Mañana en el Abasto.

Pablo y unos amigos me llamaron para hacer algo. Yo no me sentía muy bien. Ese sábado había decidido no salir. Temprano a la mañana siguiente, y aprovechando la poca concurrencia, decidí dar una vuelta por el shopping Abasto. Los pasillos estaban libres de compradores; asi descubrí que casi no había gente en el cine y me puse a hacer la fila para sacar una entrada. Me había decidido por la de Jack Black (los viajes de Gulliver). Mientras esperaba mi turno en la boletería escuchaba la charla de dos chicas a mi espalda. Giré para poder verlas y me encontré con dos jóvenes, lindas a su manera, con una onda entre flogger y hippie. Una de ellas, la de cabello castaño oscuro, llevaba numerosas hebillas soteniéndole el flequillo lejos del rostro, una remera olgada que dejaba el bretel de su corpiño y unas calzas con dibujos simpáticos. su compañera, de largos cabellos castaño claro, llevaba puesta una camisa y unas calzas lisas. Pensé que se trataban de estudiantes de secundario, pero al correr los segundos, y escuchando su conversación, descubrí que ya estaban en la facultad (ambas hablaban acerca de materias de psicología). Bromearon acerca de mi presencia y, de escuchar su conversación, de lo que podía pensar de ellas. Llegó mi turno, saqué mi entrada y subí las escaleras. Aproveché y pasé por el baño. Cuando me dirigí a la sala ellas me habían alcanzado; cargaban un balde pochoclo y dos vasos grandes de gaseosa. Busqué mi asiento «boluda, toda una sala vacía y sacás asiento al lado del chico» escuché. Así era, la sala estaba vacía, sólo la llenarían una pareja mayor y una señora solitaria. Se sentaron a mi derecha, la castaño oscuro a mi lado.
Las chicas continuaron sus bromas, me tomaron como una broma, y me convidaron un poco de sus pochoclos «apretatelo» dijo la de cabello más claro «no seas boluda» contestó la otra.
Tenía mi mano apoyada en el apoyabrazo, la chica buscó hacer los mismo y justo lo hizo sobre la mía. Si bien no podía ver con claridad noté que se había puesto colorada. Seamos claros, no soy Brad Pitt y ellas no eran Angelina Jollie pero los parametros encajaban; era evidente que algo de onda había. Su amiga seguía bromeando y pronto descubrí que eran en base a mi.
Durante los avances nos histeriqueamos, me convidó de su Pepsi y rozó ocasionalmente mi pierna con la suya.
Empezó la película, estaba entretenida pero no le daba mucha atención ya que no lograba concentrarme. En un momento escucho que dice «esta película es un embole» y la miré. Le sostuve la mirada y ella no se acobardó. Instantaneamente quise darle un beso y me corrió la cara. Dejo de mirarme; al cabo de unos segundos, vi que hablaba con su amiga «que zarpado» se escuchó fuerte en la sala. Comenzaron a discutir se debían o no cambiarse de lugar, me sentí muy mal. Finalmente, la otra chica, la que estaba más alejada a mi ubicación, se levantó. Pensé que la que estaba a mi lado haría lo mismo pero para mi sorpresa no fue así «sos terrible» dijo antes de alejarse llevándose los pochoclos. La chica puso su vaso de gaseosa en el posavaso opuesto y sonreía mirando fijamente la pantalla. Después de perseverar con mi mirara se volvió hacia mi. Nos medimos unos instantes y nos besarnos. Con timidez y vergüenza al principio y mas subidos de temperatura después. Nos acariciamos. Tomé sus pequeños pechos y los exprimí como si fuesen naranjas. Froto su mano contra mi pene con fuerza; decidí desabrocharme el botón del pantalón y bajar mi cierre para que pueda agarrarla bien. La joven retrocedió en sus movimientos. Dudó, pero luego agarro mi verga con firmeza. Comenzó a masturbarme.
Sentí como mi pija se hinchaba entre sus dedos. Sus movimientos eran algo toscos y violentos, no violentos del modo intencional sino de bestia nomás. No me daba besos profundos, mas bien tímidos, pero me masturbaba con mucha actitud, aunque me hacia doler la chota como loco. Estiré mi brazo por detrás y le acaricié la cola. Me di cuenta que sus movimientos podían hacerme eyacular «para, me estas volviendo loco» le susurré. A ella pareció no importarle «me vas a hacer acabar» le advertí.
Ella no dejó de masturbarme «¿no querés tirar la leche?» me dijo a centímetros de la cara. Podía oler ese perfume mezcla de pochoclo y sexo; «me encantaría ir a otro lado y coger» le solté. «¿Coger? nooo... estoy con mi amiga y no la puedo dejar» me repondió.
Me masturbaba, volví a advertirle que iba a hacerme eyacular y pareció no importarle. Sin poder aguantar más lancé mi chorro de semen por el aire. Durante unos segundos dejó de moverse, yo trataba de contenerme un poco mientras ella estallaba en carcajadas. Cuando la leche dejó de salir me la sarandeó un poco dejándomela flácida. Agarró su vaso de Pepsi, «esto es todo, me tengo que ir» dijo y se fue sin siquiera ofrecerme un poco de gaseosa. La vi alejarse en la oscuridad, «¡boluda! ¡sos terrible! ¡mal! ¡zarpada!» escuché, su amiga estaba sentada en la fila de atrás ya había sido testigo de todo.
Se fueron en medio de la película en un pique corto y no reaccioné lo suficientemente rápido para seguirlas. Por unos segundos pensé que se trataban de pungas y que me habían robado; pero suerte no fue así. Para cuando me levante ya era tarde, nunca supe por donde se fueron y las había perdido el rastro.
Ahora, de vez en cuando me voy al cine del Abasto los domingos a la mañana. Nunca las volví a encontrar pero nunca pierdo las esperanzas.

6 comentarios - Mañana en el Abasto.

lucre_petera +1
Buen Material. Soy La Primera Quien Me Sigue!!!!
chicas
Vanchouu
Jajajajajja excelente!!!
pupylon
Muy lindo relato.
Gracias por compartir.
matucpa +1
jaja muy bueno, estalle en risa, "pensé que se trataban de pungas y que me habían robado; pero suerte no fue así." jajaja muy bueno, saludos. le tendrias que haber sacado un pete
csa15
Muy bueno, las historias asi ineseperadas son excelentes