No te demores

Viernes, última hora.
Fernando salía de su trabajo como siempre, pero hoy era distinto. Carmen, su mujer, vendría hasta el centro a buscarlo y luego irían a cenar, y la noche tendría un final a toda orquesta, como hacía mucho que no tenía.
El tiene 40 años, y su trabajo de nuevo ejecutivo lo tiene bastante saturado, sin dejarle mucho tiempo para su familia. Carmen de unos 35 años, bien llevados, y sus dos hijos de 8 y 6 años, eran su refugio cada vez que su trabajo lo permitía. Hoy por suerte, consiguieron que los niños se quedaran a dormir de los abuelos y estarían solos por primera vez en mucho tiempo.
El celular le advirtió que su mujer estaba abajo esperándolo y ya iba a salir cuando su jefe lo llama.

- Fernando, necesito un favor., dijo aunque con un tono que denotaba que no era un ruego sino una orden.
- Si Sr. Lucena, contestó dando la vuelta sobre sus talones.
- Cuando salga necesito que pase por las oficinas de Empresas Amalgamadas, y le deje unos archivos al Secretario del Sr. Manrique. Por ninguna razón se los deje a nadie mas que no sea Casillas, el secretario privado de Manrique. Cuento con que ha entendido.
- Si Sr. Solo al secretario, lo entendí perfectamente, y sin mas tomó los archivos y salió, contento de que el pedido no fuera más complicado. En realidad estas oficinas le quedaban de paso hacia el restaurant. Calculó que en pocos minutos estaría allí y rápidamente cumpliría su misión.
Al llegar a la planta baja, su mujer casi le hace perder el aliento. Un vestido negro, corto, con un pronunciado escote en la espalda que mostraba a las claras que no llevaba sostén, unido a un arreglo de su cabello y su rostro, la convertian en una verdadera belleza. Por un momento pensó en suspender la cena y llevarla directamente a la cama, pero recordó que su mujercita siempre se quejaba de que nunca salían juntos, así que se serenó. La beso apasionadamente y tomándola de la mano se dirigieron al estacionamiento de la empresa, subieron al auto y salieron hacia su destino.
- Hoy estás hermosa, le dijo acariciándole la pierna una vez que subieron al auto.
- Gracias, mi amor, me arreglé para ti, dijo ella dejándose acariciar.
- Reservé un lugar maravilloso para cenar, le dijo subiendo con sus caricias mientras manejaba.
- Muy bien, pero dedícate a manejar que vamos a chocar, le dijo ella riendo y simulando rechazar sus caricias.
- Si puedo manejar sin problemas, le dijo él, acentuando su avance hasta llegar a la parte alta de su muslo. Ella lo dejó seguir, sumamente excitada. Cuando el tomó posesión de su triángulo femenino, ella ronroneó como una gatita y se quedó hundida en la butaca, separando las piernas para que el pudiera magrearla a gusto.
Fernando estaba más que excitado. Su mano jugueteaba con el sexo de su mujer por encima de su ropa interior.
- Quítate la bombacha, le ordenó
- ¿ estás loco?,
- Vamos, que nadie puede vernos , y en el restaurant tampoco, hazme caso, insistió
Ella, totalmente sacada , se levantó del asiento y haciendo correr su ropa interior, la sacó por sus pies, volviendo a sentarse, y dejando la prenda en el suelo . La mano de su marido pudo entonces inspeccionar con total libertad su sexo, llevándola al borde del orgasmo.
En ese momento Fernando retiró su mano.
- Disculpa querida, pero tengo que hacer un trámite rápido en ese edificio, le dijo señalando un bloque de oficinas.
- Pero dijiste que ibamos a cenar.
- Y vamos, solo tardaré diez minutos, tengo que dejarle unos archivos en mano personalmente a Casillas, el secretario privado del Sr. Manrique. No demoraré nada
- Mira que estoy totalmente fuera de mi, no me defraudes, le dijo ella abrazándolo.
- Yo también estoy a mil, no te preocupes, y diciendo esto entró en un estacionamiento que se encontraba justo frente a las oficinas de destino. Un joven de unos 25 años, moreno y alto, le indicó un lugar para estacionar, en el 3º nivel y le dio el ticket cuando salió.
Carmen quedó en el auto sola. Era de noche, y nadie estaba a la vista. Despacio, comenzó a acariciarse, profundizando el deseo que le había dejado su esposo. Se masturbó primero con mucho disimulo, observando a su alrededor, pero a medida que la excitación la embargaba, cerró los ojos y se dejó llevar.

El joven quedó extrañado porque vio que eran dos personas las que entraban en el auto, y una sola salió. Era raro que a esta hora de la tarde alguien llegara al estacionamiento. Ellos trabajaban con el personal de las empresas de la zona y eso durante las horas de oficina.
Lentamente se acercó al auto por el costado. Cuando llegó a la altura del conductor vio a quien había quedado en el auto. Era una mujer muy atractiva y muy arreglada. ¿ Porqué será , pensó, que todas las mujeres dentro de un auto parecen más apetecibles y mas accesibles?, pero cuando pudo mirar bien, vio con sorpresa que la mujer tenía una mano bajo su vestido y visiblemente se estaba masturbando a toda máquina. Se alejó rápidamente y se quedó allí haciendo que controlaba los autos estacionados.
Cuando estaba a punto de alcanzar el clímax, abrió los ojos y con sorpresa vio una silueta que recorría los autos de la fila de enfrente. De inmediato dejo de masturbarse, y maldiciendo porque ya estaba muy cerca del clímax, recompuso su ropa y su postura, rogando que no la hubieran visto. Estaba mojada por la experiencia vivida. Hacía mucho que no tenía buen sexo y estaba realmente necesitada. Esta noche mas vale que su esposo estuviera descansado porque pensaba agotarlo. Irían a cenar y luego a casita los dos solos.
Miró su reloj. Su esposo hacía diez minutos que había bajado. No debería tardar. Vio al joven caminando entre los autos. Pensó que era muy atractivo, pero luego se sonrió. Estaba tan caliente que cualquier cosa le parecía atractiva, seguramente. Sin embargo, cuando pudo mirarlo con más detenimiento notó que era moreno, alto, fuerte, más joven que ella y si bien no parecía hermoso de rostro, era sin dudas muy atractivo, como había concluído al principio. Mientras ella lo miraba, él también la miró. Sus miradas se cruzaron y ambos desviaron la mirada. Unos minutos después cuando volvieron a coincidir, el sonrió y la saludó con la mano, a lo que ella respondió moviendo la cabeza. Resuelto, el joven se acercó a la ventanilla del conductor. Ella lo miró, pero los vidrios polarizados no le permitían verlo y entender lo que quería. Oprimió un botón y el vidrio del conductor descendió.

- Buenas noches señora, le dijo amablemente
- Buenas noches, contestó ella secamente.
- Perdone que la moleste, pero me extrañó que alguien se quedara en el auto a estas horas. Pensé que quizás tenía algún problema
- No, para nada. Le agradezco la preocupación pero estoy esperando a mi esposo.
- Ahh, bueno, no hay problemas entonces, dijo, y con una rápida mirada vio la bombacha de la mujer en el suelo, sin que ella lo notara. De inmediato se excitó.
- No, no hay problemas, dijo ella, tratando de terminar con la charla.
El se alejó del auto y dando la vuelta por el frente, se acercó a la ventanilla de la mujer. Se paró junto a ella.
Carmen se sorprendió de la actitud del joven, pudo verlo mientras cruzaba delante del auto y se dio cuenta que no se había equivocado en su diagnóstico. Era realmente un semental. La locura de cualquier mujer. Cuando estuvo parada a su lado se sintió cohibida ante una presencia tan viril, e instintivamente volvió a mojarse como hacía un rato, aunque nadie la estaba tocando en sus partes íntimas. Lentamente bajó el vidrio de su lado, y el joven se acodó en el marco de la ventanilla.

*
Fernando subió hasta el piso indicado. Allí se dirigió a la oficina de Manrique y junto a ella una puerta vidriada indicaba el despacho de Casillas. Golpeó y se quedó esperando pero nada pasó.

- Señor, dijo una voz a sus espaldas. Una mujer de unos 50 años, de anteojos estaba a su espalda.
- Si, buenas noches, traigo unos archivos para entregar al Sr. Casillas.
- Bueno , el ha salido. No tarda en volver. Fue hasta la casa del Sr. Manrique a buscar unos documentos. Si quiere puede dejármelos a mí.
- No, Gracias. El Sr. Lucena me ordenó con precisión que solo tenía que entregarselos a él.
- Ahh, bueno, hubiera empezado por ahi. Si, El Sr. Casillas me informó que vendrían a traer algo, y que me encargara de atenderlo. Pase, por favor, espérelo en su oficina, le dijo franqueándole la puerta.
- Gracias, pero ¿ tardará mucho?
- No creo, póngase comodo. Yo seguiré con mi trabajo. Si necesita algo marque el interno 119, y diciendo esto salió dejándolo solo
Fernando estaba que trinaba. Todo se complicaba y el estaba perdiendo tiempo, y seguramente su mujercita se enojaría por la espera. Y bueno, ya tendría tiempo de calmarla durante la cena, pensó-
Recorrió con la mirada la oficina. Era amplia y estaba en penumbras. Una pequeña lámpara en un rincón daba algo de luz, como para caminar sin tropezar. Casillas prefería trabajar con una luz dirigida sobre su escritorio que ahora estaba apagada, en lugar de usar los fluorescentes que se veían en el techo atravesando el lugar. Los ventanales cubrían todo el frente de la oficina y daban a la calle. Unas cortinas americanas cerraban la vista y en el extremo opuesto un poderoso telescopio sobre su trípode se destacaba. Se acercó lentamente a revisarlo y vio que era un equipo de última generación y muy costoso. Con sorpresa vio que hasta tenía un sistema de visión infrarroja como para no perder ningún detalle por oscuro que fuera el lugar a observar. Se puso a mirar con el equipo y recordó a su esposa en el estacionamiento. Abrió un poco las cortinas y jugó a tratar de encontrar su auto en el aparcamiento.
*
- Me parece que te vas a aburrir de esperar, le dijo el joven sonriendo.
- No será para tanto, mi esposo ya volverá, dijo ella a la defensiva., mientras observaba los poderosos brazos y las manos grandes pero suaves del joven.
- Estas reuniones de negocios no se saben cuando terminan dijo el, dejando que una de sus manos jugara con el posacabezas del asiento de la mujer.
- No es una reunión, dijo ella moviéndose incómoda, tenía que entregar unos papeles solamente. No puede tardar, volvió a remarcar.
- Que hermoso cabello que tienes, le dijo el joven acariciando su pelo. Ella se retiró ofendida.
- Gracias, pero te agradecería que no me toques, le dijo simulando una decisión que no tenía.
- ¿ Sabes? Hace mucho que no veo una mujer tan hermosa como tú, dijo mientras su otro brazo entraba en el habítaculo del auto y su mano se posaba sobre su rodilla.
- Espera ¿ Qué haces? ¿ No entiendes? Soy casada y mi esposo volverá en cualquier momento, le dijo retirando su mano. Fue a ver por un minuto a un tal Casillas.
- ¿ Casillas? Ja, Ja, Ja, dijo riendo.¿ Ves ese lugar vacío allí? Ese es su lugar y salió hace un momento. No va a regresar por un buen rato, así que te aburrirás de esperar., Pero está bien, tu mandas, le dijo levantándose de la posición de cuclillas que había adoptado. Cuando se levantó, ella pudo ver el bulto en su pantalón. Era realmente poderoso. Tenía miedo, pero no quería que se fuera.
- Un minuto, no te enojes, lo que no quiero es que te propases, dijo tratando de detener su ida.
El volvió a agacharse, y su mano volvió a entrar en el auto. Esta vez, cuando tomo posesión de su rodilla, ella no dijo nada.
- No te preocupes. Si tiene que esperar a Casillas, lo vamos a ver llegar, y sabremos que recién después volverá tu esposo, le dijo confiado, mientras su mano comenzaba a trepar por su pierna.
Ella de manera inconsciente separó sus piernas, mientras se aferraba al asiento con ambas manos. El siguió su lento ascenso, hasta que por fin, tomo posesión de su sexo, el mismo que su marido había estado magreando hacia un rato.
- Hmmm, estás muy mojada. Tendremos que hacer algo al respecto, dijo el joven con un alto grado de lujuria reflejado en su voz.


Fernando, con el telescopio, trataba de ubicar su auto. Le costó un buen rato. El acercamiento le hacía perder la noción de ubicación, pero por fin lo localizó. La imagen lo paralizó. Su mujer estaba recostada en el asiento y un joven acuclillado estaba al lado del auto con la ventanilla baja. Afinó la imagen y pudo ver el perfil de su esposa totalmente entregada. Pensó que estaba soñando. Pensó que no era su auto, pero luego de un rato se convenció que era su esposa. Un brazo del joven que estaba de espaldas a él estaba dentro del auto, y por sus movimiento se imaginó lo que estaba ocurriendo La muy puta se estaba dejando masturbar por ese muchachón. Pensó en correr escaleras abajo e interrumpir la escena, golpear al joven y luego moler a palos a su esposa, pero se contuvo. Quería saber hasta donde era capaz de llegar.
*
El joven ante la respuesta complaciente de la hembra, metió su otra mano y tomó posesión de sus pechos lo cual no era muy difícil. Bastaba con ingresar por el costado del vestido ya que no tenía sostén. Un seno turgente, con un pezón grande ocupó su mano, y los suspiros de la mujer se hicieron ya incontenibles. Siguió con su tarea sin pausa, suavemente, sin violencia, llevándola despacio hasta el clímax, sabiendo que es justo lo que una mujer casada harta de la rutina necesita.
Su dedo medio se introdujo en su vagina y presionó su clítoris, produciendo gemidos de placer.

*
El rostro de su mujer reflejaba que no aguantaba más. Nunca la había visto tan excitada. De pronto sus piernas envolvieron la mano del joven y arqueando la espalda, abrió la boca emitiendo un alarido que imagino sin oírlo. La muy puta había acabado.
*
El joven estaba sorprendido de lo calentona que era esta hembra. Apenas la había tocado y acababa como una perra en sus manos. Pensó que tenía que poseerla.
Se separó cuando ella terminó de acabar y levantándose, desabrochó su pantalón y sacó una verga larga y dura, que metió por la ventanilla.
*
Luego del clímax vio como el joven se levantaba y desenfundaba una verga impresionante y la metía en el auto. Su esposa recuperándose del clímax la vio y la asió con ambas manos. Entendiendo el deseo del macho comenzó a lamerla y a introducirla en su boca lentamente, pero aumentando el pedazo que tragaba con cada maniobra. El joven aferrado al techo del auto, comenzó a moverse como si estuviera tirando, disfrutando de la boca de su esposa. De pronto, se retiró. Pensó que iba a acabar y quería hacerlo afuera, así que se tranquilizó porque pensó que todo había terminado. Pero se equivocó.
*

- Pásate al asiento de atrás, le ordenó.
- No, espera que pueden vernos.
- Nadie nos vera con estos putos vidrios polarizados, no te preocupes.
- No, mejor dejémoslo así, tengo miedo.
- Ni lo sueñes. No pienso dejarte hasta que la sientas bien adentro, vamos pásate al asiento de atrás.
Lentamente ella se bajó del auto y abriendo la puerta trasera quiso subir.
- No querida, ponte en cuatro, le dijo, y ella obedeció sin protestar.

*
Su esposa descendió del auto y abrió la puerta trasera. Luego de un momento de duda se arrodilló sobre el asiento apoyando sus manos también y bajando su cabeza. El joven levantó su vestido, que era la única prenda que tenía y jugueteó con su vagina y su culo. Luego metió su cabeza entre las piernas y seguramente su lengua la estaba enloqueciendo. Se notaban los temblores de su mujer.
En un momento se separó, y parándose al lado del asiento, acercó el cuerpo de la hembra.
*
Cuando la tuvo a su disposición, tomó su verga y la frotó en la entrepierna de la hembra. El calor que emanaba del sexo de la mujer lo quemaba. Un verdadero río de líquido salí de la vagina. Cuando acercó la punta de su herramienta y la apoyó entre los labios vaginales, estos de abrieron complacientes. No le costó nada introducirse en la hembra hasta el fondo. Tomándola de las caderas la atrajo hacia sí, hasta que sus cuerpos fueron uno solo. Dejó sus caderas y desabrochando el bretel único del vestido tomo posesión de sus tetas y desde allí reguló el pistoneo. La hembra se levantó y giró su cabeza buscando sus labios. El la empujó hacia adentro del auto arrodillándose también sobre el asiento y en esa posición pudo meterle su lengua en la boca poseyéndola por completo. Cármen se aferraba de los respaldos de los asientos para aguantar las salvajes embestidas de su macho que llegaban a lugares donde nunca había sentido una verga. Estaba totalmente enloquecida. Por fin, apoyó los codos en el asiento y su cabeza descansó sobre sus manos, dejando que el macho se adueñara por completo de ella.
*
La manera en que su esposa estaba tirando con este jovencito lo excitó como nunca. No perdía detalle del encuentro. La puerta abierta le permitía seguir el escarceo y notar la aceleración de la penetración, que debía ser intolerable para su mujercita.

*
En ese momento los faros de un auto, rompieron la oscuridad. Los amantes se quedaron quietos, sin moverse. Un coche maniobró, estacionó y su conductor se bajo pasando al lado de ellos, sin verlos.

- Ese es Casillas. Tenemos poco tiempo dijo él retomando el mete y saca.
- Termina, por favor, Nos descubrirán, dijo ella mientras una de sus manos por debajo de su cuerpo tomaba posesión de las pelotas del macho y las oprimían, descontrolándolo.
- No seas puta, que me sacas, le dijo el acelerando.
- Eso es lo que quiero, dijo ella continuando con su tarea.
*
La escena no podía ser más morbosa. El vio llegar el auto y como los amantes se quedaron quietos, para luego retomar la tarea
Un momento después sintió al puerta del despacho que se abría así que rápidamente cerró la cortina y ocupó una silla .
- Buenas noches.
- Buenas noches, el Sr. Casillas me imagino, no? Vengo de parte del Sr. Lucena a traerle estos archivos.
- Gracias y disculpe la demora, espero que lo hayan atendido bien.
- Ni se imagina Sr.. Pero ahora tengo que irme. Tengo una cita impostergable.
- Bueno, pero tómese un minuto. Aompáñeme con un café, dijo sirviendo dos pocillos de una cafetera eléctrica que estaba a sus espaldas.
No pudo negarse para no pasar por maleducado, pero no podìa dejar de pensar en su mujer.

Le alcanzó el café , entreabrió la cortina y se acercó al telescopio.

- Vaya, dijo mirando con interés por el instrumento óptico.
Fernando imaginó lo que Casillas estaba viendo. A su esposa tirando con el encargado de la cochera.
- La gente nunca termina de sorprenderme, y las mujeres menos. Seguramente hoy alguien estrena nuevos cuernos. Y bueno, está bien que los jovenes se diviertan. Lo lamento por el esposo, pero debiera cuidar mejor a su mujer, comentó en voz baja, como para sí mismo. En ese momento sonó el móvil de Casillas.
- Discúlpeme, le dijo pasando a otro cuarto.
Velozmente se acercó al telescopio.
*
El joven ya no aguantaba mas. Las caricias de la hembra en sus huevos lo habían descontrolado totalmente.
- Dámela, dámela, aullaba la hembra, dame mi lechita, no seas malo
- Ahí voy putaaaaaa, gritó el macho y zambulléndose hasta el fondo comenzó a escupir su semen caliente y viscoso.
- Te siento, mi macho, dame mas, gemía Carmen, alcanzando un nuevo clímax.
- Toda, todaaaaaaaaa, gemía el joven y seguía hundiéndose hasta el fondo despidiendo un poderoso chorro de semen con cada penetración. Poco a poco se fue calmando hasta que quedaron allí uno sobre el otro, sin moverse.
- Me inundaste, animal, que manera de acabar, por Dios, nunca sentí algo así.
- Ahora me las vas a limpiar, le dijo él retirándose. Se sacó la remera y la puso sobre el asiento para que no se manchara y una vez que ella se sentó, el puso una pierna a cada lado y le entregó su verga para que la lustrara., cosa que ella se apresuró a hacer, recordándole que su esposo vendría en cualquier momento.
- Hay tiempo, dijo el mientras su verga comenzaba a endurecerse nuevamente.
*
El polvo fue bestial. Pudo imaginárselo a la distancia por las arremetidas del macho. Si su mujercita no tomara pastillas el muy hijo de puta la hubiera preñado de trillizos. Que animal. Y ahora la tenía allí chupándole la verga como cualquier puta de esquina. Era increíble. Nunca lo hubiera pensado de su mujer, la madre de sus hijos, pero allí estaba a la vista.
*
Su verga se endurecía rápidamente y comenzó a acelerar su mete y saca, sintiendo que otro orgasmo estaba llegando.
- Ahora te la vas a tomar toda, Ella lo miró asombrada e hizo gestos de que no, pero el la tomó de la cabeza y no la dejó retirarse.
- Oye puta, que tu has tenido dos orgasmos y no me vas a dejar caliente así que aguanta que ahí voy, y sin más se la enterró hasta el fondo de la garganta casi hasta ahogarla y comenzó a vaciarse dentro de su boca. Ella primero trató de liberarse pero al ver que era imposible, trató de no tragar la leche del macho.
- Si no tragas se te manchará el vestido y va a ser difícil de explicar, le dijo el joven, lo que hizo que la hembra dejara de oponerse y comenzara despacio a engullir todo lo que el macho le daba.
- Así está mejor, dijo el mientras seguía escupiendo su simiente en la boca de la hembra.
*
La escena terminó de enloquecerlo. Su mujer nunca había tragado una acabada como evidentemente estaba haciendo ahora. El animal se estaba vaciando en su boca y la muy puta se tragaba todo. Dejó el telescopio y se sentó en la silla.
*
Por fin, todo había terminado. El joven se bajó del auto, se arregló la ropa y se apoyó en una baranda. Ella se acomodó su ropa , se bajó del auto. Terminó de limpiarse su sexo con la prenda del macho, y subió al asiento delantero. Se puso su bombacha y se quedó apoyada en el respaldo.
- Estuvo muy bueno, mi perrita. Lo disfruté mucho. Ahora me voy a seguir con mi trabajo antes que vuelva el cornudo de tu esposo y diciendo esto metió su cabeza en el auto y la besó en la boca, para luego alejarse como había venido.
Ella quedó allí sin saber si había sido un sueño, pero el gusto a semen en su boca era de verdad. Sacó de la guantera un paquete de pastillas de menta y se puso un par en la boca para evitar que su esposo se diera cuenta de lo que había pasado. Se arregló el cabello y se retocó el maquillaje. Cuando terminó de hacer todo esto vio por el espejo que su esposo se acercaba.
- Disculpa la demora, le dijo el disimuladamente.
- No hay problema querido, dijo ella
- Espero que no te hayas aburrido. No estás enojada no?
- No mi amor. Son cosas del trabajo. Yo entiendo.
El estaba excitado como nunca había estado.
- ¿ No te molesta si suspendemos la cena y nos vamos a casa?
- No mi amor, está bien, yo tambien quiero volver a casa
- Allí estaremos solos, podemos comer cualquier cosa y acostarnos temprano. Tengo muchas ganas de hacerte el amor, le dijo
- Estoy de acuerdo. Yo también necesito sentir tu cuerpo, dijo ella.
Salieron del estacionamiento. El joven disimuladamente les cobró y no hizo ningún gesto que pudiera hacer sospechar lo que había ocurrido.
- Que raro, me pareció que cuando llegamos tenía una remera de otro color, dijo el marido inocentemente.
- La verdad que no lo noté, dijo ella para luego cambiar de tema.

El auto se alejó rápidamente con ese feliz matrimonio a bordo. La noche recién empezaba y para los dos iba a ser inolvidable. Para siempre

6 comentarios - No te demores

BurnerBoy
Gracias por compartir
Me dejo a mil me encantan
los relatos !!!
Saludos
[/i]
AlexisCordoba
Van los unicos 3 que puedo dejar. Muy bueno