Rojo y púrpura

Rojo y púrpura


Mucho calor ese día, y ella estaba putamente provocativa, me miraba con sus ojos inocentes sabiendo que me excitaba, su pelo negro, su piel trigueña bajo la luz artificial de mi cocina, y esas tetas que miraba de reojo cuando ella se distraía con los naipes españoles jugando al Truco. Jugando al Truco y tomando mates. Cuando se deslizaba la bombilla por la boca y me miraba con la dulce mirada de una colegiala en celos, me hacía imaginar mi verga entrando tan caliente como la bombilla por su boca.
En algún momento mis manos ya no pudieron contenerse a tanta belleza y sensualidad. Acaricié sus mejillas aniñadas con mis brutas manos, era virginal, aunque era terriblemente puta, era inocente, aunque ya no era una nena, y era tan dulce que aveces era más fácil imaginarla cuidando ancianos o cachorros de conejos que chupándole la verga a otro adolescente. Pero en ese momento la perversión cagó a tiros mis neuronas que se ocupan de las cosas más bien tiernas, se cargó a todas las otras neuronas que hacían cuentas matemáticas o me gritaban que cruce la calle para que no me maten los autos, el típico momento donde la fracción más inmunda de tu cerebro funciona sola y uno queda con la boca abierta chorreando un fino hilo de baba. Solo que no chorreé nada ni dejé mi boca abierta como un estúpido, me limité a contemplarla.
Mordió mi mano como un gatito juguetón y se rió, luego lo hizo otra vez, pero ahora no se rió y me miraba fijamente mientras un pequeño pedazo de mi mano estaba prensado bajo sus dientes, atraje mi mano y su cara hacia mí como un pez enganchado a un anzuelo, quedamos cara a cara, entonces solté mi mano de su jeta filosa y me abalancé locamente a sus labios. Nos soltamos y nos miramos.
-Vampiresa calentorra.- le dije.
-Jajaja.
-Mirá cómo me dejaste la mano.- le mostré la marca de sus dientes.
-Podría ser peor...
-No gracias.
Volvió a besarme. Esta vez mordiéndome fuertemente los labios.
-Hija de puta, dolió.
-Puedo hacerte salir sangre, me encanta el gusto de la sangre, ¿a vos no?
-Bueno, sí, pero no cuando sale de mi boca dolorida.
-¿Y entonces de donde tiene que salir para que te guste?
-Eeehmm, bueno... yo... eh...
-Ah! casualmente estoy menstruando...
-Pero...
-Sshh!!- chistó poniendo un dedo sobre mi boca en señal de silencio.
Metió el mismo dedo en el interior de mi boca, recorrió la lengua, los dientes, todo eso mientras se paraba, aún de pié continuó con su dedo lubricandose por mi cavidad bucal, empleando la otra mano para bajar sus shorts, sacó su dedo mojado y lo introdujo en su coño, que hasta ese entonces no pude ver gracias a su hermosa ropa interior. Sacó el dedo, ensangrentado y babeado y lo hundió nuevamente en mi boca, gusto a sangre con óvulos caducos, óvulos muertos, rancios quizás. Entones se sacó las bragas y las tiró en algún lugar, donde siempre se tiran las cosas previamente al sexo, donde se tiran y luego uno no sabe donde han quedado. Se sentó en la mesa y abrió sus piernas bronceadas por un sol de verano ardiente y sensual, sol excitado de playa nudista.
Le estaba comiendo el coño, se lo estaba chupando, lengüeteaba su clitoris, sentía su flujo pervertido corriendo por mis papilas gustativas, olía la sangre roja y satánica. Un acto demencial, nunca lo habría imaginado.
Ella gemía. Los autos pasaban por la calle, y ella seguía gimiendo. Yo sé que mucha gente en los sanatorios estaba agonizando, pero la muy puta gemía y no paraba, muchos pibes sedientos de sexo me envidiaban por más que no supieran quién era ni lo que estuviera haciendo. Los campesinos follaban con sus gallinas y sus ovejas y yo comía un coño ensangrentado y me quejaba a pesar de que fuese un coño de mujer y no un animal de granja.
Estaba sentado contemplando el gran momento, era entonces cuando había que mezclar el rojo de su sangre con la purpúrea cabeza de mi verga, y toda esta historia para acabar decentemente.
Acabar con un final felíz.


Yo,
Marco Ferreri

3 comentarios - Rojo y púrpura

mementoM
genial ferri. te dejo 10 puntos.