¡Que puta es mi suegra! 2

Hola gente de P! hoy les vengo a relatar la 2da parte de mi suegra. Espero que les guste y para los que no vieron la primer parte se los dejo acá.
¡QUE PUTA ES MI SUEGRA! Me llamo Carlos, tengo 24 años, y soy masajista y fisioterapeuta. Trabajo en un gabinete donde principalmente atendemos a deportistas y atletas de diversos deportes, entre ellos, principalmente, futbolistas y ciclistas de equipos amateur de la ciudad. No es un gran trabajo, pero como me gusta, estoy encantado de ejercerlo, y a la vez, me permite vivir de él, de forma desahogada, económicamente hablando. Personalmente, soy también una persona cuidada físicamente, pues forma parte de mi gusto por el deporte, y el cuidado corporal. No fumo ni bebo, y hago ejercicio regularmente, aparte del ejercicio que mi profesíón me exige en su práctica, por lo que se puede decir que estoy en buena forma física. Hace unos meses, conocí a la que hoy es mi novia, Virtudes es su nombre. Es una chica muy bonita, alta, con un cuerpo rellenito, pero muy proporcionado. Su mejor atributo femenino, si hubiera de escoger uno de ellos, sin dudar sería su culo. Lo tiene redondo, apretado, pero, con una piel absolutamente lisa, tersa y sin indicios de celulitis, estrías, ni otras máculas similares. En definitiva, un culo digno de mostrarse en un museo. Durante unos meses, salimos, íbamos a bailar, de disco, etc. Yo le recogía en la puerta de su domicilio, pero aún no había entrado en su casa. Sabía que su padre era directivo de una empresa, siempre muy ocupado por su trabajo, y ganando dinero, claro, por lo que en el aspecto económico, disfrutaban de un nivel de vida envidiable. Su madre, -Carmen,- se dedicaba a sus labores, que por lo visto, consistían en acudir a los salones de belleza, el gimnasio, y reunirse con las amigas a cotillear. Pude comprobar cuando comencé a entrar en casa, que era una mujer bellísima, de cuerpo muy cuidado, escultural. La verdad es que, si mi novia estaba bien, tenía a quien parecerle, pues resultó ser una mujer más que apetecible. Además era de trato muy agradable y cercano, por lo que, mis visitas a la casa de mi novia, empezaron a tener otro aliciente añadido. Procuré hacerme simpático, y siempre que era posible, hacía lo necesario para caerle bien, y gozar de su cercanía y del perfume a hembra que desprendía. Llevaba ya visitando la casa de mi novia algunos meses, y, si bien no podía quejarme de las atenciones que recibía de mi novia, no dejaba de pensar en su madre, en lo rebuena y apetitosa que estaba, hasta el punto de desearla, pues entre otras cosas, pude intuir de que el marido, no parecía atenderla lo suficiente. Mi ocasión, me llegó un día en que ella, había ido al salón de belleza. Al parecer, había ido a hacerse la depilación, y no había quedado muy satisfecha con el trabajo que le habían hecho. Por los comentarios que le hacía a mi novia en la cocina, -que yo pude captar desde el salón, donde me encontraba,- entendí que la chica que le había atendido, no estaba muy experimentada, y le había depilado muy mal. Le había aplicado la cera demasiado caliente, y sentía un escozor muy molesto. -Bueno mamá, cuando venga, te lo veo. Ahora no me puedo entretener más. Tengo que ir al centro a recoger un envío postal a la Central de Correos. Si quieres, que te lo mire Carlos, que al fin y al cabo, entiende de esto bastante, pues en su trabajo, también hacen depilaciones a deportistas. Desde el pasillo, Virtudes se despidió de mí, no sin antes pedirme que echara una ojeada al desastre, que al parecer, le habían hecho a su madre, mientras ella acudía al centro a recoger el paquete. Me dirigí a la cocina, con la sana intención de ayudar a la madre de mi novia a mitigar sus molestias. La encontré sentada en el filo de una de las sillas, con la falda bastante levantada, sobre sus muslos, haciéndose aire con un cartón. La visión que me proporcionó, fué deliciosa. Sus piernas, desde los pies, hasta sus muslos eran perfectas. -¿Qué le ocurre, Carmen? –le pregunté. Sorprendida, bajó su falda hasta sus rodillas, mientras se continuaba haciendo aire con el cartón. La cara se le puso roja de vergüenza. Tímidamente, comenzó a explicarme lo de la depilación. Haciéndome el interesado, le hice subirse de nuevo la falda, mientras me arrodillaba junto a ella. Pude entonces contemplar aquellas columnas, sin corte ni disimulo alguno. Aprecié rápidamente, que lo único que tenía era un enrojecimiento, causado por una irritación pasajera, debida a la inexperiencia de la chica que la había depilado, y que fácilmente, podía haberse solucionado con la aplicación de una loción calmante. Pero no iba a desaprovechar aquella ocasión de oro, para halagarme la vista todo lo que pudiera. -Dígame, ¿tiene en casa alguna loción ó crema para quemaduras? -Pues no sé… en el cuarto de aseo está el botiquín. -Mire,… -dije- para poder tratar bien esto, tendría que ponerse tendida, mientras yo le examino. Mejor, si se pone en el sofá del salón, sobre una sábana, ó una toalla grande, para que me permita tratar la zona mejor, y no manchar el sofá. Mientras me dirigía al aseo, ella extendió una sábana sobre el sofá. En el botiquín encontré una pomada adecuada para el caso, pero, se la iba a extender yo mismo. Con mis manitas. Regresé al salón. Ella, se encontraba de pié, junto al sofá esperándome. -Humm…veamos… -dije- mejor si se quita la falda, para no mancharla. Ella se quitó la falda, y ….Ohhh! aquella visión, sí era gloriosa. Sus muslos remataban en un vientre plano por delante, cubierto ligeramente por unas braguitas, que no podían ocultar demasiado. Mi polla se estremeció. -Túmbese boca arriba primero, –le dije, mientras comenzaba a retirar el tapón del tubo de pomada. Se tumbó. Acerqué una silla al sofá, para sentarme en el filo de la misma. Comencé a frotar con las palmas de mis manos, embadurnadas con la pomada, la suave y levemente enrojecida piel de las piernas de Carmen. Se estremeció al primer contacto. -Verá… esta pomada es muy buena, pero, hay que saberla aplicar correctamente… hay que hacerlo suave… hacia arriba… hacia abajo…sin dejar ninguna zona sin frotar,… así,… insistiendo,… hasta que se absorba totalmente. Le miré a la cara. Tenía los ojos cerrados. Mi polla empujaba sobre la tela de mi pantalón. Era la madre de mi novia, sí, pero me estaba poniendo a mil. Comenzaba a respirar un poco agitada. Sin duda, ya le escocía menos. Pero, creo que ahora sufría otro tipo de afección. -Dese la vuelta, para aplicarle la pomada en la parte posterior. Se giró, rodando sobre sí misma. Cuando quedó inmóvil, boca abajo, tuve que acomodarme como pude la polla dentro de mi pantalón. Aquello ya no era una visión. Aquello era una realidad ante mis ojos, y una promesa de futuros y placenteros orgasmos. Un culo digno de figurar, no ya en un museo, sino en una exposición universal, se mostraba al alcance de mi mano. Dilaté todo lo posible la aplicación de la pomada, incluso sobre aquellas lomas preciosas, aunque no se habían depilado, amasándolas suavemente, a dos manos. Ella no protestó, al contrario, unos ahogados gemiditos, me delataron lo mucho que le estaba gustando mi tratamiento. -Carlos,...mmmm… -dijo con un hilito de voz-, también me escuecen las axilas… -Pues nada,… ¡se quita la camisa, y lo examinamos también…! Sentándose un momento, se quitó la camisa, quedando con sólo las braguitas. ¡No llevaba sujetador!. Mi polla ahogó un grito de júbilo dentro de mis pantalones. Alzó los brazos, y me puse muy atentamente, a aplicarle pomada sobre las enrojecidas axilas y las zonas aledañas. Estas zonas, incluían sus preciosos y turgentes pechos, que recibieron las manipulaciones -muy específicas en estos casos, de mis manos. -Así,… así,… hay que trabajar la zona bien, para que no se extienda la inflamación… Uffff…! Mis dos manos, rodeaban una y otra vez aquellos preciosos pechos amasándolos, sin olvidar pasar a cada poco, por los duros y erectos pezones. Desde luego, a ella ya le empezaba a desaparecer la inflamación de la piel, pero, a mí, me estaba dando un ataque inflamatorio en la polla y en mis pelotas, que no sabía si lo podría resistir. Mi novia regresaría probablemente en unos minutos, y no era cuestión de que me pillara allí, con su madre desnuda, y mi polla en estado monstruoso. No creo que pudiera explicárselo de forma convincente. Creí que debía dar por acabado el tratamiento, cuando Carmen me dijo: -Carlos,… es que,… verás,… la depilación que me hicieron, fue integral…. ¿Quéééé,…? ¿Me estaba insinuando que le pusiera pomadita también en…? Yo, tragué saliva… mi polla, debió tragar semen… Con la mayor naturalidad que pude, le quité las braguitas, y ella dobló las rodillas y se abrió de piernas… Tuve que sentarme a sus pies, porque mis piernas temblaban, no me sostenían… Aquella, más que una visión, era un sueño idílico. Un coño perfecto, un poco enrojecido, sí, pero un coño precioso, depilado, se ofreció ante mis ojos. Mis manos también temblaban, cuando untadas con la pomadita, comenzaron a frotar sus labios vaginales, su clítoris, su precioso e inmaculado orificio trasero… Ella levantó ligeramente el culo del sofá, -sospecho que de forma voluntaria,- al recibir la primera falange de mi dedo corazón, que de forma descarada, le introduje por el ojete, así como el dedo índice, se aventuró unas cuantas veces dentro de su sonrosado canal vaginal. Mi boca, se hacía agua… mi polla se hacía semen…bueno, se hacía líquido preseminal, pero se hacía… No podía arriesgarme más… mi novia debía estar a punto de llegar… -Carmen,… creo que ya está,… en unas horas, se te habrá pasado… -¿Tú crees…? dijo con los ojitos chicos… la verdad es que me ha aliviado la quemazón,… pero me ha sabido a poco. Creo que sería una lástima no aprovecharme de tus conocimientos, teniéndote tan a mano… ¿verdad…? Se incorporó, y comenzó a vestirse. Apenas había terminado de vestirse y de recoger la sábana, cuando mi novia entró. -¡Hola,… ya estoy aquí…! Salí a su encuentro, y le dí un beso. Me preguntó: -¿Le has echado un vistazo a las piernas de mi madre? -Sí, claro. Le he puesto una pomada, y se le está pasando… Mi suegra, se acercó y dijo: -Hija, este Carlos, es un primor… lo siento, pero pienso abusar de él cada vez que lo necesite… Me miró a los ojos, y ví en ellos una complicidad muy pícara. -Claro… -dije- para eso estamos,… ya sabe… Sí, ella ya sabía que podía abusar de mí,… en todos los sentidos,… no pensaba oponerme… En ese momento, creí ser el hombre más afortunado del mundo. Tenía una novia preciosa, y una suegra de la misma rama… Muy caliente y muy puta, eso sí,… pero eso, me agradaba mucho a mí.


Aquí va la 2da parte.

Habían pasado varias semanas desde el incidente de la depilación, y, aparentemente, mi futura suegra se había olvidado del asunto, -ó no quería recordarlo,- aunque, en varias ocasiones en que tuve oportunidad, le dediqué alguna pícara sonrisa, a las que ella correspondió, tímidamente también, con algún gesto amable, y unas miradas de complicidad, que parecían querer decirme:

-“No te preocupes, que no me olvido de ti”…

En mi fuero interno, sentía que lo que estaba anhelando, no estaba bien, pero mis dudas, se disipaban como el vapor, cada vez que mi querida futura suegra, me dedicaba una sonrisa, una frase amable, pues como dije, era de trato afable y cariñoso, y, esto le hacía más atractiva a mis ojos.

Pero, el tiempo pasaba, y, creyendo que mi relación con ella, no pasaría nunca a mayores, me dispuse a darla por perdida, así que, dejé de hacerle guiños y señales. De todas formas, la relación con mi novia me llenaba por completo, y no necesitaba tener más líos con nadie, para disfrutar mucho del sexo. Creo que sólo era por el hecho, de ser una relación socialmente prohibida, mal vista, claro. La atracción de lo vetado. Sólo era eso.

Cuando, una tarde, me dijo mi novia:

-Carlos, me tengo que marchar unos días con mi padre, de viaje. Le envían a un congreso de directivos de su empresa, a Sao Paulo, y puede llevar a un acompañante. Como a mi madre, no le apetece ir, voy a ir yo… son sólo tres días. ¿No te enfadarás por eso, verdad…?

Mi cerebro se puso en marcha, procesando a toda velocidad, según le llegaba la información,… un viaje,…tres días,… mi suegra, sola,… no quiere ir,…

-Pues… ¡que lástima que tu madre no quiera ir!, -dije- pero, haces bien en aprovechar la oportunidad. Sao Paulo, debe ser una ciudad estupenda… te gustará.

-Diciendo esto, mi cabeza no paraba. Que su madre no quisiera ir, era muy buena señal para mí. Hasta se me ocurría pensar, que lo hacía a propósito, con el fin de poder gozar por tres días, de una libertad absoluta, aunque ella, no vivía precisamente atada.

Mi novia, continuó:

-Tendrás que pasarte por mi casa de vez en cuando, ya sabes, con las cosas que están ocurriendo, y los robos y asaltos en viviendas particulares. No quiero ni pensar que le vaya a ocurrir algo malo a mi madre, durante nuestra ausencia.

-Por cierto, -continuó- que nos han instalado en casa un jacuzzi, ya sabes,… un capricho de mamá,… y, como es un desastre para los aparatos, me ha pedido que le hagas el favor de enseñarle el manejo, así que, sería una buena idea que en estos días, aprovecharas para instruirla sobre la puesta en marcha, y el manejo, pues creo que tú, lo sabrás hacer muy bien…. no?

-¿Que si lo sé manejar…? –pensé, mientras mi polla sufría un espasmo…

-Desde luego que sí, cariño…-dije con la voz más moderada que supe poner,- no te preocupes, déjalo de mi cuenta.

Estas noticias, eran de lo más sugerentes. O yo, me equivocaba mucho, ó mi suegra, me estaba preparando una encerrona. Pero yo, estaba algo más que dispuesto a caer como un “tonto” en sus redes…

Dos días después, yo mismo, llevaba a mi novia, y a mi futuro suegro al aeropuerto. Por el camino, mi novia me recordó el asunto del jacuzzi, y las visitas a su domicilio… ¡Como si yo pudiera olvidarlo…!. Me dijo que le había dejado mi número de teléfono a su madre, con el fin de que me pudiera localizar, en caso necesario.

Después de acompañarlos hasta que embarcaron, tomé mi coche, de regreso a la ciudad. No había llegado aún, cuando en la pantalla del teléfono, apareció una llamada entrante, desde el número de la casa de mi novia…

-¿SÍ?

-¿Carlos…?, Hola, soy Carmen.

-Hola, Carmen, ¿qué ocurre?

-¿Te dijo mi hija lo del jacuzzi….?

-Sí,… me lo dijo… ¿Qué ocurre…?

-Pues,… a ver… ¿cuando puedes venir…? Es que esto,… no lo entiendo…

¿Qué cuándo puedo…? ¡Ahora mismo voy…!

Corregí la ruta de regreso, atajando todo lo que pude… Mi polla comenzó a dar muestras de impaciencia… Ya estaba imaginando a Carmen, con aquellos pechos preciosos, y aquel culo tan apetitoso, a remojo en el jacuzzi… y a mí, operando los controles del mismo…

Arribé en pocos minutos. Carmen, me estaba esperando tras la puerta. Llevaba puesto un bikini, sobre el que se había puesto un pareo playero semitransparente, que dejaba adivinar todas las curvas de su precioso cuerpo. Le seguí hasta el jacuzzi, mientras mis ojos no perdían detalle del contoneo de su majestuoso cuerpo. Creo que se movía exageradamente, para provocar mi interés.

Llegamos al jacuzzi. Estaba en marcha, y con la carga de agua necesaria. Tomando mi brazo, hizo que me acercara al borde del mismo.

-Carlos, yo creo que no va bien,… mira,… -se agachó, para alcanzar los chorros con la mano- apenas tiene fuerza al salir el chorro…

En aquella posición, me estaba mostrando su esplendoroso culo, que debajo del pareo, se podía apreciar casi como si estuviese desnudo, pues su bikini tanga, apenas cubría un pequeño triángulo.

-Mira, no tiene fuerza…

-Mmmm…Ya veo… a ver, métete dentro, para que lo aprecies mejor…

Se quitó el pareo, y se metió, sentándose delante de los chorros. Desde arriba, pude contemplar sus preciosos pechos, apenas cubiertos por la pieza superior del bikini. Entre ellos, se podía ver un desfiladero de infarto. Mi polla, volvió a estremecerse.

-Humm,… hay que ver la posición de las boquillas… -dije, mientras metía mi mano entre su culo y los chorros- humm… sí, parece que no sale con presión… ¿Lo notas, Carmen…?

-Lo que noto, es que tienes las manos frías, Carlos… -dijo mirándome, con el dibujo de una sonrisa melosa en su cara.

Bueno, eso tiene fácil remedio… si quieres, me meto contigo, y lo probamos bien. Lo malo, es que no tengo el bañador…

-No importa…-dijo- mira,… yo me desnudaré también, para no hacerte de menos.

Me desnudé rápidamente, mientras ella se quitaba el bikini. Mi polla saltó como un muelle al bajar mi boxer.

Por unos segundos, pude contemplarla absolutamente desnuda. Allí , de pié estaba mi querida suegra, mostrándome todo su cuerpo. Su silueta, completamente desnuda, semejaba la de la diosa Venus. Unos temblorosos pechos, redondos, de mediano tamaño, perfectos, donde sus rosadas aureolas rodeaban unos pequeños, pero erectos pezones, que emitían insistentes llamadas, dirigidas a mi boca, que comenzó a hacerse agua sólo de mirarlos.

Un vientre plano, –se notaba- muy trabajado en el gimnasio, pero de estrecha cintura, daba paso a un culo monumental, sin un ápice de grasa, liso y terso, dividido en dos cachetes imponentes e imposibles de abarcar con las manos. Por delante, su vientre, sin mostrar pliegue ni marca alguna, pasaba a ser un depilado y precioso coño, de igual color. Se notaba que tomaba el sol desnuda por completo.

¡Dios mío…! ¡Que monumento de mujer…!

Me tendió la mano, invitándome a entrar. Su mirada, era algo más que una promesa.

Entré, y me acomodé cerca de ella. Ella, se pegó a mi lado. Por debajo del nivel del agua, su mano buscó mi polla. Y la halló.

-Parece que he encontrado una manguera… -dijo con voz sensual, mientras me miraba pícaramente.

Mis manos buscaron sus pechos…

-Pues yo he encontrado unos preciosos flotadores… -dije, siguiendo la corriente.

-Pues, quizás estén bajos de presión… dijo con picardía.

-A ver… lo comprobaré ahora mismo… contesté acercando mi boca a uno de los pezones, que ya se encontraban completamente erectos.

Comencé a mamar aquellos pechos como si me fuera la vida en ello. Sus manos sujetaban mi cabeza, y la hacían cambiar de pecho a cada pocos segundos. Mi boca, no hallaba la forma de verse totalmente colmada. Lamía con verdadero vicio y glotonería aquellos pechos. Me los hubiera comido. Ella, jadeaba y gemía ostensiblemente.

Le hice tumbarse sobre el borde del jacuzzi, con los pies dentro del agua. Le abrí las piernas. Volví a ver su sexo, aquél que me mostró por primera vez, el día de la depilación, pero ahora, lucía un color sonrosado suave. Lo abrí con mis dedos…

¡Ohhh…! Era una joya. Su color interno, sonrosado ligeramente pálido, su jugosidad, su olor… su clítoris ligeramente abultado debido a la excitación y suavemente coloreado…

-Hummm… apliqué sobre él mis labios, e, instintivamente, mi lengua se coló dentro de él. Mi nariz aspiraba el perfume de su sexo, mis papilas degustaban el sabor, de sus jugos naturales, y entonces, y sólo entonces entendí el significado de la expresión “Manjar de dioses”.

Me agarró la cabeza, y me presionó sobre él. Mi boca, mi lengua, mis dientes, compartieron la deliciosa tarea de hacerla escalar el monte del placer. Ascendía rápidamente, lo notaba en sus convulsiones, cada vez más rítmicas y enérgicas. Sí, notaba que ya estaba cerca de la cumbre, cuando mi dedo corazón, previamente ensalivado en mi boca, inició unas caricias insinuantes en su ano. Cuando sentí que se iba a correr de forma inmediata, se lo metí con decisión, hasta hacerlo desaparecer dentro de ella.

El grito que profirió, debió oírse en toda la manzana. Los espasmos que sacudieron su cuerpo, le hicieron botar sobre el borde del jacuzzi. Quedó inerme durante medio minuto, mientras yo, mantuve mi cara junto a su sexo, y mis manos quietas sobre los pezones.

Me agarró de las manos para incorporarse, y tirando hacia arriba, me hizo ponerme en pié. Mi polla emergió arrogante, cual monstruo del lago Ness, goteando agua.

Me cogió la polla, y, sin soltarla de su mano, se sentó en el borde del jacuzzi. La tomó, suavemente. Me miró a la cara, mientras con sus manos, acariciaba mi polla a lo largo de toda su longitud. Retiró hacia atrás con su mano el prepucio, y comenzó a darme con la punta de su lengua, suaves toques en el glande. Me rodeó por completo el glande con sus labios, haciendo que se estremeciera todo mi cuerpo. Me agarró por los glúteos. Tiró hacia sí, con fuerza, hasta que tuvo la polla incrustada totalmente en su boca.

-Bufffff… -resoplé levantando la cabeza, y cerrando los ojos por unos segundos. Me sentí en el paraíso. Bajé mi vista hacia ella. Ella, me miraba a la cara. A continuación, cerraba los ojos unos instantes, y dibujaba una expresión de placer total, como si tratara de degustar el mejor de los manjares. Mamaba, succionaba, lamía, chupaba. Mis pelotas, no cabían de gozo en sus bolsas, y mi capullo alcanzaba un tamaño inusual, debido al magnífico tratamiento que estaba recibiendo de su boca, acompañando todo ello, con sonidos de placer desde el fondo de su garganta…

-¡Humm… humm,…! Exclamaba con la boca llena, mostrando su aprobación. De vez en cuando, sacaba mi polla de ella, y exhalaba un sonoro suspiro.

-¡Ahhhsss…!- Suspiraba largo y goloso. Me hacía saber, que lo estaba disfrutando,… mucho.

-¡Carmen,… por favor,… no sigas,… ó harás que me corra…!

-Córrete en mi boca, cariño… ¡Tenemos tres días para probar todos chorros del jacuzzi…!

Me imaginé los próximos tres días…

Y, con eso en la imaginación, me alcanzó un violentísimo orgasmo, que le colmó la cavidad de semen caliente, que luego ella, derramó de forma muy sensual, por las comisuras de sus labios, relamiéndolo de nuevo con su lengua.

Mientras me volvía a sentar junto a ella, en ese momento, caí en la cuenta…

Me esperaban tres largos días de mucho trabajo, con mi futura suegra. Solo deseaba que ella, continuara tan aplicada, y dispuesta a aprender,… por lo menos, como el primer día…


Espero que les halla gustado..

Acá te dejo otro relato que te pueda llegar a interesar: http://www.poringa.net/posts/relatos/1842722/Te-Amare-por-Siempre-_Amor-Filial_.html

2 comentarios - ¡Que puta es mi suegra! 2

frenchiyberuty
ESTUPENDO MUY BUENO, ESPERO POR LA CONTINUIDAD 🤤 🤤 🤤
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