Hentai, Lesbianas, Relatos...

a por las pajar mis vidas

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Algo de Hentai

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Ahora un relato

No quise precipitarme en mis deseos aunque sentía que ella me deseaba sin que hubiera oposición de parte de su marido. Poco después se realizaron todos nuestros deseos eróticos hasta el máximo.

Hace unos meses, Superpopelle reeditó uno de aquellos viejos relatos de las revistas de los años 70: Crema catalana. Me pareció una idea excelente resucitar esos magníficos autores que fueron pioneros en este tema. Esta serie de relatos que intento ir enviando para su publicación, es mi granito de arena, aunque apenas he podido rescatar unos pocos. Animo a los que hayan sido mas previsores, y tengan aun alguna de aquellas revistas, a que los saquen a la luz, para intentar enseñar algo a los nuevos autores.

* * * * * * * * Después de una larga permanencia fuera de España, regresé para trabajar en una de las sucursales que la empresa tenía en nuestro país. Mi hermano enterado de mi regreso y al no tener sitio libre para mí en su casa, pidió al hermano de su mujer me alojara con ellos.

Con este matrimonio, que me recibió con agrado y simpatía, congenié de inmediato, él era buen conversador y a ella le encantaba oír mis explicaciones sobre la forma de vida a que me había sometido obligatoriamente, así como las costumbres, forma de vida e incidencias que me habían ocurrido; me encontraba muy a gusto con ellos y la mayor parte de mi tiempo libre lo pasaba en casa, ya que no soy muy dado a callejear.

Transcurridos unos tres meses, sin causa que lo justifique, instintivamente y sin darme cuenta, empecé a mirar a Elena, bajo el prisma sexual, deteniendo mis miradas en su cuerpo y en los encantos con que está dotada, que eran y son muchos, lo que llevó consigo me embargase un deseo sexual hacia ella, que hacía que pensara en ella de continuo y en particular por las noches, por lo que decidí probar fortuna con el mayor tacto posible; por ello opté por hacerle el obsequio de un frasco de esencia, pero intencionadamente lo hice advirtiéndole no se enterase el marido. Ella no lo aceptó, excusándose en que la mujer de mi hermano se daría cuenta que había cambiado de perfume.

Aproveché una ocasión de estar los cinco reunidos y dar un golpe de efecto, obsequiando con un frasco a mi cuñada y a Elena, mi cuñada saltó de alegría e ilusionada me mostró su contento, besándome varías veces la cara; Elena se limitó a darme las gracias y mirarme de forma que produjo en mi un gran contento e incluso pensé esperanzado en ver cumplidos mis deseos.

Al rato de haber marchado mis hermanos y estar los tres solos en casa, cuando Elena marchó a la cocina, pregunté a Bernardo si le apetecía un güisqui, lo serví y pregunté cuántos cubitos quería, trasladándome a la cocina para ponerlos. Allí junto a ella me animé y dije cuánta alegría había tenido Ana y cómo me había besado y en plan de broma le dije que esperaba que ella también me besara, sonriendo dijo: “Si, delante de todos me iba a poner a besarte, yo no tengo valor para hacerlo como ella” A lo que siguiendo la hice saber que en aquél momento estábamos a solas y que si no lo hacia ella lo haría yo; me dijo si estaba loco, que podía entrar Bernardo.

Como estábamos juntos cogí su cara, acercando mi boca a ella; al ver que no me rechazaba, en lugar de besar su mejilla llevé mi boca a la suya besándola; me dijo que era un fresco. Como noté que su enfado no era demasiado grande, me decidí y abrazando su cuerpo, volví a besar su boca con mayor fuerza y prolongando el beso. Deshicimos el abrazo y la vi completamente encendida, me empujó para que saliese de la cocina, de donde marché con mi ser rebosante de alegría. Estaba anhelante porque Elena se reuniera con nosotros, para asegurarme aún más, y cuando llegó y nuestras miradas se encontraron, en la suya en lugar de enfado había como un aire alegre y de complicidad, ya que sus ojos estaban risueños y en su mirar había un algo de malicia y travesura.

No quise precipitarme, en contra de mis deseos, por lo que al día siguiente me comporté normalmente, y con infinita alegría pude captar cómo ella se encontraba como decepcionada, sin alegría en su mirada. Cuando íbamos a terminar la cena manifesté que al día siguiente no iría al trabajo, sino que directamente desde la casa iría a realizar unas gestiones a media mañana. Ella debió captar la intención mía, ya que a partir de ese momento, noté cómo sus ojos volvieron a resplandecer y estar alegres. Antes de irnos a la cama se interesó si quería desayunar antes de salir por la mañana.

A la mañana siguiente, desayunamos en la cocina, donde la abracé y besé con pasión, ella correspondió de igual forma y de inmediato la noté temblorosa y muy excitada. Sin hablar la llevé a mi habitación, donde le quité el cordón de su bata, quedando ante mi en sujetador y bragas. No pude por menos que admirar su cuerpo, pero volví a besar su boca y cuello, mientras mis manos iban despojándola del sujetador, besé sus pechos y pezones, ya por entonces duros y erectos, al tiempo que bajaba las bragas, que quedaron a sus pies, uniéndonos en fuerte y apretado abrazo y besándonos con pasión. Para poder ver su cuerpo desnudo me retiré un poco y ella cruzó sus muslos como deseando ocultar su sexo, recubierto de una espeso pelo negro.

Volví a apretarla contra mi y su boca entreabierta se unió a la mía, acaricié su sexo y haciéndole abrir los muslos introduje unos de mis dedos entre los labios buscando su clítoris que al contactar con mi dedo hizo se electrizara toda ella y suspirando buscó mi boca, donde besó e introdujo su lengua mientras sus muslos se apretaba contra mi mano presionándola y su cuerpo se incrustaba contra mi, suspirando y jadeando, muestra inequívoca del placer que le embargaba.

La hice tender sobre la cama y ya desnudo me acosté a su lado, acariciando todo su cuerpo, así como besándola por pechos y vientre hasta llegar a su sexo, donde di con la lengua y succioné su clítoris, lo que la llevó a retorcerse, volví a recorrer su cuerpo con besos hasta llegar a su boca que esperaba ansiosa, le pedí que abriera sus piernas pues las tenía muy juntas y apretadas. Coloqué mi pene a la entrada de su vagina y procedí a penetrarla muy suavemente, no pude.

Su sexo estaba tan cerrado que le pedí se relajara y abriese sus piernas más, para poderla penetrar sin hacerle daño, me contestó que no tardara en hacerlo y no me preocupara si le dolía, que lo único que deseaba con toda su alma era tenerme dentro de ella, apreté con mayor fuerza pero no logré introducirlo. Decidí dar un fuerte empujón que la hizo gritar.

Me asusté un poco y permanecí quieto, con sólo una pequeña porción de pene dentro, me preguntó si ya estaba dentro todo. Me rogó que no tardase por lo que ante ello fui apretando y abriendo camino hasta la total penetración, imprimiendo un suave mete y saca en su sexo, que le fue llevando a un ardor que la hizo pedirme que no parara y ella empezó a mover sus caderas en un jadeo incesante que fue aumentado hasta dar una exclamación, besando mi boca con furor, mientras su cuerpo se contorsionaba incesantemente. Aún después de haber eyaculado yo, ella siguió con espasmos nerviosos, por la forma en que temblaba su cuerpo bajó el mío, hasta que fueron cesando poco a poco quedando lacia completamente, cosa que me llegó a inquietar.

Le alargué la bata a petición de ella y se levantó. Cuando marchó noté había caído algo en la cama; entonces miré y vi algo de sangre en las sábanas, así como semen. Esto me intrigó y me hizo pensar en lo sucedido al intentar la penetración y pensé que me encontraba ante un desvirgamiento. Cuando volvió, me instó a que me levantara, pues de lo contrarío se me haría tarde y encontraría las oficinas cerradas, le contesté que no tenía que hacer otra cosa durante el día que quererla, y disfrutar los dos.

Pasaba sus manos por mi cuerpo acariciándolo, cogí su mano la hice llegar hasta mi pene, que lo abarcó, noté que quedaba como ensimismada y quieta completamente, pero empuñando mi pene, le pregunté si estaba resentida con él por haberle causado daño. Apoyó la palma de su otra mano sobre la cabeza y apretó hacia abajo, contestando a mi pregunta que no, que era sorpresa por lo muy duro que estaba otra vez y que ahora comprendía otras cosas que no imaginaba.

Lo sucedido en la primera penetración, así como su actitud al tomar mi pene en sus manos me intrigaba, hasta el extremo de pensar que había sido el primero en penetrarla por completo, por tanto después de comer hice referencia a lo sucedido. Ella intentó eludirlo, pero machaconamente insistí tanto, que conseguí que me dijera que todo era debido a que la virginidad suya la había mantenido durante 28 años y perdido aquella mañana, como yo mismo lo había sospechado. Le dije riendo que no me tomara el pelo, que cómo era posible que llevando dos años casada la hubiera conservado. Se levantó y me trajo un pañolito en el cual se veían restos de sangre junto a semen, exponiéndome entonces que su extrañeza al abarcar mi miembro fue originada por su enorme dureza y al mismo tiempo lo tieso que se mantenía, a pesar de haberlo empujado fuertemente con la palma hacia abajo para doblarlo, que Bernardo no había conseguido penetrarla aún, pues al hacer fuerzas le quedaba doblada y corriéndose de inmediato le quedaba floja; que no obstante, al ser él muy cariñoso y ella ardiente, como podía haberme dado cuenta, le excitaba y al restregar su fláccido miembro contra su sexo le proporcionaba placer y que así hubiera continuado si el contacto conmigo no la hubiera excitado y deseado entregarse por entero a mi.

Al preguntarle, cómo es que no había pedido la anulación del matrimonio, ya que éste no se había consumado, dijo que ella no quería herir a Bernardo, con quien se encontraba protegida, que no hubiera conseguido otra cosa que dar que hablar y estar sola.

No es necesario decir, que por la tarde y durante dos horas hicimos de nuevo el amor intensamente, ella estaba incontenible y me pidió que la penetrase muchas veces y aguantara mi miembro en toda su potencia, pues deseaba que su sexo no volviera a estar cerrado y que siempre estaría dispuesta a que la penetrara en cuanto me apeteciera. No sé las veces que llegó al orgasmo, pero si que yo tuve dos eyaculaciones y quedamos los dos por completo agotados y extenuados; ella ahíta de goce, me confesó había quedado compensada de la abstinencia padecida y resarcida con las innumerables veces que había disfrutado de mis penetraciones.

Elena es una delicia de mujer, siempre está dispuesta y accede a cuantas formas de hacer el amor se me ocurren, responde al placer y da verdadero gozo ver cómo disfruta; lo único que a ella no le entusiasma, aunque si goza, es la penetración anal, dice que le es violento por lo poco higiénico, pero como a mi esto tampoco me entusiasma, estamos de acuerdo. Lo que si le agrada es que en la misma postura la penetración se la haga vaginal; entonces si que le vuelve loca, pues toma parte activa en ella, apretando sus muslos o bien golpeando su trasero contra mi, lo que nos hace llegar a extremos de locura, por lo que es tal nuestra compenetración sexual que nos hace ser los seres más felices de la tierra, siendo nuestra dicha y amor completos.


PD: Perdon por no poner los videos 😞

Eso fue todo por hoy los quiero amigos y amigas poringueros/as

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