Ro era una mina tranquila, de mirada inocente. Tendría unos veinticinco años, morocha, linda de cara, perfil bajo, un poco tímida. Flaca, sin mucho arriba, pero con un buen culo y unas piernas torneadas que no pasaban desapercibidas.

Desde la planta se la miraba, ella sentada en su escritorio, era inevitable que más de uno la mirara de reojo.

Al principio, apenas cruzábamos miradas; después se dio la charla, primero de pavadas y, con el tiempo, algo más parecido a una amistad. Ella era ingeniera y yo trabajaba en planta, por lo tanto era mi superior. Y eso complicaba un poco las cosas. Yo había notado que al salir del laburo ella siempre esperaba el bondi, así que me ofrecí a alcanzarla en el auto. Dije que era en plan amistoso, y ella aceptó.

Pasaron unas semanas y poco a poco me fui enterando de su vida... me contó que estaba casada. Sin hijos todavía. Cada vez que la dejaba en su parada, Ro me miraba con esos ojos suyos tan inocentes, y me sonreía. Para entonces yo ya no me escondía: le miraba las piernas y el culo sin culpa. Y ella se daba cuenta. No decía nada. La tensión crecía sola.

En la rutina de llevarla en el auto, desde la salida del laburo hasta la parad del bondi, alguna que otra vez me animaba a pedirle un masaje en el cuello, y sin protestar Ro me lo hacía.
Un día, en la planta, después de almuerzo...vi como ella comía un plátano, sin mucha culpa me quedé viéndola y ella me sonrío pícaramente. Ese día le dije que se veía hermosa así y ella, sumisa, me mandó una foto recreando la situación...

Un día estando en el auto...ya caliente a mil, me animé a besarla y felizmente ella se dejó comer la boca. Empecé a manosearla, su culo divino y la cosa escaló rápido...ella sintió el bulto en mi jean, y sin pensarlo dos veces pele pija en el auto y ella, muy cariñosa, traviesa y apenada, bajó.

Con cierto temor, le propuse que vayamos a casa a tomar unos mates. En serio pensé que se iba a ofender, que ahí se iba a cortar todo. Pero no: ella aceptó con algo de timidez y sin mirarme directamente.





Apenas cerré la puerta nos miramos, y me le fui encima. Le comí la boca, y ella respondió con una intensidad que me sorprendió. Me animé a agarrarle ese culo que me volvía loco, y sentí cómo se encendía en mis manos. Entre besos y gemidos tenues la llevé hasta el dormitorio, logré sacarle el jean… y noté lo mojada que estaba.


De golpe, se frenó. Se vistió rápido, me dijo que eso no estaba bien, que eso no debía pasar. Antes de irse, me besó de nuevo. Yo le marqué lo que me había dejado entre las piernas, y con una sonrisa cómplice se fue.


Así empezó la aventura de 3 largos y deliciosos años con Ro, mi compañera del laburo. Si el post tiene buena acogida, sigo contando más de la putita de Ro.

Desde la planta se la miraba, ella sentada en su escritorio, era inevitable que más de uno la mirara de reojo.

Al principio, apenas cruzábamos miradas; después se dio la charla, primero de pavadas y, con el tiempo, algo más parecido a una amistad. Ella era ingeniera y yo trabajaba en planta, por lo tanto era mi superior. Y eso complicaba un poco las cosas. Yo había notado que al salir del laburo ella siempre esperaba el bondi, así que me ofrecí a alcanzarla en el auto. Dije que era en plan amistoso, y ella aceptó.

Pasaron unas semanas y poco a poco me fui enterando de su vida... me contó que estaba casada. Sin hijos todavía. Cada vez que la dejaba en su parada, Ro me miraba con esos ojos suyos tan inocentes, y me sonreía. Para entonces yo ya no me escondía: le miraba las piernas y el culo sin culpa. Y ella se daba cuenta. No decía nada. La tensión crecía sola.

En la rutina de llevarla en el auto, desde la salida del laburo hasta la parad del bondi, alguna que otra vez me animaba a pedirle un masaje en el cuello, y sin protestar Ro me lo hacía.
Un día, en la planta, después de almuerzo...vi como ella comía un plátano, sin mucha culpa me quedé viéndola y ella me sonrío pícaramente. Ese día le dije que se veía hermosa así y ella, sumisa, me mandó una foto recreando la situación...

Un día estando en el auto...ya caliente a mil, me animé a besarla y felizmente ella se dejó comer la boca. Empecé a manosearla, su culo divino y la cosa escaló rápido...ella sintió el bulto en mi jean, y sin pensarlo dos veces pele pija en el auto y ella, muy cariñosa, traviesa y apenada, bajó.

Con cierto temor, le propuse que vayamos a casa a tomar unos mates. En serio pensé que se iba a ofender, que ahí se iba a cortar todo. Pero no: ella aceptó con algo de timidez y sin mirarme directamente.





Apenas cerré la puerta nos miramos, y me le fui encima. Le comí la boca, y ella respondió con una intensidad que me sorprendió. Me animé a agarrarle ese culo que me volvía loco, y sentí cómo se encendía en mis manos. Entre besos y gemidos tenues la llevé hasta el dormitorio, logré sacarle el jean… y noté lo mojada que estaba.


De golpe, se frenó. Se vistió rápido, me dijo que eso no estaba bien, que eso no debía pasar. Antes de irse, me besó de nuevo. Yo le marqué lo que me había dejado entre las piernas, y con una sonrisa cómplice se fue.


Así empezó la aventura de 3 largos y deliciosos años con Ro, mi compañera del laburo. Si el post tiene buena acogida, sigo contando más de la putita de Ro.
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