Cuentitos del Fotógrafo. Relato Primero

Antes que nada, quiero agradecer todos los puntos y nuevos seguidores y comentarios y sugerencias, la verdad que no pensé que fuera a ser tan copado esto de que alguien lea lo que uno escribe!
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Cuentitos del Fotógrafo. Relato Primero

Apenas subí el primer relato, el de mi tía, recibí un inbox acá, en poringa, diciéndome que les había gustado mucho mi relato, que esperaban el próximo, cosas por el estilo… me contaron que eran una pareja de 35 años él y 33 ella, estaban de novios hace cinco y no tenían intenciones de casarse, pero sí de probar cosas nuevas…
Respondí el mail, agradecido y contándoles un poco de mí, también, y eventualmente nos caímos bien, nos pasamos los Facebook y demás.
Yo en Facebook tengo varias fotos que hice con modelos, porque soy fotógrafo aficionado. Y a ellos les copó la onda y me propusieron hacer una sesión de fotos de ellos garchando.
Las condiciones eran simples: yo sacaba las fotos, no participaba, les dejaba todas las fotos en un dvd antes de irme, y podía hacer una foto de ella (Carla), sin que se le vea la cara, para quedarme yo.
Me calentó MUCHO. Siempre había fantaseado con hacer fotos de gente desconocida garchando, y la verdad que nunca se me ocurrió llevarlo a cabo.
Había hecho fotos medio hot de una amiga y su novio, pero a ella le había dado vergüenza que los vea garchar, y también había hecho una sesión hot para un tp de la facultad, pero había sido planeado y no natural.
Entonces esta era mi oportunidad, asique acepté con ganas, pero con una condición: en vez de la foto que me daban, quería la tanguita que ella usara la noche de las fotos. Sucia y mojadita.
Yo ya conté algo de la fascinación que tenía con las tangas de mí tía, y eso se había agravado con el paso del tiempo.. por lo que hoy, mi colección de tangas es mucho mayor.
Acordamos encontrarnos en un bar un sábado a la noche, ellos vivían por Villa Crespo y nos encontramos por Palermo.
La conversación iba de un lado a otro, tocando temas comunes de cualquier mesa, pero las jarras de cerveza empezaron a hacer efecto y se fue poniendo un poco wild la cosa.
Yo, sinceramente, moría de ganas de sumarme a la fiestita, pero el trato había sido que no podía tocar ni hablar ni nada, sólo fotos.
Carla y Matías se empezaron a poner juguetones, y ya viendo lo al palo que estaban, les sugerí ir para el depto, así podía retratar todo el juego y no sólo la parte final.
Tomamos un taxi en la puerta del bar y ya en el ascensor la cámara mía estaba que hervía. Matías tocaba las tetas de Carla por encima de la remera, que la muy puta se había puesto sin corpiño, dejando marcaditos los pezones parados y duros que ya denotaban su calentura.
El departamento era chico, pero el dormitorio era bastante espacioso. Bajamos las luces y se tiraron en la cama, sólo iluminados por la luna que entraba por una ventana y mi relampagueante flash, que congelaba su fuego.
Primero ella le bajó los pantalones y le chupó la verga con violencia y amor, a la vez. Pude conseguir un primer plano de su boca enchastrada de saliva y líquidos preseminales, con los ojos cerrados y una expresión de disfrute que nunca me voy a olvidar.
Después él se sacó la remera e hizo lo propio con ella, liberando dos tetas medianas, normales, pero que parecían el manjar más rico de todos. Las mordía despacito, evitando lastimarla, y cada vez más fuerte, generando gemidos más y más intensos, cada vez.
También conseguí una foto divina de él, con los dientes estirándole la teta, apenitas, el pezón oscuro de costado, la teta entera a disposición de esa boca y de mi lente…
A todo esto, yo tenía la pija más dura que nunca, pero fiel a mi promesa, mis manos sólo se posaban en mi cámara.
Ella, literalmente, gritó pidiendo por la pija. Él, obediente, la acostó en la cama, boca arriba, y corriéndole la tanga a un costado le metió todo su miembro a su mujer.
Cuando recuerdo el grito que ella pegó, se me para la pija.
Yo seguía con las fotos, y no pude evitar pedirles: ‘ponela en cuatro’.
Matías se sonrió, y me dio el gusto. Ella se levantó, encantada, y sacando colita me miró a los ojos mientras el marido se la cogía. Yo sacaba fotos a lo loco, mi paja mental, encantado de poder retratar semejante pasión y calentura en una imagen.
Al rato de estar bombeando, él avisó que iba a acabar. Ella le dio el visto bueno, aunque le faltaba. Él acabó con suspiros y le llenó la concha de leche, y después agarró un vibrador gigante de la mesita de luz, dispuesto a hacer acabar a su mujer. Parecía que lo hacían siempre, porque ella, sin dudarlo, se dio vuelta y esperó que él le metiera el artefacto con ganas… yo hice un par de fotos, y viendo que la situación no cambiaba, me empecé a tocar la pija por adentro del pantalón…
Sorprendida por la falta de flash, ella me preguntó qué estaba haciendo. Mi risa ahogada fue respuesta suficiente.
Ella, puta como pocas, dijo: ‘Matu, le puedo chupar la pija al fotógrafo?’
Se me heló el corazón (pero no el pito). Recé por un sí, necesitaba acabar, urgente!
Él me cumplió el deseo, y ni lerdo ni perezoso, me bajé los pantalones y caminé hasta la boca de Carlita.
Pude hacer una foto POV de ella chupándomela, y después dejé la cámara y disfruté de la mamada, y cuando estaba por acabar pedí permiso para cogerla, pero Matías fue claro: “eso queda para otra sesión…”

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