Relatos de Gente Real III

🆒 Hola Gente!!! me colgué un poco... bueno, está bien... me re colgué!!!! para los que no me junan les cuento que hace un año o un poco más empecé con los Relatos de Gente Real, que no son otra cosa que recopilaciones de cosas vividas por quien suscribe o gente conocida que ha compartido sus experiencias conmigo, a las cuales he decidido darle forma de cuentos cortos para el deleite de tod@s en esta hermosa web proveedora de satisfacciones.

🆒 Ésta (sí, ésta!) es la tercera entrega de mis Relatos. Retomé unos escritos que tenía por ahí guardados y terminé la continuación de la historia de Sole y Matías (véase Relatos de Gente Real I).

🆒 En esta ocasión, la historia se titula "Vuelta en Llamas" y se sitúa en el tiempo inmediatamente después de que Soledad y Matías se reencuentran. Soledad debe volver a casa con su apetito sexual muy arriba.

🆒 Bueno, los dejo con el relato. Espero que lo disfruten y recomiendo a los nuevos lectores que revisen mis otros post anteriores: Relatos de Gente Real I y II.

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Vuelta en Llamas

🆒 Soledad todavía percibe en sus ojos los resabios de aquel encuentro con su ex. Encuentro casual por cierto, e inocente. Sólo hubo un par de miradas indiscretas mutuas. Recorridos visuales por partes prohibidas. Eso es suficiente para que haya quedado caliente como una pava.
🆒 Son las seis de la tarde, falta poco para irse. Seis y diez. Seis y doce. El reloj no avanza. Es una buena empleada después de todo. Si le pide a su jefe retirarse diez o quince minutos antes no habrá problema. Decidida a conseguir lo que quiere, va hacia el mostrador y con su mejor cara de puta en llamas le pide a su jefe permiso para retirarse, apoyando deliberadamente sus tetas sobre el mueble que los separa. El hombre intenta no hacer lo obvio, pero sí, lo hace. Mira por una fracción de segundo el abultado escote y la deja ir sin más preguntas.
🆒 Sole se cambia y deja el mugroso local desesperada. Quiere llegar a su casa y tener un poco de privacidad. Una vez un novio juguetón le obsequió un consolador de goma, de esos que replican casi exactamente un enorme pene erecto. Mala idea. Hoy, ese novio ya fue. El consolador aún presta servicios y no se queja ni hace planteos raros.

🆒 Arriba del subte, Soledad viaja. Pero no viaja en subte, lo hace mentalmente hacia la cama de su ex, Matías, donde pasó noches inolvidables de sexo. Aún recuerda ese pene duro y jugoso entrando y saliendo de su interior. Puede sentir todavía el olor del semen vertido en su cara y en sus tetas. Puede también vibrar al ritmo de la primera vez que decidió tener sexo anal con Matías, la cual coronaron con un intenso y mutuo orgasmo simultáneo, como nunca más ha tenido.
🆒 Inocente, Soledad cometió un error. Dejó el local vestida con la ropa que se siente cómoda: una calza blanca que revienta de carne y una musculosa negra ajustada al cuerpo. Cuerpo que en una breve reseña puede describirse como fenomenal. En especial su culo. Todo redondo. Firme. Parado.
🆒 Esa vestimenta es normal en ella y en muchas chicas (afortunadamente) y no tiene nada de malo, por el contrario, es algo a agradecer que ofrezca sus curvas a la vista de los transeúntes de esa manera. Pero el subte a las seis y pico de la tarde es complicado. Mucha gente, en su mayoría hombres. Mucha testosterona.
🆒 Sole viaja con su vista perdida, recordando. Pero vuelve a la realidad bruscamente. Siente algo raro. Algo la saca de ese estado de sueño ideal. Parado a su lado hay un hombre que descaradamente ha decidido apoyar el bulto en su cadera derecha. Y lentamente aprovecha el movimiento del tren para irse deslizando hacia lograr apoyar su paquete directamente en la tierna nalga de Sole. Ella abre grande sus ojos, y por un momento piensa que debe ser un desafortunado episodio involuntario, ocasionado por la gran masa de gente que viaja a esa hora. Error. El hombre, torpe, enceguecido por esas bochas sudorosas y disimulando un movimiento del brazo, deliberadamente roza una de sus tetas. Sole lo observa, El tipo mira para otro lado haciéndose el desentendido. Error.
🆒 Soledad no lo puede creer. Que haya tipos que a esta altura del milenio sigan intentando esas burdas tretas para llevarse impunemente la satisfacción de manosearla, cosa que de otra manera ese inepto nunca hubiese logrado. Pero esta vez decide actuar. Lo normal hubiese sido que lanzara una mirada fulminante a ese infeliz, o que accidentalmente lo golpeara con su codo y manifestara su reprobación. Pero esta versión de Sole es diferente. Aún bajo el cansancio y la pesada atmósfera del subte su libido sigue arriba. El deseo de estar con Matías la mantiene cachonda, sensible a los roces.
🆒 Pacientemente aguarda la próxima parada del subterráneo, donde todos se reacomodan un poco. El tren se detiene. Suben unos cuantos más. Ahí aprovecha, da un giro y ofrece al hombre sus dos voluminosas nalgas envainadas en esa calza ajustadísima. Con delicadeza pero firmemente retrocede hasta sentir el bulto del tipo en su cola.

🆒 Un espectador privilegiado sentado a escasos centímetros de la escena observa de reojo cómo ese culo se avasalla sobre el bulto y lo absorbe, lo hace desaparecer, lo neutraliza. Soledad siente el miembro endurecido justo en medio de sus nalgas. Suena la chicharra, el subte arranca. Aprovechando el movimiento del tren, se mueve despacio de atrás hacia adelante, muy despacio.

🆒 El hombre extasiado percibe el movimiento y permanece inmóvil, empujando levemente hacia adelante. Su pija comienza a llenarse inmediatamente de sangre y a ponerse erecta. Siente aún a través de su pantalón esos cachetes redondos y suaves posarse sobre su regazo. No puede evitar mirar hacia abajo y posar su vista en ellos, relucientes, firmes, hambrientos de ser cacheteados. Casi no puede refrenar su impulso de tomarla de la cintura y afirmar su pija al borde de la explosión en ese tremendo culo. Para colmo de males se hacen presentes el aroma animal e irresistible del cabello de Soledad y su perfume, que se mezclan en una fragancia perfecta. Líquidos comienzan a fluir de su pene y humedecen su boxer. Se imagina en un telo, con Soledad tirada en la cama, desvistiéndola despacio, liberando de a poco las curvas traseras, corriendo la tanguita y viendo ese culito cerrado y apretado. De repente, vuelve a la realidad. Algunos pasajeros comenzaron a notar el comportamiento de ambos. El tipo retrocede un poco para no hacer tan evidente la secuencia.
🆒 Soledad no va a dejar que este infeliz escape tan fácilmente. Va un paso mas allá. Exagera aún más el movimiento y quiebra su cintura hacia atrás. Su culo se abre en dos globos devoradores que aprisionan al tipo como si fuera un alambre. El tipo mira hacia abajo y se ve completamente apabullado por tamaña cantidad de carne frente suyo. El flaco apenas soporta tamaño ataque.
🆒 Soledad ahora se mueve lateralmente, como una bailarina de caño sobre el pobre tipo. Una señora los observa decididamente indignada; otra chica los mira de mal modo también; un señor mayor los observa desde hace minutos, acechándolos como un leopardo a un ciervo. Sin correr la vista nunca. Fija.
🆒 El tipo toma conciencia de todo esto y se avergüenza. Después de todo, seguramente que para el resto de los pasajeros es él quien está abusando de la situación, aprovechándose de la pobre chica. Por lo cual decide terminar con la escena girando hacia su derecha. Soledad continúa apoyando su culo sobre la pierna del tipo. El subte de detiene. La gente empuja y se hace lugar. Soledad gira sobre sí misma y mira a los ojos al pobre tipo, bañado en transpiración. Sin sutilezas, apoya sus tetas firmes en el brazo del hombre y lo arrincona sobre otro pasajero. Él le devuelve la mirada sorprendido por su avasallante actitud. No se puede mover, porque no hay forma de hacerlo sin hacer evidente que su brazo está hundido en medio de las bamboleantes tetas. Los pezones casi traspasan la musculosa. Son como dos ojos más que lo acusan. Finalmente retrocede intimidado por esas tetotas inquisidoras, y en medio de puteadas y empujones de otros pasajeros logra salir antes de que la puerta se cerrara nuevamente. Soledad lo observa retirarse como una rata cobarde, huyendo despavorido.

🆒 Como si nada, se acomoda junto a otro pasajero dispuesta a seguir viaje. Siente una mirada que la penetra. Aquel joven que vio todo desde primera fila la mira fijo. Soledad lo mira también, con su peor expresión de mala onda. El joven se sonríe. Soledad devuelve la sonrisa cómplice, algo avergonzada. El joven, consciente de que esta chica con ese culo no va a poder viajar tranquila nunca, se pone de pie y le ofrece su asiento. Sole agradece y acepta la invitación. El chico queda parado frente a ella, con su bulto directamente frente a su cara. Fiel a un viejo vicio suyo, Soledad lo analiza. No está nada mal.
🆒 Después de todo, nunca se sabe. El chico fue tan amable que... quizás merezca un premio.


Espero que lo hayan disfrutado. Quiero sus opiniones!!!
Saludos y hasta la próxima.

2 comentarios - Relatos de Gente Real III

elfeeo
bastante bueno
cualde
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