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Mi primer glory Hole

Estaba obsesionada desde hacía meses: quería ir a un cine adulto con cabinas privadas llenas de glory holes reales, paredes agujereadas a la altura perfecta, pollas anónimas apareciendo como regalos inesperados. Pero yo no quería anonimato total. Quería lo extremo: entrar con Jamal y Tyrone, mis reyes negros, y convertirme en la puta principal de la noche, dejando que extraños contribuyeran mientras ellos me dominaban.


Entré en ese cine sótano cutre con el corazón latiéndome en la garganta, y el coño ya empapado solo de pensar lo que iba a hacer. Jamal y Tyrone iban a mi lado, sus cuerpos grandes rozándome, sus manos posesivas en mi cintura y mi culo. Yo llevaba aquel top corto que apenas me tapaba las tetas, los pezones duros marcándose, y la minifalda tan corta que cada paso me recordaba que iba sin bragas. Mi tatuaje Q♠ grande en la cadera y el pequeño justo encima del coño brillaban como si gritaran “esta puta es solo para pollas negras”. Y el anklet con la pala de picas tintineaba con cada taconeo.
El olor me golpeó nada más bajar las escaleras: semen viejo, sudor, deseo rancio… me puse aún más mojada. La pantalla gigante echaba porno interracial a todo volumen, gemidos de mujeres blancas siendo abiertas por bestias negras. Elegimos la cabina más grande del fondo, con tres gloryholes perfectos. Cerramos la puerta pero dejamos una rendija… quería que oyeran, que supieran que había una reina dentro.
Apenas entramos, Jamal me empujó contra la pared sucia, me levantó la falda despacio y me abrió las piernas. “Mira cómo chorreas ya, María…”, me dijo mientras me metía dos dedos gordos, curvándolos directo al punto G. Yo gemí fuerte, mordiéndome el labio, mientras Tyrone me bajaba el top y me estrujaba las tetas, pellizcándome los pezones hasta que dolía de gusto. Me comieron entre los dos: Jamal de rodillas lamiéndome el coño como un loco, lengua gruesa entrando y saliendo, succionando mi clítoris hasta que sentí el primer squirt subir… y Tyrone mordiéndome el cuello y metiéndome dedos en la boca para que chupara.
Entonces empezaron a asomarse las primeras pollas por los agujeros. Una blanca gorda a la izquierda, otra larga a la derecha… las cogí con las manos, las pajeé despacio, sintiendo cómo se ponían duras y calientes en mis palmas, cómo goteaban precum en mis dedos.
Jamal se levantó, sacó Príapo y me puso de rodillas en aquel suelo pegajoso. Me folló la garganta poco a poco… sentía cada centímetro entrando, la curva rozándome el paladar, el cipote abriéndose paso hasta el fondo de mi garganta. Lágrimas en los ojos, baba chorreándome por la barbilla, cayendo en mis tetas… y yo sin parar de pajear las pollas anónimas. Tyrone se colocó detrás, me lubricó el culo con mi propio squirt y me empaló despacio… ay, Dios, ese estiramiento brutal, ese dolor que se vuelve placer puro cuando su grosor me llena entera.
Ahí estaba yo: Jamal follándome la garganta, Tyrone taladrándome el culo, y mis manos ordeñando extraños. El primer squirt me salió como un río, chorros calientes empapando el suelo, salpicando las paredes. Los anónimos empezaron a correrse… sentí los primeros chorros volando por los agujeros, pegándome en la cara, en el pelo, en las tetas. Tragaba lo que podía, el sabor salado y espeso llenándome la boca.
Me levantaron y me sentaron sobre Jamal en la butaca. Bajé despacio sobre Príapo… sentía cada vena rozándome las paredes, el cipote golpeando la puerta de mi útero, abriéndola poco a poco hasta coronarme del todo. Esa presión tan honda, tan llena… gemí como una loca. Tyrone se puso detrás y me abrió el culo otra vez. Doble penetración total: sus pollas frotándose dentro de mí, cada movimiento una explosión. Me inclinaba hacia los gloryholes y chupaba todo lo que asomaba… de pronto salió una BBC enorme por uno de los agujeros. La tragué hasta el fondo, comparándola con mis reyes mientras me follaban los dos agujeros.
Orgasmo tras orgasmo me rompían: squirt tras squirt inundando todo, chorros que salpicaban incluso a las pollas del otro lado. Los anónimos no paraban de correrse, leche caliente pegándose a mi piel, chorreándome por todas partes, cubriéndome como una puta marcada.
El final fue una locura lenta y brutal. Jamal y Tyrone aceleraron, gruñendo, sudando encima de mí. Sentí cómo se hinchaban los dos a la vez… Jamal explotando en mi útero, chorros y chorros espesos y calientes llenándome hasta que notaba la presión, rebosando y chorreando como una fuente por mis muslos; Tyrone corriéndose en mi culo, su leche caliente mezclándose y goteando. Al mismo tiempo los gloryholes estallaron: corridas desde todas partes, volando sobre mí, pegándose a mi cara, mis tetas, mi espalda… tragaba, me cubría, me bañaba en semen.
Me dejaron allí temblando, abierta, chorreando por todos los agujeros, el cuerpo pegajoso de semen seco y fresco, oliendo a sexo puro. Salí tambaleándome, el vestido pegado a la piel como una segunda capa húmeda, las piernas flojas, el coño y el culo palpitando.
Llegué a casa hecha un desastre total y mi marido me lamió cada gota mientras le contaba todo con detalle, gemiendo de nuevo al recordarlo.

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