5 Chicos

David e Iván salen de fiesta, y el primero triunfa con una chica en los baños. Además de enrollarse acaban follando, aunque la chica prefiere hacerlo por detrás.

-Venga tronco, abre de una puta vez, que me estoy meando... –Gritó David.

-Voy joder, espera que no sé en qué bolsillo me he guardado las llaves... –Respondió Iván con la lengua algo nerviosa y a punto de estallar en carcajadas. -¿Esto qué coño es? Ah, el móvil. Pues por aquí tienen que estar...

-Como las hayas perdido, encima te meto tres collejas.

-Tres pollazos te voy a dar yo a ti. –Bromeó Iván, aunque no tardó en darse cuenta de la burrada que había dicho. Por suerte, con la que llevaban encima David ni se acordaría por la mañana, de todas formas, ese tipo de cosas no se malinterpretaban. –Vale, aquí están.

-Pues venga, abre. ¿Estás seguro de que no hay nadie?

-Que no, que ya te lo he dicho, plasta. Mis padres se han ido de fin de semana y Marta se ha ido dormir a casa de una amiga.

-Sí, claro, una amiga. Con Luis fue una estrecha, pero ahora se estará follando a medio barrio...

-Tronco, que es mi hermana...

-Ya bueno, y amiga de Jennifer, que es una zorra y todo se pega. Y además tiene un polvo, no me digas que no.

-Venga, pasa y cambia de tema, anda.

Entraron a trompicones y David salió por patas en busca de un baño. Eran cerca de las tres de la mañana, y aunque Iván solía acostarse tarde los fines de semana, al ser viernes habían madrugado para ir a clase. Además, no estaba acostumbrado a beber y estaba algo mareado.

David le había llamado a media tarde, cuando se estaba arreglando sin mucho afán para ir a dar una vuelta con Jaime y Carlos. Le explicó que iban a ir de discotecas, que por lo visto Kevin conocía a varios porteros y no habría problemas con la edad en la entrada, y que si querían alcohol Kevin se lo conseguía. Aunque no lo había dicho claramente, David necesitaba una excusa para no dormir en casa y así poder llegar más tarde y en las condiciones que le dieran la gana. Y como sabía que los padres de Iván no estaban, se le ocurrió invitarle a salir para luego irse a dormir a su casa. Le sorprendió que David contara con él, pero en vista del plan que tendrían Jaime y Carlos, Iván aceptó.

Tras varias intentonas fallidas y algún tropiezo, David dio con la puerta correcta y corrió a descargar su vejiga, no sin antes clavarse el pomo de la puerta en un costado. Como pudo se desabotonó los vaqueros y se la sacó justo a tiempo de no mearse encima. Reparó en que no había subido la tapa demasiado tarde, y aunque la levantó tan deprisa como pudo, no le dio tiempo a evitó que se liara una buena. Trató de solucionarlo con papel higiénico y no le quedó demasiado mal la faena.

Ajeno al desaguisado, Iván fue a la cocina a por un vaso de agua, por hacer tiempo. No lo había pensado hasta que había dicho lo de los pollazos, pero estaba ante una buena ocasión de tantear el terreno con David. Estaban lo suficientemente bebidos (y en el caso de David, incluso drogados) como para justificar cualquier comportamiento indecoroso en el supuesto de que la cosa no fuera bien, y el grado de desinhibición era elevado en ambos. Solo había un pequeño problema: David se había perdido durante un buen rato con una chica en la discoteca y era bastante posible que hubieran hecho algo más que comerse la boca. Todo era cuestión de que se dieran las condiciones adecuadas.

-¿Ya estás? Pues vámonos a la cama, a ver si se me pasa un poco el mareo.

-Voy. –Dijo David, aun con cara de circunstancias después de la que había liado en el baño. –No tendremos que dormir en la misma cama, ¿no?

-Hombre, si quieres acostarte conmigo... Pero yo había pensado en que durmieras en la cama supletoria que hay debajo de la mía. Creo que no tiene sábanas ni nada, pero te dejo el nórdico de la cama de mi hermana y te arropas con eso. Total, por una noche...

-Vale, si con tal de meterme en la cama me da igual como esté.

-¿Tienes pijama? –Preguntó Iván volviéndose cuando doblaba el descansillo de las escaleras.

-Si, lo llevo debajo de la ropa como el traje de Superman, no te jode... Pues no. Pero en mi casa duermo muchas veces en gayumbos, y entre tíos...

-No, si yo duermo así. –Mintió Iván para tener excusa y hacer lo mismo. –Por eso te iba a decir que no te podía dejar ninguno mío, porque yo no uso.

Sin saber muy bien cómo, llegaron a la planta de arriba sin caerse por las escaleras y se dirigieron al dormitorio de Iván. Fugazmente le vino a la memoria la primera vez que Luis había entrado en su cuarto, cuando se había tropezado con los cables de la consola y ambos habían acabado montándoselo, con Marta durmiendo en la habitación de al lado. Había ocurrido casi sin pensar, simplemente pasó, sin plantearse las posibles consecuencias de sus actos. Pero cada día que pasaba las esperanzas de poder salvar sus diferencias con Luis se desvanecían, y tenía que mirar hacía otro lado.

-Ayúdame a sacar la cama, que pesa un huevo.

-Mira que eres flojito, tío. ¿Ves? Ya está.

-No te jode, entre los dos... Pues hala, esa es tu cama. Espera que voy a por el edredón.

A la vuelta, David yacía en calzoncillos sobre el colchón. Bajo los boxers granates de Dolce & Gabbana se marcaba un bulto nada desdeñable, al ser ajustados dejaban más bien poco a la imaginación del curioso. Una mancha blanca algo difusa y seca en la parte delantera delataba que su dueño se lo había pasado bien aquella noche. Iván le cubrió con la colcha nórdica y se metió, también en ropa interior, en su cama. Pensó que había perdido su oportunidad, pues David parecía profundamente dormido, pero cuando apagó la luz comprobó que solo estaba con los ojos cerrados.

-¿Tienes sueño? –Le preguntó David.

-Un poco.

-Yo no. Estoy cansado pero no tengo sueño. Será por todo lo que me he metido. Tenías que haberlo probado tío. Oye, ¿qué tal te han caído mis amigos?

-Bien, aunque tampoco hemos hablado mucho. ¿Y tú con la chica esa qué tal? Es que os habéis perdido los dos solos media hora o más...

-Ah, de puta madre, tío. Muy buena tampoco estaba, pero joder, no veas como tiraba...

Vero, que así se llamaba la chica en cuestión, era una conocida de uno de los amigos de Kevin. Se había acercado con una amiga a saludarle y a decirle no sé qué, y había acabado hablando con David, pues ella estaba convencida de que le conocía de algo. Él, que con tres rayas en el cuerpo no hubiera reconocido ni a su propia madre, le siguió el juego hasta que ella le pidió que la acompañara al baño.

David no tenía especial interés en la chica, pero dado que ella si parecía tenerlo y que entraba dentro de lo aceptable físicamente hablando, aceptó. Su ego y las constantes miraditas furtivas de Vero le hicieron suponer que aquello conllevaba algo más que ir con ella hasta la puerta del servicio y esperar a que saliera, y no se equivocaba. Ella le arrastró del brazo dentro del baño femenino, y las cuatro o cinco chicas que estaban allí estaban a lo suyo y no parecieron extrañarse de la presencia masculina.

Se encerraron en un cubículo y Vero se tiró a los labios de David como si no hubiera estado con un chico en meses, lo cual debía distar bastante de la realidad. La lengua de David se enredó bruscamente con la de Vero, y el piercing que ella llevaba lo hacía distinto. Quizá fuese por efecto de la cocaína, pero todo parecía más irreal que nunca, como si él estuviera presente en lo que pasaba pero sin poder tomar ninguna decisión. El tacto firme y pulido del acero contrastaba con el calor y rugosidad de su boca, y pronto los besos, las lamidas, los baboseos y los mordiscos se quedaron cortos.

-Mira, huéleme la mano. –Dijo David palpándole la cara a Iván a tientas hasta encontrarle la nariz. –Todavía huele a chochito, ¿a que sí?

-Sí. –Respondió Iván, aunque la verdad es que nunca había olido uno. -¿Te ha dejado hacerle un dedo?

-Uf, si solo fuera eso... –Por una vez David no se estaba tirando el farol respecto a sus hazañas.

-Joder, pero si no la conocías de antes, ¿no?

-Que va. Pero me ha empezado a meter mano, y yo a ella, y al final... Joder, se me está poniendo dura solo de contártelo.

-Ya, y a mí de oírte. –Ahora o nunca, pensó Iván. -Tú sigue contando que me voy a hacer una paja.

-Vale, y yo.

La mano de David llevaba tiempo perdida en el pantalón de Vero, y viceversa. En el baño no había demasiado espacio, pero el suficiente como para poder sobarse a gusto. Él había encontrado su clítoris y lo restregaba con sus dedos índice y corazón, humedeciéndolo con los fluidos que encontraba más abajo; ella rodeaba su polla con la mano y la estrujaba suavemente, haciendo que el prepucio resbalara con suavidad sobre el glande. David parecía satisfecho con eso, pero Vero no.

Terminó de desabrocharle el pantalón y le sacó la polla de los boxers, y antes de que él pudiera hacer lo mismo con ella, se arrodilló y le pegó un par de lametazos. David se estremeció y se dejó hacer: una paja no estaba nada mal, pero una mamada era mucho mejor. Ella no era la más experta en la materia, pero él tampoco había recibido más que un par de felaciones en su vida, así que todo le parecía bien. De no haber sido por todo lo que llevaba en el cuerpo, no habría aguantado más de un par de minutos sin correrse.

Vero se metía más de media polla en la boca y sabía moverla con cierta pericia, deslizando sus labios con suavidad pero con la suficiente presión para que fuera lo más placentero posible. Estaba claro que no era ni la primera ni la segunda vez que hacía aquello, no se le daba mal. Con la mano le agarraba la base, y de vez en cuando se la sacaba de la boca y con el piercing de su lengua recorría de arriba abajo el rabo de David.

Era extraño sentir algo metálico rozándole el frenillo, pero molaba. Intentaba no gemir demasiado pues era consciente de que al otro lado de la puerta había chicas meando, retocándose la sombra de ojos o metiéndose rayas, pero por suerte la música del exterior aplacaba casi cualquier ruido que pudiera hacer. De pie como estaba en el baño, le flojeaban las piernas cada vez que Vero se metía todo el glande en la boca y jugaba con él un poco antes de volver a liberarlo.

Aquello estaba bien, pero David no tenía ganas de correrse tan pronto, quería echar un polvo primero. Era irónico, pero con Jennifer siempre estaba llorando para que se la chupara, y ahora que Vero se la estaba chupando, prefería follar. Llevaba demasiado tiempo sin hacerlo, desde que lo dejó con Jenny, y aunque a Vero la acababa de conocer, no perdía nada por pedírselo. En el peor de los casos se quedaría como estaba, con una buena mamada.

-Joder tío, vaya morro que tienes. ¿La acabas de conocer, te la está chupando y vas y encima le pides que folle contigo? –Interrumpió Iván. –Yo flipo.

-Por si colaba, no te jode. Pudiendo follar no me voy a conformar solo con que me la chupen. ¿Tienes papel por ahí?

-¿Ya te vas a correr?

-No, pero para no tener que levantarme luego.

-Tengo pañuelos en la mesilla, cuando te hagan falta te los paso.

-Vale.

-Oye, ¿hacemos una cosa? –Había llegado el momento de lanzarse a la piscina. Como había dicho David, no perdía nada por intentarlo.

-¿El qué?

-Cambiar de mano.

-¿Cambiar de mano de qué?

-Pues que yo te la hago a ti y tú me la haces a mí.

-Quita, quita. Qué asco tronco, tocarle la polla a otro tío... Bastante que me toco ya la mía y porque no queda más remedio.

-Como quieras, yo era por variar, dicen que da más gusto. –No siempre iban a salirle bien las cosas, con Luis todo había sido muy fácil pero con David iba a ser mucho más farragoso, si es que conseguía algo alguna vez. -Bueno, sigue contando. ¿Coló o no coló?

En principio ella era reacia, no por falta de ganas o de experiencia, sino porque evitaba llegar a tanto con un chico el primer día, por aquello del qué dirán. Vero ya tenía fama de chica medianamente fácil aún no llegando más que a un magreo y/o una mamada con los que acababa de conocer, y seguramente sería peor de no seguir casi a rajatabla su máxima.

Por suerte, sus padres la seguían teniendo por una buena chica. Descendía de una familia de lo más tradicional, así que tanta promiscuidad no sería bien recibida, más bien todo lo contrario. En lugar de darla consejos sobre como usar un preservativo o cosas así, en las pocas conversaciones en las que surgía de refilón el tema del sexo la instaban ilusamente a que conservara su virginidad hasta el matrimonio. Y no era solo una petición...

Los ojos se le habían hecho a la oscuridad, pues entraba algo de luz de la calle por las rendijas de la persiana, pero aún así Iván no podía verle nada a David, pues éste estaba todo el tiempo tapado bajo el edredón. Era excitante oírle jadear levemente mientras contaba con todo lujo de detalles su encuentro con Vero, y aunque ya le había visto pajearse más de una vez, nunca habían estado los dos solos y eso le añadía morbo al asunto. Pero el edredón era demasiado grueso, y solo permitía distinguir el movimiento bombeante, así que decidió interrumpirle.

-Oye tú, destápate que me vas a poner la colcha perdida.

-Ahora, cuando me vaya a correr.

-Si claro, ¿pero no has oído nunca eso de que antes de llover siempre chispea?

-Joder, que ahora me destapo, déjame en paz.

-Como manches algo te enteras. –Le advirtió Iván, más resignado por no ver nada hasta el último momento que preocupado por la posibilidad de que David ensuciara algo.

Además de conservadores, la familia de Vero era extremadamente hipocondríaca. La madre la llevaba regularmente al médico de confianza de la familia, y en el chequeo completo siempre incluía una revisión de la zona vaginal para comprobar que el himen seguía estando en su sitio. Aquello delataba una fuerte desconfianza hacia su propia hija, pero ella ya estaba acostumbrada a ese tipo de invasiones a su intimidad.

De todo esto se derivaba la mayor peculiaridad sexual de Vero: para guardar las apariencias seguía conservando intacta su virginidad, pero para calmar su sed de sexo (y la de su novio por aquel entonces) su culo había perdido la suya desde poco después de cumplir los trece. Ahora, tres años y siete pollas después, Vero era conocida en el barrio con el gráfico sobrenombre de "la medio virgen".

Dado que David no había salido con idea de coronar la noche, tuvieron que usar el condón que llevaba ella. Lubricante no tenían, claro, así que Vero se la chupó una vez puesto el preservativo para no hacerlo en seco, aunque no demasiado para evitar dañarlo con el piercing. David se la agarró y la apuntó hacia el culo de Vero.

-Joder, ¿y mola eso de hacerlo por el culo? –Preguntó Iván, que aunque sabía de sobra como era, tenía que disimular. Para satisfacer una curiosidad que sí que tenía desde hacía tiempo, matizó la pregunta. -¿Cambia mucho de hacerlo por ahí a hacerlo por el coño?

-Claro que cambia, es mucho más estrechito que un coño. Es como pajearse agarrándotela con dos dedos o agarrándotela con toda la mano, es parecido pero no es igual.

-¿Y qué es mejor?

-Que te la chupen.

-Digo de lo otro.

-De lo otro por el culo da más gusto, por lo menos a mí, a ella ni puta idea. Pero bueno, si te callas te lo cuento yo. –Dijo David algo mosqueado por tanta interrupción.

-Vale tío. –Duda resuelta, se dijo Iván.

La música house a todo volumen llenaba cada rincón de aquellos servicios públicos, apenas podía oírse nada más. Por eso cuando David trató de meterla con el mismo ímpetu que si estuviera haciéndolo por delante, el grito que pegó Vero apenas se oyó fuera del cubículo en el que estaban. Él seguía sin ser muy consciente de lo que hacía, pero aún así pudo apuntar una segunda vez con menos violencia, pues también se había doblado un poco la polla al intentar meterla a lo bruto.

Ahora tampoco tuvo éxito, aunque al menos ninguno de los dos se hizo daño esta vez. Al final Vero tuvo que sujetársela y dirigirla con cuidado al lugar correcto. David fue presionando suavemente contra su esfínter hasta que consiguió abrirse paso. Una vez dentro la punta, el resto entraba prácticamente solo, eso sí, poco a poco. En cuanto el culo de Vero se amoldó a la polla de David, éste comenzó a moverse.

La sensación era completamente distinta. En el fondo no dejaba de ser lo mismo, meterla dentro de un agujero caliente, pero la estrechez de aquel culito exprimía a David como ningún de los dos coños que había probado lo había hecho. Cada vez que bombeaba, la presión era mayor y el placer más intenso. Quizá las drogas también tenían algo que ver con aquello, pero estaba disfrutando más de lo que recordaba haberlo hecho nunca.

Por encima de la música le parecía oír como sus huevos golpeaban en el perineo de Vero. Ella aún no estaba del todo lista, pero David había cogido ritmo enseguida y no había forma de pararle. No le dolía mucho, aunque hubiera preferido que se lo tomara con más calma.

El disfrutar tanto tenía una parte negativa. Si ya de por sí duraba poco, después de la mamada y con lo de ahora, David no iba a aguantar apenas nada. Era difícil tener noción del tiempo en esas circunstancias, pero no debían de llevar ni dos minutos follando cuando David paró en seco para frenar su orgasmo. Aun no era demasiado tarde, pero se dio cuenta de que tampoco podía parar del todo si no quería dejar su reputación por los suelos.

Volvió a moverse, esta vez algo más despacio, aunque enseguida volvió a animarse. Era como si no controlara sus propias fuerzas, como si sus caderas se movieran adelante y atrás con voluntad propia. Al cabo de un rato volvió a parar, pero finalmente decidió dejar de darle largas. Agarró con las dos manos las caderas de Vero y comenzó a follarla todo lo deprisa que era capaz de ir.

Lo inevitable no tardó en llegar, en menos de un minuto el condón se hinchó de semen dentro del culo de Vero. Las piernas empezaban a fallarle, pero seguía moviéndose a la misma velocidad mientras sus testículos terminaban de descargarse. Ella lo notó y giró la cabeza para ver a David con los ojos entreabiertos y en blanco, y con el aspecto de estar a punto de caerse redondo al suelo.

Una vez se repuso un poco, la sacó y se quitó con cuidado el preservativo, y tras hacerle un nudo en el extremo superior, lo arrojó a la taza. Comenzó a subirse el pantalón dispuesto a irse por donde había venido, pero Vero se acercó a su oído y le vociferó que ella aún no había terminado. Acto seguido agarró la mano derecha de David y la llevó a su entrepierna, a su coñito que chorreaba envidioso.

David apoyó un dedo sobre la entrada de la vagina y metió las dos primeras falanges, hasta que se topó con una especie de membrana firme que le hizo retroceder. Ella le instó a que tuviera cuidado, pues aquello era el himen. David insistió un poco más, pero aquello así no tenía tanta gracia, así que centró sus esfuerzos en el clítoris.

Había cogido experiencia con Jennifer, y ahora ya sabía al menos como manejarse por aquellos terrenos. Presionó su húmedo clítoris con un par de dedos y comenzó a moverlos haciendo pequeños círculos. Vero pareció satisfecha, pues su cuerpo se estremeció por un momento. David iba acelerando de forma casi imperceptible, siguiendo el consejo que en su día le dio su ex.

Lo hacía bien, pero por el motivo que fuera, Vero andaba algo descentrada. Estaba cerca de correrse, pero no era capaz de conseguirlo. Deslizó su mano izquierda bajo su camiseta y se acarició un pecho, pero aquello tampoco ayudaba demasiado. Optó por lo más drástico y sustituyó los dedos de David por los suyos.

Él se quedó sin saber muy bien qué hacer, pero como no era cuestión de quedarse de brazos cruzados en tales circunstancias, trató de ayudar acariciándola los muslos. No es que fuese gran cosa, pero debió de surtir algo de efecto, pues Vero no tardó en retorcerse de gusto ante la llegada sin avisar del orgasmo. David trató de reemplazarla de nuevo, pero los dedos índice y corazón de Vero se movían mecánicamente y no había forma de despegarlos del clítoris. Se resignó a que aquello acabara así, si algo había aprendido en su escasa experiencia en el sexo era que las cosas no siempre salían a la perfección. Los orgasmos sincronizados ocurrían con poca frecuencia, incluso había veces que uno de los dos no terminaba y no era ninguna catástrofe.

David salió del baño algo avergonzado, después de todo estaba en el servicio femenino, pero el sonrojo le duró hasta que cruzó la puerta. Al entrar de nuevo en la discoteca, buscó con la mirada a sus amigos para contarles la hazaña, desentendiéndose casi por completo de Vero, que le seguía unos metros por detrás. Tampoco ella tenía más intenciones, pero esperaba que al menos le invitara a tomar algo después del polvo.

-Pásame los pañuelos tío, que estoy a punto.

-Destápate y te los doy.

-Peor para ti entonces...

-Toma anda. –Dijo Iván vencido.

David se destapó finalmente, pero nada más quitarse el edredón se giró hacia el lado contrario tapándole a Iván todo el ángulo de visión. Le oyó respirar profundamente, casi gimiendo, pero no pudo ver absolutamente nada. En cuanto terminó de limpiarse las cuatro gotas de lefa que soltó, se subió los boxers que llevaba por los tobillos y se arropó hasta la nariz, dejando el pañuelo arrugado en el suelo hecho una pelota.

Iván se corrió en silencio minutos más tarde, cuando David ya había comenzado a roncar suavemente. No había mucho qué hacer con él, era hetero y no tenía ni la curiosidad ni la necesidad que hacían falta para que se atreviera a experimentar con otro chico. Quizá lo mejor sería volver a pedirle perdón a Luis, o quizá es que iba demasiado pedo como para pensar.

"Mañana será otro día", se dijo antes de acompañar a David en su sueño.

1 comentario - 5 Chicos

unknow666
"epetacular" el relato!!!!;) la verdad que me gusto mucho!;) estos chicos "coronaron!" unos groso!!! 😉 muchas gracias por compartir!!! 😉 :alaba:[/color]

%100 novato! %100 comentero! %100 buena onda! %100 poringuero![/color]

5 Chicos

"Es un sentimiento que solo nosotros los poringueros entendemos!" [/color]