El siguiente post contiene una historia real. O más bien un resumen de como mi parte femenina se fue apoderando de mí masculinidad.
Las imágenes, a diferencia de otros de mis post NO son mías sino que serán ilustrativas a mis palabras.
-----
No sé bien explicar cómo o por qué. Solo se que surgió de forma espontánea. A los 7 años jugaba con un amigo a la casita y teníamos que elegir el rol que nos iba a tocar (el papá, la mamá, el hijo o la hija). Por algún motivo siempre elegía ser la hija.
Mi amigo sorprendido: "En serio? Otra vez querés ser una nena?" Y yo asentía con la cabeza obediente.
Luego de algunos años, ya llegando a la adolescencia tenía momentos en los que sin saber por qué me gustaba dormirme envuelto en mis sábanas de forma tal que parecieran una pollerita. Inocentemente también me empezó a dar curiosidad como era hacer pis sentado como las nenas.
Al tiempo de la pubertad comenzaron a llegar las primeras pajas. Increíblemente escuchaba como mis amigos hablaban de que se pajeaban y tiraban litros de leche. Sin embargo de mi pitito en mis primeras pajas no salía absolutamente nada.
Mas tarde nos empezamos a juntar con amigos para las famosas "pajas grupales" y fue ahí donde espontáneamente viendo un video de una hembra hermosa siendo penetrada por su conchita pregunté: "Qué sentirá ella?"
Me generaba intriga. Era tanto el placer que florecía de ellas que algo me hacía envidiarlas. Algo me hacía desear estar en su rol. Abierta de piernas siendo re contra cogida.
Mis amigos no dieron importancia a lo que dije. Pero en mi interior algo más empezaba a notar. Sus pitos eran mucho más maduros que los míos. Ellos ya tenían pelos, sus huevos colgaban y sus bultos ya se marcaban en sus pantalones.
Yo sin embargo, tenía unos incipientes pelitos rubios en un pitito suavecito y bien blanquito que contrastaba con lo peludo y negro que lo tenían mis amigos.
Lentamente deje de masturbarme de forma normal y pase a tocarme refregando mi pitito con la camita donde dormía. Fue ahí cuando empecé a acabar sin tocarme el pitito con mis manos. Cuando lo hacía abría bien las piernas imaginando que era una hembra abierta recibiendo pija. Y luego cuando acababa imaginaba que mi orgasmo se producía cuando alguno de mis amigos me inyectaban lechita en mi conchita imaginaria.
El deseo se hacia cada vez más profundo. No encontraba placer tocandome imaginando que yo me cogía una mujer. El rol masculino no me excitaba. Por el contrario, explotaba de placer al venirme imaginando que un pito bien lechoso me llenaba mi útero fértil o que me dejaba el cuerpito desnudo cubierto de leche.
De repente mis sueños húmedos dejaron de ser con chicas a las cuales yo las penetraba. Mi inconsciente dormido hacía que tenga poluciones nocturnas imaginando que un hermoso pito ingresaba en mi boquita femenina.
Luego quise resistir. Quise demostrarme que era hombre. Quise lograr tener sexo por primera vez con una mujer. Y por esas casualidades casi lo logro. Pero cuando estaba por penetrar a una chica rubia muy hermosa, mi pitito se escondió y no hubo forma de penetrarla.
Al poco tiempo supe que estaba con un morochito y que a los pocos días de salir con ella ya habían cogido.
Luego seguí intentando tener relaciones con mujeres. Pero todas terminaban engañandome y dejándose coger por otros. Mi único consuelo para mí pitito era tocarme en las noches imaginando que era una hembra.
Un día note que una de las novias con las que había intentado coger se había olvidado su tanguita en mi casa. Por lo que aproveché y ese día dejé que mis instintos femeninos me controlen por completo. Esa noche tuve mi primer sissygasm, vestida como nena, en la bombachita de la chica que me dejó por no haberla atendido como un macho debía.
Esa bombachita ahora me había hecho sentir un poco de lo que tanta curiosidad me daba: sentir placer como una nena.
Y así fue como lentamente la pequeña parte masculina que vivía en mí empezó a desaparecer. Mis sueños dónde era mujer se hicieron cada vez más recurrentes, dejándome casi obligada a darme placer de forma pasiva para poder volver a dormirme.
Las ganas de que mi pitito quede bien feminizado me llevó a soñar con que, algun día, alguien me de la confianza suficiente para darle la victoria final a la nena que vive en mí. Dejando a mi pitito (lo único masculino que me queda) inutilizado para lo que vino a este mundo, haciendo de mi colita la vagina de esas mujeres hermosas que siempre soñé ser.
Espero algún día con ayuda de ustedes lograr ser la hembra que desde chica quise ser y que mi yo masculino nunca pudo detener 😘😘
Las imágenes, a diferencia de otros de mis post NO son mías sino que serán ilustrativas a mis palabras.
-----
No sé bien explicar cómo o por qué. Solo se que surgió de forma espontánea. A los 7 años jugaba con un amigo a la casita y teníamos que elegir el rol que nos iba a tocar (el papá, la mamá, el hijo o la hija). Por algún motivo siempre elegía ser la hija.
Mi amigo sorprendido: "En serio? Otra vez querés ser una nena?" Y yo asentía con la cabeza obediente.
Luego de algunos años, ya llegando a la adolescencia tenía momentos en los que sin saber por qué me gustaba dormirme envuelto en mis sábanas de forma tal que parecieran una pollerita. Inocentemente también me empezó a dar curiosidad como era hacer pis sentado como las nenas.
Al tiempo de la pubertad comenzaron a llegar las primeras pajas. Increíblemente escuchaba como mis amigos hablaban de que se pajeaban y tiraban litros de leche. Sin embargo de mi pitito en mis primeras pajas no salía absolutamente nada.
Mas tarde nos empezamos a juntar con amigos para las famosas "pajas grupales" y fue ahí donde espontáneamente viendo un video de una hembra hermosa siendo penetrada por su conchita pregunté: "Qué sentirá ella?"
Me generaba intriga. Era tanto el placer que florecía de ellas que algo me hacía envidiarlas. Algo me hacía desear estar en su rol. Abierta de piernas siendo re contra cogida.
Mis amigos no dieron importancia a lo que dije. Pero en mi interior algo más empezaba a notar. Sus pitos eran mucho más maduros que los míos. Ellos ya tenían pelos, sus huevos colgaban y sus bultos ya se marcaban en sus pantalones.
Yo sin embargo, tenía unos incipientes pelitos rubios en un pitito suavecito y bien blanquito que contrastaba con lo peludo y negro que lo tenían mis amigos.
Lentamente deje de masturbarme de forma normal y pase a tocarme refregando mi pitito con la camita donde dormía. Fue ahí cuando empecé a acabar sin tocarme el pitito con mis manos. Cuando lo hacía abría bien las piernas imaginando que era una hembra abierta recibiendo pija. Y luego cuando acababa imaginaba que mi orgasmo se producía cuando alguno de mis amigos me inyectaban lechita en mi conchita imaginaria.
El deseo se hacia cada vez más profundo. No encontraba placer tocandome imaginando que yo me cogía una mujer. El rol masculino no me excitaba. Por el contrario, explotaba de placer al venirme imaginando que un pito bien lechoso me llenaba mi útero fértil o que me dejaba el cuerpito desnudo cubierto de leche.
De repente mis sueños húmedos dejaron de ser con chicas a las cuales yo las penetraba. Mi inconsciente dormido hacía que tenga poluciones nocturnas imaginando que un hermoso pito ingresaba en mi boquita femenina.
Luego quise resistir. Quise demostrarme que era hombre. Quise lograr tener sexo por primera vez con una mujer. Y por esas casualidades casi lo logro. Pero cuando estaba por penetrar a una chica rubia muy hermosa, mi pitito se escondió y no hubo forma de penetrarla.
Al poco tiempo supe que estaba con un morochito y que a los pocos días de salir con ella ya habían cogido.
Luego seguí intentando tener relaciones con mujeres. Pero todas terminaban engañandome y dejándose coger por otros. Mi único consuelo para mí pitito era tocarme en las noches imaginando que era una hembra.
Un día note que una de las novias con las que había intentado coger se había olvidado su tanguita en mi casa. Por lo que aproveché y ese día dejé que mis instintos femeninos me controlen por completo. Esa noche tuve mi primer sissygasm, vestida como nena, en la bombachita de la chica que me dejó por no haberla atendido como un macho debía.
Esa bombachita ahora me había hecho sentir un poco de lo que tanta curiosidad me daba: sentir placer como una nena.
Y así fue como lentamente la pequeña parte masculina que vivía en mí empezó a desaparecer. Mis sueños dónde era mujer se hicieron cada vez más recurrentes, dejándome casi obligada a darme placer de forma pasiva para poder volver a dormirme.
Las ganas de que mi pitito quede bien feminizado me llevó a soñar con que, algun día, alguien me de la confianza suficiente para darle la victoria final a la nena que vive en mí. Dejando a mi pitito (lo único masculino que me queda) inutilizado para lo que vino a este mundo, haciendo de mi colita la vagina de esas mujeres hermosas que siempre soñé ser.
Espero algún día con ayuda de ustedes lograr ser la hembra que desde chica quise ser y que mi yo masculino nunca pudo detener 😘😘
11 comentarios - Mi despertar femenino
Todas tuvimos historias parecidas jaja