La Pulsera ( 1ra. parte)

Sentada en un bar, jugueteaba con su pulsera de dijes, y los recuerdos llegaban como una cascada. Las últimas vacaciones fueron inolvidables...
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Su nombre es Raquel. Tiene 40 años bien llevados. Buen físico, cinturita fina, con un buen trasero, y un par de pechos normalitos pero duritos y parados.
Durante su juventud había tenido relaciones con diversos muchachos, algunos luego de una relación más o menos prolongada y otros apenas conocidos, luego de una noche de fiesta. Todos jóvenes como ella y sin experiencia, así que nunca pasó mas allá del sexo rápido en un auto ó en algún departamento prestado. Solo quitarse la calentura con una buena penetración y un par de orgasmos, en el mejor de los casos.
Sus amigas más experimentadas le contaban experiencias que la excitaban, pero jamás le tocó en suerte vivirlas en carne propia.
Conoció a su actual esposo en el trabajo. Ella era cajera de un banco y él uno de los clientes. Al tiempo la invitó a salir y de a poco, fue trabándose una relación que terminó en el altar. Con el tiempo y al llegar los niños dejó de trabajar, ya que los ingresos de él sobraban para vivir cómodamente.
Siempre le gustó el sexo, pero con el tiempo, la rutina del matrimonio la fue domesticando, y las épocas pasadas fueron borrándose como si nunca hubieran existido. parecía que siempre había estado con su esposo y que había sido el único hombre en su vida.
Se reunió con sus amigas antes de salir de vacaciones, en su casa a conversar un rato. Cuando comentó que ya se iba a la playa, la conversación giró hacia lo erótico que resultan estos lugares.
- Ay , Raquelita. Con todos esos hombres semidesnudos es difícil controlarse.
- No te preocupes que voy con mi esposo, contestó
- Tu esposo estará muy entretenido mirando las jovencitas, y seguramente después se sacará las ganas contigo, comentó otra, como hace siempre mi marido.
- Bueno, lo importante es que recibamos algo a cambio. Al menos nos darán un poco del sexo que nos mezquinan todo el año, comentó otra.
- Yo les voy a contar algo, pero que no salga de aquí, dijo una de ellas famosa por su vida liberal.
- Cuenta, cuenta, dijeron a coro
- Hace unos años, fuimos a la montaña y me lastimé al bajar una pendiente. Nada grave, pero me raspé una pierna. El guía me llevó hasta la enfermería a que me curaran. El enfermero era un jovencito de unos 22 años, que estaba para comérselo. Nos quedamos solos y me curó las heridas. Al rato me estaba curando también las heridas del alma. Les digo que durante varios días fui a repetir las curaciones. Mi esposo me acompañaba hasta la enfermería y luego me esperaba en un café a que volviera. Jamás fui tan feliz.
- ¿ No te duele engañarlo así?, le preguntaron
- Yo no engaño. Simplemente tomo de los demás lo que él no me da. A él jamás le niego nada, pero yo necesito otras cosas, y al final siempre me quedo con él y mi familia, pero vuelvo mucho más tranquila y feliz.
- Buena justificación para los cuernos, pero me gustaría saber que opinabas si él te diera esos argumentos.
- Si yo lo satisfago, no me quejaría. Pero los hombres por satisfechos que esten, aunque tengan sexo todos los días, jamás van a dejar de mirar un buen par de tetas y en soñar con tirarse a otra mujer. Es su naturaleza. Yo actúo en defensa propia, se justificó.
- Bueno, pero tu vida es tuya. Los demás no tenemos porque imitarla, opinó Raquel.
- Mira, si en las vacaciones tienes oportunidad de tirarte algún semental que te caliente, no lo dudes. la vida no es tan larga como parece, respondió su amiga liberada.
Cambiaron de tema, pero todo lo dicho quedó rebotando en su cabeza. recordó por un instante su vida antes de casada, cuando se acostaba con cualquier chico que le gustara, y la comparó con su rutina de alcoba actual. Se dijo también que era lógico que sucediera así. Era otra etapa, y era muy feliz en su matrimonio.
Fue de vacaciones con su esposo a la playa, y no se si el clima, el ambiente, la tranquilidad, o lo conversado con sus amigas, hizo que se sintiera mucho mas liberada. Estaban los dos solos, sin los niños y realmente se sentía permanentemente excitada. Volvió a ser esa joven impulsiva que no medía las consecuencias cuando se calentaba.
Su esposo era un tipo normal, de unos 50 años, con una incipiente pancita y muy simpático, pero si bien los primeros días se entusiasmó con su estado de permanente calentura, a los 3 ó 4 días ya no respondía como ella hubiera querido, y debió conformarse.
En la playa, no podía evitar observar a los demás hombres, sin que su esposo se diera cuenta. Fantaseaba con sentirse penetrada por cualquiera de ellos allí mismo, y se mojaba de solo pensarlo. Su esposo escuchaba música y leía, o se zambullía en el mar. De a ratos conversaban, y la pasaban bien, salvo por esa carencia física que la sacaba de quicio.
En el balneario había un hombre, de unos 30 años, muy atento y atractivo que la miraba siempre y la saludaba con una sonrisa. No pasó mucho tiempo para que empezara a fantasear también con él, pero sabiendo que estaba todo el día en ese lugar y solo podía verlo allí, sin que su maridito sospechase.
Comenzó a acercarse a charlar con ellos, especialmente con su marido, pero ella notaba que disimuladamente la observaba y sus ojos dejaban traslucir mucho más de lo que decía.
Ella también, de a poco, entró en su juego e intervenía en las conversaciones como al descuido, mostrándome ante el, pero siempre sin salirse de la raya.
Un día estaban conversando cuando sonó el móvil de su esposo, y se levantó para atenderlo alejándose unos pasos, y concentrándose de lleno en esa actividad, oportunidad que Néstor ( que así se llamaba el hombre) aprovechó para conseguir una mayor intimidad.
- Eres realmente muy atractiva, pero me imagino que estarás cansada de escucharlo
- Bueno, gracias, pero no, no me lo dicen muy seguido, contestó sonriendo
- Tu esposo es muy afortunado de tenerte todos los días a su lado, dijo en un susurro.
- No se queja, ni yo tampoco de estar a su lado, dijo con tranquilidad
- Sin embargo, me parece que necesitas mas que lo que tienes, continuó
- No creas, somos muy felices, retrucó
- Bueno, Ya sabes donde estoy por si necesitas algo. No me gusta verte sola y aburrida, dijo.
- Te agradezco, contestó- Su esposo terminó su comunicación y se acercó nuevamente.
- Le estaba comentando a tu esposa que se arman muy buenos partidos de voley playero, dijo con una habilidad especial.
- Mira Néstor, realmente me pierde ese deporte , pero no conozco a nadie aquí como para integrarme en un equipo.
- No hay problemas, en cualquier momento te aviso para que participes, pero tu mujer va a quedarse sola, dijo mirándola con malicia
- No hay problema, mientras juego algún partido ella encontrará la forma de entretenerse, no querida?
- Si mi amor, seguramente algo encontraré para hacer, dijo mirando a Néstor, y demostrando que entendía a las claras el plan del joven.
El visitante entendió el mensaje, y luego de un rato se despidió.
Ella se quedó allí, pensando en lo que había pasado y la claridad de las insinuaciones que le había hecho ese hombre y a las que ella había respondido. Sin darse cuenta se puso a mil. Estaba realmente fuera de sí.
Una hora después, vuelve Néstor a buscar al esposo para jugar un partido.
- Ven, que te presento unos chicos que necesitan un jugador para su equipo.
- ¿ Te parece?, dijo poniéndose de pie de un salto ¿ Tú también vas a jugar con nosotros?
- No, yo tengo trabajo que hacer en el balneario, que es mas importante que el voley, dijo con segundas intenciones. En otro momento quizás.
- Bueno, vamos así me presentas a los chicos, dijo, Querida, ¿ me esperas?
- Si, no hay problema, si me aburro voy a caminar un poco por la playa. Si vuelves antes que yo espérame, le dijo inocente.
- Está bien, pero ten cuidado con el sol, dijo, la besó y se fue con Néstor hasta la cancha de Voley que estaba del otro lado de las carpas .
Se quedó allí sentada pensando que iba a hacer. Por un lado, jamás había engañado a su esposo. Por el otro, estaba realmente caliente y necesitaba una buena sacudida, violenta y sin compromisos. Y mas si era con un hombre más joven que ella, y con toda la energía.
Néstor dejó a su esposo y volvió al balneario. Se paró en la puerta y la miró como invitándola.
Ella se levantó y despacio, como una autómata fue hacia él. Al llegar a la puerta, le habló sin mirarla.
- Sigue para el fondo, gira y sube la escalera.
Obedeció, ingresó, llegó al final, encontró la escalera, subió y se encontró en una habitación desordenada, donde evidentemente vivía Néstor en verano. Una pequeña cama, una hamaca marinera cerca de la ventana, y ropa y revistas tiradas por todos lados.
Apenas había entrado, sintió que la puerta se cerraba tras ella. La tomaron de los hombros y la hicieron girar. Allí frente a ella, Néstor con una expresión de lujuria capaz de aterrorizar a una menos decidida, la miraba de arriba hasta abajo.
- Eres realmente hermosa, déjame verte bien, y se alejó unos pasos. Volvió a acercarse y sus labios buscaron los de ella con dulzura. Esa acción tan suave fue inesperada e hizo que se entregara y lo dejara hacer. Cerró los ojos y saboreó su boca y su lengua, sin culpa ninguna. El la abrazó despacio, y sus manos corrieron por su espalda. Encontraron la atadura de la parte superior de mi bikini y con habilidad la soltaron. Sus pechos quedaron libres a su disposición. Sacó la prenda y volvió a alejarse, mirándola nuevamente toda.
- Que buenas tetas que tienes. No me imaginaba que eran tan sensuales, dijo acercándose y comenzando a recorrerlas con sus manos, deteniéndose en los pezones para pellizcarlos.
Ella acariciaba sus hombros mientras el se adueñaba de sus pechos. Su boca siguió el camino de sus manos y comenzó a succionarlos. Cuando sus manos quedaron libres bajaron por su cintura hasta sus piernas, arrastrando lo que quedaba de la bikini en la maniobra. Allí estaba ella, ante un desconocido, totalmente desnuda y dispuesta a ser poseída de cualquier manera, y en lugar de sentirse asustada estaba que volaba de excitación. El ser humano es impredecible.
- ¿ Te gusta? preguntó al oído y sin esperar una respuesta la levantó de la cintura sacándola de dentro de la bikini que cayó al suelo y llevándola hasta la hamaca marinera que estaba junto a la ventana. La depósito allí quedando sus piernas apoyadas en el suelo y su cuerpo cruzado sobre ella. Volvió a besarla, esta vez con mas desesperación, bajó por sus pechos jugueteando con su lengua, por su ombligo y despacio llegó hasta su sexo. Sus manos tomaron sus piernas y las abrieron, haciendo que su cuerpo cayera hacia atrás sobre la hamaca, y su lengua dibujó sus labios vaginales para luego comenzar a introducirse en su nido. Sintió como un shock eléctrico y se aferró a sus cabellos, empujándolo para que entrara mas en su cuerpo. Las sensaciones eran imposibles de contar. Su esposo no era afecto al sexo oral, así que esto era todo una novedad para ella. Lo que sus amigas comentaban, ahora ella lo estaba sintiendo.
- Ay, por Dios, que me enloqueces, comenzó a decir entre labios, Sigue, por favor, sigue. Oleadas de placer la invadían una tras otra , a cada una más profunda que la anterior. Sin saber como alcanzó un orgasmo violento y sintió como se derramaba como nunca lo había hecho. Néstor seguía lamiendo y chupando su sexo, sin detenerse. Su maestría era innegable. No era la primera vez que lo hacía.
Cuando se recuperó, apoyó sus pies en el suelo, y atrajo la cabeza de su macho hacia ella. Cuando lo tuvo a su alcance lo beso con desesperación.
- ¡Que placer!¡ He gozado como nunca!, le decía entre beso y beso. El se libera de sus besos y se pone de pie. Delante de sus ojos queda un short de baño notoriamente abultado, y el dueño de ese bulto la incita.
- Ahora es tu turno, le dice cruzándose de brazos.
Con nerviosismo y falta de practica en tocar otros hombres que no fuera el suyo, desata las cintas del short y lo baja despacio. Una verga de buen tamaño salta como un resorte y queda delante de sus ojos. Termina de bajar el pantaloncito y vuelve recorriendo las piernas de su macho. Una de sus manos se introduce entre sus piernas y tropieza con dos bolas grandes, duras y calientes, las que acaricia y sopesa con su mano. La otra toma la verga y despacio comienza a masturbarlo. Cuando descubre la cabeza la ve brillante y húmeda, claramente excitada y lista para la acción. La masturba 4, 5, 6 veces y luego la tironea hacia su cara y cuando la tiene a su alcance la besa, para luego, lentamente comenzar a comersela toda.
- Así, vamos, chupa, chupa, dice Néstor con los ojos cerrados mientras sus manos toman su cabeza y dirigen sus movimientos para completar la masturbación.
Ella sin oponerse, deja que su boca se convierta en una vagina capaz de satisfacer a un macho, y al mismo tiempo pellizca sus pelotas que están cada vez más duras.
Este juego sigue unos cuantos minutos, hasta que Néstor, a punto de vaciarse, se retira de su boca. La obliga a ponerse de pie y vuelve a besarla profundamente. Su lengua recorre cada centímetro de su boca y ella siente como que se desvanece de placer.
- Por favor, alcanza a decir, que mi marido puede volver y extrañarse de mi ausencia.
- No te preocupes, está todo pensado, y diciendo esto la da vuelta, colocándola de frente a la ventana. Las cortinas no permitían ver para adentro, pero ella podía ver todo lo que ocurría afuera. Allá lejos, en la cancha de voley su esposo estaba jugando sin pensar en nada. Al mismo tiempo, Néstor detrás suyo introduce su verga entre sus piernas y comienza a moverse rozando sus sexos, y produciéndole una excitación incontrolable. Necesita tenerla adentro. Es la única manera de calmar ese ardor. Para colmo, ver a su esposo al mismo tiempo en que está por convertirse en una perra infiel,le da más morbo a la situación, y la excita mas, si eso es posible.
- Acomodala en la entrada, cuando estés dispuesta, le dice al oído él mientras la toma de los hombros, ella , obediente, mete una de sus manos entre sus piernas, encuentra la vara, y dirige la punta hacia la entrada de su vagina. Al mismo tiempo, separa sus piernas y se apoya en el marco de la ventana, tratando de aguantar lo que sabe que ya es inevitable.
- Ahora nena, le dice al oído, en medio de profundas respiraciones que retumban en su mente. Siente como la punta de la verga se abre paso entre sus labios vaginales, y se queda allí unos segundos, para luego, despacio, siguiendo los golpes de riñones de su macho, sentir como se introduce en su cuerpo, centímetro a centímetro. Se siente llena. Nunca se sintió así. Su vagina está inflamada y junto al importante tamaño de la verga que la penetra, la hace sentir como si fuera nuevamente vírgen. Pero es solo una sensación. Una vírgen no hubiera podido acomodar semejante lanza como la que ella acababa de recibir completa.
- Como te la comiste toda, hermosa, que placer que me estás dando, le dice mientras se retira para volver a entrar hasta el fondo.
- Papito, me volvés loca, bombeame, dale, haceme tuya, le dice ella entregándose totalmente.
El comienza entonces a entrar y salir con un ritmo y una continuidad que la doblega por completo.
- No voy a durar mucho, le dice
- No te preocupes, yo ya tuve mi parte, le contesta ella
- Te lleno muñeca.
- Espera no me llenes, ponte un preservativo, dijo ella con miedo a que fallara su método anticonceptivo.
- No tengo, querida, por favor, déjame llenarte, le dice él con ternura.
El solo pensar en sentir su semen regándola termina por arrastrarla en un nuevo orgasmo y pierde el control sobre lo que sucede. Un liquido caliente que la quema delata que su macho la ha hecho suya por completo. Se ha vaciado dentro de ella.
- ¡ Ahh! ¡Qué polvo, mi madre! ¡goza, perra , goza! Grita él mientras cada penetración va acompañada de un chorro caliente que prolonga su climax.
El la abraza fuerte, y caen al suelo, quedando de costado, su macho detrás de ella y sintiendo como lentamente su verga se ablanda dentro de su cuerpo.
Se quedan allí unos segundos. De a poco ella reacciona, se levanta y comienza a vestirse.
- Mi esposo volverá en cualquier momento, dice
- Está bien, va a estar entretenido hasta tarde, dice él desde el suelo
- Tuviste suerte de encontrar un equipo que necesitara un jugador, le dijo sonriendo
- Para nada, simplemente le dejé mi lugar en el equipo, y él me dejó su lugar en tu cama, dijo alegre.
- ¿ Tus amigos lo saben? Preguntó asustada.
- ¿ Qué cosa?
- Que le dejaste el lugar con estas intenciones.
- Seguro. De otra manera hubiera sido imposible, porqué además necesitaba que lo entretuvieran un largo rato.
- Pensarán que soy una puta.
- Espera, míralos bien, le dijo.
Se acercó nuevamente a la ventana y prestó atención a quienes jugaban con mi esposo. 5 jóvenes de entre 25 y 30 años, al cual más atractivo y musculoso
- ¿Que te parecen? Le preguntó
- Parecen buenos chicos, dijo
- No querida, no te digo de carácter , que te parecen como hombres.
- Pues son todos muy atractivos, dijo indiferente.
- Me alegro de que te gusten, porque para que pudiéramos encontrarnos les prometí que todos tendrían una tarde como ésta contigo, dijo sonriendo
- ¿ Estás loco? ¿ Cómo se te ocurre algo así?, dijo ella sorprendida
- Nena, vos y yo sabemos lo que necesitas y me parece un arreglo justo. Nosotros entretenemos a tu maridito y tú nos entretienes a nosotros. ¿ Cuándo vas a tener seis machos para tí sola? Aprovecha que la ocasión la pintan calva.
- No cuentes conmigo, dijo ofendida
Néstor se levantó del piso y ella sorprendida vio que su verga estaba otra vez dura como la primera vez. Se quedó paralizada. El la tomó de los hombros y la arrojó sobre la cama. Se acercó a ella, tomó sus piernas, las levantó sobre sus hombros, y corriendo su bikini hacia un costado la empaló de un solo golpe. Ella aulló de dolor y placer. Una mano de él selló su boca para evitar que se escuchara el grito. Una vez dentro hasta los huevos comenzó a serrucharla como si fuera la primera vez. La energía de Néstor parecía inagotable. Ella lo había sentido vaciarse por completo, y sin embargo ahí estaba dentro de ella, perforándola como un pistón. No podía oponerse. Se había convertido en una devota de ese pedazo de verga que la horadaba sin cesar.
- Y perra? Vas a ser nuestra puta por una semana? Vamos goza y dí que sí, decía mientras la penetraba, disfruta del placer de la infidelidad y de los cuernos que le pondrás a tu marido y que él jamás se enterará.
- Si, si, lo necesito, haré lo que quieras, contestó ella derrotada.
No le costó mucho tiempo alcanzar un nuevo orgasmo, pero el siguió sin darle respiro. Llegó un momento que ella pensó que el la partiría en pedazos, pero justo en ese momento, se metió hasta el fondo y volvió a llenarla como a una puta de esquina. Ella sollozaba de placer y dolor, de remordimiento y de impotencia. Sus sensaciones se mezclaban, pero el placer era la mas fuerte. Quedaron allí desmadejados, uno sobre el otro. Despacio, el se retiró de su cuerpo.
- Ya sabés, mi amor. Mañana cuando tu maridito vaya a jugar un buen ejemplar de macho te estará esperando en esta habitación, y así durante toda la semana. Vas a ver como vas a disfrutar del sexo sin compromisos y de ponerle los cuernos a tu esposo. Ahora vete que se hace tarde, y sin decir más, la tomó del brazo y la acompañó hasta fuera de la habitación, cerrando la puerta tras ella.
Quedó en el pasillo sin saber que hacer. Sentía como el semen de su macho brotaba a borbotones de su cuerpo, y de no ser por esa sensación, juraría que todo había sido un sueño. Salió del balneario y se metió en el mar para tratar de lavarse el olor a hombre que seguramente tenía. Luego de unos minutos en el agua volvió a su reposera y al rato regresó su esposo.
- Vaya querida, no sabés que bien la pase, comentó, son unos muchachos de lo más educados y simpáticos, mira que yo no soy un gran jugador, pero me tuvieron mucha paciencia y hasta se quedaron un rato más para que practicáramos. Realmente Néstor estuvo muy bien al hacer este contacto, dijo mientras se recostaba cansado en su reposera.
- Me alegro que te divirtieras
- ¿ Y tú que hiciste? Preguntó
- Anduve caminando por ahí, matando el tiempo.
- Espero que te hayas cansado porque yo estoy muerto. No veo la hora de ducharme, cenar y acostarme a dormir, dijo dejando claro que no habría sexo esa noche.
- No te preocupes querido, yo también me cansé bastante con el ejercicio, dijo ella simulando que leía una revista.
- El problema es que estos chicos quieren jugar todos los días. No quiero que te enojes, así que les dije que no sabía si iba a poder
- Querido, lo único que quiero es que disfrutes, así que si quieres jugar todos los días por mi parte no hay ningún problema, dijo, sellando su decisión sobre como actuar.
- Bueno, veremos como viene cada día, dijo mientras se recostaba a descansar.
- Si, hay que vivir un día por vez, le dijo ella sentenciosamente. Y era lo que estaba dispuesta a hacer
(continuarà)

5 comentarios - La Pulsera ( 1ra. parte)

mu_a2
MUY BUENO EL RELATO , GRACIAS 😉

maritainfielEn un baño publico
Ouzel
Muy buen relato! +5
gardenzio_a2
MUY BUENO EL RELATO . GRACIAS 😉 😉 😉