Esto pasó un sábado a la tarde, en primavera, calorcito, estaba haciendo la tarea en mi casa cuando me llega un mensaje. Veo el celu y era Matu (está en relatos anteriores, pero básicamente era un pibe mayor - yo iba a la secundaria, él tenía veintipocos - con el que jugaba al fútbol, que le terminé entregando la cola y me fue adiestrando en tema sexo, teníamos mucha piel).
Matu: ¿Cómo está mi putita hermosa? - al instante sentí como mi sangre hervía y se volvía un torbellino.
Yo: Jaja bien, ¿vos? - tras unos minutos me contestó.
Matu: bien, con ganas de tu cola - me responde y me manda una foto de su bulto en un pantalón corto. Me mordí el labio mientras miraba la foto.
Sabía que tenía un asado y en teoría no nos íbamos a poder ver, no estaba planeado.
- Yo: ¿No tenías un asado?
- Matu: Si, es acá en la terraza, la gente ya se va. Veni que te quiero dar pija.
No lo pensé dos veces. Todavía era temprano, podía ir y volver a la noche a casa.
- Yo: Bueno, me cambio y voy.
- Matu: Venite linda.
Ya sabía qué quería decir con eso. Quería que vaya con el pantalón corto clarito y una musculosa holgada,. No podía salir de mi casa así, mis viejos iban a sospechar algo: me puse un joggin por encima del pantalón corto y otra remera. Yendo para lo de Matu pasé por un McDonalds, fui al baño y me cambié. Guardé todo en la mochila y caminé las cuadras restantes vestido como a Matu le gustaba. Empecé a caminar y de repente me encontré en su casa, sin darme cuenta había caminado rapidisimo. Estaba con el corazón un poco exaltado, entre la calentura y los nervios. Le aviso que estoy abajo y viene. Me abre la puerta en cueros y con esos pantalones cortos de la foto que le marcaban muy bien el bulto. Lo miré de arriba a abajo, mirando a ese hombre bien macho que me gustaba, algo musculoso, moreno, tatuado, con barba y piercings, y él me miró a mi, piel blanca, delgado, joven, atlético y con una cola grande y redonda. Me hizo lugar para que pase y ni bien cerró la puerta me atacó con besos. Me puso contra la pared y me besó acariciandome la cara, y lentamente fue bajando a la cintura y de ahí a mi cola. Me calentaban mucho sus besos, él ya estaba encendido, por eso me escribió; podía sentir su calentura, sus ganas de mí, eso me calentaba el doble. Sentirme deseado siempre fue lo que me hacía sumiso, porque me daba ganas de satisfacer al otro, a recompensar su deseo por mi. En sus besos también sentía algo más, tenía un sabor extra. Me separé de él para preguntarle.
- Yo: ¿Estuviste fumando o escabiando?
- Matu: Las dos.
Nos reímos un poco y volvió a atacarme a los besos. Sus manos ásperas contra mi piel suave, su lengua fuerte en mi boca contra mi lengua débil, sentía que me estaba acorralando contra la pared como si estuviera listo para cogerme ahí nomás. Escuché risas a lo lejos, viniendo de arriba.
- Yo: ¿Todavía están tus amigos?
- Matu: Si, quedan 3, en un rato se van igual. - siguió besándome y lo tuve que interrumpir.
- Yo: Entonces no podemos estar acá así.
- Matu: Qué no - me dijo con una sonrisa de canchero hermosa y me empezó a bajar el pantalón y el boxer.
- Yo: Jaja ¡Pará! ¿Estás loco?
Matu hizo como que no me escuchó y siguió bajándome la ropa. Quise sujetarme el pantalón pero me sacó la mano. En un segundo quedé desnudo de la cintura para abajo, al lado de la puerta de entrada, mientras se escuchaba conversación y risas desde la terraza.
- Yo: ¡Matías, pará! ¡Estás loco?!
- Matu: ¿Y esto? - dijo agarrando brevemente mi pija, que a pesar de ser cortita estaba dura. - Callate, putita. Si te gusta.
Matu me volvió a besar, yo no podía decir nada, no podía negarme. Me descubrió con la pija dura, se dio cuenta que me calentaba, y siguió haciendo lo que quería, tratándome a la fuerza. Me sacudió y me hizo quedar de cara a la pared, de espaldas a él. Me agarró de la cintura para que saque cola y me empezó a apoyar. Podía sentir su pija gorda y grande a través de su ropa, me la pasaba de lado a lado, de nalga a nalga.
- Matu: Que linda colita me voy a comer...
Yo no podía decir nada, estaba con la cara apoyada en la pared, mordiéndome el labio, sintiendo ese pedazo de carne dura contra mi cuerpo. Me dio una nalgada que retumbó en el pasillo de entrada. No sabía si ya me iba a coger ahí, no podía pensar. Estaba demasiado caliente, podía hacerme lo que quisiera, yo estaba regalado. Siento que saca su pija por sobre el short y me empieza a pegar con su chota en las nalgas.
- Matu: ¿Te gusta mi pija, putita?
- Yo, susurrando: Sii, me encanta.
- Matu: ¿Me querés chupar la pija?
- Yo: Si, quiero.
Se alejó un poco para que pueda girar, y ahí nomás me puse en cuclillas, quedando con la pija de Matu en la cara. Lo agarré de la cintura y lo acerqué a mi, lenguetee la cabeza dos, tres veces, y me la mandé a la boca. Empecé a cabecear, a envolver su pija con mis labios e ir y venir por su pija. Matu tenía una mano apoyada en mi cabeza y con la otra se apoyaba en la pared; tenía los ojos cerrados y suspiraba. Siempre prefiero arrancar los petes de a poco, pero él estaba tan caliente y supe que quería que le chupara la pija de una. Tenía la boca llena de poronga gorda y morena, con la cola al aire, mi pitito duro y a mi hombre disfrutando. Me sentía perfecto en mi rol de putita, mamando semejante pija, me sentía un privilegiado satisfaciendo a este macho, y lo quería hacer de la mejor manera, haciendo todo lo que quisiera. De repente se escucha un grito de arriba.
- Alguien: Che, Matias, ¿estás por ahí?
Yo me quedé quieto, con la cabeza de su pija en mi boca, y lo miré. No me la saqué de la boca porque él no me dijo que lo haga. Él me miró, y con su mano haciendo fuerza en mi cabeza me ordenó que siga. Y yo seguí chupándole la pija.
- Matu, gritando: ¿Qué?
- Alguien: ¿Subís unas birras?
- Matu: Dale.
Seguí peteandolo un poco más y me separó la cabeza de su pija.
- Matu: Que buena putita que sos, linda.
Yo sonreí con la boca y la pera llenas de baba. Le guardé la pija y él me ayudó a levantarme.
- Yo: ¿Me puedo vestir ahora? - le dije sonriendo.
- Matu: ¿Querés subir desnuda con los chicos? - me dijo quedando cara a cara.
- Yo: Jaja vos estás loco.
Me vestí y terminamos de entrar a la casa. Me llevó a su pieza y estuvo un minuto buscando algo. Cuando lo encontró me miró sonriendo. Era una tanga roja, chiquitita y finita.
- Matu: Tomá, ponetelá.
- Yo: Jaja no, eso es muy rojo y mi pantalón es blanco, casi que se trasluce, se va a notar.
- Matu: Si, ya sé. Quiero que mis amigos vean el caramelo que me estoy comiendo.
- Yo: Jaja ¿en serio querés eso? Me da verguenza...
Matu se me acercó y me acarició la cara. Se acercó lentamente, mirándome a los ojos, y me besó lento. Pasé mis brazos por su cuello, casi quedando colgado, con los ojos cerrados, disfrutando. Llevó sus manos a mi cintura y otra vez me empezó a desnudar, mientras nos seguíamos besando. Otra vez, totalmente seducido por mi macho, me estaba dejando convencer. Él sabía que me podía. Yo moví mi cintura, dejando que la ropa se deslice hacia abajo, consintiendo. Matu se separó de mi y se sentó en la cama; me hizo sacarme el pantalón y el boxer, ayudándome a sacar las piernas, e hizo lo mismo para ponerme la tanga. Me la subió bien alto, sentí como el hilo fino me rozaba el ano. Mi pija dura quedaba enganchada en el elástico. Matu me ayudó también a ponerme el pantalón corto, y me lo subió bien alto, a la altura del ombligo. Ya había hecho esto antes, con el pantalón así se me veía media cola. Y la tela dejaba traslucir que tenía ropa interior femenina. Cualquiera que me viera a su lado iba a entender todo: yo era la putita que se comía, yo era el que se dejaba hacer el orto por este macho.
- Yo: ¿Estás seguro? ¿No es mucho?
- Matu: No, está bien. Te queda muy bien. - decía agarrándome el orto. - Estás muy linda.
Me volvió a besar suave. Sentía que el corazón me latía muy rápido, estaba muy excitado y nervioso. Matu fue a agarrar unas birras y subimos a la terraza. Primero apareció él y después yo. Sentí que la cara me hervía, intenté no ponerme colorado. En la terraza estaban Juani, el que era roomate de Matu, que ya me conocía (que ya me había visto el orto abierto y la cara llena de leche por casualidad jaja), otro que se llamaba Esteban (debía tener 35/40 años, panzón, medio pelado pero con brazos trabajados, alto y grandote), un pibe mas joven que se llamaba Julián (debía de tener 25, flaquito, pelo corto, fachero) y Walter. Éste último fue una sorpresa total: lo conocía, había jugado al fútbol varias veces con él (jugaba para el equipo de Matu), era parte del "mundo real" que no tenía idea de este lado mío. Era medio rolinga, cuerpo atlético pero con algo de panza y alto. Me congelé un poco cuando lo vi, pero seguí atrás de Martín. Estaban sentados en una mesa dos de cada lado: fui uno por uno a saludarlos con un beso en la mejilla y tenía que inclinarme un poco para saludarlos. Sabía que al hacerlo dejaba media cola a la vista, pero no tenía otra opción, así me había puesto Matu. Me dejaron sentarme al lado de Matu y me pasaron un fernet que estaban tomando. Empecé a tomar para hacer algo, ocupar mis manos, no sentirme tan incómodo. Estaba muy nervioso y también caliente: era claro para todos ni bien nos vieron entrar, si es que no lo sabían de antes, que era un putito que Matias se estaba cogiendo. Y encima estaba siendo exhibido. Llamaba mucho la atención vestido así, con media cola al aire que seguro me habían visto, rodeado de hombres vestidos como hombres.
Yo intentaba pasar medio desapercibido, ellos hablaban, yo me mantenía medio callado. Estaban todos algo borrachos y hablaban fuerte, se reían, yo me reía con ellos sin entender mucho. Julián prendió un porro y lo empezó a girar; yo no quería quedarme atrás y di una pitada rápida (ya había probado porro pero no fumaba seguido) y un rato después terminé de tomar el fernet. Al toque siento que Martin apoya su mano en mi muslo y me acaricia.
- Matu: ¿Armás un fernet? En la heladerita hay hielo y coca.
- Yo: Si.
Estaba nervioso y algo loco ya, quedó como que él me dio una orden y yo la cumplí enseguida. Vi que Matu giró la cabeza buscando la mirada cómplice de alguien pero no quise mirar a quien, solo me levanté y fui hacia la heladerita que estaba en el piso al lado de otra mesa. Me acerco y la abro, y escucho que la charla que había bajó drásticamente el volumen. Había encontrado el fernet y el hielo pero no la coca. En eso escucho que alguien dice "uff ah bueno..." y ahí me di cuenta que, para abrir la heladerita, no había doblado las rodillas, sino que me había agachado solo con la cintura. O sea, estaba dejando mi orto bien expuesto en dirección a la mesa, y me estaban mirando. Y encima, a alguien le había gustado mucho... Encontré la coca pero me quedé así unos segundos más. Si Matu quería exhibirme, y a ellos les gustaba, bueno, lo iba a hacer. Sabía que estaban callados mirando mi cola entangada, casi al aire, y me puse a hacer el fernet de pie, doblando un poco la cintura, sacando cola. Estar fumado me desinhibía.
Llevé el fernet a la mesa y se lo di a Matu, y la charla que tenían siguió. Un rato después le dije a Matu que bajaba un toque a ver el celu, que lo había dejado en la mochila. Me dijo que cuando volviera subiera unas birras. Bajé y fui a la pieza, empecé a contestar unos mensajes y sentí que alguien bajó y fue al baño. Aproveché también para mirarme en el espejo de la pieza de Matu: me miré y me sentía muy trola, me sentía muy caliente. Me volví a acomodar el pantalón bien arriba, para que se me viera lo máximo posible y fui a la cocina a buscar las cervezas. Siento que la persona sale del baño, y por las dudas (por si pasaba por la cocina) volví a agacharme sin doblar las rodillas. Si alguien pasaba, me miraba todo el orto, podía ser Matu o cualquiera de los otros, no me importaba. Agarré dos cervezas y cerré la puerta con un movimiento de cintura. Giré hacia la puerta y estaba Walter, el conocido.
- Walter: ¿Todo bien?
- Yo: Si, si. Buscando las cervezas nomás jaja.
- Walter: Me dijo Matias que se estaba comiendo un pebete, no sabía que eras vos.
Me reí fuerte y me puse colorado. Él me sacó una de las cervezas que tenía y la abrió con un encendedor.
- Yo: Si, bueno, que se yo...
- Walter: No, pero está muy bien...
- Yo: Jaja Si, que se yo - repetí - tampoco es algo que quiero que se entere todo el mundo...
- Walter: Ah, con razón no me dio nombre jaja pero está bien, ¿vos la pasas bien, no?
- Yo: Jajaja si, la paso muy bien. - le aclaré y él se rió.
- Walter: Jaja buenisimo, me alegro...
- Yo: ¿Qué más decía él?
- Walter: Jaja y... decía que se estaba comiendo un pibito con una cola hermosa. La verdad pensé que exageraba...
- Yo: Jaja ¿y qué pensas ahora? ¿Exageraba? - me hacía la gata sin pensarlo, me estaba saliendo natural.
- Walter: No, la verdad que no - y nos reímos los dos.
Yo pasé adelante suyo y fuimos camino a la terraza. Sentía que él tenía sus ojos puestos en mi cola durante todo el trayecto, y fui moviendo la cintura de lado a lado, exagerando un poco, mientras subíamos las escaleras. Estaba muy caliente, con ganas de coger ya, si no era con Matu, con cualquiera, me sentía desesperado de verga. Cuando llegué Matu me miró a los ojos y yo le sostuve la mirada. Sentí como que me estaba preguntando si la estaba pasando bien, yo solo le sonreí. El pibe Julián se estaba despidiendo, quedábamos Matu, yo, el roomate, Esteban y Walter, estos 3 ya estaban planificando la vuelta mientras terminaban la birra. Cuando los otros hablaban me acerqué al oído de Matu.
- Yo: Estoy muy caliente. - le confesé.
- Matu: ¿Tenés ganas de pija?
- Yo: Sii...
- Matu: ¿Muchas ganas de pija?
- Yo: Si, tengo muchas ganas de pija. - le susurré.
Alguien le preguntó algo a Matu y volvió a la conversación. Ya todos estaban agarrando sus cosas para irse. Ayudé a Matu a bajar platos y vasos mientras los otros ya se iban. El único que quedaba en la terraza era Esteban, guardando sus últimas cosas. Los demás siguieron por la escalera, Matu y yo los saludamos y entramos, dejamos las cosas en la cocina y nos empezamos a besar. Esta vez estábamos los dos desenfrenados, me sentía desesperado por su cuerpo. Fuimos rápido a la pieza y nos empezamos a desvestir. Le saqué la remera y él a mi; él siguió con mi pantalón corto y me dejó en tanga. Me empezó a morder suavemente el oído, a lamerlo y a susurrarme.
- Matu: ¿Te gustó mostrar la cola? - yo no podía contestar, solo disfrutaba - A mis amigos les gustó tu colal...
- Yo: Ah mmm... ¿si?
- Matu: Si. Cuando te agachaste todos te miraron el orto. - me decía masajeandome fuerte las nalgas.
- Yo: ¿En serio?
- Matu: Si, en serio. Cuando bajaste todos me hablaron, me preguntaron por el pendejo que me estoy comiendo.
- Yo: No, jaja mentira...
- Matu: De verdad. Les conté que eras muy putita y que te gustaba mucho la verga...
- Yo: Ay, Matias... - quería negar lo que decía pero no podía, sus caricias me calentaban mucho.
- Matu: ¿Qué? ¿Miento?
Matu me sonrió y se terminó de desnudar. Se sentó en la cama y me miró con cara de canchero. No tenía que decirme nada. Tenía la poronga dura y erguida, hermosa, gorda e irresistible. Me arrodillé y empecé besándole el pecho y los abdominales, podía sentir su pija ancha y larga rozándome el mentón y las mejillas. Pasé a besarle la parte interior de los muslos. Tenía olor a transpiración pero no me molestaba, era olor a hombre, olor a macho. Empecé a lamerle las bolas, pasando de una a otra, hasta pasar la lengua todo a lo largo de su tronco hasta la cabeza. Dejé caer saliva y a esparcirla con mi mano por su chota. Y ahí me la mandé a la boca. Estaba tan desesperado de pija que subía y bajaba rápido, atragantandome, tosía sobre su pija y la llenaba de baba.
A todo esto, todavía se escuchaban las voces de sus amigos hablando lejos, cerca de la puerta de la casa. Se ve que estaban esperando a Esteban, el panzón. Yo lo miré a Matu y me hizo señas de que siga, yo obedecí. Se escucha que Esteban, que tenía una voz grave, bastante seductora, estaba buscando algo, los otros pibes lo bardeaban, le decían que se apure. Yo seguía peteando, y en eso se escucha que toca la puerta. Yo frené y miré a Matu.
- Matu: Vos seguí... - levantando la voz - ¿Qué pasa?
- Esteban: Che, dejé mi mochila en tu pieza. ¿Se puede pasar?
- Matu: Si, dale, pasá.
Yo de nuevo lo miré, sin sacarme del todo su pija de la boca. Entendí el juego, ya no me importaba nada. Esteban abrió la puerta. Yo estaba de espaldas a la puerta, por lo que ni bien abrió lo primero que vio fue a Matu desnudo, mi cabeza en su entrepierna, y mi cola entangada.
- Esteban: Eh jaja me hubieras avisado, no quiero molestar.
- Matu: Jaja tranca amigo, no pasa nada. - hablándome a mi - ¿o no que no pasa nada?
Yo moví mi cabeza de lado a lado, sin poder hablar porque tenía la boca ocupada. No lo miré a Esteban. Sabía que estaba observandome, podía sentir sus ojos en mi cuerpo. Escuché que cerró la puerta y caminó hacia un rincón de la pieza, calculo que a agarrar su mochila, pero no se volvió a mover. Yo seguía chupando y chupando, atragantándome, forzándome a mandarmela toda a la boca, por más de que no me entrara.
- Matu: ¿Viste que buen orto tiene?
- Esteban: Se, tremendo...
- Matu: Tocá si querés, fijate...
Hubo un silencio en la pieza. Mi corazón latía a mil, estaba cegado por la calentura. Esteban era el menos atractivo de sus amigos, pero no me importaba nada. Vuelvo a escuchar unos pasos, acercándose a mi, y enseguida, con suavidad, una mano áspera empezó a acariciarme la cola. Tuve que sacarme la pija de la boca para suspirar. Apoyé mi cabeza en el muslo de Matu mientras lo pajeaba y levanté la cola para que Esteban me tocara mejor.
- Matu: Viste como le gusta... - Esteban no respondió - Te podés quedar un rato más si querés, gordo.
- Esteban: Bueno, un rato nomás porque ya me tengo que ir...
Escucho que sale y baja a hablar con el resto. Matu me acaricia el pelo mientras lo pajeo lentamente.
- Matu: ¿Estás bien, linda? ¿La estas pasando bien?
- Yo: Si...
Matu baja su mano y me toca el pito, bien duro, pegado a mi cuerpo por el elástico de la tanga, y sonríe, yo tiemblo, con la sangre hirviendo.
- Matu: Que putita hermosa...
- Yo: Mati, necesito que... - le empecé a decir mientras pasaba mi lengua por su glande.
- Matu: ¿Qué, linda? - yo levanté mi cabeza para mirarlo a los ojos.
- Yo: Necesito que me vayas abriendo la cola.
- Matu: Ya, linda, ya.
Se levantó tan rápido que casi me tira. Yo me subí a la cama y él agarró lubricante y forros. Me acomodé en cuatro, esperándolo. Me pegó un chirlo que me hizo gritar (en ese momento pensé en si ya se habían ido los amigos o si me habían escuchado), y para los que siguieron ya pude contenerme un poco, solo largaba gemidos bajitos inevitables. Matu me pasaba su poronga por toda mi rayita, se sentía tan grande que, como siempre, pensaba en cómo me iba a entrar eso, que era demasiado grande, pero siempre me terminaba entrando. Y no podía esperar a sentirla adentro de nuevo. Me corrió la tanga y sentí el chorro de lubricante caer en mi ano y suspiré: lo que tanto deseaba estaba cada vez más cerca.
Justo en ese momento vuelve Esteban. Me ve con el pecho en la cama, la cola levantada, y a su amigo lubricándome la cola. Dice algo que no llegué a escuchar y se acerca, lo miro acercarse mientras gimo suave sintiendo el primer dedo de Matu entrando en mi cola. Cierro los ojos del placer y cuando los abro ya no lo veo entero, está muy cerca y solo puedo ver de su panza para abajo. En el boxer se le marca una pija gorda, no tan larga como la de Matu pero muy cabezona. Sentía su olor cerca mío y era como una droga, me gustaba, me calentaba. Pensé "¿Me voy a dejar coger por este? Recien lo conozco..." pero al instante me di cuenta que sí, de que si pintaba me iba a dejar coger por este gordo desconocido que casi me triplicaba la edad. Estaba tan caliente y me sentía tan puta que estaba dispuesto a todo.
- Matu: Mirá que buen orto... - decía mientras me metía un segundo dedo.
Matu con su otra mano me acariciaba una nalga, y enseguida sentí la mano de Estebanen la otra. Un hombre me estaba colando los dedos y el otro me acariciaba, me sentía la mas trola del mundo. Estebaniba de una nalga y me acariciaba también la cintura y la espalda, yendo y viniendo. Noté que su bulto había crecido, y no pude contenerme: estiré un brazo y le empecé a acariciar la pija por sobre la tela.
- Esteban: Que lindo...
- Matu: Viste lo que es...
Sentía como su pija se endurecía cada vez más. Quería sacarle el calzoncillo pero no llegaba. Matu me metió un tercer dedo y dejé de tocar a Esteban, solo podía concentrarme en como mi cola se iba abriendo. Gemí con los ojos cerrados mientras Matu me dilataba.
- Esteban: ¿Puedo? - escuché que dijo.
- Matu: Si, dale para adelante.
Abrí los ojos y vi que Esteban se había sacado el boxer. Era como me la imaginaba, bien ancha y gorda. No tan larga como la de Matu (ni la de Martín) pero de buen largo, más que la mía seguro. Se masturbaba ahí, adelante mio, mientras Matu me abría la cola. Lo miré a la cara y me calentó mucho verlo desde abajo, me sentía el inferior de dos machos.
Tomó suavemente mi mano y la llevó a su pija. Empecé a pajearlo lento. Me era difícil concentrarme mientras Matu me dedeaba el orto, pero hacía lo que podía.
Viendo que se me complicaba, Esteban se acostó adelante mío. Yo quedé entre sus piernas abiertas y peludas, su verga y sus bolas adelante de mi cara. Era una linda verga negrita y venosa. Le empecé a lamerle el tronco y dejarle baba en la pija. Le agarré la chota y lo pajeaba ahora con más facilidad, resbalando mi mano por su tronco, casi que le respiraba encima de tan cerca que la tenía. Matu me tiró más lubricante en la cola, ya metiendo tres dedos con facilidad, y sabía lo que se venía. Escuché que abrió el envoltorio del preservativo y en segundos ya lo tenía puerteándome la cola. Me metí las bolas de Esteban en la boca para no gritar, su pija se apoyaba en toda mi cara. La poronga de Matu me hizo gemir igual. No tardó mucho en entrarme por lo menos un tercio de su pija.
- Esteban: Uf amigo, como le entra.
- Matu: Si, le va a entrar hasta las bolas, ¿o no?
- Yo: Aayy si, la quiero toda. - dije con esfuerzo.
Esteban se rió como sorprendido y me acarició el pelo. Me incorporé un poco con mis codos y Matu empezó a moverse lentamente. Con los ojos entrecerrados lo miraba a Esteban, que estaba pajeandose. Con su otra mano me agarró la cara y me fue llevando a su pija. Yo me dejé llevar, y cuando vi su cabeza abrí la boca y me tragué buena parte de su pija. Por primera vez en la vida tenía una pija en la cola y otra en la boca. Me sentía en la mas puta de mis fantasías. Sentía a mi ano expandirse a la vez a la vez que mi garganta chocaba contra la pija de Esteban. Mis dos hombres gemían y suspiraban mientras usaban mi cuerpo. Yo apenas podía emitir gemidos con la boca ocupada.
Matu me cogía despacio y sentía que me llenaba más y más. Conociendo su cuerpo, ya estaba seguro de que me la estaba por meter toda. Ya me costaba chupársela a Esteban, pero lo daba todo para complacer a mis hombres. Esteban suspiraba cada vez más, su pija ya tenía un sabor viscoso. También sentía gemir a Matu, que ya venía con calentura hace rato. Yo sentía mucho placer, mucho morbo. El olor a hombre de la pieza era terrible. Empecé a gemir mientras Matu me arrancaba a dar un poco más fuerte.
- Matu: ¿Te gusta, putita? ¿Qué te haga el orto?
- Yo: Ay, ay... si, me gusta.
- Matu: ¿Te gusta tener 2 pijas para vos solita?
- Yo: Sii, me gustaaa
- Matu: Chupasela a mi amigo, dale. Hasta el fondo.
Bajó la velocidad un poco y empecé a chuparle la pija a Esteban. Me la intenté meter lo más que pude en la boca y para mi sorpresa me entró toda. Matu a la vez también me metió y dejó adentro toda su poronga. Sentí los huevos de Matu contra mis nalgas y los huevos de Esteban en mi pera. Tenía dos pijas bien clavadas hasta el fondo, enteras. Mi boca y mi cola penetradas a la vez. Matu la sacó para volver a clavármela y me saqué la pija de la boca para respirar. Empezó a cogerme rápido. Se escuchaba el plaf plaf de su cuerpo contra el mío. Empecé a gemir sin parar. Esteban agarró su pija y la acercó a mi boca, pero no duraba mucho chupandosela por la cogida que me estaba pegando su amigo. Cuando Matu volvió a bajar el ritmo ahí si agarré y me puse a mamar la pija que tenía adelante mío. Me la tragaba entera, le movía la lengua por el tronco y por la cabeza.
- Esteban: Que bien la chupa, boludo.
- Matu: ¿Viste lo que es? Que linda enfiestada.
- Esteban: Terrible.
Mientras uno me cogía y el otro se la chupaba, empezó a sonar un celular. Esteban dijo que debía ser el suyo, que seguro lo llamaba la mujer. No sé por qué, pero el saber que se la estaba chupando a un marido ajeno me calentó más. Tenía una mujer en la casa y se la estaba chupando yo, un adolescente putito. Eso me envalentonó y empecé a hacerle la paja mientras se la chupaba.
- Esteban: ¿Donde querés la leche? - creo que por primera vez me habló a mi.
- Yo: Donde quieras.
Se la seguí chupando y pajeando. Matu al escucharme empezó a darme más fuerte. Apenas podía coordinar movimientos sintiendo su poronga gorda entrando y saliendo de mi culo. Tuve que parar de chupar pija para poder gemir tranquilo, pero le seguía haciendo la paja a Esteban. Cuando quise volver a chuparle la pija, un montón de leche empezó a golpearme la cara. Mi frente, mi nariz, mis labios, también parte adentro de mi boca porque estaba gimiendo a pleno. Varios chorros me vinieron de frente hasta que envolví mis labios en su chota y me tragué los últimos chorritos que tenía.
Esteban se quedó unos segundos descansando mientras Matu me seguía garchando la cola, ahora con furia. Yo no paraba de gemir, y parte de la leche de su amigo se deslizaba a mi boca; me pasaba la lengua por los labios y podía sentir el semen caliente. Matu me clavó hasta el fondo y grité mientras aprovechaba la pausa para relamer la leche de su amigo. Esteban aprovechó y se levantó, se empezó a vestir y salió de la pieza. Cuando estuvimos solos, Matu me habló.
- Matu: ¿Y? ¿Te gustó tener otra pija para vos?
- Yo: Sii, me llenó la cara de leche.
- Matu: Ay, putita, yo también estoy pro acabar.
- Yo: La quiero en la cola.
- Matu: Si, bebé, te voy a llenar las nalgas de leche.
Matu empezó a cogerme como poseído. Yo gemía agudo y fuerte, siguiendo el ritmo de sus estocadas. Sentía ese termo de carne entrándome hasta las pelotas, no lo podía creer, era mucho placer. Solo sentía olor a semen, que ya se estaba endureciendo en mi cara; tenía los ojos entrecerrados también por la misma razón, para que la leche que tenía en la frente no baje a mis ojos. Y atrás tenía a esta bestia que me estaba culeando como si no hubiera mañana. Podía sentir el vacío que me generaba cuando sacaba su pija casi casi entera, y cómo me llenaba cuando me la mandaba de nuevo hasta el fondo, llegándome hasta las entrañas. Sentir su pelvis cada vez que la tenía toda adentro, me volvía loca. Amaba esa poronga gorda y grande, amaba que me cogiera así, primero suave, y cuando ya estaba bien abierto, me cogía bruto, salvaje. Me sentía totalmente dominado, puesto en mi lugar por un macho pijudo de verdad. Cada vez que me cogía me sentía la persona más feliz del mundo.
Matu empezó a suspirar cada vez mas fuerte, su pija parecía haberse vuelto todavía más ancha. Un par de embestidas violentas más y temblando sacó su pija de mi cola, se sacó el forro y empecé a sentir su leche caer en mi cuerpo como una lluvia. Muchos chorros, por todo mi cuerpo. La mayoría fueron a mi cola, mi ano y mis nalgas quedaron inundadas de su leche, parte en mi cintura, la espalda y hasta en mis homóplatos. Matu sacudió su pija sobre mi cola, dejándome los últimos rastros de su semen, y se acostó al lado mío. Yo sentía descender ríos de leche por mis muslos y mis nalgas. No quise mancharle la sábana así que traté de evitar de que cayera mucho semen, con mis manos lo esparcí sobre mi cola. Me toqué el ano y lo sentía dilatado, y lleno de waska. No sé por qué pero me lo empecé a meter adentro.
- Matu: ¿qué hacés?
- Yo: Me meto tu leche en la cola.
- Matu: ¿En serio?
Matu se sorprendió y se inclinó para ver que era verdad.
- Matu: Qué lindo pendejo putito que sos.
Yo sonreí agradeciendo. Se escuchó que Esteban llamó a Matias desde otro lado de la casa. Matu salió, yo me quedé en la cama pero me dieron ganas de ir al baño y salí. Esteban ya estaba todo vestido, Matu estaba de cortos. Yo salí vestido solo con la tanga, que encima la tenía todavía corrida para un costado. Matu y Esteban se estaban despidiendo, al verme los dos pararon de hablar y me miraron.
- Yo: Como me dejaron, eh.
- Matu: Jaja ¿como te dejamos, a ver?
- Yo: Jaja ¡lleno de leche! Acá - señalandome la cara - y acá - me di vuelta mostrándole a Esteban mis nalgas brillantes por el semen.
- Matu: Jaja pero te gustó, ¿o no?
- Yo: Jaja si, estuvo bueno.
Hablaron entre ellos un par de palabras más mientras yo los miraba parado y entangado, apoyandome de costado contra una pared. Esteban saludó a Matu, se quiso acercar pero le dije que mejor nos saludáramos a distancia jaja. Matu bajó a abrirle la puerta y yo pasé a darme un baño. Al salir él me estaba esperando en el living. Me puse unos cortos y nos quedamos viendo algo en la tele. Después de un rato me empezó a preguntar si la pasé bien.
- Yo: Si, estuvo bueno, y eso que Esteban no era lindo jaja.
- Matu: Jaja ¿ah no? No parecía, eh, por como se la chupaste.
- Yo: Jaja y bueno, es que me calentás mucho.
- Matu: ¿Alguno te pareció lindo? - yo dudé en qué responderle pero al fin fui sincero.
- Yo: Jaja mmm... Walter es lindo.
- Matu: Ah, mirá. ¿Te gustaría que te coja Walter?
- Yo: Jaja puede ser...
- Matu: Ah pero qué putita que sos.
Matu me empezó a besar descontrolado. Le palpé la pija por encima de su pantalón y ya la tenía dura, se notaba que la charla le gustó. Él me desnudó enseguida, como hacía siempre, y yo hice lo mismo con él. Me estaba por arrodillar para chupársela pero me llevó a la pieza. Me pidió que hagamos un 69 y le obedecí. Sentí su lengua en la cola y empecé a gemir; tuve que empezar a petearlo para callarme. Me sentía tan abierto que su lengua me llegaba bien adentro, era increíble.
- Yo: Ay, Matu, me encanta...
No me respondió, sino que siguió chupándome la cola. Lo tuve que frenar porque tenía muchas ganas que me cogiera de nuevo.
- Yo: Te quiero montar.
- Matu: Si bebé, dale.
Salí de encima, él se puso el forro y yo traje el lubricante. Lo tiré en su pija, me puse en la cola, apunté su cabeza a mi ano y me fui deslizando. Dios, qué placer. Qué placer que da una buena poronga. Fui bajando lentamente, parecía no tener fin esa pija gigante. Cada tanto largaba un suspiro, pero me mantenía mordiéndome el labio hasta que me volvía a sorprender el grosor y largo de esa pija. No podía creerlo, sentía que ya la tenía en la panza masomenos.
- Yo: Ay, Matu, ay, que pija que tenés.
- Matu: ¿Te gusta, linda?
- Yo: Ay, si, si...
De repente sentí que había llegado hasta el fondo. Estaba completamente sentado sobre él, con la inmensidad de su pija toda adentro.
- Yo: Ay, dios, no puede ser...
- Matu: ¿Qué no puede ser?
- Yo: Que me hagas tan puta...
Empecé a levantarme un poco y a dejarme caer. Tenía los ojos en blanco. Empecé a subir más y a bajar mas rápido. Me entraba muy fácil ya esa poronga.
- Yo: La siento toda...
- Matu: ¿Te gusta ser tan puta?
- Yo: Si, si, me encanta.
- Matu: ¿Te gusta que te haga más puta?
- Yo: Si, soy muy puta.
Matu empezó a moverse desde abajo y logramos un ritmo rápido entre los dos. No podía creer el hombre que había conseguido. Me entendía, me pervertía, me cogía de formas que no sabía que me gustaban hasta él, hasta sentirlo a él. Sus besos, sus caricias, su lengua, su olor, su pija, sus bolas, y la forma en que me trataba, dominante, fuerte, seguro, siempre asegurándose de que yo la pase bien siendo así, liberándome, sintiéndome bien trola. Empecé a sentir un cosquilleo en mi pija flácida. Sentía que estaba cerca de acabar si me tocaba.
- Yo: Ay, Matu, estoy cerca.
- Matu: ¿En serio?
- Yo: Si.
- Matu: Yo también.
Dejé de moverme y él seguía. Estaba un poco inclinado sobre él, sintiendo co mome cogía, mientras con una mano me tocaba la pija.
- Yo: Ay, Matias, que pijón que tenes
- Matu: Y vos sos un pito chico.
- Yo: Si...
- Matu: ¿Te gusta servir a tu macho?
- Yo: Sii...
- Matu: Sos mi puta, ¿sabés?
- Yo: Sii, sii...
- Matu: Te voy a coger cuando quiera.
- Yo: Si, soy tuya, usame, cogeme...
- Matu: Te voy a llenar de pija.
- Yo: Sii, siii! Llename, llename...
Llegué al final del diálogo con los ojos en blanco y sin entender nada, solo declarando mi sumisión. Sentí los movimientos violentos de la poronga de Matu entrando en mi cola redonda adolescente y empecé a acabar como una loca. Gemía bien alto mientras chorros de semen salían de mi pito arrugado, sintiendo mi cola vibrar sobre todo el falo gigante que me penetraba. Cuando terminó mi orgasmo me acosté sobre Matu, manchándonos ambos de mi semen.
- Matu: Uff, como acabaste, putita.
- Yo: Uff, si, mal.
Salí de encima suyo. Sentía mi cola mas abierta que nunca. Me acosté a su lado y él, todavía caliente a full, se puso encima mío: sus rodillas apoyadas en el colchón, al lado de mi cabeza, y su poronga gigante, ya sin el forro, cubriendo toda mi cara.
- Yo: Fa, ¿todo esto me entra en la cola?
- Matu: Jaja sabés que si. ¿Vemos cuanto entra en tu boca?
Yo me reí y asentí. Matu empezó a cogerme la boca, pero no había forma, no podía entera. Mi cola se la aguantaba más que mi garganta jaja. Me cogió la boca un rato, sacándome toses y lágrimas, pero yo no me podía quejar, ya le dije que era su puta y que me podía usar como quisiera. Y en parte estaba orgulloso de que me tratara así. Sentía que no cualquiera podía ser la puta de semejante macho, y era un honor poder satisfacerlo, además me daba un placer desconocido.
- Yo: Dame la leche en la boca.
- Matu: ¿En la boquita la querés? Dale, ahí va.
Empezó a pajearse rápido y en unos segundos apuntó su pija a mi boca y me la metió con todo. Sentía su leche llenarme la garganta, Matu bufaba como un toro. Me empecé a ahogar pero me concentré en tragar y después de unos segundos empezó a relajarse y aflojó la presión. Pude ver lo que me sobraba de su pija, lo que no me había podido meter, y era bastante poco. Cuando finalmente salió de mi boca, se acostó a mi lado y yo empecé a toser.
- Yo: Ay, cuanta leche.
- Matu: Jaja ¿si?
- Yo: Jaja no tanta como antes pero bastante.
Me acosté sobre su pecho un rato, ya era de noche y tenía que volver a casa. Me vestí con la ropa "seria" que tenía en la mochila y le pedí que me abriera. Nos despedimos con un beso, me dijo que era la mejor putita que había conocido. Yo sonreí feliz por el halago y me volví a casa caminando raro por la tremenda pija que me había estado garchando, y tosiendo cada tanto por toda la leche que tragué.
Matu: ¿Cómo está mi putita hermosa? - al instante sentí como mi sangre hervía y se volvía un torbellino.
Yo: Jaja bien, ¿vos? - tras unos minutos me contestó.
Matu: bien, con ganas de tu cola - me responde y me manda una foto de su bulto en un pantalón corto. Me mordí el labio mientras miraba la foto.
Sabía que tenía un asado y en teoría no nos íbamos a poder ver, no estaba planeado.
- Yo: ¿No tenías un asado?
- Matu: Si, es acá en la terraza, la gente ya se va. Veni que te quiero dar pija.
No lo pensé dos veces. Todavía era temprano, podía ir y volver a la noche a casa.
- Yo: Bueno, me cambio y voy.
- Matu: Venite linda.
Ya sabía qué quería decir con eso. Quería que vaya con el pantalón corto clarito y una musculosa holgada,. No podía salir de mi casa así, mis viejos iban a sospechar algo: me puse un joggin por encima del pantalón corto y otra remera. Yendo para lo de Matu pasé por un McDonalds, fui al baño y me cambié. Guardé todo en la mochila y caminé las cuadras restantes vestido como a Matu le gustaba. Empecé a caminar y de repente me encontré en su casa, sin darme cuenta había caminado rapidisimo. Estaba con el corazón un poco exaltado, entre la calentura y los nervios. Le aviso que estoy abajo y viene. Me abre la puerta en cueros y con esos pantalones cortos de la foto que le marcaban muy bien el bulto. Lo miré de arriba a abajo, mirando a ese hombre bien macho que me gustaba, algo musculoso, moreno, tatuado, con barba y piercings, y él me miró a mi, piel blanca, delgado, joven, atlético y con una cola grande y redonda. Me hizo lugar para que pase y ni bien cerró la puerta me atacó con besos. Me puso contra la pared y me besó acariciandome la cara, y lentamente fue bajando a la cintura y de ahí a mi cola. Me calentaban mucho sus besos, él ya estaba encendido, por eso me escribió; podía sentir su calentura, sus ganas de mí, eso me calentaba el doble. Sentirme deseado siempre fue lo que me hacía sumiso, porque me daba ganas de satisfacer al otro, a recompensar su deseo por mi. En sus besos también sentía algo más, tenía un sabor extra. Me separé de él para preguntarle.
- Yo: ¿Estuviste fumando o escabiando?
- Matu: Las dos.
Nos reímos un poco y volvió a atacarme a los besos. Sus manos ásperas contra mi piel suave, su lengua fuerte en mi boca contra mi lengua débil, sentía que me estaba acorralando contra la pared como si estuviera listo para cogerme ahí nomás. Escuché risas a lo lejos, viniendo de arriba.
- Yo: ¿Todavía están tus amigos?
- Matu: Si, quedan 3, en un rato se van igual. - siguió besándome y lo tuve que interrumpir.
- Yo: Entonces no podemos estar acá así.
- Matu: Qué no - me dijo con una sonrisa de canchero hermosa y me empezó a bajar el pantalón y el boxer.
- Yo: Jaja ¡Pará! ¿Estás loco?
Matu hizo como que no me escuchó y siguió bajándome la ropa. Quise sujetarme el pantalón pero me sacó la mano. En un segundo quedé desnudo de la cintura para abajo, al lado de la puerta de entrada, mientras se escuchaba conversación y risas desde la terraza.
- Yo: ¡Matías, pará! ¡Estás loco?!
- Matu: ¿Y esto? - dijo agarrando brevemente mi pija, que a pesar de ser cortita estaba dura. - Callate, putita. Si te gusta.
Matu me volvió a besar, yo no podía decir nada, no podía negarme. Me descubrió con la pija dura, se dio cuenta que me calentaba, y siguió haciendo lo que quería, tratándome a la fuerza. Me sacudió y me hizo quedar de cara a la pared, de espaldas a él. Me agarró de la cintura para que saque cola y me empezó a apoyar. Podía sentir su pija gorda y grande a través de su ropa, me la pasaba de lado a lado, de nalga a nalga.
- Matu: Que linda colita me voy a comer...
Yo no podía decir nada, estaba con la cara apoyada en la pared, mordiéndome el labio, sintiendo ese pedazo de carne dura contra mi cuerpo. Me dio una nalgada que retumbó en el pasillo de entrada. No sabía si ya me iba a coger ahí, no podía pensar. Estaba demasiado caliente, podía hacerme lo que quisiera, yo estaba regalado. Siento que saca su pija por sobre el short y me empieza a pegar con su chota en las nalgas.
- Matu: ¿Te gusta mi pija, putita?
- Yo, susurrando: Sii, me encanta.
- Matu: ¿Me querés chupar la pija?
- Yo: Si, quiero.
Se alejó un poco para que pueda girar, y ahí nomás me puse en cuclillas, quedando con la pija de Matu en la cara. Lo agarré de la cintura y lo acerqué a mi, lenguetee la cabeza dos, tres veces, y me la mandé a la boca. Empecé a cabecear, a envolver su pija con mis labios e ir y venir por su pija. Matu tenía una mano apoyada en mi cabeza y con la otra se apoyaba en la pared; tenía los ojos cerrados y suspiraba. Siempre prefiero arrancar los petes de a poco, pero él estaba tan caliente y supe que quería que le chupara la pija de una. Tenía la boca llena de poronga gorda y morena, con la cola al aire, mi pitito duro y a mi hombre disfrutando. Me sentía perfecto en mi rol de putita, mamando semejante pija, me sentía un privilegiado satisfaciendo a este macho, y lo quería hacer de la mejor manera, haciendo todo lo que quisiera. De repente se escucha un grito de arriba.
- Alguien: Che, Matias, ¿estás por ahí?
Yo me quedé quieto, con la cabeza de su pija en mi boca, y lo miré. No me la saqué de la boca porque él no me dijo que lo haga. Él me miró, y con su mano haciendo fuerza en mi cabeza me ordenó que siga. Y yo seguí chupándole la pija.
- Matu, gritando: ¿Qué?
- Alguien: ¿Subís unas birras?
- Matu: Dale.
Seguí peteandolo un poco más y me separó la cabeza de su pija.
- Matu: Que buena putita que sos, linda.
Yo sonreí con la boca y la pera llenas de baba. Le guardé la pija y él me ayudó a levantarme.
- Yo: ¿Me puedo vestir ahora? - le dije sonriendo.
- Matu: ¿Querés subir desnuda con los chicos? - me dijo quedando cara a cara.
- Yo: Jaja vos estás loco.
Me vestí y terminamos de entrar a la casa. Me llevó a su pieza y estuvo un minuto buscando algo. Cuando lo encontró me miró sonriendo. Era una tanga roja, chiquitita y finita.
- Matu: Tomá, ponetelá.
- Yo: Jaja no, eso es muy rojo y mi pantalón es blanco, casi que se trasluce, se va a notar.
- Matu: Si, ya sé. Quiero que mis amigos vean el caramelo que me estoy comiendo.
- Yo: Jaja ¿en serio querés eso? Me da verguenza...
Matu se me acercó y me acarició la cara. Se acercó lentamente, mirándome a los ojos, y me besó lento. Pasé mis brazos por su cuello, casi quedando colgado, con los ojos cerrados, disfrutando. Llevó sus manos a mi cintura y otra vez me empezó a desnudar, mientras nos seguíamos besando. Otra vez, totalmente seducido por mi macho, me estaba dejando convencer. Él sabía que me podía. Yo moví mi cintura, dejando que la ropa se deslice hacia abajo, consintiendo. Matu se separó de mi y se sentó en la cama; me hizo sacarme el pantalón y el boxer, ayudándome a sacar las piernas, e hizo lo mismo para ponerme la tanga. Me la subió bien alto, sentí como el hilo fino me rozaba el ano. Mi pija dura quedaba enganchada en el elástico. Matu me ayudó también a ponerme el pantalón corto, y me lo subió bien alto, a la altura del ombligo. Ya había hecho esto antes, con el pantalón así se me veía media cola. Y la tela dejaba traslucir que tenía ropa interior femenina. Cualquiera que me viera a su lado iba a entender todo: yo era la putita que se comía, yo era el que se dejaba hacer el orto por este macho.
- Yo: ¿Estás seguro? ¿No es mucho?
- Matu: No, está bien. Te queda muy bien. - decía agarrándome el orto. - Estás muy linda.
Me volvió a besar suave. Sentía que el corazón me latía muy rápido, estaba muy excitado y nervioso. Matu fue a agarrar unas birras y subimos a la terraza. Primero apareció él y después yo. Sentí que la cara me hervía, intenté no ponerme colorado. En la terraza estaban Juani, el que era roomate de Matu, que ya me conocía (que ya me había visto el orto abierto y la cara llena de leche por casualidad jaja), otro que se llamaba Esteban (debía tener 35/40 años, panzón, medio pelado pero con brazos trabajados, alto y grandote), un pibe mas joven que se llamaba Julián (debía de tener 25, flaquito, pelo corto, fachero) y Walter. Éste último fue una sorpresa total: lo conocía, había jugado al fútbol varias veces con él (jugaba para el equipo de Matu), era parte del "mundo real" que no tenía idea de este lado mío. Era medio rolinga, cuerpo atlético pero con algo de panza y alto. Me congelé un poco cuando lo vi, pero seguí atrás de Martín. Estaban sentados en una mesa dos de cada lado: fui uno por uno a saludarlos con un beso en la mejilla y tenía que inclinarme un poco para saludarlos. Sabía que al hacerlo dejaba media cola a la vista, pero no tenía otra opción, así me había puesto Matu. Me dejaron sentarme al lado de Matu y me pasaron un fernet que estaban tomando. Empecé a tomar para hacer algo, ocupar mis manos, no sentirme tan incómodo. Estaba muy nervioso y también caliente: era claro para todos ni bien nos vieron entrar, si es que no lo sabían de antes, que era un putito que Matias se estaba cogiendo. Y encima estaba siendo exhibido. Llamaba mucho la atención vestido así, con media cola al aire que seguro me habían visto, rodeado de hombres vestidos como hombres.
Yo intentaba pasar medio desapercibido, ellos hablaban, yo me mantenía medio callado. Estaban todos algo borrachos y hablaban fuerte, se reían, yo me reía con ellos sin entender mucho. Julián prendió un porro y lo empezó a girar; yo no quería quedarme atrás y di una pitada rápida (ya había probado porro pero no fumaba seguido) y un rato después terminé de tomar el fernet. Al toque siento que Martin apoya su mano en mi muslo y me acaricia.
- Matu: ¿Armás un fernet? En la heladerita hay hielo y coca.
- Yo: Si.
Estaba nervioso y algo loco ya, quedó como que él me dio una orden y yo la cumplí enseguida. Vi que Matu giró la cabeza buscando la mirada cómplice de alguien pero no quise mirar a quien, solo me levanté y fui hacia la heladerita que estaba en el piso al lado de otra mesa. Me acerco y la abro, y escucho que la charla que había bajó drásticamente el volumen. Había encontrado el fernet y el hielo pero no la coca. En eso escucho que alguien dice "uff ah bueno..." y ahí me di cuenta que, para abrir la heladerita, no había doblado las rodillas, sino que me había agachado solo con la cintura. O sea, estaba dejando mi orto bien expuesto en dirección a la mesa, y me estaban mirando. Y encima, a alguien le había gustado mucho... Encontré la coca pero me quedé así unos segundos más. Si Matu quería exhibirme, y a ellos les gustaba, bueno, lo iba a hacer. Sabía que estaban callados mirando mi cola entangada, casi al aire, y me puse a hacer el fernet de pie, doblando un poco la cintura, sacando cola. Estar fumado me desinhibía.
Llevé el fernet a la mesa y se lo di a Matu, y la charla que tenían siguió. Un rato después le dije a Matu que bajaba un toque a ver el celu, que lo había dejado en la mochila. Me dijo que cuando volviera subiera unas birras. Bajé y fui a la pieza, empecé a contestar unos mensajes y sentí que alguien bajó y fue al baño. Aproveché también para mirarme en el espejo de la pieza de Matu: me miré y me sentía muy trola, me sentía muy caliente. Me volví a acomodar el pantalón bien arriba, para que se me viera lo máximo posible y fui a la cocina a buscar las cervezas. Siento que la persona sale del baño, y por las dudas (por si pasaba por la cocina) volví a agacharme sin doblar las rodillas. Si alguien pasaba, me miraba todo el orto, podía ser Matu o cualquiera de los otros, no me importaba. Agarré dos cervezas y cerré la puerta con un movimiento de cintura. Giré hacia la puerta y estaba Walter, el conocido.
- Walter: ¿Todo bien?
- Yo: Si, si. Buscando las cervezas nomás jaja.
- Walter: Me dijo Matias que se estaba comiendo un pebete, no sabía que eras vos.
Me reí fuerte y me puse colorado. Él me sacó una de las cervezas que tenía y la abrió con un encendedor.
- Yo: Si, bueno, que se yo...
- Walter: No, pero está muy bien...
- Yo: Jaja Si, que se yo - repetí - tampoco es algo que quiero que se entere todo el mundo...
- Walter: Ah, con razón no me dio nombre jaja pero está bien, ¿vos la pasas bien, no?
- Yo: Jajaja si, la paso muy bien. - le aclaré y él se rió.
- Walter: Jaja buenisimo, me alegro...
- Yo: ¿Qué más decía él?
- Walter: Jaja y... decía que se estaba comiendo un pibito con una cola hermosa. La verdad pensé que exageraba...
- Yo: Jaja ¿y qué pensas ahora? ¿Exageraba? - me hacía la gata sin pensarlo, me estaba saliendo natural.
- Walter: No, la verdad que no - y nos reímos los dos.
Yo pasé adelante suyo y fuimos camino a la terraza. Sentía que él tenía sus ojos puestos en mi cola durante todo el trayecto, y fui moviendo la cintura de lado a lado, exagerando un poco, mientras subíamos las escaleras. Estaba muy caliente, con ganas de coger ya, si no era con Matu, con cualquiera, me sentía desesperado de verga. Cuando llegué Matu me miró a los ojos y yo le sostuve la mirada. Sentí como que me estaba preguntando si la estaba pasando bien, yo solo le sonreí. El pibe Julián se estaba despidiendo, quedábamos Matu, yo, el roomate, Esteban y Walter, estos 3 ya estaban planificando la vuelta mientras terminaban la birra. Cuando los otros hablaban me acerqué al oído de Matu.
- Yo: Estoy muy caliente. - le confesé.
- Matu: ¿Tenés ganas de pija?
- Yo: Sii...
- Matu: ¿Muchas ganas de pija?
- Yo: Si, tengo muchas ganas de pija. - le susurré.
Alguien le preguntó algo a Matu y volvió a la conversación. Ya todos estaban agarrando sus cosas para irse. Ayudé a Matu a bajar platos y vasos mientras los otros ya se iban. El único que quedaba en la terraza era Esteban, guardando sus últimas cosas. Los demás siguieron por la escalera, Matu y yo los saludamos y entramos, dejamos las cosas en la cocina y nos empezamos a besar. Esta vez estábamos los dos desenfrenados, me sentía desesperado por su cuerpo. Fuimos rápido a la pieza y nos empezamos a desvestir. Le saqué la remera y él a mi; él siguió con mi pantalón corto y me dejó en tanga. Me empezó a morder suavemente el oído, a lamerlo y a susurrarme.
- Matu: ¿Te gustó mostrar la cola? - yo no podía contestar, solo disfrutaba - A mis amigos les gustó tu colal...
- Yo: Ah mmm... ¿si?
- Matu: Si. Cuando te agachaste todos te miraron el orto. - me decía masajeandome fuerte las nalgas.
- Yo: ¿En serio?
- Matu: Si, en serio. Cuando bajaste todos me hablaron, me preguntaron por el pendejo que me estoy comiendo.
- Yo: No, jaja mentira...
- Matu: De verdad. Les conté que eras muy putita y que te gustaba mucho la verga...
- Yo: Ay, Matias... - quería negar lo que decía pero no podía, sus caricias me calentaban mucho.
- Matu: ¿Qué? ¿Miento?
Matu me sonrió y se terminó de desnudar. Se sentó en la cama y me miró con cara de canchero. No tenía que decirme nada. Tenía la poronga dura y erguida, hermosa, gorda e irresistible. Me arrodillé y empecé besándole el pecho y los abdominales, podía sentir su pija ancha y larga rozándome el mentón y las mejillas. Pasé a besarle la parte interior de los muslos. Tenía olor a transpiración pero no me molestaba, era olor a hombre, olor a macho. Empecé a lamerle las bolas, pasando de una a otra, hasta pasar la lengua todo a lo largo de su tronco hasta la cabeza. Dejé caer saliva y a esparcirla con mi mano por su chota. Y ahí me la mandé a la boca. Estaba tan desesperado de pija que subía y bajaba rápido, atragantandome, tosía sobre su pija y la llenaba de baba.
A todo esto, todavía se escuchaban las voces de sus amigos hablando lejos, cerca de la puerta de la casa. Se ve que estaban esperando a Esteban, el panzón. Yo lo miré a Matu y me hizo señas de que siga, yo obedecí. Se escucha que Esteban, que tenía una voz grave, bastante seductora, estaba buscando algo, los otros pibes lo bardeaban, le decían que se apure. Yo seguía peteando, y en eso se escucha que toca la puerta. Yo frené y miré a Matu.
- Matu: Vos seguí... - levantando la voz - ¿Qué pasa?
- Esteban: Che, dejé mi mochila en tu pieza. ¿Se puede pasar?
- Matu: Si, dale, pasá.
Yo de nuevo lo miré, sin sacarme del todo su pija de la boca. Entendí el juego, ya no me importaba nada. Esteban abrió la puerta. Yo estaba de espaldas a la puerta, por lo que ni bien abrió lo primero que vio fue a Matu desnudo, mi cabeza en su entrepierna, y mi cola entangada.
- Esteban: Eh jaja me hubieras avisado, no quiero molestar.
- Matu: Jaja tranca amigo, no pasa nada. - hablándome a mi - ¿o no que no pasa nada?
Yo moví mi cabeza de lado a lado, sin poder hablar porque tenía la boca ocupada. No lo miré a Esteban. Sabía que estaba observandome, podía sentir sus ojos en mi cuerpo. Escuché que cerró la puerta y caminó hacia un rincón de la pieza, calculo que a agarrar su mochila, pero no se volvió a mover. Yo seguía chupando y chupando, atragantándome, forzándome a mandarmela toda a la boca, por más de que no me entrara.
- Matu: ¿Viste que buen orto tiene?
- Esteban: Se, tremendo...
- Matu: Tocá si querés, fijate...
Hubo un silencio en la pieza. Mi corazón latía a mil, estaba cegado por la calentura. Esteban era el menos atractivo de sus amigos, pero no me importaba nada. Vuelvo a escuchar unos pasos, acercándose a mi, y enseguida, con suavidad, una mano áspera empezó a acariciarme la cola. Tuve que sacarme la pija de la boca para suspirar. Apoyé mi cabeza en el muslo de Matu mientras lo pajeaba y levanté la cola para que Esteban me tocara mejor.
- Matu: Viste como le gusta... - Esteban no respondió - Te podés quedar un rato más si querés, gordo.
- Esteban: Bueno, un rato nomás porque ya me tengo que ir...
Escucho que sale y baja a hablar con el resto. Matu me acaricia el pelo mientras lo pajeo lentamente.
- Matu: ¿Estás bien, linda? ¿La estas pasando bien?
- Yo: Si...
Matu baja su mano y me toca el pito, bien duro, pegado a mi cuerpo por el elástico de la tanga, y sonríe, yo tiemblo, con la sangre hirviendo.
- Matu: Que putita hermosa...
- Yo: Mati, necesito que... - le empecé a decir mientras pasaba mi lengua por su glande.
- Matu: ¿Qué, linda? - yo levanté mi cabeza para mirarlo a los ojos.
- Yo: Necesito que me vayas abriendo la cola.
- Matu: Ya, linda, ya.
Se levantó tan rápido que casi me tira. Yo me subí a la cama y él agarró lubricante y forros. Me acomodé en cuatro, esperándolo. Me pegó un chirlo que me hizo gritar (en ese momento pensé en si ya se habían ido los amigos o si me habían escuchado), y para los que siguieron ya pude contenerme un poco, solo largaba gemidos bajitos inevitables. Matu me pasaba su poronga por toda mi rayita, se sentía tan grande que, como siempre, pensaba en cómo me iba a entrar eso, que era demasiado grande, pero siempre me terminaba entrando. Y no podía esperar a sentirla adentro de nuevo. Me corrió la tanga y sentí el chorro de lubricante caer en mi ano y suspiré: lo que tanto deseaba estaba cada vez más cerca.
Justo en ese momento vuelve Esteban. Me ve con el pecho en la cama, la cola levantada, y a su amigo lubricándome la cola. Dice algo que no llegué a escuchar y se acerca, lo miro acercarse mientras gimo suave sintiendo el primer dedo de Matu entrando en mi cola. Cierro los ojos del placer y cuando los abro ya no lo veo entero, está muy cerca y solo puedo ver de su panza para abajo. En el boxer se le marca una pija gorda, no tan larga como la de Matu pero muy cabezona. Sentía su olor cerca mío y era como una droga, me gustaba, me calentaba. Pensé "¿Me voy a dejar coger por este? Recien lo conozco..." pero al instante me di cuenta que sí, de que si pintaba me iba a dejar coger por este gordo desconocido que casi me triplicaba la edad. Estaba tan caliente y me sentía tan puta que estaba dispuesto a todo.
- Matu: Mirá que buen orto... - decía mientras me metía un segundo dedo.
Matu con su otra mano me acariciaba una nalga, y enseguida sentí la mano de Estebanen la otra. Un hombre me estaba colando los dedos y el otro me acariciaba, me sentía la mas trola del mundo. Estebaniba de una nalga y me acariciaba también la cintura y la espalda, yendo y viniendo. Noté que su bulto había crecido, y no pude contenerme: estiré un brazo y le empecé a acariciar la pija por sobre la tela.
- Esteban: Que lindo...
- Matu: Viste lo que es...
Sentía como su pija se endurecía cada vez más. Quería sacarle el calzoncillo pero no llegaba. Matu me metió un tercer dedo y dejé de tocar a Esteban, solo podía concentrarme en como mi cola se iba abriendo. Gemí con los ojos cerrados mientras Matu me dilataba.
- Esteban: ¿Puedo? - escuché que dijo.
- Matu: Si, dale para adelante.
Abrí los ojos y vi que Esteban se había sacado el boxer. Era como me la imaginaba, bien ancha y gorda. No tan larga como la de Matu (ni la de Martín) pero de buen largo, más que la mía seguro. Se masturbaba ahí, adelante mio, mientras Matu me abría la cola. Lo miré a la cara y me calentó mucho verlo desde abajo, me sentía el inferior de dos machos.
Tomó suavemente mi mano y la llevó a su pija. Empecé a pajearlo lento. Me era difícil concentrarme mientras Matu me dedeaba el orto, pero hacía lo que podía.
Viendo que se me complicaba, Esteban se acostó adelante mío. Yo quedé entre sus piernas abiertas y peludas, su verga y sus bolas adelante de mi cara. Era una linda verga negrita y venosa. Le empecé a lamerle el tronco y dejarle baba en la pija. Le agarré la chota y lo pajeaba ahora con más facilidad, resbalando mi mano por su tronco, casi que le respiraba encima de tan cerca que la tenía. Matu me tiró más lubricante en la cola, ya metiendo tres dedos con facilidad, y sabía lo que se venía. Escuché que abrió el envoltorio del preservativo y en segundos ya lo tenía puerteándome la cola. Me metí las bolas de Esteban en la boca para no gritar, su pija se apoyaba en toda mi cara. La poronga de Matu me hizo gemir igual. No tardó mucho en entrarme por lo menos un tercio de su pija.
- Esteban: Uf amigo, como le entra.
- Matu: Si, le va a entrar hasta las bolas, ¿o no?
- Yo: Aayy si, la quiero toda. - dije con esfuerzo.
Esteban se rió como sorprendido y me acarició el pelo. Me incorporé un poco con mis codos y Matu empezó a moverse lentamente. Con los ojos entrecerrados lo miraba a Esteban, que estaba pajeandose. Con su otra mano me agarró la cara y me fue llevando a su pija. Yo me dejé llevar, y cuando vi su cabeza abrí la boca y me tragué buena parte de su pija. Por primera vez en la vida tenía una pija en la cola y otra en la boca. Me sentía en la mas puta de mis fantasías. Sentía a mi ano expandirse a la vez a la vez que mi garganta chocaba contra la pija de Esteban. Mis dos hombres gemían y suspiraban mientras usaban mi cuerpo. Yo apenas podía emitir gemidos con la boca ocupada.
Matu me cogía despacio y sentía que me llenaba más y más. Conociendo su cuerpo, ya estaba seguro de que me la estaba por meter toda. Ya me costaba chupársela a Esteban, pero lo daba todo para complacer a mis hombres. Esteban suspiraba cada vez más, su pija ya tenía un sabor viscoso. También sentía gemir a Matu, que ya venía con calentura hace rato. Yo sentía mucho placer, mucho morbo. El olor a hombre de la pieza era terrible. Empecé a gemir mientras Matu me arrancaba a dar un poco más fuerte.
- Matu: ¿Te gusta, putita? ¿Qué te haga el orto?
- Yo: Ay, ay... si, me gusta.
- Matu: ¿Te gusta tener 2 pijas para vos solita?
- Yo: Sii, me gustaaa
- Matu: Chupasela a mi amigo, dale. Hasta el fondo.
Bajó la velocidad un poco y empecé a chuparle la pija a Esteban. Me la intenté meter lo más que pude en la boca y para mi sorpresa me entró toda. Matu a la vez también me metió y dejó adentro toda su poronga. Sentí los huevos de Matu contra mis nalgas y los huevos de Esteban en mi pera. Tenía dos pijas bien clavadas hasta el fondo, enteras. Mi boca y mi cola penetradas a la vez. Matu la sacó para volver a clavármela y me saqué la pija de la boca para respirar. Empezó a cogerme rápido. Se escuchaba el plaf plaf de su cuerpo contra el mío. Empecé a gemir sin parar. Esteban agarró su pija y la acercó a mi boca, pero no duraba mucho chupandosela por la cogida que me estaba pegando su amigo. Cuando Matu volvió a bajar el ritmo ahí si agarré y me puse a mamar la pija que tenía adelante mío. Me la tragaba entera, le movía la lengua por el tronco y por la cabeza.
- Esteban: Que bien la chupa, boludo.
- Matu: ¿Viste lo que es? Que linda enfiestada.
- Esteban: Terrible.
Mientras uno me cogía y el otro se la chupaba, empezó a sonar un celular. Esteban dijo que debía ser el suyo, que seguro lo llamaba la mujer. No sé por qué, pero el saber que se la estaba chupando a un marido ajeno me calentó más. Tenía una mujer en la casa y se la estaba chupando yo, un adolescente putito. Eso me envalentonó y empecé a hacerle la paja mientras se la chupaba.
- Esteban: ¿Donde querés la leche? - creo que por primera vez me habló a mi.
- Yo: Donde quieras.
Se la seguí chupando y pajeando. Matu al escucharme empezó a darme más fuerte. Apenas podía coordinar movimientos sintiendo su poronga gorda entrando y saliendo de mi culo. Tuve que parar de chupar pija para poder gemir tranquilo, pero le seguía haciendo la paja a Esteban. Cuando quise volver a chuparle la pija, un montón de leche empezó a golpearme la cara. Mi frente, mi nariz, mis labios, también parte adentro de mi boca porque estaba gimiendo a pleno. Varios chorros me vinieron de frente hasta que envolví mis labios en su chota y me tragué los últimos chorritos que tenía.
Esteban se quedó unos segundos descansando mientras Matu me seguía garchando la cola, ahora con furia. Yo no paraba de gemir, y parte de la leche de su amigo se deslizaba a mi boca; me pasaba la lengua por los labios y podía sentir el semen caliente. Matu me clavó hasta el fondo y grité mientras aprovechaba la pausa para relamer la leche de su amigo. Esteban aprovechó y se levantó, se empezó a vestir y salió de la pieza. Cuando estuvimos solos, Matu me habló.
- Matu: ¿Y? ¿Te gustó tener otra pija para vos?
- Yo: Sii, me llenó la cara de leche.
- Matu: Ay, putita, yo también estoy pro acabar.
- Yo: La quiero en la cola.
- Matu: Si, bebé, te voy a llenar las nalgas de leche.
Matu empezó a cogerme como poseído. Yo gemía agudo y fuerte, siguiendo el ritmo de sus estocadas. Sentía ese termo de carne entrándome hasta las pelotas, no lo podía creer, era mucho placer. Solo sentía olor a semen, que ya se estaba endureciendo en mi cara; tenía los ojos entrecerrados también por la misma razón, para que la leche que tenía en la frente no baje a mis ojos. Y atrás tenía a esta bestia que me estaba culeando como si no hubiera mañana. Podía sentir el vacío que me generaba cuando sacaba su pija casi casi entera, y cómo me llenaba cuando me la mandaba de nuevo hasta el fondo, llegándome hasta las entrañas. Sentir su pelvis cada vez que la tenía toda adentro, me volvía loca. Amaba esa poronga gorda y grande, amaba que me cogiera así, primero suave, y cuando ya estaba bien abierto, me cogía bruto, salvaje. Me sentía totalmente dominado, puesto en mi lugar por un macho pijudo de verdad. Cada vez que me cogía me sentía la persona más feliz del mundo.
Matu empezó a suspirar cada vez mas fuerte, su pija parecía haberse vuelto todavía más ancha. Un par de embestidas violentas más y temblando sacó su pija de mi cola, se sacó el forro y empecé a sentir su leche caer en mi cuerpo como una lluvia. Muchos chorros, por todo mi cuerpo. La mayoría fueron a mi cola, mi ano y mis nalgas quedaron inundadas de su leche, parte en mi cintura, la espalda y hasta en mis homóplatos. Matu sacudió su pija sobre mi cola, dejándome los últimos rastros de su semen, y se acostó al lado mío. Yo sentía descender ríos de leche por mis muslos y mis nalgas. No quise mancharle la sábana así que traté de evitar de que cayera mucho semen, con mis manos lo esparcí sobre mi cola. Me toqué el ano y lo sentía dilatado, y lleno de waska. No sé por qué pero me lo empecé a meter adentro.
- Matu: ¿qué hacés?
- Yo: Me meto tu leche en la cola.
- Matu: ¿En serio?
Matu se sorprendió y se inclinó para ver que era verdad.
- Matu: Qué lindo pendejo putito que sos.
Yo sonreí agradeciendo. Se escuchó que Esteban llamó a Matias desde otro lado de la casa. Matu salió, yo me quedé en la cama pero me dieron ganas de ir al baño y salí. Esteban ya estaba todo vestido, Matu estaba de cortos. Yo salí vestido solo con la tanga, que encima la tenía todavía corrida para un costado. Matu y Esteban se estaban despidiendo, al verme los dos pararon de hablar y me miraron.
- Yo: Como me dejaron, eh.
- Matu: Jaja ¿como te dejamos, a ver?
- Yo: Jaja ¡lleno de leche! Acá - señalandome la cara - y acá - me di vuelta mostrándole a Esteban mis nalgas brillantes por el semen.
- Matu: Jaja pero te gustó, ¿o no?
- Yo: Jaja si, estuvo bueno.
Hablaron entre ellos un par de palabras más mientras yo los miraba parado y entangado, apoyandome de costado contra una pared. Esteban saludó a Matu, se quiso acercar pero le dije que mejor nos saludáramos a distancia jaja. Matu bajó a abrirle la puerta y yo pasé a darme un baño. Al salir él me estaba esperando en el living. Me puse unos cortos y nos quedamos viendo algo en la tele. Después de un rato me empezó a preguntar si la pasé bien.
- Yo: Si, estuvo bueno, y eso que Esteban no era lindo jaja.
- Matu: Jaja ¿ah no? No parecía, eh, por como se la chupaste.
- Yo: Jaja y bueno, es que me calentás mucho.
- Matu: ¿Alguno te pareció lindo? - yo dudé en qué responderle pero al fin fui sincero.
- Yo: Jaja mmm... Walter es lindo.
- Matu: Ah, mirá. ¿Te gustaría que te coja Walter?
- Yo: Jaja puede ser...
- Matu: Ah pero qué putita que sos.
Matu me empezó a besar descontrolado. Le palpé la pija por encima de su pantalón y ya la tenía dura, se notaba que la charla le gustó. Él me desnudó enseguida, como hacía siempre, y yo hice lo mismo con él. Me estaba por arrodillar para chupársela pero me llevó a la pieza. Me pidió que hagamos un 69 y le obedecí. Sentí su lengua en la cola y empecé a gemir; tuve que empezar a petearlo para callarme. Me sentía tan abierto que su lengua me llegaba bien adentro, era increíble.
- Yo: Ay, Matu, me encanta...
No me respondió, sino que siguió chupándome la cola. Lo tuve que frenar porque tenía muchas ganas que me cogiera de nuevo.
- Yo: Te quiero montar.
- Matu: Si bebé, dale.
Salí de encima, él se puso el forro y yo traje el lubricante. Lo tiré en su pija, me puse en la cola, apunté su cabeza a mi ano y me fui deslizando. Dios, qué placer. Qué placer que da una buena poronga. Fui bajando lentamente, parecía no tener fin esa pija gigante. Cada tanto largaba un suspiro, pero me mantenía mordiéndome el labio hasta que me volvía a sorprender el grosor y largo de esa pija. No podía creerlo, sentía que ya la tenía en la panza masomenos.
- Yo: Ay, Matu, ay, que pija que tenés.
- Matu: ¿Te gusta, linda?
- Yo: Ay, si, si...
De repente sentí que había llegado hasta el fondo. Estaba completamente sentado sobre él, con la inmensidad de su pija toda adentro.
- Yo: Ay, dios, no puede ser...
- Matu: ¿Qué no puede ser?
- Yo: Que me hagas tan puta...
Empecé a levantarme un poco y a dejarme caer. Tenía los ojos en blanco. Empecé a subir más y a bajar mas rápido. Me entraba muy fácil ya esa poronga.
- Yo: La siento toda...
- Matu: ¿Te gusta ser tan puta?
- Yo: Si, si, me encanta.
- Matu: ¿Te gusta que te haga más puta?
- Yo: Si, soy muy puta.
Matu empezó a moverse desde abajo y logramos un ritmo rápido entre los dos. No podía creer el hombre que había conseguido. Me entendía, me pervertía, me cogía de formas que no sabía que me gustaban hasta él, hasta sentirlo a él. Sus besos, sus caricias, su lengua, su olor, su pija, sus bolas, y la forma en que me trataba, dominante, fuerte, seguro, siempre asegurándose de que yo la pase bien siendo así, liberándome, sintiéndome bien trola. Empecé a sentir un cosquilleo en mi pija flácida. Sentía que estaba cerca de acabar si me tocaba.
- Yo: Ay, Matu, estoy cerca.
- Matu: ¿En serio?
- Yo: Si.
- Matu: Yo también.
Dejé de moverme y él seguía. Estaba un poco inclinado sobre él, sintiendo co mome cogía, mientras con una mano me tocaba la pija.
- Yo: Ay, Matias, que pijón que tenes
- Matu: Y vos sos un pito chico.
- Yo: Si...
- Matu: ¿Te gusta servir a tu macho?
- Yo: Sii...
- Matu: Sos mi puta, ¿sabés?
- Yo: Sii, sii...
- Matu: Te voy a coger cuando quiera.
- Yo: Si, soy tuya, usame, cogeme...
- Matu: Te voy a llenar de pija.
- Yo: Sii, siii! Llename, llename...
Llegué al final del diálogo con los ojos en blanco y sin entender nada, solo declarando mi sumisión. Sentí los movimientos violentos de la poronga de Matu entrando en mi cola redonda adolescente y empecé a acabar como una loca. Gemía bien alto mientras chorros de semen salían de mi pito arrugado, sintiendo mi cola vibrar sobre todo el falo gigante que me penetraba. Cuando terminó mi orgasmo me acosté sobre Matu, manchándonos ambos de mi semen.
- Matu: Uff, como acabaste, putita.
- Yo: Uff, si, mal.
Salí de encima suyo. Sentía mi cola mas abierta que nunca. Me acosté a su lado y él, todavía caliente a full, se puso encima mío: sus rodillas apoyadas en el colchón, al lado de mi cabeza, y su poronga gigante, ya sin el forro, cubriendo toda mi cara.
- Yo: Fa, ¿todo esto me entra en la cola?
- Matu: Jaja sabés que si. ¿Vemos cuanto entra en tu boca?
Yo me reí y asentí. Matu empezó a cogerme la boca, pero no había forma, no podía entera. Mi cola se la aguantaba más que mi garganta jaja. Me cogió la boca un rato, sacándome toses y lágrimas, pero yo no me podía quejar, ya le dije que era su puta y que me podía usar como quisiera. Y en parte estaba orgulloso de que me tratara así. Sentía que no cualquiera podía ser la puta de semejante macho, y era un honor poder satisfacerlo, además me daba un placer desconocido.
- Yo: Dame la leche en la boca.
- Matu: ¿En la boquita la querés? Dale, ahí va.
Empezó a pajearse rápido y en unos segundos apuntó su pija a mi boca y me la metió con todo. Sentía su leche llenarme la garganta, Matu bufaba como un toro. Me empecé a ahogar pero me concentré en tragar y después de unos segundos empezó a relajarse y aflojó la presión. Pude ver lo que me sobraba de su pija, lo que no me había podido meter, y era bastante poco. Cuando finalmente salió de mi boca, se acostó a mi lado y yo empecé a toser.
- Yo: Ay, cuanta leche.
- Matu: Jaja ¿si?
- Yo: Jaja no tanta como antes pero bastante.
Me acosté sobre su pecho un rato, ya era de noche y tenía que volver a casa. Me vestí con la ropa "seria" que tenía en la mochila y le pedí que me abriera. Nos despedimos con un beso, me dijo que era la mejor putita que había conocido. Yo sonreí feliz por el halago y me volví a casa caminando raro por la tremenda pija que me había estado garchando, y tosiendo cada tanto por toda la leche que tragué.
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