Mas vale llegar a tiempo que ser invitado

Esto ocurrió un sábado a la noche, de los tantos en los que me encontré solo.
Hacía unos años que estaba separado luego de unos cuantos años de matrimonio y si bien algunas veces conseguía alguna amiga para compartir una salida y tener una noche interesante, muchas otras me encontraba solo y aburrido.
Esa noche puntualmente salí a caminar solo y terminé entrando en una whiskería en una calle apartada, donde había buena música de jazz, unas cuantas mesas en la penumbra, y una sola mesa ocupada por 3 personas. Eran tres hombres de entre 30 y 40 años, que charlaban pausadamente en voz baja de algún tema que no alcancé a escuchar.
Me senté al fondo del salón y le pedí a la moza que atendía un cognac, decidido a quedarme allí un buen rato escuchando música. Apenas me lo trajo le pagué. Tenía un culito interesante, que hacía juego con los 20 años escasos que parecía tener
Unos minutos después entró una pareja muy llamativa. La mujer era toda una belleza, de unos 40 años más o menos bien llevados. Morocha, cabello largo y unas curvas dibujadas por un vestido arriba de la rodilla y ajustado, con un generoso escote por delante y por detrás que mostró cuando se quitó el sacón que llevaba. El hombre, mas bajo que ella, delgado, de lentes, y con una cara inexpresiva, se sentó en la mesa, mostrando un gran nerviosismo.
- A esta altura debieras estar acostumbrado, le reprochaba ella.
- Nunca voy a acostumbrarme, contestó el.
- Estoy cansada de estas escenas, continuó ella luego de que la moza tomara la orden de dos whiskies.
- Y yo de que te exhibas como si tuvieras 20 años
- No me exhibo, pero ¿ que tiene de malo que los demás me miren?
- Que no te mirarían si no te vistiera siempre como una zorra.
- ¿ Como una zorra? Y después de todo ¿ que tiene que ver la ropa? ¿ Alguna vez te engañé?
- Ya no estoy tan seguro, dijo el tomando su whisky de un trago y pidiendo otro con una seña.
- Lo que pasa es que ya te aburres conmigo, y yo en cambio cada vez necesito más diversión, dijo ella terminando también su whisky y pidiendo también otro.
Todos los presentes, sin querer fuimos metiéndonos en la discusión. En la otra mesa uno de los tres estaba justo de frente a la mujer y a la espalda del esposo. No perdía detalle y la miraba descaradamente con una lascivia inocultable. Moreno, con una barba de un par de días, y una figura sin un gramo de grasa, cuando ella terminó el whisky vio la manera en que la miraba y sosteniendo la mirada, le sonrió levemente, para luego seguir la discusión con su esposo.
- Que culpa tengo que los demás hombres aprecien cosas que tu ni notas, le reclamaba
- Si las noto pero lo que digo es que debieras tener más recato.
- ¿ recato? A ver, dime que te molestó esta noche.
Su marido terminó el segundo whisky y pidió un tercero. Su voz empezó a empastarse.
- Apenas llegamos a la fiesta, comenzaste a reirte y bromear con mis compañeros de trabajo que te desnudaban con la mirada. Luis y Fabián estaban enloquecidos. Te acariciaban la espalda, el rostro. No me digas que no lo notaste. Ahora seré el hazmerreir de la oficina: el cornudo de Carlos. Porque estoy seguro que ellos se fueron convencidos que tu te acuestas con cualquiera.
- Mira Carlos , yo no me acuesto con cualquiera, pero algún día me voy a cansar de tus escenitas y voy a terminar dandote la razón, dijo mientras miraba hacia la otra mesa.
El de la otra mesa ante esta expresión, le hizo un gesto a la dama, como queriendo decirle “ hoy es el día” y la mujer lo miró y volvió a sonreir.
La discusión continuó y el marido siguió tomando un whisky tras otro hasta que se hizo evidente que estaba totalmente borracho. En la otra mesa los tres comentaban en voz baja lo que ocurría, y yo me limitaba a observar la situación. Era evidente que la mujer estaba muy enojada y sobre todo muy resentida, y que además las insolencias de su vecino de mesa le habían gustado. No podía menos de estar de acuerdo con el marido: esta mujer era de armas tomar, y si nunca le había metido los cuernos había sido solo por casualidad que no iba a durar para siempre.
Cada vez, las respuestas de la mujer eran mas y mas atrevidas y siempre miraba la reacción del hombre de la otra mesa, el que asentía y disfrutaba de sus dichos.
Dos horas después, la discusión comenzó a decaer. El marido comenzó a cabecear, costándole trabajo mantenerse despierto, mientras ella estaba achispada, pero en pleno uso de sus facultades. Unos minutos después, el esposo apoyó la cabeza en la mesa y se quedó dormido.
Ella trató de despertarlo y ante la imposibilidad miró a la mesa de al lado. De inmediato quien se había mantenido en contacto con ella se levantó solicito.
- Señora, no se preocupe, solo está dormido. En un par de horas se despertará como nuevo. Mi nombre es Ricardo, le dijo muy amable.
- Mucho gusto, Analía es mi nombre. No está acostumbrado a beber así. No se que hacer ahora.
- Dejeme a mí, y levantándose fue a hablar con el dueño del negocio. Estuvieron unos minutos hablando. Se notaba que eran conocidos. Al principio negaba con la cabeza, pero al final se mostró de acuerdo. Ricardo volvió a la mesa.
- Analía, si no se ofende, en la otra habitación hay una cama, y podemos dejar allí a su esposo hasta que se recomponga, le dijo sonriente.
- No quisiera molestar, dijo ella,
- No es molestia, acompáñeme y veamos que tal está el lugar a ver si podemos utilizarlo, y diciendo esto tomó la silla de ella y la ayudó a levantarse. Se notaba que se tambaleaba un poco por el alcohol. Cruzaron una arcada y giraron a la izquierda. Sobre la pared había un gran espejo que permitía ver dentro del cuarto cuando entraron y prendieron la luz. Por el espejo se veía la mitad de una cama, la parte de los pies, mientras la cabecera quedaba fuera de alcance.
Apenas entrar, Ricardo la tomo por detrás abrazándola y tomándole claramente las tetas, mientras le besaba el cuello. Ella intentó separarse pero el alcohol no le permitía defenderse mas allá de algunos manotazos sin rumbo, manotazos que cesaron cuando el bajó su mano y tomó posesión de su sexo.
Mientras tanto, en el local, el dueño llamó a la moza y le dijo que podía retirarse, cosa que ella hizo de inmediato. Luego se acercó a la mesa y le recomendó a los otros parroquianos que tuvieran cuidado. Luego se fue.
Mientras tanto, en la pieza el combate se resolvía a favor de Ricardo claramente. Le había bajado los breteles del vestido y le estaba comiendo las tetas de manera salvaje. Despacio la llevó hasta sentarla en la cama, y una vez allí, rápidamente le sacó la bombacha y separándole las piernas metió su cabeza entre ellas y comenzó una sesión de lengua que enloqueció a la mujer que se aferraba de sus cabellos tratando de que el macho se metiera bien adentro de su sexo cuidadosamente depilado, lo que lo hacía parecer el de una quinceañera.
Luego de un rato se levantó y le habló un rato al oído. Al principio ella se negaba pero luego de unos cuantos besos y lamidas de cuello ella terminó por acceder. Rápidamente se levantó y salió de la habitación, se dirigió a la puerta de frente y la cerró. Se acercó al marido y comprobó que estaba totalmente inconsciente. En ese momento me miró. Se acercó sin titubear a mi mesa.
- Mira, esto se ha convertido en una fiesta privada. Si quieres puedes irte, o puedes participar, tu decides.
Nunca había participado de una ceremonia de sexo grupal, de una orgía en toda la regla, y debo confesar que esa hembra me había calentado. Ni loco perdería esta oportunidad.
- Me quedo, desde ya. Cuenta conmigo, le dije sin titubear.
- Buena decisión, Yo soy Ricardo, y allí en la mesa están Francisco y Ariel, dijo señalando a sus amigos
- Yo me llamo Oscar dije presentándome.
- Bueno, vamos antes que cambie de idea, y juntos nos dirigimos a la habitación.
Allí, desnuda sobre la cama, vi el mejor ejemplar de mujer de los últimos años. Estaba con los ojos cerrados, entredormida. Ricardo rápidamente se metió entre sus piernas y retomó su trabajo bucal, volviendo a arrancar gemidos de la hembra. Sus amigos comenzaron a desnudarse y yo los imité. Al poco rato eramos tres machos desnudos, calientes, masturbandonos lentamente, esperando el momento. Fue Ariel el que hizo punta. Se acercó a la cama y arrodillándose en la orilla comenzó a refregarle su verga en la cara, a lo que ella respondió de inmediato tratando de capturarla con su boca sin abrir los ojos. Tardó apenas unos segundos en engullirla y comenzar a succionarla.
- Ahh, que hermosa perra, dijo Ariel cuando ella comenzó su fellatio .
Ricardo dejó su trabajo y rápidamente se desnudó. Ya preparado, separó las piernas de Analía , y lentamente se hundió dentro de ella. Un gemido mostró el placer de la hembra.
- Que hermoso polvo que tienes zorra. Tiene razón tu maridito en desconfiarte. Me pareces que eres muy putita, no? Le decía al oído mientras ella seguía con la boca ocupada con la verga de Ariel.
- Si, dijo ella soltando su presa, soy muy puta, me encanta coger, vamos dame el gusto le dijo mientras seguía masturbando la verga de Ariel.
- Todo el gusto te vamos dar. Hoy te vas a ir a tu casa bien cogida, puta. Y tu marido no va a poder usar nunca mas sombrero por los cuernos que le van a quedar. Vamos envolveme con tus piernas así te clavo hasta el fondo, le dijo, y ella obediente rodeó su cintura con las piernas atrayéndolo contra su cuerpo.
- Basta perra, dejame la verga que me voy a correr y quiero llenarte, dijo Ariel retirándose. Nos quedamos los tres alli mirando como Ricardo la clavaba sin piedad.
- No me acabes adentro que no quiero problemas, le dijo ella
- ¿ No tomas la píldora?
- Si pero no es del todo segura.
- No te preocupes, tu goza que yo me encargo, le dijo acelerando sus arremetidas. Esa aceleración la descontroló y comenzó a gritar mostrando que llegaba al clímax, y en ese momento su pareja se hundió dentro de ella y comenzó a vaciarse gritando como una fiera.
- ¡¡¡No me llenes!!!! alcanzó a gritar ella en medio de su orgasmo, pero ya era tarde. Su macho la había inundado de semen.
Cuando terminó de acabar y recuperó el control se puso de costado y comenzó a llorar.
- ¡¡Te dije que no me llenaras!!, decía mientras su cara se llenaba de lágrimas. Ariel sin ningun miramiento se acostó a su lado y levantando una de sus piernas la penetró violentamente.
- ¡¡¡No!!!, alcanzó a decir ella, pero ya estaba nuevamente empalada. Ariel la tomaba de su largo cabello y la bombeaba sin pausa.
- Disfruta perra, que cuando terminemos contigo no sabrás quien es el padre. Goza, puta, goza, mientras su pistón de carne entraba y salía.
- Ahh, que placer que me das, animal, sigue, sigue, dijo ella, terminando abruptamente con el llanto.
Siguieron así un rato hasta que al final Ariel se hundió hasta el fondo y se vació en medio de alaridos descontrolados
- ¡¡¡Cuanta leche, por Dios!!! ¡¡¡ Me llenas toda!!!! ronroneaba como una gata Analía.
- Y no sabes la que tengo yo, le dijo Francisco, mostrando una verga enrojecida y lista para la acción, así que apuren
Luego de unos minutos, Ariel se retiró satisfecho, quedando Analía en posición fetal. Rápidamente Francisco se acostó a su lado boca arriba.
- Ven perra vamos a cabalgar, le dijo golpeandola en el trasero. Analía, obediente se levantó y se colocó a horcajadas de su nuevo amigo. Buscó con su mano esa verga hambrienta y la apuntó hacia su sexo, dejándose caer lentamente hasta ocultarla de la vista de todos nosotros.
- ¡¡¡Que bien! Asi me gusta, le dijo Francisco, cacheteandole el trasero.
Ella se recostó sobre el empezando a besarlo y meterle la lengua en la boca, mientras su culo subía y bajaba. En ese momento tuve una idea.
Me subí a la cama y tomando los líquidos que salían de su vagina comencé a lubricarle el trasero, metiéndole primero un dedo, lo que la excitó sobremanera haciendo que acelerara sus sentadas. Cuando fueron dos los dedos que tenía en su trasero, comenzó a gemir y llorar como una loca. Me acerqué, escupí la punta de mi verga, y lentamente la apoyé en su agujerito trasero.
- Vaya, vaya, el amigo ha tenido una buena idea, dijo Ricardo mientras se masturbaba tratando de recuperar la rigidez de su miembro.
- Empieza que te seguimos me dijo Ariel riendo. Y yo lentamente fui venciendo su esfinter hasta que la cabeza de mi verga se clavó profundamente en sus tripas, provocando otra oleada de gemidos de la hembra. Comencé a empujar suavemente, y en cuestión de un par de minutos, mi cuerpo se pegó al de ella. Se la había dado toda. Me quedé quieto un rato mientras la excitación hacía que ella agotara a Francisco quien ya pedía por favor que bajara el ritmo, cosa que ella no estaba dispuesta a hacer. Por fin, pude empezar a serrucharla tomando cada vez mas velocidad. La forma en que apretaba mi verga era algo que nunca había sentido.
Por fin, Francisco no aguantó mas y explotó dejando sus huevos secos. Por la forma en que la estaba sodomizando no podía salir de abajo, asi que se quedó allí hasta que su verga se ablandó y salió de la cueva por sí sola. Mientras tanto yo la clavaba cada vez mas violentamente, y Analía gritaba y lloraba rogándome que la partiera en dos. Cuando sentí que iba a correrme, la saqué de su culo y de un empellón la metí hasta el fondo en su vagina haciéndola caer hacia adelante mientras violentos y calientes chorros de semen estallaban contra su matriz. Nunca me corrí de esa forma.
Luego de unos minutos, cuando recuperamos la respiración me levanté y ella volvió a acostarse de costado en la cama. Ricardo sin esperar un segundo se acostó y apuntando a su culo volvió a sodomizarla, comenzando un bombeo rápido aprovechando que estaba bien lubricada.
- Me van a matar animales, paren , por favor, decía la hembra, pero sin atinar a ninguna defensa. Estaba totalmente sometida.
Ricardo, Ariel y Francisco la sodomizaron por turno, pero Ricardo siguiendo mi ejemplo y con todo el morbo de tratar de embarazarla se corrió en su vagina, mientras que sus amigos se vaciaron en su culo. No quiero ni imaginar como le debe haber quedado después de ese tratamiento. Yo más modestamente le pedí una fellatio y le di toda la leche que me quedaba . Trató de sacarla de su boca cuando se dio cuenta que me venía pero la aferré fuertemente e hice que se tomara hasta la última gota, y que luego me la limpiara bien.
Una vez satisfecho, me vestí y volví a mi mesa. El esposo comenzaba a reaccionar. Luego de un rato los tres amigos también se sentaron como estaban antes, y por último Analía, recompuesta y arreglada nuevamente, también volvió a su lugar.
Al rato su marido comenzó a despertar, sin darse cuenta donde estaba.
- ¿ Qué pasa? Atinó a decir.
- Que te emborrachaste y te dormiste. Estoy esperando que reacciones para irnos a casa.
Levantó la cabeza y miró el salón. Nada vio que le hiciera sospechar lo que había pasado.
- Tienes razón, vamos para casa antes que te quieras tirar a estos también.
- Eres muy injusto, le dijo ella, levantándose ofendida y saliendo del local.
El esposo nos miró.
- Disculpen la escena, pero si uno no las mantiene cortitas estas putas en cualquier momento nos meten los cuernos, dijo envalentonado.
- No hay problema, le contestó Ricardo, me parece que su método es muy bueno, le dijo sonriendo.
El hombre saludó y salió.
Al rato, saludé a mis compañeros de orgía, y salí al aire fresco de la noche, pensando en la habilidad que tienen las mujeres para mentir y disimular, y en la tranquilidad de ese marido al saber que tiene una esposa tan fiel y controlada.

1 comentario - Mas vale llegar a tiempo que ser invitado

morochadel84
Buena historia, bien desarrollada, con trama y todo!!

Gracias por compartir!