Las páginas se deslizaban entre mis dedos con una suavidad que me recordaba tu piel. El libro hablaba de amores imposibles, de miradas que ardían sin tocarse, de cuerpos que se buscaban en la penumbra de un silencio compartido.
Y sin quererlo, cada palabra me devolvía a ti.











Tus palabras no fueron necesarias. Todo lo decían tus gestos: la forma en que el aire se detenía entre nosotros, la piel anticipando el roce, la tensión dulce de lo inevitable.


El perfume del papel se mezclaba con el de la memoria: esa mezcla de lluvia, café y deseo que solía quedarte en la ropa después de las tardes infinitas. Mientras leía, podía sentir tu voz rozando mi oído, murmurando fragmentos que ya no existían más que en mi mente.




Abrí los ojos. Las palabras seguían ahí, inmóviles, pero dentro de mí algo se movía —una llama discreta, persistente, hecha de nostalgia y deseo.


Y así, sin palabras, la pasión se hizo lenguaje.


El tiempo se volvió cómplice. Cada movimiento era una promesa, una caricia que no se pronunciaba pero se entendía en el alma. No había distancia, solo un hilo invisible que unía la respiración, el temblor y la certeza de que algo dentro de nosotros ardía con la calma de un fuego antiguo.
1 comentarios - Entre páginas y piel me encontre el aroma del deseo