Termine siendo puta por un vestido

Espero que lo disfruten y comenten si les gusta o no, que yo seguire buscando mas relatos

Fue cuando por accidente, se lo estaba contando a una de mis compañeras, que nuestro jefe seguramente me escuchó. Ya que al regresar a mi puesto de trabajo, me llamó a su oficina, y tras cerrar la puerta, me preguntó sin rodeo alguno cuanto costaba el vestido que a mí me gustaba. Yo me quedé algo confundida, pero ante su insistencia le dije un precio, un mucho más alto que el verdadero costo del vestido, y de inmediato me preguntó ¿Qué estaba dispuesta hacer por dicha cantidad? Yo no salía de mi confusión, cuando mi jefe me dijo sin rodeo, yo te puedo facilitar esa cantidad, pero a cambio necesito que me hagas un gran favor, si quieres.

Quizás más que todo por curiosidad, le pregunté a que favor se refería. Fue cuando mi jefe me dijo claro y raspado, necesito una puta de buen ver, para que atienda esta semana, a un par de nuestros clientes, durante los siguientes dos días. Si te interesa me dices, y te aseguro que por mi nadie se va a enterar, si no te interesa, no te hagas la ofendida, y ahí murió eso, Ok. Yo no dije ni una sola palabra, me quedé pensando en todo lo que me compraría aparte del vestido, en que la culpa de que yo me encontrase pasando por esa situación desde luego era mi marido, y en un sinfín de cosas más. Aunque por otro lado, ocasionalmente le he sido infiel a Leonardo, pero como quien dice, ha sido de gratis. Tras pensarlo mucho, me di cuenta de lo que me preocupaba, no era precisamente mi amor a Leonardo, sino que mi jefe me lo hubiera planteado de esa manera tan cruda, sería porque yo le tenía pinta de puta, o porque le pareció que por esa cantidad de dinero, ninguna de las secretarias diría que no.

Esa misma tarde antes de salir, pasé por su oficina y le pregunté discretamente si la oferta continuaba en pie, a lo que él con una gran sonrisa me respondió que sí. Después de eso, me dio los datos de sus dos clientes, uno lo vería el miércoles en su hotel en horas de oficina, mientras que al otro lo vería en otro hotel pero el día jueves, también en horas de oficina.

Desde luego que no le comenté nada a mi esposo, así que ese miércoles, me vestí como de costumbre, pero en lugar de dirigirme a la oficina, fui directamente al hotel donde se encontraba mi primer cliente. En la recepción del hotel, llamaron a la habitación, y al poco rato se presentó ante mí, un hombre de casi dos metros de alto, grueso, y con pinta de abusador, que dijo ser el Sr. Rosado al que sin decir palabra acompañé a su habitación. Ya dentro aunque era algo temprano como para ponerme a beber, él me ofreció una copa de vino, la que comencé a tomar, a medida que él Sr. Rosado no dejaba de observarme.

De momento me dijo que si yo lo deseaba ponía ponerme mucho más cómoda, ya que teníamos todo el día para disfrutarlos juntos. Yo aunque un poco nerviosa, y algo cortada, comencé a ir quitándome toda la ropa, bajó su constante mirada. Hasta que finalmente me quedé en el conjunto, tipo tanga que me había puesto. Las pantis eran un hilo dental de color negro, que se enterraba entre mis nalgas, y su frente hecho en encajes, apenas ocultaba mi depilada vulva. Mientras que el sostén también de encajes, era semi transparente, por lo que mis parados senos y pezones se veían sin mucho esfuerzo. Rosado me pidió que le dijese que cosas eran las que a mí más me agradaban, y tras decirle de manera discreta, que me encantaba que me chupasen mi clítoris, él me confesó que lo que a él más le gustaba hacer era metérselo a un parado culo como el mío. Así que continuamos charlando, y me pidió que le contase que era lo más extraño o más loco, que yo había realizado en una relación sexual.

Lo cierto es que lo más extraño que había realizado en una relación sexual, fue en una ocasión en que el chico con que me acostaba, mientras era novia de Leonardo, trajo un juguete, el que después de haber estado introduciéndomelo en mi coño, un sin número de ocasiones, me pidió que lo penetrase con él. Lo que hice, después de pegarlo a mi cuerpo por medio de unas pequeñas correas. Lo cierto es que disfruté mucho todo eso y así se lo comenté a mi cliente, quien riéndose me dijo. Te aseguro que si Dios hubiera querido, que las mujeres se clavasen a los hombres, les hubiera dado una verga y no un coño.

Al poco rato, sin aun haberse quitado nada de su ropa, él tomó asiento a mi lado y a medida que seguimos charlando de nuestras distintas experiencias sexuales, él me quitó el sostén y a medida que continuamos hablando comenzó acariciar y lamer todo mi cuerpo, de una manera tan particular, que después de unos pocos minutos, yo me encontraba sobre excitada y deseosa de que me enterrase su verga por donde él quisiera. Yo misma, sin que él me lo dijera, me quité el tanga, y dejé que él continuase explorando todo mi cuerpo con sus hábiles dedos.

No hubo rincón de mi cuerpo que no tocase a lamiera, pero de momento se detuvo, y me dijo secamente, ponte a mamar. Yo me tiré sobre la alfombra de su habitación le bajé la cremallera, solté la correa, y desabroché el pantalón, para extraer su erecto miembro. Por unos instantes, jugué con su colorado y caliente glande entre mis dedos, para a los pocos segundos, dedicarme a lamerlo cual si fuera un helado. Mientras Rosado me continuaba observando sumamente satisfecho, a medida que se lo seguía lamiendo y parcialmente chupando, separando mis piernas, comencé a introducir completamente mis dedos, dentro de mi vulva, ante su escrutadora mirada.

Ya llevaba un buen rato mamando su verga, y autosatisfaciéndome yo misma, cuando él me ordenó que me acostase en la cama boca abajo. Ya en infinidad de ocasiones, hasta mi marido me ha dado por el culo. Por lo que cuando él comenzó a tocar mis nalgas, supe que de un momento a otro me clavaría su verga, y no precisamente por mi coño. Yo separé mis piernas, y lo siguiente que sentí fue su boca en pleno contacto con mi esfínter, su lengua acariciándolo, y sus dedos hurgando dentro de mi cuerpo, tanto por delante como por dé tras. Yo ya me estaba desesperando, deseosa de que finalmente me lo enterrase, cuando de momento retiró su boca de entre mis nalgas y de un solo empujón me ha clavado completamente toda su verga sin consideración alguna. Las lágrimas se me han salido, junto con un profundo grito de dolor. Pero ya que podía hacer, lo tenía completamente dentro de mi culo.

En cosa de segundos Rosado comenzó a sacarlo y a meterlo casi por completo, sin consideración alguna, poco a poco mis quejidos de dolor fueron transformándose en gemidos de placer, ya que a los pocos segundos enterró una de sus manos dentro de mi mojado coño, y al tiempo que me daba por el culo sin piedad, sus dedos me producían un placer tremendo. Yo lentamente comencé a restregar mi cuerpo contra el de él, buscando un mayor placer y satisfacción, hasta que de momento inevitablemente se corrió dentro de mi culo completamente, sin dejar de manosear todo mi coño tanto por dentro como por fuera. Produciendo a la vez que yo disfrutase de un orgasmo increíble. El resto del día y parte de la tarde me mantuvo mamando su verga, hasta que después de un pequeño descanso, y unas cuantas copas de vino me volvió a clavar su verga entre mis nalgas, pero ya de una manera mucho más placentera que la primera vez.

Cuando esa noche llegó mi marido a casa, ya me encontraba metida en la cama, y a que no saben de que se antojó el muy desgraciado. También de darme por el culo.

Al día siguiente resignada me dirigí a ver al otro cliente de mi jefe, pero a diferencia de Rosado, que es todo un desgraciado, este resultó ser lo que creo le dicen un masoquista empedernido. Ya en su cuarto, no me tuvo que decir nada para yo darme cuenta de lo que él deseaba, así que apenas pude le ordené que se quitase la ropa, y a partir de ese momento la pasamos de maravilla los dos. Yo ridiculizándolo y hasta golpeándolo, con mucho cuidado, y el obedeciendo todos mis antojos. Al punto que en ningún momento me llegué a quitar la ropa, tan solo las pantis y para que por largo rato me estuviese mamando el coño.

El viernes cuando regresé a mi trabajo, a la hora de salir, mi jefe sacó de la caja chica de la empresa la cantidad de dinero que me había ofrecido, no sin antes pedirme que le diera una pequeña muestra de lo que había hecho con sus dos clientes. De lo más dispuesta, primero me quité las pantis, y después me arrodillé frente a él. Extraje su verga y me dediqué a mamársela, con todas mis ganas, al tiempo que yo misma me autosatisfacía. Tantas ganas le puse que hice que mi jefe se viniera dentro de mi boca, al tiempo que yo disfrutaba de un orgasmo gracias a mis dedos.

Si me compre el vestido, y otras cosas más, además asistí a la fiesta, sin mi esposo, que sigue siendo un cornudo. Ocasionalmente mi jefe solicita mis servicios extra profesionales, ya sea para que atienda a uno que otro de sus mejores clientes, o para que lo ayude a bajar su estrés.

5 comentarios - Termine siendo puta por un vestido

marcopolo24
jajaja una puta con clase digamos, era lindo el vestido?
gatosiames1972
Genial relato!! Me gusta mucho tu forma de escribir, buenos detalles, buen ritmo. Lo disfrute mucho!!
CachoCavs
Muy buen relato, como seran esas nalgas q tenes ??? 😉