Ganbang Salvaje

Ganbang Salvaje


Mi sobrina tiene pocas amigas.

Con una de ellas estuvo viviendo hasta hace poco.

Una pendeja varios años menor, pero extremadamente puta y desvergonzada.

Con ella han hecho muchas travesuras, como salir desnudas con un amigo taxista, a recorrer las calles, y sacar el culo o las tetas por las ventanillas.

Un mes de febrero, se festejaba el carnaval.

En la noche del 28, las multitudes suelen salir a las calles, y hay mucho descontrol.

Hay bandas recorriendo la ciudad en escenarios móviles, y en algunos lugares, como las playas, la gente se libera.

Mi putita y su amiga decidieron hacer algo extremo esa noche.

Se vistieron con bikinis que eran solo tiras que ellas mismas cortaron y ataron a sus cuerpos, pero que no tapaban absolutamente nada.

Y para verse más putas, llevaban plugs anales con luces led intermitentes.

Cada una llevaba en su espalda un cartel que decía: “BESOS GRATIS”

Así, salieron a recorrer las calles como a las 23 hs.

Su amigo taxista las acompañaba, pero no iba con ellas, sino que caminaba algo apartado, para que pareciera que iban solas.

La gente las miraba, algunas mujeres las insultaron por ir tan putas, muchos las rodearon y las manosearon, algunos tímidos las tocaban y se iban sin ser vistos.

Otros sí las abordaron y recibieron sus besos gratuitos, pero luego siguieron su camino.

Les avergonzaba andar con esas putas llamando tanto la atención.

En una esquina había una barra de jóvenes tomando cervezas.

Les dijeron, “Eh! Es cierto? O solo es para llamar la atención?”

- “Es cierto!”, dijo mi nena.
- “Bueno! Vengan y van a recibir más que besos!”

Ellas se acercaron a sus primeras presas.

Besaron a todos y recibieron mucho manoseo.

Luego uno sacó su pene y la pendeja se agachó y empezó a mamarlo.
Al final, los 12 borrachines recibieron besos y petes de las putas, que se tragaron toda la leche que les dieron.

Luego subieron al auto del taxista y fueron a seguir recorriendo las calles, en busca de más acción.

Finalmente, llegaron a una playa, junto a un estacionamiento lleno de autos.

Había parejas y grupos de jóvenes, algunos teniendo sexo en sitios oscuros apartados.

La pendeja estaba muy caliente, porque entre el manoseo y los petes, se quedó con muchas ganas de coger.

Es una putita muy anal, y ese día estaba descontrolada.

En un momento se subió al techo de un auto, y se desnudó y se puso a gritar,

- “Quiero que me cojan!!!!” “Venga alguien a cojerme el culo!!!”

Mi nena se reía, y eso hacía que la putita se ponga más loca y grite más fuerte!

Tres tipos maduros llegaban al estacionamiento, y bajaban del auto, con intenciones de ir a la playa a ver si encontraban alguna putita para enfiestarla, cuando vieron a la pendeja ahí gritando que la cojan.

Primero la miraron y se miraron entre sí, sin poder creer lo que veían.

Entonces uno le dijo, “Bajá nena, que te vamos a atender!”

La pendeja practicamente se tiró del techo del auto, y se la llevaron hacia su coche.
Arrancaron y se fueron.

Mi sobrina puta se quedó algo preocupada, pero también algo decepcionada porque su amiga consiguió sexo y se fue dejándola sola.

Entonces vio que pasaba una parejita, ella en bikini, yendo hacia el mar.

Y la putita corrió hacia ellos, y le desató el sostén a la chica y lo arrojó a un grupo de jóvenes que estaban sentados sobre la arena.

La chica quedó en tetas y corrieron con su pareja hacia el agua.

Y los que estaban sentados, se pararon y corrieron también a hacer lo mismo que hizo mi sobrina.

En un momento la playa era una corrida en la que había mujeres desnudas tratando de taparse, y también chicas desnudando a los hombres.

De pronto, un grupo de tres tipos de entre 30 y 40 años, agarraron a mi putita.

De un tirón le sacaron las tiras y el cartel que llevaba.

Uno la alzó sobre su hombro como si fuera una bolsa y la llevaron hacia el estacionamiento, entre los autos.
Ahí la bajaron y la hicieron arrodillarse.

Sacaron sus vergas y se las pusieron en la cara.

Ella empezó a mamarselas como si quisiera comerles las pijas.

Les lamía las bolas y tragaba sus penes enteros.

Los tipos no podían creer lo puta que era y cómo comía chotas.

Otro grupo de tipos pasaban y se quedaron mirando.

Y uno les dijo,

- “Vengan! Esta puta se come todas las vergas que le pongan en la boca!”

En un instante la putita estaba rodeada de hombres de todas las edades, todos con la pija afuera, rozándolas en sus tetas, su cara, su boca y haciéndola que se las agarre y los masturbe.

Ya se había mamado a más de 20 vergas, cuando uno la hizo pararse.

La apoyó contra la puerta trasera de un auto, le arrancó el plug del culo, y se la cogió analmente con brutalidad!

Le dió hasta que acabó y enseguida se armó una fila de tipos con las vergas en sus manos para cogerla contra el auto.

Los tipos se volvieron animales!
Se empujaban entre ellos, algunos se ponían violentos y gritaban.

Todos querían coger a la puta regalada!

Entonces uno la alzó y la acostó boca arriba sobre el capó del auto, y se la empezó coger por la concha.

De su culo chorreaba la leche que le habían dejado más de una docena de vergas.

Mientras la cogían ella mamaba chotas, y recibía cachetadas en las tetas, pellizcos, nalgadas.

Vinieron dos y uno la bajó y la hizo pararse agachada, para cogerla desde atrás, mientras ella mamaba la pija del otro.

Le daba duro y en un momento, le levantó una pierna, dejándola parada sobre un pie, y le daba más duro. Ella se sostenía del otro para no caer.

Luego la pusieron acostada de frente sobre el capó y la cogieron y la nalguearon muy duro.

Le daban por el culo, por la concha, le metían vergas en la boca y le acababan.

Uno vino con una botella de cerveza y cuando la agarró dijo,

- “Esta puta está toda sucia, llena de semen!”
Y vació la botella sobre su culo, para lavarla un poco.

Y se la cogió él y los que venían con él, dejándola otra vez con leche saliendo de todos sus agujeros y sobre sus nalgas y sus tetas.

Tuvo muchos, muchos orgasmos!

Temblaba toda y gemía, y no le daban descanso!

Se le aflojaban las piernas, y la sostenían para seguir dándole.

Pasaron horas y ella seguía recibiendo pijas, chirlos, tirones, pellizcos.


En un momento ya no le daban las piernas y aunque la sostuvieran, se caía.

Entonces la tiraron sobre la tierra y la siguieron cogiendo como salvajes.


Perdí la noción del tiempo.

De pronto me sorprendí al ver que ya estaba amaneciendo.

Los ruidos de la ciudad despertando empezaron a inundar el ambiente.

Mi puta ya ni gemía.

Era como una muñeca de trapo, que apenas reaccionaba a los abusadores que seguían metiéndole vergas por donde fuera.

Los últimos que quedaban se masturbaban y acababan sobre su cuerpo embarrado.

Uno se puso con la verga sobre su cara y le echó una increíblemente abundante acabada, que le dejó la cara completamente enchastrada.

Ella yacía de costado, con el torso hacia el suelo. Y ni se movió al recibir los enormes chorros se semen.

En eso llegó el dueño del auto.

Vio la escena y preguntó,

- ”Y esto?”

- “Una puta que vino buscando vergas y recibió para que guarde!”, le dijo uno de los que quedaban

Así que el tipo también sacó su verga, la hizo sentarse contra el auto, y se pajeó y le acabó en las tetas.

Luego la acostó boca abajo en el suelo, y la dejó ahí.

Subió a su auto y se fue.
La pendeja, a la que los tres maduros habían llevado a un hotel, y la cogieron toda la noche, volvió con el amigo taxista, que la había seguido y la esperó para cuando saliera del hotel.

Mi puta quedó sola, tirada en el estacionamiento, como desmayada.

Su cola roja que parecía en carne viva. Los labios hinchados.

El ano y la vagina dilatadísimos y chorreando.

Estaba toda embarrada por su sudor y el de sus abusadores, y el semen de más de 70 tipos que la cogieron gratis y sin ninguna suavidad.

La gente que pasaba por la calle y la veía, se quedaba mirándola horrorizada.
En especial las mujeres.

La envolvimos en una toalla y la llevamos alzada hasta el taxi.

Esa aventura le costó una semana de recuperación.

Durmió más de 24 horas seguidas.

Su amiga tuvo que bañarla, pasarle crema y atenderla durante esos días.


Unos días después, hablando de la experiencia, me dijo,

- “No volveré a hacer algo así…”

- “Segura?”… le pregunté

Hizo un mohín, mirando hacia abajo.

Pero luego sonrió pícara, y alzó sus ojos hacia los míos...

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