La historia de Juliana

La historia de Juliana


Obviamente Juliana no se llama Juliana, pero lo que aquí relato forma parte de algo que me enviaron y ella no olvida. Asique Juan (te vas a reconocer en el relato), volvé al ataque, que Juliana te espera.

Quizá la rutina fue demasiada, o el trabajo, no sabría explicarlo, pero Juliana hacía rato que tenía el modo sexo en off. Su matrimonio era absolutamente normal para dos personas que trabajan. Durante la semana era extremadamente raro que tuvieran algún encuentro sexual.
Juliana era fiel, no sentía la necesidad de cambiar eso, simplemente los hombres no le llamaban la atención.
-Tengo al mejor en casa- solía decir.
Si hasta su vestimenta así lo indicaba. El uniforme de la empresa ella lo usaba amplio, para no sugerir, y no mostrar nada
Un día toda su forma de ser, todas sus convicciones se conmovieron. Un empleado fue trasladado desde otra oficina, y Juliana sintió en su interior un chispazo como si la hubieran picaneado. El tipo era atractivo, extrovertido y totalmente despreocupado de la vida. El primer día, Juliana descubrió un par de veces como Juan la miraba. Ella no sabía que había en él, pero su mirada la ponía extremadamente incómoda. Ella se ruborizaba, y de pronto se ponía tan nerviosa que hasta algunas cosas se le caían de las manos.
Juliana luchó contra esa tontera, concientemente se trataba de convencer de que era una locura, pero casi sin pensar comenzó a arreglarse mejor, volvió a usar el uniforme del año anterior, ese que le quedaba un poco más ajustado, sus peinados dejaron de ser simples colas, para pasar a elegir aquellos que le favorecían el rostro, o la hacían lucir más jovial.
Durante los quince minutos de descanso de la mañana comenzaron a coincidir en la cocina del trabajo, poco a poco entraron en confianza, y ese ratito se transformó para Juliana en el lapso más esperado del día. Allí ella reía y se sentía plena, mientras que cuando volvía a su casa se transformaba en un ser osco, sin humor, y hasta carente de sentimientos.
El mayor golpe lo tuvo durante un fin de semana, en que en una de las relaciones con su esposo se imaginó a Juan sobre ella, era Juan el que la acariciaba. Como consecuencia tuvo un orgasmo muy potente, su excitación se elevó sobremanera.
El día Lunes, estaba desesperada por llegar al trabajo, por verlo, Juan la hacía reír, Juan la sacaba de su rutina de empleada y la convertía en la princesa admirada y deseada, por lo menos eso era lo que ella sentía.
Grande fue su desilusión al no verlo, para colmo no pudo enterarse por que no había ido, nadie sabía nada y ella tampoco preguntó para no dejar traslucir sus sentimientos.
Al terminar el horario, ella sabía que tenía unas horas antes de que su esposo volviera a casa, por lo que se podía tomar un rato para ir hasta la casa de Juan y averiguar que pasaba.
Las horas desfilaron en su mente, al igual que sus pensamientos, y desesperada apenas dio la hora de salida, se dirigió al pequeño departamento que Juan alquilaba cerca del trabajo. Cuando llegó a la puerta indicada, su corazón galopaba al igual que un potro desbocado, pero tomó coraje y golpeó.
-Hola preciosa, ¿Qué hacés por acá?- dijo Juan despreocupado y sorprendido
-es que no fuiste a trabajar…me preocupé y vine a saber como estabas dijo ella sintiéndose de pronto un poco estúpida.
-tenía franco, tenía que arreglar algunas cosas…- respondió él mientras la hacía pasar.
-no se, me asusté, pensé que podías estar enfermo- dijo ella
-¿y viniste a atenderme?- Juan se acercó descaradamente a Juliana
Juliana se sintió de pronto descubierta, y su excitación se disparó hacia el cielo casi sin límites.
-si…es decir no…solo me preocupé dijo Juliana tratando de conservar la distancia
Juan a tomó del rostro, suave y delicadamente. Juliana no pudo resistir el avance de Juan. El beso fue tremendamente dulce, cargado de pasión, cargado de infidelidad.
-no…pará Juan…esto es una locura- exclamó ella en voz baja.
Se volvieron a besar, esta vez desaforadamente. Casi a tientas cerraron la puerta, y Juan la condujo hacia el único sillón que ocupaba el recibidor del pequeño departamento. Allí la recostó, y luego él se recostó sobre ella. Las manos de Juan rápidamente abrieron la camisa de ella, mientras ella hacía exactamente lo mismo con él. Los pechos de Juliana fueron liberados del corpiño con la misma facilidad, dejándola a ella por primera vez con sus tetas a la vista de alguien que no fuera su esposo.
-paremos Juan…me voy a arrepentir- rogaba ella
Juan hizo caso omiso a las palabras de ella, sus labios comenzaron a rozar los pezones de Juliana y ella daba pequeños y dulces gemidos, mientras con sus manos ella acariciaba la cabeza de él, que cada tanto volvía a dale un beso en sus deseosos labios.
-cumplime un sueño- le pidió él
Ella lo miró dubitativamente, sabía perfectamente que le estaba pidiendo él.
Juan se puso de pié junto al sillón, Juliana le desprendió el pantalón, dejando salir la erecta pija de Juan. Sin dudarlo y casi desesperadamente se introdujo la verga en su boca. Sus manos recorrían el largo de la pija una y otra vez.
-me moría por hacértelo- dijo ella mientras sus ojos se llenaban de picardía.
Juliana tomó uno de los testículos de Juan, lo besó y luego comenzó a chuparlo. Juan acariciaba la cabeza de Juliana, agradeciendo la dedicación de Juliana en su faena.
-Me vas a hacer acabar rapidísimo- dijo Juan mientras la retiraba de su miembro. La hizo poner de pié a ella también, para facilitar su deseo de desnudarla, lo que rápidamente llevó adelante. Volvió a besarle las tetas.
-me tienen loco tus tetas- dijo él
-sos un dulce, hacía mucho que no me lo decían- dijo ella
Juan la tomó de una mano
-date la vuelta- pidió él
Ella obedeció sin reticencia. El suave culo de Juliana fue apoyado por la dura verga, mientras ella se respaldaba en él. Ella sintió el amplio pecho de Juan en su espalda, la soberbia pija en su cola, y las manos en sus tetas, apretujándolas dulcemente.
Juan la hizo apoyarse en la mesa, ella recibió la estocada con desesperación, todos sus sentidos explotaron, el placer de ser penetrada por Juan se expresó con largos quejidos, la excitación del sexo prohibido como en una pelicula porno, se manifestó con abundantes jadeos, y la felicidad de sentirse la mujer más feliz, más completa se exteriorizó a través de una gran sonrisa en su boca abierta.
-si amor…haceme tuya…toda tuya- decía Juliana
-sos mía…completamente mía- respondió Juan
-si…tuya…tuya…tuya- repetía Juliana
La verga entraba y salía fuertemente de la vagina de Juliana, que con sus caderas respondía las embestidas de Juan con movimientos de vaivén, coronados por los gemidos de ambos.
El orgasmo de Juliana fue tremendo, potente, avasallador. Sintió como sus piernas se doblaban. Debió aferrarse al borde para no caerse. Finalmente se desplomó aplastando sus propias tetas sobre la mesa. Sintió como Juan gemía fuertemente, y como su semen ya comenzaba a deslizarse sobre sus piernas, desbordando su vagina.
-amor…¿como hago después de esto?- dijo Juliana
-No te entiendo- dijo Juan
-¿Cómo hago el amor después de haber sido tan completamente satisfecha?, ¿Cómo lo miro a mi marido después de esto?- dijo Juliana.
Juan no supo que responder.
Así completamente desnudo se recostaron en el sillón, abrazados se quedaron en silencio.
-sabés que esto no se puede repetir, ¿no?- dijo ella mirando a Juan con lágrimas en los ojos.
-si es lo que sentís, yo te lo respeto- respondió Juan
-Mi marido no se lo merece, es un buen tipo- dijo ella tratando de convencerse a sí misma.
Juliana comenzó a vestirse, sus lágrimas eran cada vez más abundantes.
-dejame mirarte las tetas por última vez- pidió Juan
Ella levantó su camisa y su corpiño a un mismo tiempo. Juan seguía desnudo en el sillón. Ela se agachó para darle un suave beso en la punta de la pija.
-me hiciste la mujer más feliz del mundo- dijo Juliana antes de cerrar la puerta.
Al otro día, Juliana se enteró que no era franco lo que había pedido Juan, era el traslado de vuelta a su lugar de origen.
Con el correr de los días, Juliana volvió a ser la que era antes, sólo que ahora en su rostro se había instalado un triste gesto.
Juliana y Juan no se volvieron a ver hasta ahora, pero ninguno de los dos olvida ese momento del paraíso que ambos compartieron.

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