que fueron dos veces
En esas veces me vine como nunca lo había hecho…
Y grité, grité que me cogiera así, así, así mi amor grite al acabar la ultima vez
Si, si, amor.

Y sentí de nuevo su verga hinchada, si estaba corriendo y sus jadeos eran más intensos, empecé a sentir el interior de mi culo caliente, era su leche, que me inundaba toda.
Me la sacó y sentí como tenía un enorme boquete, el culo lo tenía rojo y me ardía pero eso no importaba, conocí el cielo, y era delicioso, con tantas venidas acabé exhausta, y él igual, nos quedamos tumbados en la cama y nos dormimos por un rato.
Me despertó mi celular, era mi esposo, desde Córdoba me pregunto dónde estaba le mentí le dije en un colectivo, llegando de casa de lo de mama, que tardaría un poco en llegar a casa porque pasaría por el súper, vi el reloj y eran las 20.30 dijo no haya drama, llego el viernes, por la mañana a las once.
Cielo le dije llámame esta noche o por la mañana: Te quiero y corte.
Desperté a Gustavo con un besito en sus labios, me empezó a acariciar de nuevo, le dije que no había tiempo que tenía que regresar, me llevó a la ducha y me bañó, enjabonó cada parte de mi piel, y yo la suya, no pude resistir, aun con el tiempo encima otra vez el deseo me traicionó y empecé a mamársela ahí de nuevo mientras lo secaba con una toalla, me abrazó y me cargó, me cogió apretada a la pared, me volteó y me empezó a follar, me volví a venir una y otra vez, tenía el ano muy rojo y me ardía, si no ahí mismo le vuelvo a pedir que me rompiera el culo, pero igual me hizo suya de nuevo en un largo polvo en mi concha.
Nos cambiamos, y arreglamos, durante todo el regreso a la ciudad y en todo el camino no dejé de abrazarlo, venía junto a él en su hombro, me dejó algo cerca de casa, lo suficiente como para que nadie conocido me viera, me dio un largo beso en la boca y bajé del auto, caminé a casa mientras mi mente revivía lo sucedido, sentí un poco de remordimiento pero no podía evitar una sonrisa en mis labios.
Llegué a casa a las 10:00pm me quité la ropa me cambié y así me enrollé en las sábanas, dormí profundamente.
Después siguieron varios encuentros, me volví su golfa, su puta incondicional, ya no sé si amo tanto a mi marido pero es inevitable este sentimiento, es una atracción rara, por momentos me confundo si es solamente sexual o siento algo más por Gustavo.
Epilogo
Gustavo siguió con su mujer por dos años, luego…
Amanda, al tiempo fue cambiando, casi a los dos mese no mantenían más que esporádicamente relaciones con Ernesto, que a los quince meses del cambio de Amanda, se separó pidiéndoselo después una larga pelea estúpida, pero donde ella le confirmara que tenía otro amor.
Nunca lo nombró a Gustavo, ni Ernesto sospechó de él.
Terminó Ernesto viviendo en Córdoba desde su separación para la misma empresa un año solo: al cabo del mismo Ernesto, conoció a una mujer llamada Patricia de dos años menos que él, pero soltera dueña de una empresa que entre ambos dirigen hasta hoy.
A la fecha están juntos aún…
A los tres años más o menos Amanda, queda embarazada de Gustavo, donde éste se separa (de su mujer), y después de vivir en el departamento de Amanda, durante cinco meses, ésta lo vende y se trasladan a Italia donde ambos comparten una propiedad de los padres de Amanda, cerca de un lugar popular italiano.
Poco se sabe de ellos dos, si que antes de irse a Italia, sabían que su bebe era un varón.
PD:
Los datos si de ser real, esta historia, (así como sus nombres y empleos, más circunstancias de este cuento han sido modificados e imaginados, por el autor, así los momentos y o circunstancias, etc.
Dándole una historia, a un desvarío que me fuera contado.
Ciertamente es una ficción recatadamente compuesta a un relato (quizás ficticio o real) de tantas historias que aún han de seguir contándose en un buenos aires corrompido por el tiempo.
ggc

3 comentarios - Una historia aparentemente simple de amor, que cambió.

kramalo
muy bueno..!! la verdad, impensado el final, pero me queda en la mente el dicho que dice: las minas se parecen a las chapas de los techos....si no las clavas bien, se vuelan.....
Esto me lo dijo un viejo una vez......
la_jodida
cierto
gracias 😬
ElMkGod
gran relato!
la_jodida
😬 Grcias muchas gracias, la semana entrante va otro cuento...
Gustavo Gabriel