Sus dedos dibujaban caminos de fuego sobre su piel, lenta y suavemente, como si el tiempo se detuviera entre suspiros. Cada roce era promesa, cada respiración un lenguaje secreto. La ternura se mezclaba con el deseo, tibia y envolvente. En sus miradas ardía la calma y el hambre, un vaivén de caricias donde el amor se volvía pura piel.













0 comentarios - Donde el deseo se hace piel, el arte de tocarme