La primera vez de Mayra

Mayra era una joven chica, flaca morocha, de muy hermosa y redonda cola y de unos pequeños pechos que combinaban con su hermosa cara de nena y su angelical sonrisa. Ella gustaba de jugar al fútbol, lo que la llevaba a socializar con muchos jóvenes hombres de su edad. Por diversos motivos, se había mantenido virgen. Aunque sí, había tenido experiencias de sexo oral y manoseos, sin mencionar las noches y tardes masturbándose.
En una de esas juntadas de fútbol mixto, conoció a Franco. Un chico alto, trabado y carilindo que llamó su atención de inmediato. Esa noche, en plena ducha post-partido, le dedicó la mejor de sus pajas.
A los pocos días, el grupo tuvo una salida al boliche y Mayra aprovechó para encararlo y chapar apasionadamente en un rincón. Sin embargo, ella no iba a permitir que pasara de ahí. A la semana, él le dijo de ir a su departamento, ella aceptó, sabiendo que la gran noche llegaría.
Antes de ir, se juntó con sus amigas Yani y Lau, quienes la ayudaron a decidir qué ponerse pero, más importante, le brindaron apoyo moral para lo que sería su primera vez. El atuendo elegido fue una musculosa negra y una pollera con lentejuelas doradas
Llegó al departamento de Franco. Él estaba con una remera bien ajustada. La saludó con un beso en la boca. Tras tomar unos tragos, él la llevó al sillón para besarla apasionadamente, mientras le acariciaba sus piernas. Al llegar a su cola, ella le advirtió que era su primera vez.
Entonces, él la llevó a la cama. La recostó y se puso encima de ella. Se sacó la remera y le sacó a ella su musculosa y su corpiño, dejando al aire sus hermosas tetitas. Sin perder el tiempo, se puso a chuparlas. Mientras sus manos iban acariciando sus piernas y cola.
Llegó el esperado momento y él le sacó la pollera y la tanga negra que llevaba. Ella, intentando demostrar que también sabía dar placer, sacó su verga del pantalón y se dispuso a chuparla suave y llegando hasta el fondo de su garganta. Él la volvió a recostar y se la chupó intensamente hasta hacerla acabar.
Ahora sí, bien mojada, metió su verga despacio, sintiendo como ella se iba retorciendo, lentamente, de placer. Ella pudo sentir como su hímen se iba rompiendo y como se mojaba más que nunca. Él comenzó a darle intensidad, mientras que ella respondía clavándole las uñas en la espalda.
Al cabo de unos minutos, ella volvió a acabar, por primera vez, a causa de una penetración. Al escuchar su orgasmo, él le dijo que se de vuelta y se relaje. Le penetró la concha en cuatro y le dio cada vez más fuerte. Ella volvió acabar y, esta vez, él no pudo aguantar su calentura. Sacó la verga y le salpicó de leche la espalda y la cola.
Así, Mayra tuvo su primera vez. Esta iniciación marcaría el comienzo de una larga lista de experiencias dignas de otro relato.
La primera vez de Mayra


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