Por mi salud (parte 2)

- Se te nota, te tiemblan las piernas.

- Doctora – interrumpió Claudia - ¿me necesita para algo mas?.

- No, ya puedes irte... a menos que quieras quedarte a ayudarme con el tratamiento.

- Si, doctora, será un placer.

Ambas se arrodillaron erguidas frente a mi, la polla les apuntaba a los pechos. No se si eran mis nervios, mi pánico, mi excitación o todos juntos, pero las rodillas me temblaban de un modo tal que parecía que tenía artritis mezclada con parkinson. Y por supuesto, no me atrevía a mirarlas, pues sus pechos se me mostraban muy cerca, grandes, y generosos. La doctora me acaricio una rodilla para tranquilizarme.

- Ponte tranquilo David, este es un examen bastante agradable, ¡ponte feliz!, debes mirarnos, que para eso nos pusimos en tanga.

- P-p-p-pero... ¿para.. para qué?.

- Mira David, para este examen necesitamos que estés excitado y en estado de erección. Lo normal es inyectarte un medicamento, pero no quiero hacerlo esta vez porque podría afectar los resultados. Como nos da flojera traerte revistas o algo así, nos pareció algo mas fácil quitarnos algo de ropa. ¿quieres que intentemos con el medicamento?.

- No... así esta bien... – mi respiración era muy agitada para articular las palabras correctamente.

- Bueno, a continuación te vamos a estimular un poco, este proceso va a tardar varios minutos, incluso varias horas, ¿quieres hablar a tus padres? ¿Saben dónde estas?.

- No... ya les avise... puedo llegar tarde – mentí, pues en realidad les había dicho que había ido con unos amigos a una fiesta. De hecho iba a ir después de la consulta.

- Bien, otra cosa, como te vamos a estimular, puede que te den muchas ganas de eyacular, avísanos lo antes posible si esto pasa, pues.. bueno, no queremos mancharnos.

- Sssiii... esta bien... disculpe por tantas molestias doctora... es por mi inexperiencia.

- No te preocupes, a mi me agrada... "trabajar" con chicos de tu edad, son un poco mas difíciles, pero me gustan mas los retos. Tu no te preocupes de nada, pues no vas a hacer nada, solo avisarnos cuando te entren ganas de eyacular, ¿ok?. Bueno, Claudia, continua.

Claudia se incorporo y se sentó a mi lado cruzando las piernas, con una mano me movió mi nerviosa cara y me obligo a mirarle los pechos.

- Bonitos ¿no? – me dijo – no tengas miedo, míramelos, que para algo los tengo, jaja...

Ya con su permiso, comencé a comérmela con la mirada, recorrer cada centímetro de sus perfectas curvas y su seductor rostro. Un momento después, tomo mi mano y la poso sobre una de sus rodillas. Se me abrieron los ojos como platos y casi se me escurría la baba cuando me indujo a acariciársela lentamente, a sentir ese hermoso tacto de la seda de las medias y, a lo lejos, como si fuera una imagen, su suave y tersa piel. Mi respiración y excitación rompieron los límites que me conocía.

- ¿Estas excitado? – pregunto claudia - ¿mucho? ¿Cómo cuanto?. Anda, habla, no hay problema, quítate esos nervios.

- Estoy terriblemente excitado.. como nunca lo había estado antes en mi vida...

La doctora se levanto, permitiéndome ver su culo parcialmente cubiertos con el triangulo del tanga, y fue por su estetoscopio en el escritorio. Mientras seguía acariciando esa preciosura de pierna, ella escucho el estado desbocado de mis pulmones y la cumbia que tocaba mi corazón, se agacho de nuevo, y escucho la circulación de mi pene. El frío metal me dio algo de alivio.

- Buena circulación – dijo la doctora para si misma – excitación máxima, taquicardia sexual, todo bien.

De repente, con tanta excitación, fue inevitable que de mi polla brotara un hilillo de lubricante transparente, que la doctora atrapo con sus dedos antes que cayera al suelo. Al mismo tiempo Claudia estiro sus manos a mi polla para mojarse también con aquel líquido. Atónito, observe como se metían los dedos a la boca y saboreaban el fluido.

- Hmm... buena consistencia – decía la doctora en su tono profesional – buen sabor... ¿Claudia?.

- Muy buen sabor, el de un chico sano.

- Aun no estamos seguras, Claudia.

La enfermera separo mi mano y se hinco a un lado de la doctora.

- Te voy a descubrir el glande – me dijo la doc.

En realidad, el glande ya estaba bastante descubierto, aun así, enrollo su mano en mi polla y tiro para atrás, después hacía adelante para cubrirlo... y otra vez, hiso varias veces el procedimiento.

Claudia también quería aprender, así que remplazo las manos de la doctora, haciéndome llegar a la gloría cubriendo y descubriendo mi glande lentamente. Por suerte no duro mucho, pues estaba a nada de correrme.

- Bueno, David – volvió a hablar la doctora – ahora vamos a empezar con la estimulación oral, esto va a ser muy fuerte, así que avísame lo antes posible cuando te den ganas de correrte.

Nada mas al oír "estimulación oral" ya estaba por correrme. Puso su mano izquierda en la base de mi pene, apretando ligeramente las partes superiores e inferiores con el índice y pulgar. Con la otra mano dirigió mi polla a su boca, y comenzó a lamerla completamente. Yo me resistía al 100% para no correrme, pues quería continuar con tan entretenido tratamiento. La doctora no dejo de mirarme, mas que para parpadear, directamente a los ojos, dejando que me ahogara en ese azul profundo.

En cuanto comenzó a chuparme sensualmente la cabeza, no pude resistir mas, le avise gritando "¡Ya viene! ¡Ya viene!" y cerre los ojos para poder resistir el poderosísimo orgasmo que llegaba... pero no llego... en su lugar sentí la presión del pulgar debajo de la polla, y un ligero, no tan intenso, pero placentero "micro-orgasmo". La polla se me puso un poco flácida, pero la doctora aprovecho para engullir completamente mi miembro en su humeda y cálida boca, apretando fuerte los labios movó la cabeza para atrás.

De inmediato, sin mover la mano izquierda, permitió que la pechugona Claudia continuara con la estimulación. De inmediato engullo mi polla por completo e igual que la doctora, con una fuerza sorprendente, pero con cierta dulzura, movía la cabeza hacia atrás restregando sus carnosos labios por toda mi polla. Abría la boca, sin tocarme, hasta que su nariz casi llegaba a mi pubis, entonces cerraba con fuerza y cerrando los ojos, se movía hacia atrás.

Moví mis manos, que sostenían mi cuerpo contra la cama, con intención de acariciarlas, como lo hacían en las películas porno. Pero al notar el movimiento, ambas pararon la estimulación.

- Escuchame David – me dijo la doctora con tono autoritario – tratamos de ser profesionales con este tratamiento, se tu también profesional y no te muevas ni hagas nada a menos de que te lo indiquemos, ¿ok?.

- S... si... disculpe doctora...

En cuanto volví a poner las manos en su lugar, la doctora continuo con la estimulación, pero ahora distinto, se metía la polla entera en su boca y con rapidez sorprendente, movía para adelante y para atrás la cabeza sin que sus labios perdieran fuerza. La sensación era tan increíble que tuve esos "instantes" de placer mas de dos veces en breves minutos. Pero ya no hacía tantos esfuerzos en contenerme, mientras avisara sentía que podía seguir así para siempre, los pocos esfuerzos que hacía en ese sentido, era porque después de cada "instante", se me ponía flácida la polla por unos segundos, y yo quería tenerla siempre en firmes. La mirada de mujer fatal que tenía la doctora, con esos hermosos ojos y con la polla en la boca, eran tan estimulantes como la mamada misma.

Paso de nuevo el turno de la hermosa Claudia, que me excitaba 3 veces mas que la doctora, sus pechos se veían perfectos desde mi posición y permitían ver y hasta exagerar a placer el agradable volumen de estos. Claudia no hacía rápidos movimientos, por lo que era un descanso, pero cerraba los ojos y chupaba con extremo placer, apretándose los pechos, cuando abría los ojos para mirarme, sus ojos cafes, con esas gruesas y seductoras cejas, me hacían pasar por un "instante" casi al mismo tiempo.

Aun que yo duraba en el tratamiento solo por la experiencia manual de la doctora, me sentía como orgulloso macho e infinitamente afortunado, no podía creer la fortuna que tenía al recibir tal tratamiento. Ellas se pasaban una y otra vez mi miembro en sus bocas, y creía que podíamos seguir así toda la vida.

La doctora, muy profesional, ya detectaba cuando estaba a punto de correrme sin necesidad de que avisara. Y esto ocurría tan seguido, que Claudia tuvo que remplazarla varias veces. Creí que eso iba a durar toda la noche, o hasta que me muriera de tantos "instantes", pero la cosa se puso aun mejor.

Después de varias pasadas, ambas mujeres se pusieron de pie y me indicaron que también me pusiera de pie. Me di cuenta que ambas eran muy limpias, pues solo mi pito estaba mojado, y no ellas ni el suelo a pesar de la espesa saliva con la que me envolvían.

- Vamos a tomar un descanso – indico la doctora, y sentándose en su escritorio, saco un cigarrillo, una libreta y pluma.

Claudia me invito a sentarme en el piso con ella, de frente uno del otro, con las piernas entrelazadas en el aire. No perdió tiempo en poner sus manos en posición y en cascarme un paja, se detuvo un momento, para llevar mis manos a sus glúteos.

- Puedes acariciarme ahí – me dijo - pero solo ahí, ¿eh? Jaja...

- ¿Qué haces Claudia? – pregunto la doctora.

- Practico la técnica de retardación eyaculatoria con el paciente, doctora.

- Bueno... pero practícalo mucho... y bien... aun nos falta en esta sesión.

Por supuesto, ayude a Claudia a que la practicara mucho, al grado que ella ya también detectaba sin que le avisara, cuándo sentía la leche subir. Pero ya era tanto el gozo, que tuve que pedir que nos detuviéramos, pues me ardían las pelotas y sentía que me explotaban. Pero me permitió seguir acariciándola.

- Ok, David – me hablo la doctora escribiendo en su libreta - ¿cómo va el tratamiento?.

- Muy bien doctora – dije con seguridad, los nervios y el pánico habían desaparecido, solo me sentía algo cansado.

- Muy bien, ¿encuentras placentero el tratamiento?.

- Es muy agradable, sin duda.

- ¿Le gustaría repetirlo posteriormente?.

- Si, muchas veces.

- En general ¿le gusta?.

- Mucho...

- Muy bien...

Dio un par de apuntes finales a la libreta antes de cerrarla y continuar con otro cigarro. Claudia se entretenía pellizcando mis tetillas.

- ¿Puedo hacerle una pregunta, doctora?

- Si, claro David.

- ¿Le gusta a usted hacer este tratamiento?.

- Si, claro, es mi favorito. Aun que... solo lo practico con chicos de tu edad... o menores, ya sabes, en cuanto producen semen, ya pueden venir con nosotras.

Quizás debí asustarme ante tal confesión de pedofilia descarada, pero vamos, no podía ni aun que quisiera. Al fin al cabo, eran bastante dulces y nada violentas o maliciosas. La doctora termino su cigarro.

- ¿Te gustan las nalgas de Claudia? – pregunto.

- Si, muchísimo – conteste mirando a Claudia a los ojos, ella me devolvió la mirada y una sonrisa.

- ¿Prefieres que ella te haga el tratamiento en lugar de mi?.

Eso me preocupo. ¿Celos?.

- No tengas miedo en contestar – me tranquilizo – solo sé honesto, es por tu salud.

- Prefiero que las dos lo continúen, sinceramente.

- Jajaja... bueno, pero acéptalo, Claudia te excita mas que yo. Anda dilo.

Lo dije entre risas, ya todo era muy locuaz para continuar con la farsa.

- Muy bien, ahora dime ¿quién da el mejor tratamiento oral de las dos?.

- Usted gana por mucho, doctora.

- Jaja... ya lo sé, también hago... algunas otras cosas mejor que Claudia.

- Entonces – interrumpió Claudia – si yo te gusto tanto te va a encantar la siguiente parte del tratamiento.

Nos pusimos de pie, y Claudia se inclino haciendo escuadra, apoyándose con la cama, levantando y contoneando el culo, invitándome a penetrarla. La doctora me agarro por atrás la verga, para evitar accidentes.

- ¿Voy a penetrarla? – pregunté, esperando con ansiedad la afirmativa.

- Mira David – me volteó la doctora para mirarme a los ojos – Si Claudia permite que la toques fuera del tratamiento, es muy su bronca, pero no somos prostitutas, ¿Entiendes? si quieres sexo, busca una novia o a una puta, nosotras solo vamos a estimularte para fines médicos, si quieres que te chupen el pito, ve y pága por eso, nosotras no hacemos esas cosas, somos gente decente y educada. Esto es un consultorio médico David, no un cabaret.

- Disculpe doctora – dije muy avergonzado – es solo que no sé que hacer.

- Yo te indico, no te preocupes, ya te dije que tu no tienes que hacer nada hasta que te lo indiquemos.

- ¡Oh! – exclamo Claudia poniéndose de pie – espere doctora.

Fue a una gaveta y saco una botella con líquido transparente. Se quito sin pudor el minúsculo tanga, y me mostró su coño depilado, que se veía terriblemente sensual con las ligas que sostenían las medias. Se aplico el gel transparente en las nalgas, y me lo unto también, aprovechando para darme un par de minutos de paja.

Se volvió a poner en posición en cuanto termino.

- Mira David – me explico la doctora, acercándome a Claudia y poniendo mi verga entre los cachetes de esta – Vamos a hacer un poquito de estimulación posterior, a ver si lo encuentras placentero. Tu no la puedes tocar, ya sabes, hay que ser profesional.

- ¿Dónde pongo las manos entonces?

- Hmmm... mira ponlas aquí – tomo mis manos y las puso sobre sus propio culo – si sientes que te vas a correr, las acaricias y las aprietas fuertemente, mientras tanto no.

Empezó otra sesión de ricura absoluta. Estaba furiosamente excitado cuando empezamos, deslizando lentamente mi miembro. Claudia apretaba los cluteos contra mi, y los deslizaba a mi largo, cubriendo mi polla en su totalidad con tan suculenta piel.

La doctora vigilaba mi eyaculación con una mano y con la otra mantenía en su curso mi miembro en su deliciosa trayectoria.

El placer fue mayor que las mamadas, pues me imaginaba que me follaba a Claudia, y que me la follaba por el culo, además que su carne se sentían casi también como sus labios, y lo que añadía el extra, es que los "instantes" se multiplicaban pues me daban autorización de apretar fuertemente el duro culo de la doctora.

Fue otra experiencia bestial, no paraba de gemir como becerrito y de tener "instantes" a cada rato, todo era demasiado bueno para creérmela o para no aprovechar el momento "dizque corriéndome" a cada momento y segundo, sin importar que cada vez, me debilitaba mas y mas. Pero bueno, tenía 15 años.

Después de quien sabe cuanto tiempo, Claudia se incorporo, y sin perder un segundo en arrodillarse, me volvió a chupar la polla, esta vez con los ojos bien abiertos, con esa mirada orgasmica y en posición de escuadra para que viera muy bien lo que acababa de acariciar. Yo creía que me iba a desmayar en cualquier momento. Mientras tanto, la doctora se quito su pantaleta, mostrándome su velludo chocho, y se unto también el gel lubricante en sus nalgas, ya venía su turno.

Hicimos la misma posición anterior, solo que enfermera y doctora intercambiaron lugares. A pesar de que el culo de la doctora no era tan voluminoso, fue aun mejor, pues ella gemía como gatita, y además, prefería apretar el culo de Claudia, que hacia unos segundos apretaba con la polla. Aun mejor fue que Claudia me susurro al oído "Cuando te vayas a correr, dejas de acariciarme".

Así que apretaba con violencia ese culo y embestía con verdadera fuerza a la doctora que gemía mas fuerte. Cada segundo que pasaba se ponía todo mejor.

Encontré la estimulación posterior, increíblemente agradable, y eso que jamás había oído hablar de ella. Ni siquiera soñado.

Cuando la doctora considero suficiente que ya me había dado suficiente estimulación, nos detuvimos y tomamos otro descanso.

Tuve que resistirme a la invitación que me hacía Claudia para pajearme en el suelo, pues ya me encontraba demasiado cansado. No podía creer que ante tal experiencia única en mi vida, tenía tantas ganas de dormir.

No hubo plática, la doctora se limito reclinarse en su asiento y a fumarse varios cigarros, y creo que Claudia estaba tan cansada como yo, así que los dos terminamos por tumbarnos en el suelo y dormitamos unos segundos. No se cuantos, creo haberme dormido un instante, y al siguiente la doctora me examinaba con estetoscopio de nuevo.

- ¿Te sientes bien? – preguntó.

- De maravilla, solo cansado.

- Es normal, este tratamiento es desgastante, pero bueno... hay que tomarlo si queremos curarte.

A mi ya hasta se me había olvidado a que había ido en primer lugar. La doctora con naturalidad se despojo de su sujetador, de nuevo se me escurría la baba.

Comenzó a aplicarse gel en los senos. Eran unos senos preciosos, perfectos, no exuberantes como los de Claudia, eran simplemente hermosos, lástima que en esos años, no tenía la edad para apreciarlos tanto como ahora. Un pezón mediano, erecto, con una aureola rosada, invitaban a ser chupados durante días. Lástima que no lo podía hacer.

- Nunca habías visto unos pechos, ¿verdad?.

- No... me alegra que los primeros que vea sean tan bonitos...

- Jajaja... no mientas, que te van a dar ganas de eyacular si llegas a ver los de Claudia, jajaja.

Me levantó del suelo y me sentó de nuevo en la cama, ellas se arrodillaron de nuevo frente a mi. Claudia me comenzó a chupar la polla otra vez para tenerla bien parada, mientras la doctora hablaba.

- Ya es tiempo de la última estimulación. No es tan impresionante como la oral o la posterior, pero... bueno... algunos la encuentran mucho mejor que las dos anteriores, sobre todo cuando lo hace Claudia.

Al oír su nombre, Claudia abrió los ojos con la polla muy profunda, por suerte me tenía bien agarrado.

La doctora quería empezar cuanto antes, pero Claudia no quería soltarme.

- Ya Claudia, suéltalo.

- Por favor, doctora, solo un minuto mas... –y volvía a engullirme.

Tuvieron que pasar un par de minutos para que ella comprendieron que esa etapa ya había pasado.

Llego el momento glorioso, con sus pechos desnudos, y con su mirada asesina, la doctora coloco mi miembro entre sus preciosuras, y comenzó a levantarse y agacharse, apretándome fuertemente.

No bromeaba, tal vez sea cuestión de gusto, pero la sensación de esos pechos tan hermosos, gorditos, bien apretados, la piel suave, la calidez, la fricción, el labio fuertemente mordido de la doctora y el hecho de que suspiraba y entre cerraba los ojos cada cierto tiempo, hizo del acto una mejor experiencia que las expertas mamadas de la doctora o de la curvilínea Claudia.

- Esta es la estimulación mamaria – explico Claudia, pues la doctora estaba muy concentrada en otras cosas – ¿te digo un secreto?... es la favorita de la doctora.

La sonrisa y la mirada picaras eran suficiente demostración.

No fue la paciencia lo que me hizo esperar el turno de Claudia, ni tampoco complacer a la doctora, simplemente no quería separarme de ahí. Los pechos me cubrían, quizás no a la perfección, pero los apretones ayudaban, y la verdad, era tan hermoso ver a la doctora en esa situación, que una fotografía del acto podía quitarle los deseos suicidas a cualquier deprimido.

De poder volver atrás, me hubiera ocupado mas de la doctora.

Cuando ella considero suficiente me separo, con trabajo, de ella.

Ya con los ojos bien abiertos, Claudia se quito su sostén negro, se veía como la mas fértil y erótica de las diosas de todas las mitologías, con esa mirada obscura letalmente sensual, y solo vestida con las medias negras. Se había quitado el liguero, así que solo tenía eso, y nada mas que eso encima. Sus pechos, grandes, blancos, con un pezón negro pequeño y una gran aureola rosada, eran suficientes para acabarme si no tuviera el apoyo de la doctora. Estaba tan enlelado con la visión, que no fue hasta que tuve un instante que me di cuenta que la doctora me tenía en su boca.

Como para cobrarse el tiempo, la doctora continuo varios minutos sus movimientos faciales, y Claudia bamboleaba sus tetas que sabía que yo deseaba tanto como un presidente gringo deseaba la guerra.

Ya bien lubricada, se acerco, separo sus pechos para a papacharme, pero al solo rozarme con ellas, me produjo otro "instante".

- Tranquilo – sensualmente me dijo – no te va doler...

Lo intente otra vez, y tuve que separarme, así estuvimos un rato, hasta que logre concentrarme lo suficiente.

- ¡Como se nota que tienes 15 años! – dijo la doctora.

- Déjalo – me defendió Claudia – me gusta cuando están a punto de turrón.

Finalmente conseguí introducirme entre ella. En cuanto me sintió, agito de forma casi desesperada su torso, apretándome con todas sus fuerzas. La doctora tuvo dificultades para contenerme. Pues casi me daba otro "instante" en cuanto lograba ponerla dura otra vez.

No se como sea el cielo, o el Nirvana, pero no puede ser mejor de lo que sentí ese día, rodeado de tanta sensualidad.

Mis instantes ya eran tan seguidos, que creo que ya no sentía placer con mi cuerpo, sino solo con la mirada y, tal vez, el alma, las pelotas ya me dolían demasiado. Tan solo ver mi capullo asomarse y desaparecer entre tanto pecho, con la mirada de Claudia y su sonrisa, eran suficientes para rendirme sin oponer resistencia.

- Tomemos un descanso – interrumpió la doctora, aun así tardamos varios minutos en separarnos a Claudia y a mi. No exagero al decir que creo que hubiera muerto si no hubiéramos parado.

Como los descansos anteriores, la doctora fue a su escritorio a fumar, pero yo me acosté en la cama y Claudia se desparramo en una silla.

Pasaron unos minutos mas. Hasta que Claudia se vio de nuevo fuerte, y le lanzo una mirada a la doctora.

- Oye David – me dijo la doctora, muy seria – el tratamiento esta por concluir, pero debo llenar unos papeles antes de que podamos terminarlo, y tengo un problema algo grave. Claudia es una niña muy juguetona que no ha madurado, y lo único que quiere hacer todo el día es jugar. Como de hecho ya debió haber salido para poder jugar en su casa y como tu aun eres niño, quiero que juegues un poco con ella.

- Claro, será un placer – conteste comprendiendo.

- Pero algo inocente, Claudia. David es aún un chico muy joven. Juega algo para su edad.

- Claro doctora, ¿qué clase de chica creé que soy? – se levanto de su asiento y se dirigió a mi.

- ¿A que quieres jugar Claudia?

- Oh... bueno... te voy a confesar algo... yo soy una chica muy simple y con pocas ideas. Perdón si soy repetitiva, sé que te puedes aburrir, discúlpame, pero no todos los días vienen niños tan guapos a jugar conmigo. No sabes el placer que siento al jugar al doctor, y hacer muchas veces el tratamiento que la doctora y yo hacemos a los niños buenos y guapos como tú. Además, necesito practicar mucho, para llegar a ser tan buena como la doctora y poder hacer las estimulaciones yo sola...

- No te preocupes, te entiendo.

La chica era repetitiva, pero a mi me encantaba. Me sentó en la cama y puso su cabeza entre mis piernas, apretándome muy fuerte con sus labios, mientras se masturbaba con una mano y me cuidaba con la otra. Ella ya había notado que prefería su excitante mirada y no dejo de mirarme a los ojos.

Abría la boca, me engullía sin tocarme con sus labios, para cuando estuviera totalmente dentro de ella, los apretara con furia y se retirara lentamente hacia atrás. No se quién de los dos gemía con mas fuerza.

A pesar de que yo ya no tenía que avisarle, ella si me hacía notar sus orgasmos.

La doctora se masturbo violentamente mirándonos y también mirándome profundamente con sus ojos aun mas bellos. Nos dejo jugar largo tiempo.

Pero si es que aun tenía un apice de fuerzas antes de jugar, cuando terminamos, ya no tenía fuerzas ni para sostenerme con los brazos. Los instantes ya eran dolorosos en lugar de placenteros, y el simple hecho de no perder la oportunidad era lo único que me permitía seguir adelante.

- Bueno – interrumpió la doctora una vez mas, separándonos con trabajos, tenía que estar agradecido por eso – ya es hora de terminar.

- No doctora... – le decía Claudia separándose de mi y apenas con fuerza para ser escuchada – no quiero.

- Ya tenemos que terminar, Claudia.

- Por favor... piense que estoy aquí cuando podría estar en mi casa... por favor...

- Claudia, sepárate o...

- Solo 5 minutos mas... por favor...

- Hmmm... esta bien... pero solo cinco...

Esos últimos 5 minutos fueron los mejores, pues Claudia ahora chupaba con la velocidad agresiva de la doctora. Finalmente me soltó

Pero bien me separé, la doctora me la chupo otro par de minutos. Sin duda estaba algo celosa. Por fin habló.

- David, ya puedes eyacular, pues necesitamos el semen para hacer un último análisis.

Ya me había olvidado de que podía hacer eso.

Después de haber pasado por tantas cosas, me parecía un desperdició tener que masturbarme frente a unos envases, pero no había remedio, pues ellas tenían que analizar mi esperma personalmente.

Ambas abrieron sus envases y comenzaron a masturbarse aparatosamente. Claudia fue suficientemente atenta y me hizo un último favor.

Me enrollo una última vez en sus tetas, con las que había tenido tanto gusto durante la estimulación, los agito, solo un poco, y la explosión no tardo en venir.

Los primeros chorros, blancos, muy espesos, golpearon con fuerza el fondo el rozado envase de Claudia, conmigo aun entre ella, gruesos chorros blancos.

- - Hmmm... se ve rico... – dijo la doctora, ya muy urgida.

Parecía que el suave envase de Claudia se iba desbordar, pero en una pausa, la doctora puso su envase húmedo entre mi polla y el de Claudia.

Lo hizo con algo de dificultad pues yo quería seguir corriéndome entre la sensualidad de Claudia.

Otra vez, chorro tras chorro blanco, largo y espeso lleno el envase de la doctora, que también estuvo a punto de desbordarse. Cerro su envase antes de que esto pasara y dejo que lo poco que sobraba hiciera un charco en el canalillo de la enfermera.

Ahí mismo analizaron el semen en ese instante, cerrando los ojos y fijándose bien en todos sus componentes. Claudia fue la primera en pasar el líquido a su garganta, esparciéndose el de sus pechos en ellos y con una fuerte mueca de placer. En cuanto termino, la doctora capto mi atención, abriendo su envase para que viera en su interior, después lo cerro para pasarlo a su garganta, y volvió a abrirlo para que viera que era una buena chica y no lo había dejado sucio.

Les digo que debí fijarme mas en la doctora, era mas guarra.

El orgasmo que sentí, no puedo ni siquiera describirlo, puedo intentarlo diciendo que fue como todos los "instantes" anteriores juntos y multiplicados por su cantidad. Ya estaba tan agotado, que en cuanto termino la doctora, me desmaye (o me dormí) sobre la cama.

Estoy seguro que dormí algo, cuando menos media hora. Cuando desperté continuaba tendido en la cama, pero ya estaba vestido, también ellas. La doctora me pidió que me sentara frente a su escritorio, pues quería hacerme unas últimas preguntas.

- Bueno David, ¿disfrutaste el tratamiento? – escribía en un formulario, recargada sobre su libreta. Su voz era mas profesional y seria que nunca.

- Muchísimo doctora, nunca había experimentado algo así...

- Hmm... el sujeto encontró agradable el tratamiento – decía la doctora mientras escribía - ¿Cuál fue la estimulación que encontró mas placentera?.

- La mamaria que me practico la señorita Claudia.

- Hmmm... estimulación mamaria practicada por la asistente, sobresaliente. ¿cuántas veces sintió deseos de eyacular? Sin contar su infantil juego con la enfermera.

- Como unas treinta...

- Hmm... no cabe duda que tiene 15 años. ¿Cómo encontró esos deseos?.

- Sorprendentemente y satisfactoriamente orgasmicos, casi violentos.

- Hmmm... Extremadamente agradables... Englobando y sin discriminación de los practicantes, ¿cuántas veces sintió los deseos en las estimulaciones?

- Pues... como 9 con la oral, 6 con la posterior y 15 con la mamaria.

- Hmmm... Del uno al cien, ¿qué calificación pondría al desempeño de la doctora?

Un 100 absoluto.

- Hmmm... cien... ¿el desempeño de la enfermera?.

- Doscientos...

- Hmmm... otros cien. ¿Desearía repetir el tratamiento?.

- Muchísimas veces.

- Hmmm... Si... Mire, de acuerdo a esto, usted puede sufrir de eyaculación precoz. ¿Desea que se le aplique un tratamiento a eso?.

- Si.

- Eso es bueno, porque según sus propias palabras sobre sus precoses deseos de eyacular, las describe como "Extremadamente agradables"

- Hmmm... pensándome bien, mejor no.

- Es una lastima, esos deseos pueden causarle un incomodo aumento de placer durante el tratamiento. Ultima pregunta, ¿había usted recibido estimulaciones parecidas antes de este día?.

- No.

- Hmm... ok.

La doctora se dirigió ahora a Claudia.

- Enfermera, ¿Cómo describiría al paciente?.

- Muy guapo y lindo.

- Me refiero a su desempeño en el tratamiento.

- Fue muy agradable trabajar con él, y se ve que logra progresos rápidamente. Incluso acepto jugar conmigo.

- Hmmm... Buen desempeño, disponibilidad para otras actividades. Siguiente, durante las estimulaciones, ¿tuvo usted orgasmos? ¿Cuántos?.

- Si, como 10.

- ¿Cuántas por estimulación?.

- Una por la posterior, tres por la mamaria y seis por la oral. Mas o menos.

- Hmmm... ¿Cómo encontró el estado del líquido pre-seminal?.

- Sabroso, salado, excitante y seductor.

- Hmmm... En buen estado, ¿Tuvo orgasmos al analizarlo? ¿Cuántos?.

- No, lamentablemente no tuve.

- Hmmm... ¿Tuvo deseos de ser penetrada vaginalmente?

- Si, infernales deseos.

- Hmmm... Bastantes... ¿Tuvo deseos de ser penetrada analmente?.

- Demasiados.

- Hmmmm... Si... ¿Qué la detuvo?.

- La edad del paciente.

- Hmm... Edad... ¿Cuál fue la estimulación que disfruto mas?.

- Las mamadas, usted sabe que después del sexo es lo que mas me gusta, doctora.

- Hmmm... La estimulación oral... Al recibir y analizar la muestra de semen, ¿Tuvo orgasmos?.

- Si, uno muy fuerte.

- Hmmm... ¿Cómo encontró el estado del semen?.

- Delicioso y terriblemente placentero.

- Hmmm... En buen estado... ¿Desearía volver a practicar el tratamiento al mismo paciente?.

- Si, muchas veces, es de los mejores que he tenido.

- Hmmm... Si... ¿Estaría dispuesta a practicar la estimulación vaginal y anal cuando el paciente cumpla mas años?.

- Excitadamente dispuesta.

- Hmmm... Si... Bueno, eso es todo.

Se que nadie me va a creer tal cuestionario, pero la forma parecía muy real. He supuesto durante todo este tiempo que quizás llenar tal forma era parte del juego de la doctora y la enfermera. También puede ser que lo usaran para dar un aire engañoso para pacientes aun mas jóvenes que yo, y que se creyeran que eso era un tratamiento. Pero quien sabe, tal vez llevaban una especie de registro o algo así.

- Bien, David – dijo la doctora en un tono aun mas serio del que había usado para las preguntas – ahora que tengo todos los resultados del análisis, y toda la información necesaria, estoy segura de mi diagnostico... y me temo que no es nada bueno...

- ¿Qué? – otra vez me asalto el pánico, no pude pensar que era parte de todo.

- Me temo que usted sufre de una sobre-producción de semen, causada completamente por un complemento alimenticio con grandes contenidos de derivados de la testosterona y otras hormonas causantes de la producción. Me temo que su enfermedad es incurable, pero tratable a base de tratamientos como los experimentados hoy, a menos de que suspenda el uso del complemento y ya no sea necesario aplicar el tratamiento.

- Ah... ya veo... – me la había olido desde un principio – Bueno, deseo continuar con el tratamiento, a ver si me curo. (Cuanta bobada).

- Bueno, aplicaremos el tratamiento una vez al mes. Como estamos ocupadas con otros pacientes, la enfermera Claudia Lugo se encargara de hacer las correspondientes estimulaciones y análisis sin participación mía.

- ¿Solo una vez al mes?.

- ¿Cree aguantar 2 al mes o mas?.

- Hmmm... – reconsideré el creciente ardor en mis genitales – no, una vez estará bien. ¿No podría usted también practicar el tratamiento?.

- Bueno, a su petición ayudare a la enfermera Lugo de vez en cuando, sobre todo en el momento del análisis y en ciertas estimulaciones. Espero que en 2 o 3 años usted haya progresado lo suficiente para avanzar a estimulaciones mas efectivas.

- Ya veo... – quise seguir el juego – Disculpe, ¿cuál es la finalidad del tratamiento?.

- Reducir su cantidad de semen al mínimo, por supuesto.

- Esta bien – me puse de pie con las pocas fuerzas que tenía, y me incline al estilo japonés lo mas que pude con las palmas juntas. – Doctora, enfermera, muchísimas gracias.

- No hay de que, es nuestro trabajo – contestaron las dos.

No me había fijado en el reloj, ya eran cuarto para las 12. La Doctora se ofreció a llevarnos a nuestras casas. Le agradecí una vez mas de todo corazón, pues probablemente estaba mas cansada que yo.

Sin embargo, me asalto una duda en el camino.

- Disculpe doctora – pregunté – pero creo que tendré que cancelar el tratamiento... pues... solo tengo mi seguro médico, y no tengo con que pagarle.

Ambas mujeres, sentadas al frente del auto, me sonrieron.

- No te preocupes David – me dijo Claudia – no tienes que pagarnos nada, todo es por tu salud.

Baje del auto frente a mi casa, y me despedí de ambas mujeres. Apenas si podía caminar, pues el ardor en mis partes que sentía, era directamente proporcional a todo el placer que sintieron mis partes hacia unos minutos.

Camine con dificultad por varios días, tuve que decirles a mis padres que en la fiesta, tuve una pelea y que me habían golpeado muy fuerte en los testículos y por eso tenía que estar caminando chistoso.

Por supuesto, no era nada grave... al menos nada que mi uróloga no pudiera ayudarme solucionar.

13 comentarios - Por mi salud (parte 2)

vikingo69
y esto ke es??¿?¿? 😐
batocorp
leeo vikingo y te vas a cagar de risa... jajaja
frexxel
a mi me borraron muchos post por hacer humor escrito
diego1982
Esta bueno el relato 😀 😀 😀
Por sino se dieron cuenta hay tres categorias nuevas Relatos, Poringueras y Gay 😀
FiGi
largo, pero buenisimo. sera cierto?
Flying
161007
(Serio)Aunque me perdía por momentos. Diga usted cada 30 renglones. Creo que está muy bien contado. Y bueno...qué le vamos a hacer...
Yo ando buscando quien dijo textualmente y de manera frecuente \"Gracias y a seguir soñando\" en posts / Comentarios. Así que con esa frase hurtada concluyo.
F 🙎‍♂️
maucho54
yo deseaba tanto como un presidente gringo deseaba la guerra.


🙌
tremendogato
maucho54 dijo:
yo deseaba tanto como un presidente gringo deseaba la guerra.


:alaba:

poesía pura jajajjajajajaja
Anonimo___
Exelente,la primer parte tambien..