De esposa ejemplar a puta de lujo - 20ma. parte

De esposa ejemplar a puta de lujo (20)

Después de la que armó Mario con Carlos, y de que comprobara que era mejor no volver a verle por si se ponía violento, en los días que nos quedaron de vacaciones, en vez de ir a la playa, alquilamos un barco y nos bañábamos en alta mar, con lo que Mario siempre nos tenía desnudas, sin tanga ni nada, y dispuestas para hacernos lo que él quisiera.

Nos folló y exhibió a su gusto. Nos obligaba a hacerle felaciones en cualquier sitio, en plena calle de día dentro del coche, en el baño del restaurante donde comiéramos, etc.,

Cuando ya no podía mas, después de varias corridas y aunque se metía viagra para incrementar su resistencia, nos obligaba a que folláramos entre nosotras para disfrute de él. Le encantaba que yo representara un rol dominante frente a Marta, y que la follara por el culo o coño, con un consolador de correas.

La semana de vacaciones, finalmente terminó pero Mario la prolongó unos días ya que había quedado con otro médico amigo suyo (por cierto uno de los que me follaron en casa de Mario) muy putero. Me dijo que a Marta y a mí nos tenía muy vistas, y que esos días se iría con su amigo a las mejores casas de putas de Palma, así que era mejor que nosotras nos volviéramos a Madrid. Desde luego Mario era insaciable.

En el vuelo de vuelta, le pedí disculpas a Marta por los insultos, humillaciones y azotes que le había propinado para placer de Mario, pero que no me quedaba más remedio porque yo tenía que hacer lo que me ordenaba.

Me disculpó. Empezamos a hablar y me dijo que estaba asustada por la espiral en que se había metido que no se lo creía, y que no quería acabar como yo, porque tenía dos hijos todavía pequeños mas la que iba a nacer. También me dijo que comprendía lo que me había pasado, y todo lo que había hecho por Mario, (porque ella también estaba colada por él) aunque se quedara horrorizada cuando vio el DVD, sobre todo por lo de mi cuñado, pero que ella no podía permitirse acabar igual que yo porque ya pasaba de los cuarenta, y que no podría vivir ejerciendo de puta aunque quisiera.

Yo la dije que tenía razón, que inentará zafarse de Mario, que yo haría lo posible para que se olvidara de ella, pero que no se preocupara que ella había sido un capricho de unos días y que se le pasaría. La recomendé que volviera con su marido y que olvidara todo. Aunque eso sí la comenté que seguiría viéndola por el club y que de vez en cuando haríamos el amor.

Llegamos de noche, nos despedimos en el aeropuerto con dos besos, sentí envidia, a mi me hubiera encantado poder hacer lo que ella volver con mi familia, pero en mi caso ya era demasiado tarde.

Llegué a casa, menos mal que estaba Tai mi criada oriental y que ya no trabajaba, porque iba a necesitar otras vacaciones para recuperarme de las vacaciones.

Tai me preparó el jacuzzi y mientras fumaba un cigarro, me puse a pensar. Estaba claro que ya no tenía otra salida mas que ejercer de puta, así que decidí que debía sacar el máximo rendimiento del cuerpo que tenía después de que Mario lo diseñara a su gusto.


Iba a cumplir en unos días 29 años, así que me quedarían unos 4 o 5 años para ganar todo el dinero que pudiera, y luego quizás liarme con algún rico que me tuviera como querida y al que le pudiera sacar el dinero.

Ahora me tocaría a mí ser realmente puta con Mario, para sacarle todo el dinero que pudiera, no quería una puta, pues la iba a tener y de las caras.

Luego pensé en Paco, aquel que me folló en la consulta de Mario (Cap, XVI) y que tenía varias casas de putas por Madrid de las caras, recordé que me ofreció trabajo.

Estaba claro que cuando Mario se cansara de mí, necesitaría la protección de un macho ya que yo me sentía tremendamente insegura si no tenía un hombre a mi lado, aunque sólo me utilizara para chulearme o usar mi cuerpo como le diera la gana.

Ana trabajaba para Paco. Sería una buena opción, para cuando Mario se cansara de mí. ¿No todo el mundo pensaba que era una puta?, pues iba a sacar todo el dinero que pudiera por usar mi boca, coño y culo. Mis agujeros me proporcionarían mucho más de lo que nunca me hubiera proporcionado mi cerebro si hubiera seguido trabajando como auditora.

Decidí que tenía que ver a Paco, pero la playa, el sol y las rastas que me hizo poner Mario, dejaron huella en mi pelo. Además como ya las llevaba desde hace 20 días, y no me podía teñir el pelo, del rubio platino que llevaba normalmente, ya se me veía mi color castaño natural en la raíces.

Al día siguiente con el móvil llamé a Mario desde la peluquería del club, para decirle si me dejaba quitarme las rastas, que si no no podría teñirme el pelo de rubio como a él le gustaba, pero que me iban a tener que cortar el pelo bastante, porque ya después de veinte días era imposible desenredarlo. Me dijo que sí que me lo cortara que me quería siempre rubia que ya crecería.

Total que me cortaron el pelo bastante aunque al menos me llegaba a tapar las orejas, y me lo teñí de mi rubio habitual que contrastaba con mi siempre tostada piel. La peluquera me regañó por hacerme unas rastas, diciéndome que menos mal que no las llevé mucho tiempo, mientras me echaba una espuma en el pelo para dar la impresión de que estaba mojado. Le contesté que mi pareja se empeñó y que podía hacer yo.

Aprovechando que Mario seguiría en Palma otra semana pensé que era mi oportunidad para conocer a Paco mejor, y para que fuera contando conmigo, así que llamé a Ana y le comenté todo lo ocurrido en Palma con mi familia, y de que Mario forzó que Carlos se enterara de que también me había acostado con su hermano.

Quedamos en el club, le gustó mi corte de pelo, y me dijo después de nuestra sesión de aeróbic que me concertaría una entrevista con Paco, pero me advirtió que como se enterara Mario, me la iba a cargar, aunque por Paco no debía preocuparme porque sabía que si yo trabajaba para él sería un buen negocio, y que estaría encantado de verme.

Yo la conté además que había decidido dedicarme a la prostitución en cuerpo y alma, para sacar en unos años todo el dinero que pudiera, que ya no me quedaba otra salida, porque ahora si que mi familia no querría volver a verme, y que para eso necesitaría que Mario me abandonara.


Ana me contestó que no me preocupara, que a Mario la putita de turno no le dura mas de un año, pero que podría acelerar que se cansara de mí, siendo muy pesada, llamándole cada dos por tres al móvil desde las tiendas de ropa para pedirle opinión sobre modelitos, siendo muy cariñosa y empalagosa, mostrándome muy celosa cuando se fuera con otras, pidiéndole dinero además del que me daba constantemente, diciéndole que me gustaría casarme con él, etc....


Ana me dio buenas ideas, con ella Mario vivió un año, y eso que no hizo nada por que se cansara de ella. Me comentó que trabajando para Paco se sacaba unos 3 millones de pts. al mes, sin trabajar todos los días de la semana. Que Paco le proporcionaba los clientes en su mayoría gente de alto nivel y que se repartían las ganancias al 50 %.


Luego Ana llamó a Paco a su móvil y le dijo que estaba conmigo, y que si le gustaría cenar con nosotras esa noche, que ella libraba. Paco contestó que sí, y nos citó en un famoso restaurante a las 22:00 horas.




Me fui a casa llamé a una maquilladora, quería estar radiante para Paco, y elegí para la cena un vestido de noche que no dejaba nada a la imaginación. Era de firma, de los típicos que llevan las modelos en las pasarelas cuando hacen los pases de transparencias y que luego nadie se pone en la vida real.


Era de color azul turquesa, escotado por delante de forma muy pronunciada, separando bastante mis tetas y al final mostraba el ombligo. Por detrás era abierto hasta donde empieza el trasero. Me quedaba por encima de las rodillas todo transparente, y era para llevar sin sujetador. Me puse unas bragas-tanga (por lo que cubren están entre medias de ambas), del mismo color del vestido, pero que se transparentaban totalmente, por delante y por detrás, y por supuesto no me puse sujetador.


Mis tetas se transparentaban en todo su esplendor, moviéndose además libremente. Era de escándalo. Pero tenía que conseguir que Paco se volviera loco por mí como fuera.


Luego me puse unas sandalias de tacón de aguja también azules pero algo más oscuro, haciendo juego con el azul de las uñas de las manos y los pies y del maquillaje de mi cara. El bolso era también de ese color. Quería que el vestido que se transparentaba sobre mi cuerpo contrastara con el resto.


El pelo me lo dejé como me lo peinó la peluquera al mediodía, con ese aspecto mojado como si acabara de salir del baño.


Estaba muy nerviosa, aquello era una auténtica entrevista de "trabajo", un trabajo que no te dan enseñando un currículum, sino demostrando de lo que eres capaz de hacer en la cama. Me esnifé un par de rayas. Para colocarme y no tener inhibiciones.


Toda la semana que estuve en Palma fui pasadísima de coca y me di cuenta que tenía que empezar a controlarme, como me dijo que hacía Ana, que por cierto llegó a buscarme a las 21:30.


Se quedó impresionada cuando me vio con el vestido transparente. Me dijo que estaba bellísima y que ningún hombre podría resistírseme.




Al entrar en el restaurante todo el mundo me miraba, y a los niños les decían que no se fijaran en mí. Cuando Paco me vio me dijo que estaba arrebatadora, yo me movía y comportaba con la mayor sensualidad posible. Nos sentamos los tres en un reservado sin que nos pudieran ver el resto de clientes.


El restaurante era de los mejores del núcleo financiero de Madrid, lo que pasa que yo por mi dieta no pude disfrutarlo. Para poder mantenerme en el peso que quería Mario, me tuve que hacer vegetariana. Me mantenía a base de verdura, frutas, y batidos vitamínicos que según Mario sustituían las vitaminas que aportaban los otros alimentos.


Paco se quedó sorprendido por mi dieta, aunque me dijo que Mario tenía razón que así estaba espléndida, por el contraste de mis curvas en pecho y caderas y la delgadez del resto de mi cuerpo.


Los camareros no paraban de mirarme, sobre todo a las tetas, estaba orgullosa de mi pecho, por el efecto que provocaba en la gente.




Toda la cena me estuve insinuando a Paco como una zorra, le tocaba la entrepierna por debajo de la mesa, siempre decía frases con doble sentido, me inclinaba sobre la mesa para mostrarle las tetas, etc..


Cuando estábamos tomando el postre, fuimos al grano y le dije a Paco que me gustaría trabajar para él. Y esto fue lo que pasó:




Sonia: Paco he pensado que me gustaría trabajar para ti. He hablado con Ana y me interesaría ser una de tus chicas.


Paco: Ahora estás con Mario, que me ha proporcionado bastantes chicas, y no quiero enemistarme con él.


Ana: No te preocupes, Mario la dejará pronto, ya estará buscando a otra.


Paco: Para trabajar conmigo, no sólo vale que estés buena, tienes que ser capaz de hacer cualquier cosa en la cama.


Ana: Te puedo asegurar porque yo la entrené que es de las mejores que conozco, nunca dice no a nada, es capaz de hacerlo con varios hombres y/o mujeres a la vez, y es 100 % bisexual.


Sonia: Además tu me follaste en la consulta de Mario y sabes de lo que soy capaz.


Paco: Si sé que eres buena pero, Mario me ha pasado tu DVD, he podido ver tu transformación tanto física como mental en un año. ¿Cómo sé que no te vendrás abajo y querrás volver con tu familia?.


Sonia: Eso ya nunca ocurrirá, ahora tengo una nueva vida, como era yo y la familia que tenía es una anécdota, mi vida debería haber sido siempre como es ahora, tener mucho dinero para gastar y ninguna obligación mas que dar placer a quien pague por ello. En mi siempre hubo una puta, lo que pasa que no salió a la luz hasta que conocí a Mario, y te lo voy a demostrar ahora mismo (decir todo aquello me partió el alma por mi hijo, pero Paco tenía que estar seguro de que no le dejaría tirado).




Le abrí la cremallera del pantalón y mirándole a los ojos mientras me relamía mis gruesos labios me puse de rodillas entre sus piernas, le desabroché el cinturón del pantalón y el botón que lo sujetaba a su cintura. Noté con mis manos que ya estaba empalmado, corrí la goma de su slip, y se la saqué.

Entonces volvía a mirarle a los ojos con deseo, y sin importarme que apareciera el camarero, empecé a lamerle en el ombligo, para bajar luego a los huevos y a continuación ir deslizando mi anillada lengua a lo largo de toda su verga, hasta llegar al glande, para luego meterme toda su polla en la boca, quedando mi nariz a la altura de su bello púbico.

Así con toda su polla tocándome la garganta aguanté unos segundos, para luego empezar a mamársela lentamente.



Yo estaba ya completamente mojada así que como pude me quité con una mano las braguitas y empecé a masturbarme, gimiendo a la vez para que Paco pudiera comprobar lo guarra que era.

Mientras se la lamía, con Paco sentado en la silla y yo de rodillas entre sus piernas, movía mi cabeza arriba y abajo, lentamente, al tiempo que la giraba haciendo círculos para darle más placer.

La cara de Ana era un poema, por su expresión parecía que nunca había visto algo así, en un sitio público.

Como estaba tentando la suerte y el camarero podía aparecer en nuestro reservado en cualquier momento, aceleré el ritmo de la mamada, para que Paco se corriera lo antes posible en mi boca.

Finalmente tuvo una abundante corrida, que me tragué como pude porque casi me atraganto, con su espeso y abundante semen.

Paco me dio un beso en la frente y me dijo que había nacido para follar, que era de las mejores que había conocido, y que podía trabajar con él en cuanto estuviera libre de Mario. Yo me incorporé, y mientras me secaba el coño con un clinex para que no se notara la humedad en las bragas al ser el vestido transparente, me relamía el semen que quedó en mis labios. A continuación me puse las braguitas y me bajé el vestido.



Nada mas sentarme, llegó el camarero, y tomó nota para el café. Ana y Paco lo pidieron con leche, y cuando me preguntó, ¿La señora también con leche?, le respondí mirando a Paco con cara de vicio. No yo ya he tenido bastante leche por hoy, lo quiero solo y con sacarina.



Mientras nos tomábamos los cafés Paco me dijo que no cabía duda que era una auténtica zorra, y me preguntó que si esa noche me atrevía a trabajar para él, que tenía un cliente que era un alto cargo de una embajada de un país africano en Madrid, y que le chiflaban las blancas rubias de ojos azules o verdes como yo. Llevaba poco tiempo en España y no hablaba bien español.

Ana le contestó que yo hablaba muy bien inglés porque en mis tiempos de estudiante viví un año en Estados Unidos.

Me ofreció el 50 % de lo que costara el servicio y sería esa noche en un Chalet de Arturo Soria.

Yo acepté inmediatamente ejercer de puta para Paco. Ganaría por fin ejerciendo la prostitución mi propio dinero al margen de Mario, y por los ingresos de Ana sabía que podría ganar mucho dinero, aunque le mostré mi preocupación por si se enteraba Mario.

Paco me dijo que aprovechando que Mario no estaba en Madrid me haría esta prueba con un cliente, y que si la pasaba que cuando Mario me dejara o rompiera con él ya automáticamente empecería a trabajar en uno de sus chalets.

Las condiciones económicas eran las mismas de las de Ana, el 50 % de cada servicio, siendo la tarifa mínima de 50.000 pts. pudiendo llegar a las 500.000 según lo que pidiera el cliente.

Me pareció bien. Entonces Ana y Mario empezaron a buscar un nombre de guerra para mí. Me enteré que el de Ana era Cloe, entonces Paco dijo que teníamos que explotar todo lo que Mario me hizo para parecerme a la chica Wonderbra de entonces, así que me puso Adriana.



Salimos del restaurante eran ya las 11:30 PM y nos fuimos al chalet. Estaba por Arturo Soria, yo la verdad estaba un poco nerviosa a pesar de que por aquella época ya era una auténtica puta, pero hasta entonces en general lo había hecho con Mario o con quien él quiso, pero ahora era distinto, lo iba a hacer en una casa de putas, y con alguien que yo sabía que había pagado por hacerlo conmigo.



Llegamos al Chalet, era una noche calurosa de finales de agosto. Tenía un jardín muy tupido y una hermosa piscina. Entramos en la casa, estaba decorada con mucho estilo, por lo que la clientela sería de clase.

Se veía a las chicas por allí, todas eran putas de alto nivel, bellísimas y vestían de forma muy provocativa. Yo la verdad con el vestidito que me puse para esa noche no desentonaba nada.



Fuimos los tres a una habitación, y Mario llamó a una mujer que se llamaba Nadia. Al poco tiempo vino, era la madame del burdel, tendría unos 40 años muy bien llevados era alta, 1:75 con los tacones con buenas tetas y caderas que destacaban por su estrecha cintura. Era rubia teñida, porque las cejas y los ojos eran castaños, media melena estilo años veinte, se la veía con clase.



Paco me presentó, directamente con el nombre de Adriana y Nadia se quedó impresionada por mi parecido con la modelo. La comentó que me iba a hacer una prueba con el cliente africano comentado y que era una puta de las buenas. Que si la pasaba probablemente en unos meses me incorporaría a trabajar para él.



Nadia empezó tocarme por encima de mi transparente vestido, palpó las tetas y la cintura con las dos manos, siguiendo su estrechamiento, para pasar luego a las caderas. Me miró la boca haciéndomela abrir, y luego me subió el vestido y metió las manos por debajo de las bragas para tocarme el sexo.

Su comentario fue:

Desde luego la puta tiene un cuerpo impresionante, los cirujanos han hecho un buen trabajo con ella, y me dio la enhorabuena por mis tetas de silicona, comentando que ahora tener una 95 era imprescindible para ejercer el oficio de puta.

Me preguntó que porque me faltaban las muelas del final, y le contesté que me las hizo quitar mi hombre para que mi cara pareciera más estilizada como las de las modelos. Me dijo que siempre me quería así de delgada, que le gustaba el contraste de mi delgadez con la rotundidad de mis tetas y trasero (que manía tenía todo el mundo por mi delgadez).

Nadia comentó que cuando empezara a trabajar para ellos ya examinaría mi cuerpo detenidamente y me enseñaría los trucos de una buena puta.



Entonces, llamaron a Nadia de recepción, el africano acababa de llegar, me dijo que me quitara los piercing de mis pezones que a algunos clientes de alto nivel no les gustaban (como recordaréis eran dos agujas con bolas metálicas a los lados que se podían quitar a rosca). Le pregunté por los demás piercing, los del clítoris, ombligo y lengua, me dijo que no pasaba nada que esos estaban bien.

Salimos solas Nadia y yo, y nos fuimos al saloncito donde esperaba mi primer cliente como auténtica puta. Nadia me dio unos cuantos condones que metí en el bolso, me aconsejó usarlos siempre en la penetración anal y vaginal porque no querían putas enfermas. Me dijo que por vía oral también pero que como era más difícil cogerse nada, presionara al hombre para que me pagara más si lo hacía sin condón al mamársela.



Por último me preguntó si consumía drogas, le respondí con cara de niña pillada en falta que sólo cocaína y que intentaba controlarme. Se sonrió y me dijo que mejor que no hay nada peor que una puta se niegue a esnifar si le ofrece un cliente, aunque eso sí, me prohibió esnifar con el cliente delante si él no la consumía porque le podría parecer mal.



Llegamos al salón y allí estaba mi primer cliente, era un tipo negro de unos 50 años, se estaba fumando un puro, mediría 1:95 y estaba bastante gordo, por lo menos pesaba 120 Kg., desde luego el tipo era repulsivo, por eso me pusieron probablemente aquella prueba.

Nadia me presentó hablando un perfecto inglés, el tipo me miró con absoluto deseo. Luego le dijo que era una chica nueva y el empezó a sobarme por encima del vestido, centrándose en las tetas como sopesándolas. Yo mientras tanto le sonreía.

Luego Nadia nos tuvo que acompañar a la habitación porque yo no me conocía la casa, y nos dejó allí. Seguro que Paco, Ana y Nadia nos podían ver, por eso tenía que esforzarme por follar al negro lo mejor posible.



La habitación era grande, una cama de unos 3 m de ancho, y todas las paredes con espejos, incluido el techo. Música suave y luces bajas. En medio había un jacuzzi y al fondo el servicio.

Le dije que tenía que ir al servicio, me esnifé un par de rayas de coca, lo necesitaba, y luego me puse a hacer pis, en esto entró el negro y se puso a mirar mientras orinaba, decía que le daba morbo. Me seque mi sexo con papel higiénico y me subí las braguitas, con él delante mientras le sonreía. Luego mientras me lavaba las manos, se puso detrás de mí y empezó a sobarme las tetas y el culo.



Me lo llevé a la habitación de la mano, era un auténtico animal, me preguntaba que calibre de polla tendría, porque aunque mi culo y mi coño ya estaban muy dilatados el tipo era grandísimo.

Le pregunté si le apetecía un jacuzzi mientras yo me quitaba el vestido y las sandalias y me quedé sólo en bragas (todo el tiempo nos entendimos en inglés), me contestó que si, pero que le desnudara yo. Le senté en la cama y empecé a quitarle la ropa.

Aunque teníamos aire acondicionado el tipo sudaba bastante, me dijo que le pasara mi lengua por el cuerpo desde sus labios, hasta la polla, según le iba quitando la ropa. Intenté hacerlo con la mayor sensualidad posible aunque a mí me daba bastante asco.

Una vez quitada la camisa, le empecé a quitar los pantalones, y debajo del boxer adiviné que la polla tenía que ser inmensa. Cuando se lo baje quedó al aire, tendría unos 25 cm y exageradamente gruesa, pensé que con aquel inmenso aparato me iba a destrozar mi agujeros.



En ese momento me dijo que se la mamara. Hice ademán de ponerle un condón y me dijo que no, entonces le comenté que eran 50.000 pts. más me dijo que bueno y empecé a chupársela. El estaba tumbado en el borde de la cama y yo de rodillas entre sus piernas. Hacía verdaderos esfuerzos por meter todo aquello en mi boca pero era imposible, entonces se incorporó y empujó mi cabeza hacia abajo, casi me descoyunta la mandíbula y me dieron arcadas, pero intenté seguir mamando lo mejor posible.

Para descansar las mandíbulas de vez en cuando la sacaba y el lamía el falo por fuera de arriba hacia abajo para entretenerme en los huevos, mientras le miraba a la cara y le sonreía. Cuando se volvió a recostar, le abrí las piernas y empecé a lamerle en el agujero del culo y le metí los dedos dentro, el tipo se volvía loco.

Después me centré de nuevo en la polla, poniéndome sobre él de tal forma que mi mojado coño quedara muy cerca de su boca.



Me amorré a la polla y continué mamándosela con todas mis fuerzas, en esto supongo que mi depilado coño debió ser una tentación demasiado grande y empezó a comérmelo, dándome tironcitos del piercing que agujereaba mi clítoris.

El me decía que tenía un coñito precioso, como el de una niña y que le volvían loco los piercing de mi lengua y clítoris. Después de un rato haciendo un 69 glorioso, el negro se corrió en mi boca y yo rebañé toda la lefa que tanto esfuerzo me costó sacarle. Mientras le limpiaba la polla, el tío seguía comiendo coño y tuve un orgasmo salvaje.



Como el tipo pagó por estar conmigo varias horas le invité a que tomáramos un jacuzzi, así que preparé el agua, abrí una botella de champán y nos servimos 2 copas. Nos metimos dentro del agua, y empezó a fumarse un puro mientras yo me fumaba un cigarro.

Yo me desviví por ser simpática y agradable con él y le metía mano todo el tiempo por debajo del agua a la polla. Me senté entre sus piernas, de tal forma que mi culo quedaba pegado a su polla, y el mientras tanto me sobaba el coño, el vientre y las tetas por delante.



Después de bebernos la botella de champán con él todo empalmado, salimos del agua, lo sequé como si fuera un niño pequeño sobre la cama haciéndole mimos, entreteniéndome en su enorme verga, para luego ponerle un condón pero no pude utilizando sólo mi boca, y tuve que emplear las dos manos porque con semejante verga era complicado ponerle el condón.



Luego le tumbé boca arriba y procedí a ensartarme sobre aquel falo negro, dejándome caer muy despacio abriendo las piernas todo lo que podía, y empecé a montarle despacio al principio para que mi coño se dilatara lo suficiente, incrementando el ritmo de forma progresiva. El mientras tanto, me tocaba las tetas y se entretenía con el piercing del ombligo. Me pellizcaba los pezones y me hacía daño, pero aún así se me pusieron duros como piedras.

Su polla me llegaba hasta la matriz, me sentía toda llena, aunque había follado con hombres con pollas grandes, aquella además de larga era muy gruesa, y me obligaba a abrir mucho las piernas si quería evitar el que me hiciera daño.

Después de un rato en esa postura me puso a cuatro patas y sin avisarme me la clavó por el culo, siendo el único lubricante que utilizó el del condón. Me perforó de golpe y vi las estrellas, se me saltaron las lágrimas. Aunque mi culo podía resistir cosas grandes, aquello era demasiado.



Desde luego la prueba que me puso Paco era con mala leche, supongo que para comprobar mi aguante con los hombres, porque pocas mujeres podrían resistir la embestida de una polla como esa.



El me bombeaba con todas sus ganas y como ya tendría unos 50 años, de vez en cuando paraba para descansar recostándose sobre mi espalda, aprovechando para tocarme las tetas y el coño, dejando su polla dentro de mi culo pero sin moverla, y así vuelta empezar. Yo tenía que hacer verdaderos esfuerzos para que no me aplastara.

Para mitigar el dolor, en mi culo, yo me masturbaba con una mano agitando mi anillado clítoris con mis dedos y así poder darme placer, consiguiendo encadenar dos orgasmos mientras me daba por el culo con aquella cosa negra enorme.



Después de un buen rato se corrió, se salió de mí y empezó a chuparme las tetas. Le quité el condón y le limpié la polla con mi lengua. Cuando lo iba a tirar, lo cogió me tumbó en la cama boca arriba y vertió su contenido sobre mis tetas, empezando entonces un fuerte masaje en todo mi pecho y vientre.

Yo le sonreía, entonces rebañó algo de su semen en su dedo índice y me lo metió en la boca, lo metía y lo sacaba como si fuera una polla, y no es por nada pero aquel dedo era como la polla de algunos hombres.

La operación de coger semen de mis tetas con el dedo y metérmelo en la boca la hizo varias veces (como si fuera un postre que me daba a probar) hasta que dejó mi pecho y vientre bastante limpios de lefa. Luego nos quedamos abrazados en la cama durante un buen rato, yo encima de él, presionando mis tetas contra su pecho, mientras nos fumábamos un cigarro. Me decía que era de las mejores putas que había conocido y que Nadia había hecho un buen fichaje.



Después de estar conmigo unas cuatro horas, y de usar y abusar de mi cuerpo como le dio la gana, se dio un ducha y se marchó dándome un beso en la frente.



Me quedé un rato sola en la habitación, pensando que ser puta tampoco era tan malo. Yo creo que a esas alturas ya me daba igual si el tipo con que me acostaba no me gustaba lo más mínimo, para mí era un trabajo y como fuera físicamente quien me contratara me daba igual, porque pensaba en la pasta que iba a ganar.

Al cabo de un rato entró Nadia. Yo la verdad no sabía cuanto dinero me correspondía porque no conocía las tarifas, pero me dijo que por el tiempo y todo lo que me había hecho el negro, había tenido que pagar medio millón de pesetas, así que me correspondían 250.000 pts.

Me dijo que no todos los clientes eran así y que lo normal es que se conformaran con el servicio mínimo que era media hora por 50.000 pts. Me dio un talón que yo ingresaría en una cuenta que tenía que no controlaba Mario.

Por cuatro horas de trabajo había ganado lo que como auditora ganaría en 20 días. Pensé que desde luego era rentable ser puta.



Como estaba pringada del sudor y semen del negro, me duché rápido en la habitación, porque me dijeron que otra chica la iba a ocupar con otro cliente (el tiempo en las casas de putas es oro) y me despedí de Paco.



Cuando le iba a dar un beso en la boca no me dejó, ya que me explicó que por norma no besaba a las putas en la boca y se lo tuve que dar en la mejilla. Me di cuenta que a Ana también la besó en la mejilla, y aquello me hizo sentirme puta en todo el sentido de la palabra, me sentí dolida, aunque por fin ya era igual que Ana.



Después Ana me dejó en casa a las 5 de la mañana. Me comentó que siguiera la estrategia que me aconsejó si me quería deshacer pronto de Mario y así empezar a trabajar para Paco en serio. Me preguntó que como me sentía.

Me sinceré con ella y por primera vez me vine abajo y me puse a llorar. La dije que si me cuentan hace un año antes de conocer a Mario que me iba a convertir en una puta y que habría dejado a mi familia y mi trabajo por el puterío no me lo habría creído.

Ella me consoló me besó en la boca (como era puta como yo no le daba asco) y me dijo que tenía que ser fuerte y práctica. Que no tenía otra salida y que no me preocupara que iba a ganar mucho dinero con mi cuerpo.

También me dijo que nadie, ni el propio Mario se podría haber imaginado la puta que llevaba dentro. Me confesó que ellos pensaron que bueno que me follarían una temporada, que le pondría los cuernos a mi marido, pero que no sería capaz de llegar tan lejos. En definitiva que después de una temporada de locura, volvería a ser la esposa que era, y que nunca pensaron que fuera capaz de irme de casa dejando a mi familia.



En fin pensaron que harían conmigo algo parecido a lo que habíamos hecho con Marta, lo que pasa que quizás yo me volví loca por el placer, el dinero y los vicios adquiridos, y ellos forzaron la situación hasta ver a donde sería capaz de llegar, pero para su sorpresa nunca decía no a nada.

Yo entre lágrimas la contesté que quizás si no hubiera sido Mario habría sido otro y que probablemente en mi destino estaba escrito ser puta.



Nos despedimos con un beso, y me fui a la cama bastante cansada por todo lo vivido en el día, y ya con el futuro que me esperaba asumido.




Continuará.


Se agradecen comentarios.


Fuente: http://www.todorelatos.com/relato/10940/

5 comentarios - De esposa ejemplar a puta de lujo - 20ma. parte

Enriwhat
vaya c acaba la puta novela...............................
clazoa
que vaina , yo por eso digo no es por necesiadd es sos puta de nacimiento. con todo respeto
ronal69
mierda que es largo!!!
alc86b
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