Sometida 5P

Sometida 5P

Nos levantamos como a media mañana.
Ella estaba mejor físicamente.
Se había recuperado un poco.

Nos trajeron el desayuno.

Desayunamos y luego ella fue sola a defecar ante su público.

Después se bañó, quitó las costras de la cera de su cuerpo, y salió a caminar por los alrededores de la cabaña.

Andaba desnuda, sin ningún pudor.

Cada vez que alguno pasaba, la nalgueaba, y ella llegó a sonreírle a uno o dos.

Uno se le acercó, la abrazó y empezó a besarla intensamente.

La apretaba contra sí, agarraba fuertemente sus nalgas, besaba su cuello.

Ella al principio solo lo dejó hacer.

Pero luego rodeó su cuello con sus brazos y metió su lengua en su boca.

Estuvieron así un rato, besándose apasionadamente.

Entonces ella se arrodilló, le abrió la bragueta, sacó su verga y empezó a mamársela.

Lo hizo como la verdadera puta que es.

Escupía la pija, la tragaba, lamía las bolas, pasaba su lengua de un extremo al otro, masturbaba la verga mirándolo a los ojos con cara de puta.

Finalmente lo hizo acabar en su boca, y tragó todo el semen.

Después limpió las últimas gotas con su lengua y besó sus bolas agradeciendo la leche.

Los otros miraban, y se tocaban.

Se habían ido acercando, para ver de cerca la escena.

Sacaron sus vergas y se masturbaban.

Formaron una ronda a su alrededor, y ella empezó a mamarlos a todos.

Agarraba vergas con sus dos manos y mamaba otra.
Metía sus huevos en su boca y los absorbía estirando los escrotos.

Lamía culos.

Les masturbaba las vergas y les decía, “Dónde querés acabarme?”

Le acabaron muchas veces en su boca, su cara y sus tetas.
Ella juntaba el semen con sus dedos y los lamía mirándolos y sonriendo.

Entonces vino el sádico y dijo, “A la puta le está gustando esto!”

- “Vamos a tratar a esta puta como debe ser!”

La agarró del cuello y la alzó, sus pies casi no tocaban el piso.

La llevó al galpón.
Se venía otra sesión de tortura.

La obligó a agacharse de frente a uno de los postes, con las piernas abiertas de manera que su nuca y su espalda quedaron contra el poste.

Levantó sus brazos hacia atrás y ató sus muñecas contra el poste, dando muchas vueltas con la soga, de manera que quedaban pegadas a la madera muy inmovilizadas.

Clavó dos estacas y ató sus tobillos, para que no pudiese cerrar las piernas.

Ella quedaba con su culo hacia arriba, muy expuestos su ano y su vagina.


Trajo el gancho anal, se lo metió en el recto y lo sujetó con una cuerda a lo alto del poste.

Luego trajo la vara con el dildo.

Cavó un hoyo en el piso, introdujo un extremo de la vara en él, y le hundió el dildo en la vagina.

Como cereza del poste, trajo una rama de unos 15 cms, y se la puso como mordaza, entre los dientes y la ató a su cabeza, con un tiento.

Todos miraban la escena serios, preocupados.


Mi puta estaba totalmente doblegada, sin poder moverse, abierta y perforada por el gancho y el dildo.

El torturador mostró una ramilla de árbol a la que le arrancó las hojas, y les dijo a todos,

- “Ustedes se están encariñando con esta puta!”
“Pero a las putas hay que enseñarles quién manda!”

Y le cruzó las piernas de un latigazo.

Inmediatamente la piel se puso roja y quedó una línea en ambas piernas, cerca de su cola.

Ella gritó y mordió la madera en su boca.

- “No hay que enamorarse de las putas!”, dijo. El aire silbó, cuando le cruzó otro latigazo.

- “Las putas son para cogerlas, castigarlas y dejarlas cuando te aburren!”, seguía.

Y a cada frase, más azotes!

Su cola y sus piernas estaban cubiertas por las marcas del maltrato.


- “Miren! Así hay que tener a una puta!” “Así ella sabe quién manda!”

Tiró la rama y salió.

El espectáculo era excitante, bizarro y cruel!

Ella quedó agitada, gimiendo y llorando.

La dejaron en esa posición por más de una hora.


Luego alguno se apiadó y la soltó.

Le pasó un ungüento en las marcas de los azotes, y la acostó en el colchón.

Nos alimentaron, y nos dejaron encerrados en el galpón.

Hacia la noche entró uno, la llevó a la tina, le hizo enemas y le lubricó el ano y el recto.

Ese vaciado de sus intestinos significaba que le esperaba algún tipo de tortura anal.

Le puso el collar de perro con una cadena, buscó la mordaza y se la ató a la cabeza, y la llevó tironeando de la cadena, pero esta vez caminando sobre sus pies, no en 4 patas.

En la cabaña habían dispuesto la mesa en el medio, y habían sacado las sillas.

En un extremo, habían atornillado dos argollas cerca de los laterales.

Acercaron a mi puta al lado opuesto y la empujaron sobre la mesa.

Ataron sus tobillos a las patas, abriendo sus piernas.

Estiraron sus brazos, y ataron las muñecas a las argollas. E hicieron una coleta en su pelo.

Nuevamente estaba inmovilizada de pies y manos. Con el culo y la concha expuestos.


El sádico trajo un látigo con varias tiras de cuero angostas, de unos 40 cm. de largo.

El mango era un palo forrado con el mismo cuero de las tiras, del grosor de una porra y tenía una bola en el extremo, del tamaño de una bola de billar.

- “Vamos a preparar a la puta!”, dijo.

Azotó su cola.

El sonido de la piel castigada resonó en toda la habitación.

Sus nalgas tomaron un rojo intenso.


Ella gritaba en cada azote, y quedaba temblando.

De su boca entreabierta por la mordaza le caía baba sobre la mesa, que se mezclaba con sus lágrimas.

Luego del castigo, el enfermo metió el mango en el ano y bombeó varias veces.

Ella tensaba las piernas, intentando amortiguar las embestidas. Pero estaba tan limitada en sus movimientos que no podía hacer más que sufrir las penetraciones.

Por fin el animal, sacó el mango de su culo, y dijo,

- “Lista la puta para jugar!”

Entonces puso tres cartas en una silla, vueltas hacia abajo.

Vinieron tres. Pusieron un billete en la carta que elegían.

Él las volteaba y ganaba el que tenía el número más alto.

El premio era coger a la puta.

El primero en ganar dio un grito y saltó levantando los brazos.

Ahí nomás fue hacia ella, abriendo su bragueta.

Se le paró detrás, dejó caer sus pantalones, la tomó por las caderas, y penetró su cola a fondo.

Agarró la coleta y tironeó su cabeza hacia atrás.

La cogía mientras la nalgueaba.

Le daba empellones fuertes que sacudían la mesa.

La cogió hasta que acabó.

Sacó la verga y le dio otra nalgada sonora.

Jugaron así hasta la madrugada.

Algunos la cogieron varias veces. Mientras tuviesen dinero y les quedara resto físico, seguían apostando.

Uno que había perdido muchas veces, por fin ganó una mano.

Gritó y saltó festejando.

Pero cuando sacó la pija de su pantalón, ni llegó a penetrarla y se fue en seco.

Todos se le rieron y en su frustración, le metió cuatro dedos en el culo y los movió furiosamente.

“Aunque sea con los dedos te voy a coger, puta!”

Finalmente se cansaron de jugar, o ya no tenían dinero.

El sádico me dijo,

- “Llevátela al galpón! Limpiala y dale de comer”


Había un charco entre sus pies.

Durante las violaciones se orinó varias veces.
Sus piernas estaban chorreadas de semen y orina.
Le quité la mordaza y le solté las manos.

Luego solté sus tobillos.

No le respondieron las piernas y tuve que alzarla.

La llevé al galpón, la acosté en el colchón, y con un trapo limpié sus nalgas,sus piernas y sus pies.

Su ano estaba detonado y su vagina estirada.

No quiso comer nada.

Solo se durmió hasta el día siguiente.

1 comentario - Sometida 5P

flikdik +1
Muy bueno, solo faltó agradecer la foto 😜
mitioJorge
Es cierto! Excelente tu foto! Qué cola!