Una noche en el telo (SuperVoyeur 100% REAL)

No son muchas las oportunidades que tenemos de salir “solos” con mi esposa. Los chicos, las responsabilidades, el escaso tiempo disponible...
Siempre quedan postergadas, priorizando otras cuestiones que son “primarias”.
Una noche de sábado, como tantas otras, estando ambos de vacaciones y si haberlo hablado, parecería ser que teníamos ganas de hacer algo distinto a lo acostumbrado…
Me encontraba en la casa de unas amigas y le mandé un mensaje de texto proponiéndole salir “solos”, que vea si podía convencer a la h... de p... de mi hermana (con cariño) de que cuide a nuestros queridos adorables hijos (terribles guachos).
Y así fue...
Nos preparamos y por fin, concretamos una salida después de tanto tiempo.
Primeramente fuimos a hacer tiempo a un cíber. Abrimos una cuenta de correo electrónico para ella, estuvimos metiéndonos en varias páginas, entre ellas algunas pornográficas y otras de testimonios eróticos, etc, etc.; todo esto comenzó a calentarnos sobremanera. Teníamos pensado ir a un recital, luego a comer...
Nada de eso, decidimos ir a instalarnos a un hotel alojamiento, de esos donde se puede permanecer toda la noche, sin apuros.
En fin, mientras íbamos en el auto ya me empezó a acariciar la verga y de a poco se acomodó y empezó a chupármela.
Ah! Había olvidado mencionar que me había confesado la muy puta que no traía bombacha.
Para ese entonces ya estábamos muy calientes y le dije que pare o me iba a hacer acabar.
Por un rato fuimos hablando de varias cosas hasta que le comenté que en el lugar al que íbamos por ahí podíamos espiar a otras parejas, ya que con el calor que hacía, alguno podría llegar a dejar ventanas abiertas. Es que se trataba de un hotel de los más antiguos de nuestra ciudad, con pocos lujos y formado por una especie de bungalows (o casillas) separadas por calles internas.
Le pregunté “¿te gustaría ver cojiendo a otras personas?” me contestó “Si, pero me da miedo”. “Yo me encargo” le contesté.
Llegamos al lugar, muy calientes y una vez que nos instalamos, dejamos la puerta abierta y las luces apagadas; lo que nos permitía besarnos, manosearnos y chuparnos un poco nuestros lugares íntimos por un rato mientras estudiábamos la situación.
A continuación salí a recorrer el lugar y a buscar donde “estaba pasando algo”. Ella me esperó.
Me acerque una a una a las piezas donde se veían luces prendidas y donde tal vez se podría ver algo; espiando por el ojo e las cerraduras o algunos agujeros de puertas o ventanas que estaban algo deterioradas. Y de repente encontré el primer lugar.
Afuera se encontraba estacionado un Fiat Espacio, que también colaboraría para ocultarme detrás de él.
Fui rápidamente a buscar a mi esposa y con mucho temor me siguió, descalza (para no hacer ruido con los tacos del calzado). Me acerqué con mucho cuidado al ojo de la cerradura por donde se veía a una chica parada, casi “en cuatro patas” y a un hombre sentado en la cama, que le chupaba la vagina con fuertes estocadas de su lengua, enloqueciéndola de placer y haciéndola gritar como una loca.
Mi mujer se acercó y se agachó a ver mientras yo la tranquilizaba. En ese momento me di cuenta que la puerta tenía una abertura horizontal de unos 10 cm. de largo por uno o dos cm. de alto, a unos 20 o 30 cm. del suelo. Me agaché, casi de rodillas y ahí si se podía ver “todo lo que pasaba”.
Le indiqué que se agache, así lo hizo y desde ese momento solo ella pudo ver lo que sucedía.
Estaba muy nerviosa pero pareció que le gustaba. En ese momento no sé que gesto hice, que le provocó un susto y fuimos rápidamente a la pieza.
No la pude convencer para que vuelva. Fui solo y vi que estaban en plena cojida, ella acostada boca arriba con las piernas abiertas y él, acostado sobre ella bombeándola con todas su fuerza. Ella le gritaba “quiero tu leche mi amor” y en ese momento el se levantó, se acercó a su cara y le comenzó a acabar abundantemente en la boca. Ella seguía gritando y atragantándose con la gran cantidad de esperma que emanaba de esa poronga, un poco corta, pero de gran grosor, coronada por una gran cabeza.
Luego de chupársela interminablemente, de tragar todo, se levantó la chica, joven, de unos 25 años, delgada, con la vagina totalmente afeitada, dilatada y de unos gruesos labios; de unas tetas normales (buenas para calificarla de alguna manera) y se dirigió al baño.
Volví tranquilamente a la habitación. Mi esposa me esperaba acostada y ansiosa. Le relaté detalladamente lo sucedido, pero la verdad, me hubiera gustado que vea todo con sus propios ojos.
De un momento a otro empezaron a llegar muchos autos y a completar prácticamente la capacidad del lugar.
Nosotros seguíamos afuera, ocultándonos cuando pasaba algún auto cerca, pero ahora mi querida esposa estaba sentada en el baúl de nuestro auto, con el pantalón a la altura de las rodillas, con las piernas levantadas y con mi boca en su concha. Mientras se agitaba y aguantaba las ganas de gritar, me avisó que cerca de nuestra casilla habían llegado dos autos.
Paramos lo que estábamos haciendo y nos escondimos nuevamente a mirar mientras bajaban los que estaban casi a nuestro lado. Caminé hasta la recepción a comprar una cerveza. Y cuando volvía, lentamente, iba estudiando la situación, viendo que el lugar estaba lleno y tratando de ver dónde se podía aprovechar. Al llegar le entregué la cerveza a mi esposa y fui a ver que pasaba con nuestro par de vecinos.
Al primer lugar que me acerqué, estaba todo dado: la puerta, un desastre, llena de agujeros, mal cerrada y con una pareja muy caliente, incapaz de notar mi presencia.
Me acerqué y vi que la acción ya había comenzado, la mujer ya tenía el pene de su pareja en la boca y se lo chupaba con entusiasmo.
Le hice señas a mi compañera de aventuras; esta vino más decidida que la vez anterior y se acercó a mirar mientras yo cuidaba, nos escondíamos detrás de un auto Gol azul perteneciente a la pareja que estaba dentro.
De a ratos también yo miraba por otro agujero. Y después de un ratito, mientras ella seguía observando lo que sucedía, yo un poco cansado de ver como ella se tragaba esa verga por un buen rato, fui a ver que pasaba con la otra pareja.
En ese lugar se encontraba estacionado un Renault 12 y ahí la cosa iba aun más lenta, ella denotaba mucha timidez, como si fuera la primera vez que iban a un lugar así. Auque mi esposa me comentó luego, que le pareció que ahí era todo más dulce, amoroso, romántico… Cosas de mujeres, creo.
Ella le estaba haciendo masajes, después él a ella, aun vestida.
Volví al otro lugar y mi esposa, allí, firme. En ese momento la joven, trigueña, algo rellenita, de cara angelical, poseedora de unas hermosas tetas, que se bamboleaban al ritmo de las arremetidas de su amante, se encontraba de costado, con ambas piernas recojidas casi contra su pecho, gritando una y otra vez “¡Gueeee! ¡Dale papito! ¡Gueeee!
Y él la empujaba con fuerza desde atrás, golpeando contra sus nalgas.
En ese momento volví a la habitación del Renault 12, solo, mi mujer no se movía de ahí, entusiasmada con lo que sucedía.
La cosa ya había avanzado, ambos ya estaban casi desnudos, ella solo permanecía tapada con una pequeña tanguita blanca, boca abajo. Mientras él, totalmente desnudo subía con su lengua hasta el cuello y bajaba por la espalda, la cola, llegando a su intimidad, corriéndole la tanga y chupándole la concha y la cola con mucha fuerza le decía “Te voy a comer la cola mi amor” mientras ella sentía con la cabeza gimiendo de placer. Cuando volví a la pareja del Gol azul y me acerqué, la chica se encontraba acomodada en cuatro y él desde atrás le bombeaba con mucha fuerza y en ese momento acababan los dos en un grito y una respiración demoledora y profunda.
Sabiendo que en la otra habitación ya habrían avanzado, agarré de la mano a mi esposa y fuimos rápidamente donde el Renault 12. Al igual que en la primer historia que citaba ella se agachó casi de rodillas para ver por un agujero ubicado en la puerta a unos 50 cm. del piso, similar al anterior (de 10 cm. de largo por 1 o 2 de alto) y yo miraba por el ojo de la cerradura.
En este caso, la joven era hermosa, rubia, delicada de unos perfectos pechos, cintura bien dibujada y caderas casi perfectas.
Él, atlético, morocho, para ese entonces ya se encontraba sobre ella, penetrándola en la posición clásica, ambos de frente.
Primero suavemente y luego con fuerza mientras repetía: “Te voy a comer la cola mi amor”.
Me acomodé detrás de mi mujer, le bajé lentamente el jean, saqué mi pene y con un suave empujón la penetré lentamente. Su concha para ese entonces estaba desbordada de jugos; y mientras ella miraba como cojían esos dos, yo la cojía a ella muy suavemente.
Después de un ratito (3 o 4 minutos) ella me dijo que mirara lo que sucedía.
Le saqué la pija y me acerqué nuevamente a la puerta, la joven se encontraba acostada boca abajo, él sobre ella y le decía cosas indescifrables al oído, mientras le acomodaba el miembro aparentemente en la cola.
La chica movía la cabeza con los ojos cerrados, la cara llena de gestos, no sé si de dolor (tal vez algo) o de placer (lo más probable).
Nuevamente penetré a mi querida esposa y para no acabar en ese momento, fuimos hacia nuestra habitación a terminar de una vez por todas lo que habíamos empezado hace ya unas horas.
La desnudé totalmente y le pedí que se haga una pajita para mí. Eso es algo que me encanta y calienta muchísimo.
Ella, obediente, sin dudar, se empezó a masturbar con todas sus ganas mientras yo la observaba y la besaba por todas partes.
A pesar de que ya tuvo tres hijos, se conserva espléndida, hermosa, radiante. Siempre se queja de no tener las tetas como antes y demás boludeces, pero a mi me encantan, además, ahora tiene un corte que me gusta mucho en el bello púbico, que cuida a su vez a una perfecta concha formada por unos labios espectaculares, gruesos coronados por un clítoris perfecto, carnoso e hipersensible.
Es dueña de una cola hermosa, redondeadita que es el remate de una cintura hecha para mi gusto.
En fin, de más está decir que mi mujer me encanta, me calienta y me coje como nadie me cojió jamás.
Es lo que siempre deseé: Una Señora en la calle y una Reverenda Puta en la cama; capaz de todo. Perfecta!
Después de llegar a un explosivo orgasmo, se prendió de mi pija y la empezó a chupar como solo ella sabe hacerlo. Después de 10 años de matrimonio, mezclado con muchas películas porno en nuestro haber, es una capa.
Cuando ya casi estaba por explotar se la saqué de la boca y le pedí que se siente arriba mío y empiece a “cabalgar”.
Cabe destacar que eso es algo que hace poco aprendió y muy bien, sumado a que va al gimnasio, mejoró su forma física, se convirtió en un jinete del demonio.
Sin parar tuvo cuatro orgasmos sensacionales y luego de cada uno de ellos se sentaba en mi boca para que le chupe la concha y le trague sus jugos, hasta hacerla contraerse toda del placer.
Un poco agotada, dio lugar a mi imaginación; la acomodé y penetré de varias formas; “patita al hombro”, “boca arriba”, “boca abajo”, haciéndole constantes pasadas por el orificio de su cola. Pero sin penetrarla, algo que la enloquece.
Definitivamente la acomodé en cuatro al borde de la cama y yo, desde atrás, parado la empecé a coger por el culo. Lentamente, con fuerza, con más fuerza, lentamente…
Ella gritaba, me insultaba, me decía cosas dulcísimos y me pedía que le acabe en la cara. No en la boca; todavía es algo a lo que no pudo adaptarse, todavía…
Mientras seguía penetrándole el culo, cada vez con más fuerzas, sentí que iba a explotar. Y agarrándole fuertemente de la cintura mientras me deleitaba la vista con su hermoso culo, ya no pude soportar y la senté en la cama, con una pequeñísima sacudida a mi miembro comencé a acabarle en la cara interminables chorros de leche.
Ella me lo empezó a chupar y por poco me desmayo.
En fin… la experiencia fue buenísima, muy caliente y nos sirvió para abrir aun más la cabeza.
Luego de todo lo vivido, nos bañamos y volvimos tranquilamente a nuestra casa.

1 comentario - Una noche en el telo (SuperVoyeur 100% REAL)

pablus69
Hola , te mande un MP , fijate.